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Instituto Schiller

Llamado del Comite Ad Hoc por un Nuevo Bretton Woods

12 de agosto del 2007

Como seguimiento de los llamados previos de 1997, 2000 y 2006, en los que miles de prominentes personalidades de todo el mundo, entre ellos ex jefes de Estado, miembros de parlamentos, sindicalistas, empresarios, funcionarios municipales, miembros de iglesias, miembros de las fuerzas armadas, y otros más, demandaron una reorganización del sistema financiero mundial, la presidenta del Instituto Schiller, Helga Zepp-LaRouche, escribió un nuevo llamado que el Instituto Schiller distribuirá en todo el mundo. Debe aparecer en la Internet y varios periódicos con los nombres de sus firmantes y se llevará ante el Congreso de los Estados Unidos y parlamentos del mundo.

El derrumbe sistémico del sistema financiero mundial está en plena marcha. Lo desató, aunque no es la causa, el desplome del mercado de hipotecas de segunda categoría en Estados Unidos, y el cierre del inflacionario acarreo de yenes en Japón, con lo cual se derrumbó el castillo de naipes de los "instrumentos financieros creativos", como definió Alan Greenspan a los diversos derivados crediticios. Debido a que la euforia de las adquisiciones de empresas por parte de los fondos especulativos ha llegado a la estratosfera en los años y meses recientes, con ataques depredadores cada vez más salvajes contra las empresas, los bancos de inversión que financiaron la mayoría de esas adquisiciones se han quedado ahora con esos créditos sin valor. Muchos más financieros hipotecarios estadounidenses se van a declarar en insolvencia, más bancos van a ir a la quiebra en el vórtice de la crisis crediticia. Actualmente hay casi 10 billones de dólares en préstamos hipotecarios en E.U., de los cuales más de un tercio son créditos de alto riesgo. En Alemania los ejemplos de los bancos IKB-Bank y el Westdeutsche LandesBank muestran que los consejos directivos hallan dificil admitir el monto de sus pérdidas.

Está explotando el mito de que los bancos centrales tiene una cantidad ilimitada de posibilidades para siempre mantener bajo control cualquier derrumbe. Están atrapados entre la Escila del combate a la inflación con altas tasas de interés —lo cual es urgente ante la evidente inflación en los alimentos, materias primas y el petróleo, pero que conduciría a un mayor estallido de las burbujas del mercado hipotecario estadounidense y similares— y el Caribdis de la crisis crediticia, que se ha desatado con el derrumbe de los créditos apalancados. Si los bancos centrales tratan de detener una reacción en cadena mediante la inyección de liquidez en el orden de los cientos de miles de millones de dólares, como ha ocurrido precisamente en cuestión de 24 horas durante la segunda semana de agosto, esto sólo puede significar que habrá una hiperinflación como la de la Alemania de Weimer en 1923, pero esta vez no sólo en un país, sino a nivel mundial.

Es un dilema para el cual no hay salida: el sistema está acabado.

Las consecuencias que amenazan a la población mundial son catastróficas. Si los países no pueden seguir financiando sus funciones, el peligro es que las sociedades se hundan en el caos. El modelo de la mentada globalización está completamente en bancarrota hoy, del mismo modo en que cayó el modelo comunista entre 1989 y 1991. Se han rechazado todos los principios que le son inherentes, como el de la "maquila" (o sea, transferir los empleos altamente calificados a países con mano de obra barata), la sociedad de "valor del accionista", "el dinero hace dinero", producción "justo a tiempo", "benchmarking", etc. La situación desastrosa de la infraestructura en los países industrializados del G-7 es el mejor indicio de la destrucción de la economía desregulada de libre mercado.

Para detener el sufrimiento intolerable que amenaza a la población con un derrumbe descontrolado del sistema financiero mundial, nosotros, los abajo firmantes, exigimos que se convoque de inmediato una conferencia de emergencia que deberá decidir sobre una nueva arquitectura financiera global en la tradición del Sistema de Bretton Woods iniciado por Franklin D. Roosevelt en 1944.

Nosotros, los abajo firmantes, destacamos también que el Parlamento italiano hizo suya la propuesta de LaRouche y en una resolución el 6 de abril del 2005, llamó al Gobierno italiano a convocar "una conferencia internacional al nivel de Jefes de Estado y de Gobierno, para definir a nivel global un nuevo sistema financiero y monetario más justo ".

La necesidad de dicha reorganización fundamental es hoy de lo más urgente, pero el potencial para su realización también ha crecido. En virtud de una ironía de la historia: Cuando la Unión Soviética empezó a desmoronarse en 1991, los neoconservadores en el gobierno del presidente George Bush, Sr., con sus políticas de guerras preventivas y de cambio de régimen, hicieron que el proceso de cooperación entre las naciones de Eurasia y Latinoamérica, que normalmente llevaría décadas, se acelere bajo la influencia de la política unilateral estadounidense. Un conjunto de jefes de Estado de países imortantes han dejado en claro que han decidido defender el bienestar general de sus poblaciones contra la intrusión de las instituciones financieras de la globalización. Por tanto, han aumentado enormemente las oportunidades de poner la cuestión de un nuevo orden económico mundial justo en el orden del día.

Pero sería un engaño peligroso creer que puede lograrse una reorganización exitosa del sistema financiero mundial en bancarrota sin, o contra, los Estados Unidos. Por tanto, los abajo firmantes, nos declaramos a favor de la cooperación con el "verdadero" Estados Unidos, en la tradición de la Revolución Americana y la Declaración de Independencia, ese Estados Unidos vinculado a los nombres de Alexander Hamilton, John Quincy Adams, Abraham Lincoln, Franklin D. Roosevelt y Martin Luther King, y que hoy día inspira Lyndon LaRouche.

En meses recientes Lyndon LaRouche ha señalado una y otra vez que sólo la combinación de un Estados Unidos transformado, junto con Rusia, China e India, sería lo suficientemente fuerte para poner la cuestión de un nuevo sistema monetario en el orden del día. Pero eso no quiere decir que otras naciones no puedan o deban participar como socios con estas cuatro naciones grandes.

Para corregir la falta de desarrollo, que ha ocurrido debido al cambio de paradigma de los últimos 40 años y, sobre todo, desde que el presidente estadounidense Richard Nixon abandonó en 1971 de sistema de tipos de cambios fijo, lo cual condujo, tras la disolución de la Unión Soviética, a la globalización desenfrenada, al brutal capitalismo buitre de la actualidad, nosotros debemos llevar a la práctica las siguientes medidas:

La conferencia de emergencia por un Nuevo Bretton Woods debe resolver de inmediato que:

1. Debe declararse en bancarrota sin remedio el sistema financiero mundial actual y reemplazarlo por uno nuevo.

2. Debe acordarse de inmediato un sistema de tipo de cambios fijo.

3. Debe prohibirse la especulación de los derivados a través de un acuerdo entre los gobiernos.

4. Debe ponerse en efecto una reorganización amplia o, en su caso, un aplazamiento de las deudas.

5. Deben abrirse nuevas líneas de crédito, mediante la creación de crédito estatal, en la tradición de Alexander Hamilton y el Sistema Americano, que hará posible el empleo productivo pleno por medio de inversiones en infraestructura básica y la renovavión tecnológica.

6. La terminación del Puente Terrestre Eurasiático, como la médula de la reconstrucción de la economía mundial, constituye de esta manera la visión que no sólo dará lugar a un milagro económico, sino también puede convertirse en una sistema de paz para el siglo 21.

7. Un nuevo "Tratado de Westfalia" debe garantizar la disponibilidad y el desarrollo de las materias primas para todas las naciones sobre el planeta para cuando menos los próximos 50 años.

Los abajo firmantes, creemos que el sistema de "globalización", con su brutal capitalismo buitre, ha fracasado en lo económico, lo financiero y lo moral. En su lugar, se debe colocar de nuevo a la humanidad en el centro, y la economía debe servir, antes todo el bienestar general. El nuevo orden económico debe garantizar los derechos inalienables de toda la humanidad sobre el planeta.

Firma:

Helga Zepp-LaRouche, Presidenta federal del BueSo y del Instituto Schiller.

Para sumarte y apoyar este llamado, por favor envíanos tu nombre, dirección completa, título (si eres funcionario público) y afiliación a NBW@schillerinstitute.org o a la siguiente dirección:

The Schiller Institute
PO Box 20244
Washington, DC 20041-0244
703-771-8390

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