Executive Intelligence Review (www.larouchepub.com/spanish)
Boletín de prensa. De circulación inmediata
Para mayor información llame a:
Gretchen Small (703) 777-9451, ext. 272

Declaración de Lyndon H. LaRouche
Lo que no dijo el secretario Powell

9 de marzo (EIRNS)—El precandidato demócrata a la Presidencia de los Estados Unidos, Lyndon H. LaRouche, hizo una declaración el 8 de marzo a través de su comité de campaña, "LaRouche in 2004", en la que evalúa la posibilidad de la inminente guerra contra Iraq, y contra el mundo. A continuación reproducimos íntegra su declaración.

El lunes 10 de marzo da inicio una semana cuya importancia quizá, incluso probablemente, podría resultar más o menos tan significativa —a su modo— como la crisis de los misiles en Cuba de 1962. Este memorándum sirve para resumir las siguientes cuestiones decisivas de la crisis actual.

La raíz de la crisis

1. El primer factor, la raíz de la crisis, es una crisis existencial de cualidad clásica dentro de las instituciones del gobierno estadounidense.

El eje central de la crisis es, como dijo implícitamente el representante de Francia, que el asunto de la guerra o la paz como tal no es Saddam Hussein o Iraq, sino, primordialmente, dos rasgos distintos pero convergentes del actual gobierno de Bush en los Estados Unidos. La primera causa de ese aspecto de la crisis es la influencia de los seguidores imperialistas del finado ideólogo fascista profesor Leo Strauss, en la creación del núcleo de esos atizadores de la guerra conocidos variamente como los "gallinazos" o "neoconservadores". La segunda causa coincidente de ese factor crítico, es la convergencia que hay entre los "neoconservadores" imperialistas dentro del gobierno de Bush, y el irreflexivo y obstinado "unilateralismo de corral" que expresa el propio presidente George W. Bush.

La característica adicional de la crisis, del lado estadounidense, es que a la tribu lunática del vicepresidente Dick Cheney y el subsecretario de Defensa Paul Wolfowitz, de "gallinazos" neoconservadores fanáticos, la refuerzan, del lado del Partido Demócrata, aquellos demócratas pro imperialistas a ultranza, ligados al crimen organizado, del Consejo del Liderato Demócrata, que ejemplifica el círculo de compinches del ideólogo derechista y promotor de la guerra senador Joseph Lieberman.

Lo que ha hecho esta combinación bipartidista de imperialistas y el unilateralismo de Bush, es explotar los efectos aterradores de los acontecimientos del 11 de septiembre del 2001 para desatar una política que, de hecho, hoy pone a los Estados Unidos en contra de los intereses más vitales de todos los demás Estados nacionales soberanos del planeta. En resumen, si a los Estados Unidos se les permite usar su amenaza —proscrita por la ONU— de emplear su fuerza unilateral, incluso armas nucleares contra estados no nucleares, para chantajear al Consejo de Seguridad de la ONU a que tolere una guerra contra Iraq usando un ataque, pronto ese precedente, o establece un imperio mundial estadounidense bajo el modelo del antiguo Imperio Romano, u obliga a las naciones del mundo a socavar el poder de los Estados Unidos para conducir semejantes políticas, o manda al planeta a pasar unas cuantas generaciones en el infierno como castigo por su fracaso en evitar la guerra propuesta.

En efecto, como yo, mi esposa y otros de mis asociados hemos advertido en ocasiones anteriores, la actual política del gobierno de Bush hacia Iraq es una caricatura de la misma soberbia necedad que llevó a la antigua Atenas a la trágica Guerra del Peloponeso. Por desgracia, el "presidente de la educación", Bush, no se destaca por su profundidad en materia de historia.

El que los Estados Unidos se declaren a punto de lanzar una guerra imperial unilateral, cuando no hay ninguna necesidad objetiva de ir a la guerra, en especial cuando tenemos todo el poder y el apoyo del mundo que requeriríamos de existir la necesidad, no sólo es una gran necedad, como da testimonio el caso de la Guerra del Peloponeso. Lanzar una guerra tal, con pretextos tan ilegales, incluyendo el de los informes fraudulentos, de origen israelí y otros, que se transmitieron por medio de canales británicos en un discurso del secretario de Estado Colin Powell y el Consejo de Seguridad de la ONU, también es un crimen contra la humanidad, bajo las implicaciones de los precedentes acumulados desde el Tratado de Westfalia de 1648. Estos son precedentes que se reconocieron de nuevo en 1945-1946, como las lecciones aducidas de la experiencia combinada de las dos guerras mundiales anteriores.

De hecho, la guerra unilateral angloamericana con la que amenaza la furia bipolar de ciertas fuentes oficiales y de prensa en Washington y Londres, no la incita ninguna acción de Iraq por sí mismo. Es el uso de afirmaciones desbocadamente exageradas sobre amenazas externas de Iraq, como pretexto para lanzar lo que algunos círculos pertinentes han llamado una guerra de "choque de civilizaciones", una guerra, no sólo contra todo el mundo árabe, no sólo contra toda la población islámica, sino también contra China y otros blancos más allá. Esto amenaza con hacer estallar, incluso durante el mes de marzo, la tercera guerra mundial geopolítica lanzada por una potencia imperial marítima (y aérea) contra Eurasia continental en su conjunto.

Eso, en suma, respalda el caso que Francia ha presentado contra los argumentos de los voceros estadounidense y británico. En efecto, el actual gobierno estadounidense ha declarado una política de guerra imperial contra el mundo. Los sucesos del 11 de septiembre del 2001, se han usado como fachada para revivir esta política imperial de la guerra nuclear "preventiva" que impulsaran por primera vez el perverso Bertrand Rusell y su partida de utopistas a mediados de los 1940, y que ya habían impulsado el entonces secretario de Defensa Dick Cheney y la derecha israelí durante el intervalo de 1961-1996.

La mayoría más cuerda y menos corruptible de entre los gobiernos del mundo ahora le dicen al actual gobierno estadounidense: "Los verdaderos amigos no alientan a un aliado testarudo a consumar semejante disparate lunático como la actual postura estratégica de los hoy insolventes Estados Unidos. Nos oponemos a tu necedad por tu propio bien. Necesitas con desesperación de nuestra guía, mucho más de lo que nosotros necesitamos de la tuya".

Un desplome económico que acelera

2. El segundo aspecto de la crisis actual, es que el gobierno de Bush emprende esta necedad imperialista bajo las condiciones del hundimiento en 2000-2003 de las economías de las Américas y Europa, en un desplome económico del actual sistema monetario y financiero que ahora acelera.

Como seguido he dicho, Roma se lanzó a convertirse en un imperio cuando tenía su mayor fuerza relativamente, el gobierno del presidente Bush ha lanzado su campaña precisamente en el momento en que la economía de los Estados Unidos se desintegra por dentro a un ritmo acelerado. Como dijo James Carville en 1992, también hoy, los problemas del deseo de reelegirse del presidente Bush en esencia se resumen en, "¡es la economía, estúpido!"

En semejantes condiciones económicas, a menos que hubiera un tipo de amenaza presente directa contra los Estados Unidos u otras naciones pertinentes por parte de Iraq, la cual en realidad no existe al presente, sería criminal que los Estados Unidos emprendiesen semejante guerra, porque axiomáticamente no se justificaría bajo la ley natural moderna de las naciones. Bajo la orientación económica actualmente insolvente del gobierno de Bush, hoy en bancarrota, los Estados Unidos no tienen los medios para darle una "salida" exitosa hacia una paz duradera a la guerra regional en el Oriente Medio y más allá, que detonaría su asalto contra Iraq.

La ya demostrada necedad de la más reciente de las operaciones encabezadas por los Estados Unidos en Afganistán, donde hoy la amenaza creada ahora por "una guerra exitosa", peor que al inicio de esa guerra, ilustra la cuestión. La necedad probada de las operaciones en Afganistán, de repetirse en el Oriente Medio, representaría un grado de inmoralidad negligente que, como el de Ariel Sharon, las cortes del futuro podrían juzgar como criminal.

En cuanto a la paz en el Oriente Medio, adviértase la lección ejemplar del continuo conflicto palestino-israelí.

En las últimas dos décadas, los círculos asociados a Ariel Sharon y otros han emprendido guerras en el Líbano, contra Siria y otros, con el fin de robar agua de acuíferos tales como los del río Litani y los Altos del Golán, además de saquear el abasto a lo largo del Jordán. Esto se hizo como parte de la política continuada del "Eretz Israel" (Gran Israel—ndr.), de sacar a los palestinos de sus hogares tradicionales para darle paso a inmigrantes engañados a ir a Israel por especuladores estafadores de los bienes raíces asociados con Sharon y demás. De hecho, no hay ninguna posibilidad de establecer y mantener la paz en ninguna parte de esta región y de las adyacentes, sin una política activa de desarrollo de nuevas fuentes de agua potable que sean suficientes para las necesidades de toda la población actual y previsible de la región.

La falta de ése desarrollo económico, y de otros relacionados, de infraestructura económica básica de la región del Oriente Medio se convierte, en y por sí misma, en una fuente de creciente conflicto entre las poblaciones de la región, lo deseen o no. Cuando se consideran las consecuencias de la oposición a tal desarrollo, o siquiera el no promoverlo, se participa de una calidad criminal de negligencia.

Así, la fanática extensión del presente gobierno estadounidense de esas políticas económicas del intervalo 1971-2003, que produjeron la crisis económica del actual sistema monetario y financiero fracasado, es, por sí misma, una causa de esos conflictos homicidas que pueden convertirse en una grave amenaza para los Estados Unidos, así como también para Europa y las Américas. En estas circunstancias, el desperdiciar preciosos y escasos recursos económicos en un gasto de guerra innecesario e interminable no es la práctica de gobiernos cuerdos.

La alternativa del Triángulo Estratégico

3. Existen alternativas urgentes y disponibles a la necedad de la guerra en el Oriente Medio que proponen los "gallinazos" estadounidenses.

Miren la situación actual en Eurasia que define la desintegración económica en marcha del sistema monetario y financiero mundial de 1971-2003. Felizmente, bajo las condiciones de crisis económica global existentes que el "presidente de la educación" Bush es incapaz de reconocer, ha surgido una serie de bloques de cooperación transcontinental que se entrelazan en la Eurasia continental. En Europa Occidental, el "Triángulo Europeo" de oposición a la guerra en el Oriente Medio construido en torno a Francia, Alemania y Rusia, es implícitamente un socio cada vez mayor en el intercambio de tecnología con el conjunto de naciones agrupadas alrededor del Triángulo Estratégico Eurasiático de Rusia, China, India y demás. Éste incluye al Triángulo del Norte de Asia de Rusia, China y Corea, y, ojalá, la participación del Japón industrial. Incluye a las naciones del grupo de la ASEAN (Asociación de Naciones del Sudeste Asiático), ahora más unido por la nueva fase del proyecto de desarrollo del río Mekong.

Los vecinos de Europa Occidental continental tienen un interés vital en el éxito de esos sistemas multitriangulares de cooperación para la seguridad y el desarrollo mutuos. Cada residente cuerdo e informado de las islas británicas se opone a la irracional embestida del primer ministro Tony Blair hacia la guerra, en parte porque saben, incluso instintivamente, que el futuro económico de esas islas depende de forma decisiva de integrarse al desarrollo económico continental eurasiático. De modo parecido, Turquía busca integrarse a la Unión Europea.

Nosotros en los Estados Unidos debemos ser socios en el éxito de semejantes nuevos sistemas incipientes de cooperación. Deberíamos aplicar los mismos principios de progreso para revivir a aquellas repúblicas de Centro y Sudamérica que las políticas económicas, monetarias y financieras de los Estados Unidos de 1971-2003 han hecho tanto por arruinar.

No nos faltan soluciones para la crisis que nos depara la próxima semana, o par de semanas ominosas. La falla yace, en parte, en la partida de dirigentes del gobierno actual, en el liderato actual de nuestros partidos políticos principales, de quienes puede decirse, como escribió Shakespeare: "La falta, querido Brutus, no está en los astros, sino en nuestras almas prosternadas". La falta yace en aquellos tontos, tontos de todos los grados, pero todos en el estado mental de "prosternados", que lloriquean, "pero la guerra es inevitable". La falta yace, en gran medida en los hombres y mujeres comunes que eligen a un liderato como ése.

Hombres y mujeres de mente estrecha le dan el nombre de "tradición", "opinión pública" y cosas parecidas a su necedad, y así, por elección o por negligencia, eligen a los dirigentes de mente estrecha que recompensan a la gente por ese apoyo, como lo hacen los conductores de los míticos ratones noruegos: los llevan al precipicio de una locura monstruosa como la que proponen hoy los gobiernos de los Estados Unidos y la Gran Bretaña (y otros gobiernos que pueden comprarse baratos con el tintineante dinero del bolso vacío de unos Estados Unidos en bancarrota).

Es hora de regresar del filo de la demencia absoluta. Hay que aceptar de buena fe la propuesta de Francia. Sería mejor disfrutar del queso francés, que tragarse el polvo de la arena del desierto en una temporada ardiente.

<<Página Anterior