Escritos y discursos de Lyndon LaRouche

¡El pueblo es primero!

por Lyndon H. LaRouche, Jr


(Artículo aparecido el 4 de octubre de 1998 en Resumen Ejecutivo, No.20, segunda quincena de octubre de 1998.)

Muy pronto, el condenado sistema financiero internacional actual se desintegrará. No se puede manejar o reparar; su fin es seguro e inminente. Vivimos ya la fase final de su destrucción. Esta destrucción ocurrirá ya sea de manera racional, mediante misericordiosas acciones preventivas de cada gobierno, o ya sea de la manera más trágica, espontánea y caóticamente. De un modo u otro, el sistema financiero actual está condenado a desaparecer muy pronto.

En estas circunstancias, el que los EUA y otras naciones sigan existiendo depende por completo de la presteza con la que el gobierno responda con ciertas medidas inmediatas indispensables de urgencia.

Si se toman las medidas que se estipulan aquí, esta nación, con toda seguridad, sobrevivirá la crisis, y del modo más venturoso. Si falta la voluntad política para adoptar y ejecutar de inmediato dichas medidas de urgencia, el caos provocado por la terca negativa a cambiar el sistema presente desgarrará a la nación. Si no se derriba la posición actual de aferrarse a los dogmas autocondenados del "libre comercio" y la "globalización", el caos es ya inevitable, y, en ese caso, esta nación no sobrevivirá en una forma reconocible.

Siguen algunas de las medidas indispensables.

1.0 Política general de urgencia

Cuando ocurra la desintegración del sistema financiero mundial actual, el gobierno de los EUA y los de otras naciones, si son cuerdos, se considerarán obligados a tomar, cada uno en forma autónoma, ciertas medidas soberanas de urgencia, drásticas e instantáneas. El propósito inmediato de estas medidas es mantener la estabilidad social y el bienestar general de la nación y toda su población. La regla que gobierna estas acciones es: "¡El pueblo es primero! ¡Todo el pueblo!"

Tomando el caso de los propios EUA como ejemplo, la cuestión se puede plantear como sigue.

Estas medidas son de cuatro clases generales: (a) medidas de urgencia para asegurar la seguridad social inmediata y continua, según el imperativo general del preámbulo de la Constitución de los Estados Unidos (1789); (b) medidas de urgencia de reorganización general financiera y monetaria, dirigidas a facilitar las medidas dirigidas a asegurar la seguridad social general; (c) medidas de urgencia de recuperación económica para mantener y ampliar el volumen de producción físico-económica de la economía nacional, tanto per cápita como por kilómetro cuadrado; (d) medidas internacionales necesarias para este mismo propósito.

2.0 Medidas urgentes de seguridad social

2.1. Estas acciones le darán preferencia absoluta a la continuidad de las funciones esenciales del propio gobierno, pero le darán también igual preferencia al mantenimiento de la función continua de todos los elementos esenciales de la infraestructura económica básica, las operaciones agrícolas, las manufacturas y actividades conexas, y la distribución física y el comercio en bienes y servicios esenciales para mantener de las personas y las familias. Para ello será necesario posibilitar la acción expresada en formas jurídicas como decretos y leyes de emergencia.

2.2. Estas acciones no deben limitarse a mantener la infraestructura, la agricultura, las manufacturas, las familias y la actividad físico-económica esencial concomitante al nivel existente antes del "crac". Se deben dar pasos inmediatos, en lo principal por iniciativa gubernamental, para aumentar el volumen de producción útil de esos renglones de actividad, a expensas de formas de servicios que no sean esenciales para la salud de la economía física y su población. En el caso de los propios EUA, estas acciones se emprenderán con la mira puesta en los métodos de urgencia seguidos en el gobierno del presidente Franklin Roosevelt durante la Segunda Guerra Mundial.

2.3. Se deberán emprender ciertas acciones especiales complementarias. Abarcarán la suspensión de los procedimientos ejecutivos hipotecarios que afecten viviendas familiares y otras propiedades conexas esenciales. Esto se debe complementar con la protección absoluta de las cuentas bancarias individuales, hasta cierta cantidad específica modesta per cápita. De modo parecido, se deberán sostener los programas básicos de salud pública. La regla general de esas y otras medidas semejantes es dejar lo más posible de los asuntos de las familias y las pequeñas empresas individuales y familiares a la discreción de los individuos, liberando las decisiones en este campo de los engorrosos y complejos detalles que supone la intromisión gubernamental.

3.0 Reorganización financiera general

3.1 Los EUA, como la mayoría de las naciones del mundo actual y la mayoría de las instituciones financieras globalizadas, están ya en quiebra financiera irremediable. No se necesita esperar a ver que el banco se hunda para saber que esto es así. Sólo tontos desesperadamente autoengañados negarían que esto es un hecho.

3.2 Como en cualquier bancarrota de una gran empresa económica otrora estable, la quiebra no sobrevino de golpe y porrazo, sino que ocurrió por el efecto acumulado de directrices equivocadas, amontonadas una sobre otra por un lapso prolongado. En el caso de los propios EUA, un lapso de más de treinta años y pico. Afortunadamente, la serie de principios con los que la economía estadounidense, en particular, operaba antes de estos treinta años y pico era sólida en gran parte. Siendo así, debemos reorganizar la economía estadounidense como haríamos para devolverle una vida saludable a cualquier empresa económica esencialmente sólida, reorganizándola por quiebra.

3.3 Las acciones a emprender inicialmente son eliminar la mala administración y los malos cursos de acción, y condonar la porción de las presuntas obligaciones financieras actuales que deba eliminarse para que la empresa pueda reanudar el grado de crecimiento saludable de que disfrutó status quo ante, antes de los últimos treinta años y pico.

3.4 Cuando lo que quiebra es el sistema financiero de un Estado nacional soberano, hay reglas especiales que considerar, las cuales difieren de las que serían apropiadas a cualquier otro género de instituciones. Afortunadamente, en la época en que los EUA estuvieron en quiebra, 1787–1789, esas consideraciones implícitamente constitucionales se abordaron ya, principalmente en los tres informes del secretario de Hacienda Alexander Hamilton al Congreso de los Estados Unidos, sobre el crédito nacional, el banco nacional y las manufacturas, respectivamente. Dichas reglas se aplican no sólo como precedentes pertinentes para los Estados Unidos, sino que le sirven de modelo a otras repúblicas soberanas.

Aunque debamos darle la consideración debida a deudas e instrumentos definidos con medios variados, el punto central de referencia para la política financiera, monetaria, etc, del gobierno estadounidense, sobre todo en condiciones como éstas, es la moneda soberana del gobierno estadounidense, que no puede ser sino el papel moneda estadounidense emitido de acuerdo con los procedimientos que fija la Constitución. Por razones expuestas por el secretario Hamilton, esa forma de moneda y otras formas de deuda contraída directamente como deuda de los Estados Unidos (en vez de otras deudas de la Reserva Federal) constituyen las obligaciones primarias absolutas del gobierno estadounidense frente a una quiebra financiera general de la nación como la existente en la actualidad. Se tiene que defender el "pleno crédito y garantía" de la moneda y la deuda nacional de los EUA, pues es el punto de partida de los mecanismos crediticios empleados para salir del fin del actual sistema financiero internacional. El papel de la moneda estadounidense a este respecto no se limita a los propios EUA; la importancia especial del dólar estadounidense es mundial aún hoy.

La cuestión central de principios de la reorganización financiera es que la defensa y utilización de estas formas de deuda nacional estadounidense son los mecanismos financieros de creación de crédito con los cuales reanimar a la economía real estadounidense de su degenarada y entorpecida situación.

3.5 Con sólo una salvedad, los valores financieros pueden descender todo lo que gusten. "Después de todo, no es más que papel." Si el valor neto de un banco es menos que cero, podemos decidir apoyar el que siga funcionando porque nuestra nación soberana necesita que ese banco exista para atender las necesidades de los ciudadanos y la economía de esa localidad. La protección de los modestos recursos financieros y de otra índole de las personas, las familias y ciertas clases de empresas que resultan esenciales desde el punto de vista económico físico se desprende del mismo principio general.

3.6 La finalidad es ampliar la actividad físico-económica y la productividad de la economía y de la población en su conjunto, de modo que la economía satisfaga las necesidades de toda la población y genere, desde el punto de vista físico-económico, más de lo que consume. Con ese fin, con métodos de banca nacional, se debe otorgar crédito nacional de los EUA, que se difunda a través de los bancos privados participantes, a las empresas correspondientes del gobierno nacional y el sector privado, tal como levantamos lo que devino la próspera economía estadounidense de los cincuentas y los sesentas desde el abismo de la depresión económica provocada por la política de Andrew Mellon de los veintes y los treintas.

Nuestra nación ha hecho esto en lo pasado, ha sabido cómo hacerlo en lo pasado y puede aplicar estas enseñanzas para volver a hacerlo lo mismo o algo mejor.

4.0 Medidas de recuperación económica

En 1861–1876, en la movilización económica de 1914–1917 y durante 1933–1945, los EUA se valieron de la construcción de infraestructura en gran escala, junto con programas de progreso tecnológico al impulso de la ciencia, con resultados que asombraron al mundo en esas épocas. Los elementos principales para organizar un período prolongado de reconstrucción económica mundial venturosa son los siguientes.

4.1 Infraestructura económica básica: principalmente obras hidráulicas y saneamiento general; transporte moderno de carga y pasajeros; energía, en especial aumento de la densidad del flujo energético y la coherencia de las fuentes primarias; infraestructura urbana básica; y grandes sistemas nacionales e internacionales de educación, ciencia y atención médica. Las posibilidades de verdadero crecimiento económico dependen de grandes inversiones a largo plazo en estas mejoras de la infraestructura económica básica.

4.2 Fomentar el empleo de los trabajadores en la producción agrícola e industrial fundamental, dándole especial importancia a ese aumento de la capacidad productiva físico económica del trabajo que se realiza solamente poniendo el acento en el aumento del ritmo y el volumen de la inversión per cápita en modos de progreso científico y técnico que hagan uso intenso de capital y energía.

4.3 Aumentar el porcentaje de trabajadores empleados en el sector de diseño de máquinas herramienta y desarrollar éste con normas internacionales cada vez más elevadas y con una mayor densidad de transferencia eficiente a las economías nacionales y a las localidades de éstas.

4.4 Integrar las funciones de educación, investigación fundamental y diseño de máquinas herramienta de la economía mundial y las economías nacionales en torno a programas de impulso científico, como la exploración a paso acelerado y la colonización de las regiones próximas de nuestro Sistema Solar.

Han pasado generaciones desde que un sujeto muy desagradable, el profesor William James, de Harvard, escribó sobre "el equivalente moral" de la guerra. El único verdadero equivalente moral de la guerra es movilizar fuerzas en pro del desarrollo de la economía mundial para beneficio de todas y cada una de las naciones del planeta, y hacerlo de una manera en que nunca nos hemos mvilizado antes, salvo para fines bélicos. Esa, en suma, es la tarea, la política que los gobiernos sensatos deben adoptar ya.

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