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El Gobierno de Bush y Cheney se desmorona
ante la `nueva politica' de Lyndon LaRouche

5 de diciembre de 2006 (EIRNS)—Estados Unidos experimenta un tsunami político impresionante que tiene una importancia fundamental para Sudamérica, en momentos en que el sistema financiero internacional del FMI está en bancarrota y se desploma irremediablemente. Esta confluencia de la crisis internacional y los trascendentes acontecimientos en EU —la cual abre la puerta al establecimiento del sistema monetario del Nuevo Bretton Woods que fomentará el crecimiento físico–económico de todas las naciones— es la realidad central que enfrentarán los presidentes de la región en su reunión del 8 y 9 de diciembre en Cochabamba, Bolivia.

Este drástico cambio de fase lo catalizaron el ex precandidato demócrata a la Presidencia de EU, Lyndon LaRouche, y su Movimiento de Juventudes Larouchistas (LYM), al que desplegó con éxito para derrotar a los republicanos en las elecciones intermedias del 7 de noviembre en EU.

El nuevo Congreso estadounidense que prestará juramento el 4 de enero tiene un carácter indiscutiblemente diferente al de cualquiera de sus predecesores recientes. La diferencia no sólo estriba en el hecho de que los demócratas serán la facción mayoritaria por primera vez en doce años, sino también en quiénes conforman dicha mayoría y cómo fueron elegidos.

No es ningún secreto que el presidente del Comité Nacional Demócrata (CND), Howard Dean, no consideró las elecciones intermedias estadounidenses como una prioridad. Sin duda es cierto, como insiste el prestante estratega demócrata James Carville, vinculado a los círculos políticos de Bill Clinton, que con un liderato más capaz al timón del aparato nacional del partido, la mayoría demócrata sería de 20 o 30 miembros más que los actuales.

Pero también es verdad que, como Dean no vio las elecciones intermedias como prioridad, en su mayor parte el CND no salió a reclutar candidatos. Como tales, los demócratas noveles no son acólitos de la secta del CND; muchos de ellos ni siquiera son políticos de carrera en el sentido habitual, sino que son producto del hondo descontento creciente del pueblo estadounidense con las políticas del Gobierno de Bush y Cheney. Muchos de ellos no necesariamente esperaban derrotar a viejos republicanos en funciones aparentemente bien afianzados en sus cargos, pero en cualquier caso contendieron, porque pensaron que tenían que hacer algo para parar la destrucción obra de las directrices de este gobierno.

El decisivo voto joven

Carville planteó hace poco un análisis más competente y honesto en la Conferencia Demócrata Estadounidense en Washington, D.C. "Lo que impresiona y salta de inmediato a la vista", dijo, "son los que tienen entre 18 y 30 años de edad. Creo que nos los ganamos [en una proporción de] 61 a 39. Mucho, mucho mejor de cómo nos fue con cualquier otro grupo de edades. Si eres un partido político, más vale que cuentes con él [o sea, con ese grupo de edades], porque tienden a estar por aquí más tiempo".

Varios estudios no partidistas muestran que el margen decisivo de la victoria fue resultado de una oleada súbita de electores jóvenes que surgió en las últimas semanas de la contienda nacional. ¿Qué explica dicha oleada? Los estrategas profesionales de ambos partidos reconocen que, de formas que aún no entienden del todo, la avalancha de de votantes jóvenes la desató un grupo relativamente pequeño, pero selecto, de miembros del Movimiento de Juventudes Larouchistas (LYM), quienes emprendieron una recia campaña en las seis semanas que precedieron a las elecciones, en gran medida centrada en las universidades, donde repartieron unos 750.000 folletos del Comité de Acción Política Lyndon LaRouche que revelan las pruebas escandalosas de la ofensiva de la esposa del vicepresidente estadounidense Dick Cheney, Lynne, por suprimir la libertad académica en las universidades de EU.

El efecto colectivo que catalizó el LYM resultó en la votación joven más grande —unos 10 millones o más— en más de 20 años. Y, aunque el aumento de electores jóvenes fue sin duda seis veces mayor en distritos con densa población joven donde hubo un esfuerzo real por registrarlos y llevarlos a las urnas, la pauta es tan fuerte en el oeste como en el este, el centro y el sur, lo cual es un indicio claro de que esto fue un verdadero fenómeno nacional.

Las elecciones del 7 de noviembre fueron una prueba de principio de lo que LaRouche ha descrito como "la nueva política". Lo que todos se preguntan, escribe, es "¿cómo este grupo le dio vuelta a la cosa en suficientes lugares clave como para desatar la avalancha de la victoria entre un estrato decisivo mucho más grande de votantes entre los 18 y 35 años de edad?" LaRouche aporta una respuesta cabal a esa pregunta, junto con la clase de orientación estratégica y conceptual que el gobierno necesita con tanta urgencia en este tiempo de gran crisis para EU y para el mundo, en su documento "The New Politics" (La nueva política), disponible en inglés en www.larouchepac.com y de próxima publicación en español en www.larouchepub.com/spanish.

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