Escritos y discursos de Lyndon LaRouche

El legado de Mendeleiev y Vernadsky
El espíritu de la ciencia rusa

por Lyndon LaRouche
29 de octubre-12 de noviembre de 2001

Documento preparado para el seminario científico internacional "Aplicación del concepto de la noosfera en el siglo 21: La misión de Rusia en el mundo actual", realizado en el Museo Geológico Estatal Vernadsky de la Academia de Ciencias de Rusia, en Moscú, los días 27 y 28 de noviembre de 2001, y auspiciada conjuntamente por ese museo y el Instituto Schiller.


El concepto más asombroso de las culturas conocidas es el vinculado al uso del término "espíritu", en el mejor sentido de la palabra. Cuando se menciona dicha palabra como asunto de la ciencia de Kepler, Leibniz y Riemann, o cuando la uso yo, representa una cualidad única de existencia. Hace referencia a una cualidad de existencia específica que tanto afecta como es afectada por las existencias abióticas y vivas, pero que no se deriva de ninguno de estos dominios ni de ambos, ni está contenida en uno de ellos o en ambos.[1]

En la historia del desarrollo de la ciencia física en Rusia y Ucrania, ese concepto científico de la existencia de las identidades espirituales se reconoce en el trabajo del geobioquímico Vladimir I. Vernadsky. Vernandsky define el principio de existencia expresado por lo que denominó noosfera desde el punto de vista de un riguroso método científico.[2] Para ello Vernadsky se apoyó en un concepto rigurosamente científico de tal existencia, usando el mismo método de la ciencia física experimental empleado por su maestro y predecesor Dmitri I. Mendeleiev para descubrir la llamada tabla periódica.

Como lo he explicado en varias ocasiones, yo no derivé mi definición de lo que Vernadsky llamó noosfera de su propio trabajo sobre el tema. En el lapso de 1948 a 1953 arribé a un concepto de cuál es el lugar único de la persona humana en el universo, el cual resultó ser significativamente congruente con sus ideas, pero desde un punto de partida diferente y con algunas conclusiones bastante diferentes. A pesar de estas divergencias, mi trabajo incluye resultados que son congruentes, en muchos aspectos esenciales, con los conceptos de la práctica de la ciencia física experimental moderna inherentes a la definición de Vernadsky de la noosfera.

Una de las diferencias específicas y singulares de mi propio enfoque es que aporta un concepto riguroso de lo que debemos considerar la definción de "espíritu" que debe adoptarse cada vez que se emplee este término en las deliberaciones de la ciencia física. En este punto, para definir un rasgo fundamental del papel estratégico de Rusia en la actual situación de crisis mundial, haré girar mi esbozo de propuesta programática en torno a la síntesis del efecto de mis propios aportes originales, en tanto representan una apreciación más adecuada de la obra de Vernadsky, necesaria pare definir el espíritu que hace falta para orientar la gestión política de los gobiernos de Rusia y otros países en la actualidad. Debo destacar la gran importancia estratégica y económica que tiene para Rusia misma el ver en la formulación de Vernadsky del concepto de la noosfera un reflejo de las más profundas implicaciones del método característico de los principales descubrimientos de Mendeleiev.

Como lo he planteado en ocasiones previas, el actual momento histórico mundial, y las posibilidades de Rusia en esa historia, se tienen que ubicar en los siguientes términos. Examinaré en esta ocasión aquellos asuntos específicos del espíritu científico a la luz de sus implicaciones estratégicas para el mundo actual en crisis.

Algunos medios de Rusia han afirmado en los últimos días que los meses recientes han conducido al mundo al borde de un cambio sistémico radical de las relaciones entre los Estados.[3] Estoy de acuerdo con esa evaluación, que paso a reformular de la siguiente manera.

La historia en tanto geometría

Considerando que la gama de adaptaciones posibles de la conducta de las especies vivas inferiores está limitada por las llamadas características "genéticas" de las razas específicas, la humanidad se distingue como la única especie que puede inventar y cambiar las características culturales, semejantes a las genéticas, que distinguen a una cultura y su grado actual de desarrollo de otras. Estas distinciones nos traen a la memoria el proceso de generación de la visiblemente abiótica tabla periódica, en el trabajo de Mendeleiev,[4] o el surgimiento evolutivo de las clases y especies de tipos vivos dentro de la bioesfera. Estos cambios voluntarios en las formas relativamente específicas de características voluntarias de conducta de las personas y de culturas enteras deben compararse con la elección de una nueva serie diferente de "definiciones, axiomas y postulados" de una geometría física sintética, como la geometría de Bernhard Riemann.

Por razones que he expuesto en otras ocasiones, el concepto de "geometría" aplicable con utilidad al estudio de tales variaciones en las características culturales, es el que he adaptado del planteamiento de Bernhard Riemann de los principios generales de diseño de las geometrías diferenciales correspondientes a secuencias de multiplicidades físico-geométricas multiconexas. Este informe reafirma y aplica estas nociones con el propósito de valorar el impacto del concepto de noosfera introducido por Vernadsky.

Por lo común, los cambios en los supuestos de corte axiomático de las poblaciones corresponden a puntos críticos de cambio de dirección en la historia de una nación, de un grupo de naciones o de algún estrato de la sociedad. Por desgracia, debido a la imcompetencia de prácticamente toda la educación reconocida oficialmente en Europa y en América, la enseñanza de la historia o de las llamadas "ciencias políticas" y los "estudios sociales", por ejemplo, ha sido separada del reconocimiento y del estudio del carácter inseparable de los fundamentos axiomáticos de aspectos esenciales del desarrollo histórico como la práctica de la ciencia física, la composición artística y demás. Como resultado de esta costumbre prevaleciente, la mayoría de las generaciones recientes de nuestras poblaciones, aun entre las clases mejor educadas, son analfabetas funcionales en lo que toca a los aspectos funcionales esenciales de cambio histórico que o no se enseñaron o se expusieron de manera fraudulenta en su educación y en la mayor parte de la práctica profesional acostumbradas hoy en día.

Por lo tanto, semejantes analfabetas con educación superior, que en verdad no consideran la historia como un proceso ceñido a leyes, tenderán a subestimar el papel decisivo de los cambios históricos de los siguientes tipos generales, que han dominado el siglo 20 y el inicio del siglo 21. Para entender los procesos económicos y las nociones políticas del interés nacional u otros intereses específicos, uno tiene que considerar, tal como lo hago ahora, la siguiente serie de cambios en cuanto a la calidad axiomática que acabo de mencionar.

Desde el comienzo del siglo 20, Rusia ha pasado sucesivamente de una forma de economía política zarista, a una nominalmente comunista, a una catalogada de "liberal" y "posmoderna", y ahora entra a una forma todavía por determinar de posliberalismo, de economía posposmodernista. Esta experiencia específica de Rusia se imbrica con una serie de cambios fundamentales que ocurrieron en toda la economía mundial a partir de 1945.

De 1945 a 2001, el mundo entero se vio dominado por tres fases sucesivas. Situaré las implicaciones del trabajo de Vernadsky dentro de las implicación de ese período de la historia moderna.

1. Desde 1945 y hasta los acontecimientos de 1989 y 1990, el mundo de la posguerra estuvo dominado por cierto sistema de relaciones entre los Estados, sistema que combinó los elementos contradictorios del conflicto nuclear y la détente.

2. A ese intervalo de la historia le siguió, de 1989 a 1991, el surgimiento del orden mundial postsoviético, en el cual las potencias rentistas financieras angloparlantes del planeta trabajaron para imponer lo que se quería que fuera una forma imperial de gobierno mundial indisputable, congruente con la receta de gobierno mundial descrita en el libro de 1928 de H. G. Wells La conspiración abierta, que ha sido la doctrina de Wells, Russell y sus seguidores hasta la fecha. Ese intento de gobierno mundial no sólo siguió el modelo, hablando de manera general, del antiguo Imperio Romano, sino que fue prácticamente una copia del poder marítimo imperial posterior a Roma representado por la oligarquía financiera rentista de Venecia.

3. Más o menos diez años después de la caída del poder soviético, el orden mundial de 1989–2001 está ya en proceso de desintegración, bajo los efectos de la crisis de quiebra general autoinducida de la forma actual, "globalizada", del sistema monetario y financiero internacional posterior a 1971. El mundo ahora se retuerce en su lucha para zafarse de la agonía mortal de un sistema basado en ilusiones mortíferas de "liberalismo" económico neomaltusiano como la doctrina de la "responsabilidad fiscal".

Aunque todavía no está decidido cuál será el resultado de la acelerada quiebra financiera mundial, sí están claras ciertas tareas que la crisis nos plantea. En el mundo del futuro próximo, que haya consiguido eludir, ojalá, el peor desenlace posible de la crisis que se viene encima. Rusia tiene que adoptar un nuevo tipo de papel histórico en el período venidero. Si se selecciona correctamente esa identidad nacional, las enseñanzas de la secuencia del zarismo, el comunismo y el desastrozo coqueteo con las formas positivistas radicales del liberalismo, nos advierten que no se puede pasar por alto la realidad de la experiencia de Rusia de esas páginas de la historia del siglo 20.

En el caso de que se adopte esa selección exitosa de identidad nacional funcional de Rusia, el papel de Rusia en la ciencia física será un rasgo de sus relaciones económicas y de otra índole tanto con Eurasia como con el resto del mundo. A este respecto, debe aclararse la misión científica de Rusia y el lugar de Rusia en el emergente desarrollo científico y económico de la economía del mundo en general. Esta comprensión de la nueva misión de Rusia se debe compartir con un grupo importante de naciones del mundo.

Las iniciativas eurasiáticas sucesivas del ex primer ministro Primakov y del presidente Putin, respecto a la cooperación con toda Europa en pro del progreso económico y la seguridad mutua, son el marco en que ubico el sentido propuesto de la misión científica especial que la historia le ha asignado a Rusia en las décadas venideras.

En retrospectiva, la secuencia de los rasgos comunes más importantes del método común expresado en los principales descubrimientos de Mendeleiev y Vernadsky, proporciona el concepto de "ciencia rusa" más apropiado para el papel que debe desempeñar Rusia en el progreso científico mundial en las décadas venideras. Este es un aspecto decisivo del papel que tendrá Rusia en cualquier solución feliz al torbellino histórico que envuelve a todo el planeta en este momento. Señalo aquí lo que para mí son las implicaciones más importantes del hilo conductor común del progreso científico fundamental al cual contribuyeron esas dos grandes mentes del pasado. Hablo, por lo tanto, del "espíritu de Rusia" para las décadas que tenemos por delante.

A este respecto, tenemos que considerar el cuadro histórico mundial de la Rusia de hoy en día, no solamente desde el punto de vista de los rasgos axiomáticos pertinentes del descubrimiento y la aplicación de los principios físicos universales, sino también considerando ciertos lazos inquebrantables de las ideas de la ciencia física con las nociones de principio de los intereses sociales y políticos.

Lo anterior también incluye las nociones que gobiernan la idea que tiene el individuo de su breve lugar mortal dentro de la continuidad de los sucesos más prolongados que, respectivamente, han precedido su existencia mortal y preceden los tiempos por venir. Es esa idea de sí mismo como "ente histórico mundial", o la carencia de la misma, lo que regula la intención del papel del individuo en la vida, en el sentido en que Kepler emplea intención, en tanto impulso expresado por leyes físicas universales susceptibles de ser descubiertas.[5]

1. La ciencia y el Estado nacional

Entendamos la expresión "ciencia moderna" como el esfuerzo por dominar las relaciones de la humanidad, en tanto sociedad, con el universo, y hacerlo desde el punto de vista del descubrimiento de principios físicos universales comprobados experimentalmente. Esa empresa tiene raíces antiguas, pero el surgimiento de un cuerpo más o menos unificado de tal conocimiento es contemporáneo con el período en el que surgió el primer Estado nacional soberano en el siglo 15 en Europa. Se trata de la ciencia moderna, en el sentido de la expresión iniciado en La docta ignorancia, de Nicolás de Cusa, y desarrollado posteriormente, entre otros de sus seguidores notables, por Luca Pacciolli, Leonardo da Vinci y Johannes Kepler, fundador del primer intento de una física matemática moderna comprehensiva.

El descubrimiento original de Kepler de un principio universal de gravitación, que rompe con las suposiciones axiomáticas, estilo torre de marfil, que arruinaron fatalmente los esfuerzos de Tolomeo, Copérnico y Brahe, está documentado en el libro de Kepler de 1609 Astronomia Nova. En éste y otros descubrimientos conexos de Kepler, se tienen que reconocer los verdaderos antecedentes del método de la demostración experimental de principios físicos universales, tal como éstos se expresan en el trabajo de Mendeleiev de definir la tabla periódica de los elementos, y en el trabajo de Vernadsky de definir, sucesivamente, la bioesfera y la noosfera.

Es decir, que el mismo método de pensamiento científico que utilizó Kepler para definir un principio de gravitación independiente de explicaciones matemáticas resuena en el mencionado descubrimiento de principio que hizo Mendeleiev y en el método experimental empleado por Vernadsky para demostrar que vida y cognición (noesis) son principios universales ontológicamente independientes, que interactúan con el universo abiótico, pero que cobraron existencia independientemente de los principios abióticos como tales.

Antes de seguir, tengo que aclarar lo que me parece singular del trabajo de Vernadsky; también tengo que exponer cómo sus descubrimientos complementan los míos y, no obstante, difieren de ellos.

Lo medular de la proeza neta de Vernadsky de definir la noosfera es que define la existencia de lo que él llama procesos noéticos de la mente, que reflejan unos principios físicos universales diferentes a los principios que subyacen en los datos de los demás procesos vivos y de un universo aparentemente abiótico.

Desde el punto de vista de la física matemática, la omisión decisiva en esta realización de Vernadsky es que no ofrece un planteamiento detallado de que el universo en el cual existen los principios universales subyacentes en la vida y en la cognición (noesis), tal como los define Vernadsky, tiene que ser, conceptualmente, de la forma promatemática de una geometría física diferencial riemanniana específicamente antieuclidiana.

Desde un punto de vista formal, los descubrimientos de Vernadsky y los míos conducen a dos conclusiones. Primero, que el principio de la vida no se deriva de una idea reduccionista de un universo abiótico. La vida expresa un principio original cuya existencia en tanto principio es independiente de cualquier presunta dependencia de una cualidad axiomáticamente supuesta de principio abiótico. En segundo lugar, y de manera similar, el principio físico universal de cognición es diferente tanto de la vida como tal, como de los principios abióticos, así como la vida es diferente de lo abiótico. La cognición es tan original en el universo como lo es cualquier concepto del principio de la vida o del principio abiótico.[6]

Por lo tanto, cuando las pruebas de Vernadsky se juzgan tanto desde el punto de vista de la geometría diferencial riemanniana como desde mi propio punto de vista de la función de la cognición, Vernadsky ha de apreciarse como si argumentara que lo que llamamos vida o lo que llamamos cognición son fenómenos que corresponden a ciertos efectos de largo plazo de formas de acción persistentes del universo, regidas por principios universales, sobre su propio ser abiótico y vivo. En otras palabras, las implicaciones de los descubrimientos de Vernadsky no son simplemente que el universo es hilozoico, como algunos antiguos pensadores griegos propusieron. Vernadsky va más allá de la interpretación acostumbrada de hilozoico; el universo es también cognoscitivo (noético) en su esencia. Resuena en esto la insistencia implícita de Platón en tal conclusión; es decir, la cognición (noesis) representa un principio físico universal que es diferente tanto de los procesos abióticos como de la vida misma.

Los descubrimientos de Vernadsky con respecto a la bioesfera tiene precedentes antiguos y recientes. Eso no opaca sus realizaciones, sino, más bien, les da más brillo. El punto de vista hilozoica, como es fama, ya lo había definido Platón, como está implícito, notablemente, en su diálogo Timeo.@7 El estudio de la demostración del carácter único de los llamados cinco sólidos platónicos, tal como se refleja este asunto en los tres últimos libros de los Elementos de Euclides, implicaba ya un universo físico con una geometría hilozoica, en la cual las leyes físicas del universo están limitadas en su acción por un principio no abiótico que llamamos "vida". Sin embargo, como ocurre en el Timeo, Platón también define la cognición universal (noesis) como un principio universal.

Este aspecto de la herencia de Platón fue retomado brillantemente, por Nicolás de Cusa, Luca Paciolli y Leonardo da Vinci, y viene a resultar la médula de los principales descubrimientos de Kepler en la física matemática. La idea de la demostración de la existencia de principios físicos universales, aunque es un aspecto central de los diálogos de Platón, por ejemplo, es un concepto que surge como una idea funcionalmente eficiente únicamente a través de la reflexión en las implicaciones de la ciencia física experimental moderna, como lo ilustran de la manera más apropiada los descubrimientos de Kepler y, posteriormente, los de Leibniz y Riemann.

Por lo tanto, no debiera sorprendernos el que esta manera de abordar el trabajo en una "teoría general de lo que podría incluirse bajo el título de una teoría general de las estructuras cristalinas platónicas y derivadas", hubiera conducido a los más célebres descubrimientos de Mendeleiev y Vernadsky. Contra lo que dicen algunos especuladores famosos, la vida no empezó en el universo como un germen que infectara lo abiótico, sino que fue siempre un principio universal existente que vino a expresarse en modos tales como esas formas de existencia que reconocemos como formas vivas.

En otras palabras, como lo sugieren las pruebas de la antientropía universal en el Universo, el principio que distingue los procesos vivos de los presumiblemente no vivos siempre existió como principio eficientemente presente en todo el universo. Desde el punto de vista de la geometría física diferencial de Riemann, este concepto no representa ningún problema para el científico físico. En consecuencia, un efecto de la acción de ese principio universal antientrópico genera una clase de mónada leibniziana que reconocemos como un proceso vivo y por lo tanto no representa un problema conceptual. De modo semejante, un principio de cognición universal, también antientrópico en su carácter esencial, puede, en un cierto punto, adoptar la forma desarrollada apropiada de criatura viva en tanto individualidad cognoscitiva.

Estos conceptos saturan la obra y los argumentos de Platón, y de intelectos científicos modernos como Cusa, Pacioli, Leonardo da Vinci, Kepler y Leibniz. Están también implícitos en el trabajo de Riemann.

De modo parecido, por las mismas poderosas razones epistemológicas, la cognición no se define axiomáticamente como un subproducto de los procesos vivos en general, sino que es un principio superpuesto que ha organizado la existencia de los seres cognoscitivos, los seres humanos, dentro del dominio de los procesos vivos.[8]

Es de dudarse que Vernadsky hubiera podido concebir su noción específica de la noesis humana, si no se le hubiera ocurrido merced a sus reflexiones en las implicaciones del método que desarrolló en el curso de su definición de la bioesfera. Vernadsky pudo concebir la noesis gracias a que vio las paradojas que surgían en el contraste entre los seres humanos y los demás procesos vivos desde el mismo punto de vista desde el cual había definido la bioesfera.

El que un principio, la vida, exista de manera demostradamente independiente de los principios universales de un universo abiótico, fue el gran hallazgo que llevó a Vernadsky a reconocer la prueba de esa diferencia demostrable experimentalmente entre los seres humanos y los procesos vivos no humanos, la diferencia que ubica los procesos cognoscitivos de la humanidad aparte y por encima de la vida. El método que aplicó Vernadsky en esto se asemeja a las pruebas geológicas y otras relacionadas que demuestran que la vida es un principio universal independiente y funcionalmente superior a la simple noción de universo abiótico de los reduccionistas modernos.

Para concebir la idea del descubrimiento de un principio universal físico, tenemos que empezar por comprenderlo como una prueba a nuestra capacidad de concebir la generación de una hipótesis verificable experimentalmente, dentro de nuestros propios procesos cognoscitivos soberanos. Para replantear el argumento central: el concepto de noesis, como la llamó Vernadsky, depende de la capacidad de generalizar la idea de la noesis humana eficiente de una forma comparable a la prueba de la eficacia del principio universal de la vida, diferente de la acción abiótica, en la conformación de la historia geológica de nuestra biosfera planetaria.

La manera en que aborda Vernadsky el asunto de la noesis se debe comparar con mi propia aplicación de la noción leibniziana antikantiana de cognición a la manera en que una prueba de principio experimental decisiva subsume la definición de la tecnología por medio de la cual se acrecienta la capacidad productiva del trabajo, desde el punto de vista de un proceso físico, per cápita y por kilómetro cuadrado. Cuando se examina el acto cognoscitivo del descubrimiento de un principio universal como objeto de la conciencia, en el caso de Vernadsky y en el mío, es cuando se comprende el concepto de la naturaleza esencial del individuo humano y, por lo tanto, de la especie humana, en tanto concepto científico de lo que debe llamarse "naturaleza humana".

En la definición de biosfera de Vernadsky, fundada en la geología, una fuerza relativamente débil ("bioenergética"), el principio expresado como vida, ha sido capaz de aumentar su poder dentro y sobre lo que aparentemente el dominio de una fuerza más poderosa, la de los principios abióticos. De modo parecido, para él, como para mi, una fuerza relativamente débil, la de la cognición, es capaz de ejercer un poder cada vez mayor dentro del dominio propio de lo que son fuerzas aparente y relativamente más poderosas, expresadas en los principios abióticos y biológicos.

Aquí yace la clave de la proeza de Vernadsky, frente a los descubrimientos previos y más limitados de Luis Pasteur, entre otros. La definición de la bioesfera como resultado de un proceso muy largo de desarrollo geológico nos da la base, en una perspectiva experimental, para reconocer subsecuentemente que ese principio que él llamó noesis distigue los procesos cognoscitivos de lo que son simplemente procesos vivos.

A esto, el teólogo podría responder: "Ya ve usted: la ciencia demuestra que Dios siempre ha dirigido el universo y que el hombre y la mujer cognoscitivos han sido hechos igualmente a imagen cognoscitiva de ese Dios". Aquí yace el lugar del concepto de espíritu y de un concepto relacionado, el de intención universalmente eficiente dentro de la ciencia física, y dentro de los intentos de comprender la historia humana de una forma realmente científica.

La noesis en tanto cuestión de principio

Para apreciar las implicaciones de los descubrimientos de Mendeleiev y de Vernadsky a este respecto, tenemos que concentrarnos más estrictamente en mi manera de abordar el campo de investigación que Vernadsky definió como la nooesfera.

Desde el punto de vista de mi propia visión del conocimiento científico, debo insistir en que la ciencia empieza en el momento en que se acaba la fé ciega en la certeza sensible. El aparato sensorio humano no es una ventana más o menos transparente a través de la cual se ven los objetos reales existentes fuera de nuestro pellejo. El aparato de percepción sensoria es, esencialmente, la experiencia de nuestra interrelación biológica con el universo en el que existimos; en sí mismo, no representa explicitamente una forma de conocimiento de ningún objeto exterior a nuestro pellejo, definido de esa manera.

El conocimiento no es una cualidad de nuestra experiencia de percepción sensoria, sino, más bien, el fruto de una crítica cognoscitiva de nuestra propia experiencia sensible. Contra los positivistas lógicos modernos, así como sus antecesores reduccionistas, los empiristas, el descubrimiento de mónadas existentes, como los electrones, dentro la pequeñez del dominio la microfísica atómica y subatómica, lo ilustra de la manera más convincente.

El significado de esa distinción se ilustra con el primer descubrimiento exitoso moderno en la microfísica misma: la demostración de la fuerza angular de Ampère, obra de Wilhelm Weber, colaborador de Gauss. La constante de Weber, obtenida experimentalmente, en la escala de la órbita del electrón, fue la primera penetración inteligente al interior del dominio atómico, dominio que está claramente, más allá de los poderes de la llamada percepción sensible.

La raíz más importante de la ciencia europea moderna, por lo tanto, son los diálogos de Platón. La experiencia nos enfrenta a paradojas ineludibles, de las cuales las más importantes son las llamadas paradojas ontológicas. Kepler interpretó sus observaciones de la órbita de Marte, meticulosamente reexaminadas, para demostrar no solamente que los cálculos de Claudio Tolomeo, Copérnico y Tycho Brahe estaban errados por haber sustituido la ciencia física con ideas matemáticas de torre de marfil. Sólo algún principio, alguna intención que obrara eficientemente, ajena a la mera descripción estadística de las trayectorias observadas, podía explicar los datos experimentalmente anómalos de las órbitas solares.

Este concepto de intención, según lo definió Kepler en el descubrimiento de la gravitación universal, es hoy día la única definición racional de un principio físico universal. Todos los conceptos de principio físico universal, y el concepto general conexo de Riemann de una magnitud extensa, son de la misma naturaleza esencial que el significado del descubrimiento de Kepler.

De modo parecido, consideremos la imagen paradójica que se obtiene de comparar la reflexión de la luz con la refracción, hecho que condujo a Fermat a la idea de un principio universal del mínimo tiempo relativístico, en lugar de la distancia más corta.

Así, de tal experiencia crítica de las paradojas que se le presentan a nuestros sentidos, nuestros facultades de congnición, a veces identificados por los teólogos como "ejercicios espirituales", generan lo que correctamente llamamos conocimiento, sobre todo, conocimiento de principios físicos universales. Es decir, conocimiento de las intenciones eficientes del universo. Así, lo que hace Riemann con su famosa disertación de habilitación de 1854, es limpiar la ciencia del sucio lastre, en cuestiones de física matemática, de las ideologías de torre de marfil que dejaran acumuladas una variedad de reduccionistas.

Después de la disertación de Riemann de 1854, no hay práctica científica moralmente respetable que no rechace y excluya todas las definiciones de torre de marfil de axiomas y postulados presuntamente "autoevidentes". Por lo tanto, tenemos que limitar el uso del término conocimiento a connotar los descubrimientos de principios demostrados experimentalmente provocados por paradojas ontológicas que conducen, como los descubrimientos mencionados de Vernadsky, a una hipótesis demostrada experimentalmente.

Cierto, podemos rastrear los orígenes de tal ciencia a los calendarios astronómicos prehistóricos y posteriores; y, ya en los tiempos históricos, a la escuela de Pitágoras, los jónicos y la Academia de Platón en Atenas. Pero, aunque la deuda de la civilización moderna con estas fuentes es clara, la práctica de la ciencia experimental moderna es reciente, producto de las condiciones especiales en las que los sistemas antiguo y medieval de gobierno imperial empezaron a verse superados por la noción de la forma soberana moderna del Estado nacional.

Con "historia moderna", tanto Rusia como Europa occidental se refieren a los cambios cualitativas en los procesos sociales que se desataron en el siglo 14, cuando Europa se levantó de la edad oscura que había empezado de la Segunda Cruzada a la Cuarta y que se extendió hasta la quiebra de los usureros lombardos en el siglo 14. Cuando hablamos de civilización europea moderna queremos dar a entender las relaciones entre el surgimiento de los Estados nacionales modernos de Europa en el siglo 15 y el resto del mundo.

Antes de esa época, en la antigua Mesopotamia, por ejemplo, o en el surgimiento de lo que devino el Imperio Romano, desde el final de la Segunda Guerra Púnica, no había un concepto político eficiente del hombre como algo diferente a otro tipo de bestia.

Las sociedades antiguas y las feudales fueron dirigidas por oligarquías y sus lacayos, y al resto de la humanidad se la trataba como a un conjunto de bestias domesticadas o salvajes. De estas relaciones bestiales de la oligarquía y sus lacayos con las poblaciones sometidas, estos sistemas sociales adoptaron un noción práctica que trataba al hombre, aun a los mismos depredadores oligarcas, como si fuera otro animal. Aunque lo que se conoce como el concepto humanista del hombre, trató de expresarse en épocas antiguas, anteriores al siglo 15 (lucha antigua cuyo mejor ejemplo lo da la Grecia clásica), las instituciones políticas y sociales dirigentes por lo común consiguieron restaurar la autoridad suprema de la práctica bestial opuesta.

Hoy en día, desde el punto de vista del método científico, podríamos correctamente poner en pie de igualdad el concepto humanista del hombre con esa cualidad del individuo humano que Vernadsky identifica como la función noética. Es ese principio físico universal, expresado funcionalmente como la naturaleza distintiva del individuo humano, lo que hace que la humanidad esté en un categoría diferente y superior a los animales.

Desde ese entonces, a pesar del horror de las guerras religiosas con las cuales la influencia de la Venecia rentista financiera siguió dominando a Europa occidental de 1511 a 1648, ha habido una tendencia al crecimiento demográfico y al mejoramiento de las condicioens de vida, tendencia de calidad sin precedentes en la existencia conocida de nuestra especie. La clave de esta cualidad de progreso creciente en la condición humana es la relación interdependiente entre el surgimiento de la forma moderna de Estado nacional soberano y el descubrimiento, basado en la experimentación, y la utilización de principios universales, con el patrocinio del Estado.

Esto abarca los principios universles de composición artística clásica y el estudio de la historia, que se descubren mediante los mismos procesos noéticos de la mente que producen descubrimientos de los principios de la ciencia física en general.

La iniciativa de esta revolución llamada Estado nacional soberano republicano moderno provino principalmente de los seguidores de Dante Alighieri en Italia; pero los primeros pasos exitosos hacia el Estado nacional soberano moderno fueron los de la Francia de Luis XI y la Inglaterra de Enrique VII. El cambio esencial en la forma del Estado fue de una forma imperial, en la que el emperador gobernaba sobre un panteón de culturas y religiones étnicas, en calidad de lo que los romanos llamaban Pontifex Maximus, a una nueva forma de sociedad en la que la autoridad moral para gobernar queda limitada a los gobiernos que promuevan eficientemente el bienestar general de toda la población y su posteridad.

En la historia de Rusia, esta nueva visión del papel del progreso científico y tecnológico, si consideramos las instituciones principales, se remonta más o menos al siglo 18, como se expresa en la creación de las academias dedicadas a promover dicho progreso.

Dicho paso, de un Estado oligárquico que regía a un ganado humano a un Estado responsable del progreso del bienestar general de toda la población, fue el motor del crecimiento de la práctica de lo que vino a ser la ciencia moderna. Esta forma de mirar la responsabilidad soberana del gobierno nacional por el bienestar general de toda la nación y su posteridad, generó una idea nueva del significado funcional de las expresiones "nación" y "Estado nacional", y del gobierno en general, la idea de un principio de progreso, y de la naturaleza universal esencial de la distinción entre la humanidad y las formas inferiores de vida.

Sin embargo, a pesar de este progreso, el legado oligarca, hasta la fecha, nunca se ha erradicado por completo. La vieja tradición feudal del gobierno imperial Habsburgo está más o menos superada, excepto en el puñado de pretensiones nostálgicas de grupos dispersos de Quijotes modernos, como los trastornados carlistas de España. Sin embargo, la tradición de la potencia marítima imperial de la oligarquía financiera veneciana ha sobrevivido hasta el presente, y ha tendido a dominar mucho de los asuntos mundiales, desde centros como los Países Bajos, la monarquía británica, el Bajo Manhattan, Boston y los centros de poder financiero de Washington. La revolución del siglo 15 que creó la forma soberana de Estado nacional, fue una gran revolución, pero ha sido, hasta la fecha, una revolución inconclusa, con muchos reveses.

Más o menos desde mediados de los sesenta, con el primer gobierno de Harold Wilson en el Reino Unido y la campaña presidencial de Richard Nixon de 1966–1968, se ha registrado un esfuerzo creciente por darle marcha atrás al reloj de la historia, a épocas anteriores a la historia moderna, a épocas tan horribles como la era de tinieblas de mediados del siglo 14. Como lo ilustra la doctrina de la "desintegración controlada de la economía", que introdujera a la política oficial de los Estados Unidos y a la práctica internacional el gobierno de Carter, impulsado por Zbigniew Brzezinski, los cambios que empezaron con la campaña electoral racista de Nixon de 1966–1968, pretendían, como lo hizo Nixon en 1971, darle marcha atrás al progreso físico económico obtenido en la mayor parte de América y Europa entre 1945 y 1964.[9]

Mientras la Unión Soviética siguió siendo un factor estratégico poderoso, la capacidad de esa facción antihumanista para hacer retroceder la historia hacia el feudalismo era limitada. Con la caída del poder soviético, entre 1989 y 1991, se aceleró el proceso de suprimir el progreso científico agroindustrial en el bienestar general de las poblaciones, conforme se aplicaron las medidas de la llamada "globalización", medidas maltusianas que tenían el propósito declarado de destruir esa institución, el Estado nacional soberano, de la cual depende absolutamente que el progreso continúe.

Estos cambios de 1966–2001 generaron un proceso sistémico de largo plazo de desintegración de la economía mundial. La crisis económica, así como monetaria y financiera, que ha surgido a escala planetaria con fuerza creciente desde 1996, ha llevado al planeta al extremo en que la desintegración del sistema financiero monetario mundial actual es inmediatamente inevitable. Hemos pasado el punto en que el sistema político económico todavía podía mentenerse con meras reformas internas dentro de los confines del sistema financiero y monetario existente. Estamos en un punto en el que o se reemplaza al sistema de 1966–2001 y se cambia el curso político general de 1966–2001, o las perspectivas de caer en una era de tinieblas planetaria se harán realidad.

Con esto no quiero decir que el sistema financiero monetario mundial de Bretton Woods de 1945–1963 no contenía ciertos males y otras tonterías. Trato de subrayar el contraste entre ese período y las estupideces del proceso de 1966–2001. Este último se debe contrastar con el resultado económico neto de la recuperación económica tras la depresión mundial y de la guerra, en las condiciones de 1945–1963. No podemos ni debemos repetir la historia de 1945–1963; debemos aprender y aplicar las enseñanzas que brotan de comparar las directrices económicas exitosas de 1945–1963 con la autodestrucción sistémica inherente en las tendencias posteriores a 1965 de darle marcha atrás acelerada a las reformas que aplicó el presidente Franklin Roosevelt.

En restrospectiva, desde la llamada "nueva edad oscura" de mediados del siglo 14 en Europa hasta el presente, no hay ninguna alternativa práctica a la mano que no sea reafirmar esos cambios institucionales sistémicos que han causado todo progreso notable de los últimos seis siglos. Esto exige restaurar la supremacía del principio del Estado nacional soberano, con su consagración al bienestar general y su atención especial al papel esencial del progreso científico y técnico aplicado a fin de aumentar la capacidad productiva física del trabajo, per cápita y por kilómetro cuadrado.

Para Rusia, el ejemplo de la obra del gran Mendeleiev viene muy al caso. Tenemos que recordar no solamente sus descubrimientos fundamentales de principios científicos, sino también el nexo esencial entre sus descubrimientos principales y su trabajo para fomentar el desarrollo de los ferrocarriles y la industria.

El Estado nacional en tanto personalidad

El concepto de Estado nacional moderno, según lo definió Nicolás de Cusa en su Concordantia Catholica, define implicitamente a la nación como una forma integrada y soberna de personalidad individual, dentro del cuerpo de la humanidad en su totalidad.

Esta no es una imagen descriptiva del Estado nacional, ni una maquinación estadística; es un concepto con el significado funcional de un principio científico universal. Como lo indicaré, la fundación de un Estado nacional republicano moderno, cimentado en el principio autogobernado del bienestar general, representó la fundación de un cuerpo de práctica moldeado por un principio físico universal descubierto. Este principio define una especie de sociedad que se distingue por el hecho de que toda su existencia funcional se expresa como una intención subyacente humanista, en lugar de una bestial. Es una intención en el mismo sentido que las nociones de Kepler de un Sistema Solar gobernado por un conjunto único de principios físicos.

El caso del carácter de Rusia como nación específicamente eurasiática es ilustrativo. El papel que Rusia puede desempeñar en la historia actual de la humanidad, es el que se debiera desprender de la comprensión adecuada del carácter de Rusia bajo la ley del bienestar general, en tanto personalidad de intenciones características distintivas. Rusia será capaz de actuar efectivamente como nación en la medida en que pueda dirigir y sostener sus esfuerzos gobernada por una intención bien escogida, congruente con su personalidad de Estado nacional soberano de cualidad bien definida. Esa definición del papel de Rusia es un rasgo esencial, integral, de su naturaleza y de su papel histórico eficiente en tanto personalidad de Estado nacional soberano en esta coyuntura histórico mundial.

Tomen nota, pero después hagan a un lado esos casos excepcionales de sociedades antiguas, como las reformas de Solón en Atenas y las normas implícitas que le fija a un Estado el famoso poema de Solón. Consideren las sociedades más típicas de la época de Solón y las anteriores como sociedades organizadas según el concepto bestial del ser humano.

Como lo ilustran los casos contrastantes de idolatría polimorfa antigua, ninguno de los imperios existentes anteriores al siglo 15 basó el concepto de nacionalidad o del Estado en una definición que separara al hombre de los animales. Las formas funcionales de relación características de aquellos imperios y las corrientes ultramontanas del feudalismo europeo, consideraron las relaciones de la oligarquía gobernante con la generalidad de la humanidad, como una relación entre depredadores animalizados con sus presas animalizadas.

Ejemplo típico de estas distinciones es el caso del derecho imperial romano. La llamada tradición romántica, incluída la tradición bestial del derecho romano (es decir, la tradición de las características culturales de la Roma pagana), sigue siendo la principal forma de corrupción intelectual y moral que infecta a las poblaciones y a las principales instituciones educativas de la civilización europea actual extendida por el mundo.

En la cultura romana, al igual que con romántico modernos como Emmanuel Kant y sus posteriores seguidores existencialistas, no hay concepto de verdad. Más bien, cada pueblo se distingue de los demás por su forma idiosincrática actual de "opinión popular" (vox populi). Los variados cuerpos de opinión popular arbitraria, típicos de los legados de la sociedad antigua, se unitron con los elementos contrastados arreglados en un panteón; la personalidad del emperador, en la forma de Pontifex Maximus romano, cumplía la función del árbitro de un perverso dizque "gobierno de leyes" entre las diferentes costumbres religiosas y culturales. Aun imperios cuya autoridad imperial era físicamente débil gobernaron enfrentando entre sí a ciertas secciones del panteón (o su equivalente). Las guerras religiosas y otras formas de guerra, como el "choque de las civilizaciones" y doctrinas geopolíticas semejantes del siglo pasado y hasta la fecha, son típicas de esa tradición de una noción de derecho imperial basado en el panteón.

De esta manera, bajo los variados sistemas imperiales, la única autoridad que dictaba las leyes del universo era quien ocupara el puesto equivalente al del emperador pagano. Bajo el derecho antiguo y sus ecos modernos, las expresiones "emperador", "autoridad imperial" y "imperio mundial del derecho" tiene la connotación de la autoridad arbitraria concedida a un personaje panteónico que desempeña la función de Pontifex Maximus.

El surgimiento del concepto de la forma moderna de Estado nacional soberano fue un alejamiento axiomático de esas formas imperiales. El concepto del hombre sobre el cual se fundó la noción de bienestar general (bien común), viene a ser el principio de derecho recién instituido que rechazó y derrocó todas los vestigios de la tradición del derecho romano pagano imperial.

La importancia creciente de la tendencia a la educación universal de todos los jóvenes de la sociedad fue algo típico de este cambio. Estas tendencias convergieron con los métodos de lo que a menudo se denomina educación humanista clásica, ilustrados en las prácticas de enseñanza inherentes a la influencia de los Hermanos de la Vida Común desde finales del siglo 14. Esto, a pesar de que los oscurantistas de la reacción antirrenacentista orquestada por Venecia lograron suprimir de hecho, a mediados del siglo 16, a dicha orden religiosa dedicada a la enseñanza. Todos mis descubrimientos en el campo de la economía se fundan en que reconocí el significado decisivo de esos métodos educativos para cultivar una cualidad superior de personalidad adulta culta.

La forma más eficiente de aclarar este punto es comparar las coincidencias y las diferencias entre mi propio concepto de noesis y el de Vernadsky a este respecto.

La forma general del acto de cognición, lo que Vernadsky llama noesis, es aquella cuyo ejemplo es la reescenificación de los diálogos socráticos de Platón. He dado explicaciones, de variada extensión, de los argumentos pertinentes en muchísimos artículos publicados.

El descubrimiento de las ideas que distinguen al individuo humano de la bestias, empieza con una paradoja ontológica definida experimentalmente. Tales paradojas, que derriban las formas de creencia axiomáticas preexistentes, no se pueden resolver mediante la deducción, sino solamente por un espíritu perceptivo, que Vernadsky llamó noesis, un espíritu que es funcionalmente único de las facultades cognoscitivas del individuo humano. Las soluciones a tales paradojas, generadas de esa manera, son lo que llamamos hipótesis. El descubrimiento de una forma decisiva de demostración experimental de esa hipótesis, produce entonces el conocimiento de un nuevo principio físico universal.[10]

La única fuente de la capacidad de la especie humana para aumentar voluntariamente la densidad demográfica relativa potencial de la especie, es el descubrimiento de tales principios de esa manera socrática. Lo que podemos considerar los aspectos válidos de cualquier cultura es la acumulación de tales experiencias reescenificadas de descubrimiento, que se transmiten de una generación a otra.

Aunque los principios contenidos en una cultura pueden ser, en lo esencial, los mismos principios verificados conocidos por otras, a menudo se da el caso de que la misma solución se genera en una cultura por un sendero diferente de experiencia que en otra cultura. Pueblos con diferentes experiencias históricas pueden llegar al conocimiento de principios idénticos a través de una diferente serie específica de experiencias cognoscitivas, experiencias que dejan sus huellas en el camino por el cual el principio llegó a conocerse y usarse.

Quiero subrayar aquí que, para conocer un principio descubierto anteriormente, hay que reproducir la experiencia del descubridor original. Tal reproducción se hace por lo común desde el punto de vista de la cultura en la que se emprende, pero el resultado supera la diferencia entre esa cultura y la del descubridor original. De modo que la persona que llega a conocer dicho concepto reproducido lo conoce a la luz de la circunstancia cultural en la que esa persona está situada. Por eso, las culturas nacionales, definidas así apropiadamente, tienen ese significado, una distinción que define el pensamiento característico específico de una nación soberana, en tanto pensamiento con el color y con las demás características de una personalidad soberana.

¿Por qué 'riemanniano'?

Una sociedad organizada bajo el precepto de la promoción del bienestar general sólo puede ser una sociedad organizada en torno al concepto de una acumulación creciente de hipótesis comprobadas experimentalmente, descubrimientos verificados experimentalmente de principios físicos universales. Sólo mediante la aplicación general de tales descubrimientos puede ocurrir una mejora en la densidad demográfica relativa potencial de la especie humana o de una cultura específica.

Esto significa que tenemos que concentrar la atención en el proceso por el cual se reproduce, una y otra vez, de generación en generación, la experiencia de esos actos originales de descubrimiento. No se debe permitir que la reproducción del acto mental de penetración cognoscitiva (noesis) que realizó Arquímedes, por ejemplo, se sustituya con el aprendizaje en libros de texto o con demostraciones matemáticas en el pizarrón.

El método de educación por cuyo medio el estudiante reexperimenta la experiencia mental del descubrimiento y verificación de un principio, es lo que con razón se ha llamado la forma de educación humanista clásica. Esta abarca no solamente las ideas que se juzgan estrictamente propias de lo que se llama ciencia física. Abarca el conocimiento de la historia política, social y artística. Aunque cada uno tienda a experimentar el acto de descubrimiento en su propio marco de referencia socio-cultural, también tiene que experimentar la reconstrucción de la sociedad-cultura en la que ocurrió la experiencia original. Este es el método histórico correctamente definido, en el que todo concimiento se asimila de las culturas pasadas o de otras culturas contemporáneas. La trasmisión de ideas, de esta misma manera, define la composición artística clásica en contraste con el trabajo artístico romántico, modernista o posmodernista.

En la medida en que la educación de la actual generación empiece a satisfacer los requisitos del método de educación humanista clásica de recrear los descubrimientos de principio del pasado, la mente del individuo se vuelve una acumulación viva de experiencias vivas de actos de descubrimiento de predecesores alguos de los cuales fallecieron hace tiempo. Esto no solamente crea un nexo específica y únicamente humano de las generaciones vivas con las pasadas y futuras, sino que define las bases de una cooperación innovadora en el uso de los principios dentro de la sociedad actual. Ningún animal conoce semejante experiencia; sólo la especie humana. Es ahí donde he puesto el acento en lo tocante a las implicaciones prácticas de las diferencias entre mi manera propia de abordar el asunto y argumentarlo, y la de Vernadsky.

Vista desde el ángulo que acabo de describir, la mente humana sólo se pueden representar de una manera que sea congruente con la noción de Riemann de la multiplicidad definida por una geometría (física) diferencial.

En consecuencia, en el lenguaje de la geometría diferencial riemanniana, el poder especial del hombre en y sobre el universo constituye una especie de espacio-fase físico. Este espacio-fase tiene la forma de un dominio riemanniano multiconexo en el que sólo los principios físicos universales demostrados experimentalmente tienen un significado funcional pertinente para determinar el aumento o la disminución de la densidad demográfica relativa potencial de la sociedad. El desarrollo progresivo de tal multiplicidad corresponde exactamente a lo que Vernadsky identifica como la expresión del poder de las acciones de la noesis en los dominios combinados del espacio-fase abiótico y la biosfera.

Así que sólo los métodos educativos que pongan en primer plano la reescenificación de los actos socráticos originales de descubrimiento de principios físicos universales demostrados experimentalmente, son congruentes con la cualidad esencial de las relaciones humanas. Enseñarle al estudiante a aprender, a la manera en que uno le enseña a un perro a hacer trucos, no produce conocimiento, sino únicamente estudiantes que casi no saben nada, aunque hayan aprendido mucho sobre cómo escoger las respuestas aprobadas, como mera información, a las preguntas de un examen académico de opciones múltiples.

Con el telón de fondo de estas breves definiciones, el "bien común" o "bienestar general" sólo se puede referir a aquellas mejoras en la densidad demográfica relativa potencial que ocurren de manera congruente con esa noción socrática de conocimiento, en contraste con esa ilusión popular llamada aprendizaje. La noción de que un gobierno está obligado a promover el bienestar general de toda su población actual y su posteridad implica una relación funcional correspondiente entre el gobierno y la población en el proceso legislativo. También implica la responsabilidad congruente del gobierno hacia la población futura, tanto o más que hacia la población actual, y, de modo especial, también una responsabilidad hacia las generaciones anteriores.

Esta relación entre el proceso de gobierno y la población pasada, presente y futura de la nación, define la institución del Estado nacional republicano soberano y su proceso propio de legislación. Esta relación cognoscitiva entre los integrantes de la nación, pasados, presentes y futuros, define al Estado nacional republicano soberano como una personalidad en el sentido más estricto del término: el compartir un estado unificador de perspectiva mental de los asuntos generales de la sociedad. Esta diferencia no es una cualidad inherente a la nacionalidad como tal, sino que depende del desarrollo, dentro de esa población, de la cualidad de relación cognoscitiva con ideas que se ejemplifica en el modo de educación humanista clásica.

Con el ánimo de comparar, debemos considerar los casos en los que una nación se moviliza para hacer prácticamente milagros cuando ve su existencia amenazada, o cuando alguna realización célebre la inspira. Es cierto que en ocasiones esa agitación de la voluntad nacional tiene fines aviesos; pero aun esos casos ilustran bien la idea. El asunto es cómo movilizar a un pueblo en la dirección correcta, en lugar de que escoja una dirección que resulte a fin de cuentas destructiva. La solución a ese riesgo ha de hallarse en la calidad de la deliberación entre la población; la solución es trabajar para establecer el nivel más alto posible de comunicación que le atribuimos a la norma humanista clásica de educación universal.

¿Qué decir, entonces, de las relaciones entre los Estados nacionales soberanos? ¿Debemos tratar al mundo como si fuera un panteón pagano de culturas nacionales, cada una basada en la selección irracional de algún conjunto arbitrario de meras opiniones? O ¿hay a la mano algún proceso por medio del cual las personalidades nacionales puedan permancer distintas, en cuanto personalidades, no obstante tener relaciones entre ellas que sean tan racionalmente cognoscitivas como deben ser las relaciones entre los miembros de una sociedad nacional? Dicho con sencillez, las naciones deben actuar de común acuerdo en pro del bienestar general de la misma manera que un buen gobierno nacional actúa en pro del bienestar general de las generaciones pasadas, presentes y futuras.

Este cambio en las bases axiomáticas de las relaciones sociales que constituyen una sociedad representa una nueva cualidad cognoscitiva en la forma de organización social de la existencia humana. Este cambio descansa en el descubrimiento de un principio físico universal: la necesidad de aceptar el hecho de que la humanidad en tanto especie, es diferente a todas las especies animales, y que las relaciones humanas dentro de las naciones y entre las naciones se debe construir sobre la base de ese principio descubierto, principio que define la noción funcional de la personalidad del Estado nacional.

2. Una comunidad mundial de principios

En contra de los sueños dorados de los que inventaron la guerra nuclear general, H. G. Wells y Bertrand Russell, las armas nucleares no son armas absolutas.[11] No obstante, absolutas o no, el horror que evocan sirve para ilustrar un punto muy importante: el progreso de la ciencia y la técnica debe hacernos reexaminar, y rechazar, el supuesto hobbesiano de que la guerra es un riesgo permanente inherente a la existencia de las naciones o las religiones. Ha llegado la hora de que se siga perfeccionando la capacidad militar para asegurar la capacidad de evitar guerras innecesarias, en lugar de estar a la espera de ellas. En realidad, como lo demuestran ciertos sucesos recientes, los más importantes promotores de la paz son, a menudo, los líderes militares tradicionales bien adiestrados, que advierten en contra de las guerras estúpidas que los malos gobernantes están demasiado dispuestos a desencadenar.

En épocas históricas ha habido guerras justas e injustas principalmente como reflejo de la existencia de formas variadas de sociedad oligárquica, o en la lucha de los Estados nacionales soberanos en contra de las intenciones malignas de la oligarquía. Por lo tanto, hay dos condiciones para superar el riesgo de guerra general. Primero, que las oligarquías desaparezcan o se reduzcan a mera curiosidad de jardín zoológico. Segundo, que hayamos establecido unas relaciones entre los Estados nacionales soberanos que equivalga a una comunidad de principios generalmente aceptada entre todos o casi todos los Estados.

La situación económica actual de Eurasia es un ejemplo de los problemas que tenemos que abordar y vencer para efectuar una comunidad cooperativa de principio, un principio que quizá tienda a brotar de modo natural de la yuxtaposición de los intereses propios de esas sociedades autónomas.

Esa forma rentista financiera de sociedad oligárquica que ha dominado al mundo en la forma que se ha experimentado en los últimos tres decenios y medio, ha llegado a la fase ya terminal de una crisis general de desintegración económica. A la economía mundial actual, en tanto economía física, se la puede revivir, pero no al actual diseño de sistema monetario y financiero. Cualquier intento de perpetuar ese sistema monetario-financiero, o de meramente "reformarlo", como lo han propuesto tontos como Félix Rohatyn, caerá por su propio peso, o hundirá a todo el mundo en una nueva era de tinieblas que durará varias generaciones.

Los tipos necesarios de reforma del orden financiero monetario son relativamente obvios cuando se estudia cómo se han revivido las economías después de grandes guerras y depresiones económicas generales. Estos tipos de reforma general tendrán éxito sólo a condición de que se apliquen apropiadamente a los problemas físicos que hay que resolver. Sin subestimar la importancia de América y Africa para la recuperación económica general del planeta, el caso de la cooperación económica física en Eurasia indica el camino a la solución mundial.

Las tareas físico-económicas en Eurasia son dos, principalmente. La primera es generar el ritmo necesario de aumento de la capacidad productiva per cápita de la fuerza laboral de las regiones densamente pobladas de Asia. La segunda es aprovechar la superficie y los recursos de Asia Central y del Norte, en tanto puente entre las contribuciones que se hagan en Europa y los grandes centros de población de Asia oriental, del sur y suroriental.

La forma inmediata de nuestra tarea general es: a) aumentar el ritmo de suministro de tecnología moderna, de regiones que tienen la capacidad de satisfacer dicha demanda, a regiones que necesitan el complementp de fuentes externas de tecnología para aumentar la productividad neta de toda la población, per cápita y por kilómetro cuadrado; y b) satisfacer el colosal desarrollo de la infraestructura indispensable para llevar a cabo esta cooperación. En el caso de Japón y Europa central y occidental, esto quiere decir que los mercados de Asia son la principal oportunidad de recuperación económica de esas mismas economías europeas. Para Asia, representa una inyección de tecnología de la cual dependen estas naciones para cubrir las necesidades futuras de su creciente población.

Aquí, sobre todo en Asia central y del norte, la ciencia y la ingeniería se enfrentan a grandes obstáculos, que revisten de urgencia a la obra pionera de Vernadsky concerniente a la bioesfera y la noosfera. Vemos obstáculos parecidos en los continentes de Africa y América del Sur. Aquí, las implicaciones de la obra de Vernadsky encuentran su lugar importante en la formulación de política de Rusia, sobre todo, y de la generalidad del mundo.

Así, pues, tenemos una situación en la que la necesidad de cooperación define el verdadero interés propio de todas y cada una de las naciones de Eurasia y de otras partes. No obstante, estas necesidades sólo se pueden satisfacer si se defiende el interés más inmediato de cada una de las naciones involucradas: su interés vital de ser una personalidad nacional genuinamente soberana, la economía de un genuino Estado nacional soberano.

Para nuestro asunto, basta con que sencillamente resuma yo lo que ya he abordado en otras ocasiones: la función indispensable del Estado nacional de crear las condiciones económicas del crecimiento físico económico de largo plazo y a gran escala. Lo importante es que, sin un Estado nacional republicano económicamente soberano, tal como lo definió el secretario de Hacienda estadounidenses Alexander Hamilton, es imposible sostener la oferta de crédito a largo plazo y de bajo costo para la recuperación general como la que proyecta hoy en día para Eurasia.

El precedente más útil de tal noción de las nuevas relaciones entre los Estados soberanos es el que definió John Quincy Adams, secretario de Estado de los Estados Unidos, cuando formuló la doctrina de la "comunidad de principios" subyacente en la adopción de la Doctrina Monroe de 1823 por parte de los Estados Unidos.[12]

Hoy en día, la única vía disponible para escapar de la amenaza inminente de una nueva era mundial de tinieblas es instaurar una forma de "comunidad de principios" entre Estados nacionales perfectamente soberanos que sea congruente con las necesidades urgentes de todas y cada una de estas naciones. En el supuesto de que el mundo supere la bancarrota financiera por medio de una reorganización por quiebra, será necesario establecer un nuevo sistema financiero y monetario mundial que reemplace completamente, de cabo a rabo, todas los rasgos característicos del sistema combinado del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional (FMI). Cualquier manera racional de abordar esa reforma total tendrá por modelo las características más esenciales del sistema monetario de Bretton Woods de 1945–1963, pero esta vez incluiría a todas las naciones que quieran participar como iguales soberanos en tal tipo de sociedad.

Con la ruina ya en marcha del actual sistema monetario mundial de 1971–2001, hemos entrado a un estado de cosas en el que el nivel de la producción actual no basta ni siquiera para cubrir lo necesario nada más para mantener el nivel actual de la existencia humana en general. En esta situación, cualquier intento de equilibrar el presupuesto por medio de medidas de austeridad fiscal no es más que genocidio premeditado. Solamente desechar todos los cargos financieros dudosos y crear, a la vez, nuevas fuentes de crédito barato y de largo plazo dentro de un sistema de tipos de cambio fijo, le permitiría al mundo evitar el hundimiento hoy inminente en una era de tinieblas planetaria. Cualquier opinión contraria es criminalmente estúpida.

Este nuevo arreglo necesario no puede ser una construcción puramente formal, utópica o legalista. Tiene que fundarse axiomáticamente en ciertas intenciones enormemente prácticas y específicas. Requiere un sistema de tipos de cambio fijos, parecido en su funcionamiento al sistema proteccionista, de reservas de oro, de 1945–1963. Las semejanzas con ese precedente abarcan el papel necesario de las economías proveedoras de bienes de capital de tecnología avanzada para la producción y la infraestructura, a los sectores de la economía mundial que tienen un déficit importante en su capacidad para producir tales bienes. En cuanto a eso, el nuevo sistema monetario y financiero debe diseñarse para proporcionar un flujo estable de crédito a largo plazo, a tasas no mayores de un interés simple de 1 ó 2 por ciento anual, para inversiones a largo plazo en el desarrollo y mantenimiento de la infraestructura económica básica, la agricultura, las manufacturas y el desarrollo de las capacidades científicas propulsoras.

Tal sistema de tipos de cambio fijos y estables dará resultado sólo en la medida en que se satisfagan dos condiciones. Primera: que los acuerdos se apliquen de manera estricta; ésa es la condición para que las monedas se ajusten a los tipos de cambio relativo asignados a largo plazo. Segunda: que haya grandes volúmenes de inversión en el mejoramiento mundial de la infraestructura económica básica y el progreso físico de la capacidad productiva de la fuerza laboral, per cápita y por kilómetro cuadrado.

La finalidad es conseguir, mediante estas formas de cooperación, un resultado indispensable que no se puede obtener de ninguna otra manera. Así, naciones que son celosamente soberanas pero saben que necesitan la ayuda de otros, cooperarán en pro del interés común expresado por el beneficio común futuro.

Un mundo sin Hobbes

En la historia moderna, la noción de la comunidad de principios se ha presentado de dos maneras opuestas. Primero, y de manera falsa, por aproximación, cuando Emmanuel Kant argumentó en pro de la paz perpetua. Kant esbozó unas bases prácticas para simplemente negar el argumento hobbsiano, al que se adhiere el ex secretario de Estado estadounidense Henry Kissinger, de que el conflicto universal, y no la cooperación, es la base de las relaciones entre los Estados.[13] Segundo, como lo hago aquí, identificando la cooperación como un asunto de principio físico universal, en tanto prueba experimental de cualquier principio físico universal. Me concentraré aquí en este último argumento. Resumo ese argumento desde la perspectiva de cuatro principios, a saber:

Primero, la relación de la humanidad, en tanto especie, con el universo, se expresa como función de la aplicación de la acumulación creciente de descubrimientos válidos de principios universales comprobados experimentalmente en ese universo. Todos y cada uno de estos principios expresan intenciones eficientes, según define Kepler intención: como el equivalente de principios físicos universales comprobables experimentalmente, que no existen como acto voluntario informado en ninguna especie que no sea la humanidad.

Segundo, el desarrollo de dichos descubrimientos compartidos y su aplicación entre las sociedades beneficia en varias formas conexas a todas las sociedades que participan en tales intercambios.

Tercero, por motivos específicamente relacionados, es necesario que en sus aspectos más característicos, por el interés de todos y cada uno, las relaciones de las que hablamos sean cognoscitivas, en lugar de reduccionistas deductivas, en sus rasgos más característicos.

Cuarto y último, más profundamente, la realización del significado de la vida individual de cualquier ser humano, guarda proporción, en principio, con la acumulación efectiva de los descubrimientos y uso de los descubrimientos válidos de principio que esa persona representa para la humanidad en general. Esto define una unidad de verdadero interés propio, primero, dentro de una nación específica, y, en segundo lugar, entre las naciones.

Las primeras tres condiciones no piden mucha explicación; así que lo mejor es que nos ocupemos de explicar la cuarta.

La importantacia de la cuarta consideración queda bien ilustrada cuando consideramos su peso en el papel central que a menudo desempeñan en la historia personalidades individuales excepcionales. El principio de la tragedia clásica, desde las antiguas tragedias clásicas griegas, hasta Shakespeare, Schiller y otros notabilísimos ejemplos, gira en torno a la relación entre el principio trágico y el asunto del principio del papel sublime de los individuos excepcionales en la historia, que Federico Schiller trata de manera tan célebre.

Esa noción de lo sublime apunta a un rasgo característico de la especie humana, rasgo que corresponde directamente a la misma diferencia esencial entre la humanidad y los animales que refleja la noción de Vernadsky de la nooesfera. Ese concetp de lo sublime expresa un principio físico universal ubicado por el proceso que empieza con una paradoja ontológica como la siguiente.

La prueba experimental de que la relación de la especie humana con la bioosfera no es igual a la relación que pueda tener un animal, depende de la clase de hechos experimentales propios de lo que he definido como densidad demográfica potencial relativa. Dados los costos físicos de producir y mantener a un individuo humano típico con ciertas características demográficas, ¿qué determina la productividad física relativa per cápita y por kilómetro cuadrado de la población? Esta norma de prueba coincide con lo que he apuntado que es la cualidad del método científico crucial empleado por Kepler, Leibniz, Gauss, Riemann, Mendeleiev y Vernadsky.

Con respecto al aumento de la densidad demográfica potencial relativa de la sociedad, la función de la noesis individual no es estadísticamente biogenética. La productividad no es una cualidad de las potencialidades determinadas genéticamente del individuo humano biológico; es una reflexión tanto de la cualidad del desarrollo cognoscitivo del individuo como del desarrollo de las formas funcionales de las relaciones cognoscitivas sociales en la sociedad.

Dicho de otra manera: la eficiencia noética relativamente mayor de un individuo con respecto a otros no es una función imputable a la herencia genética, sino, más bien, una función del desarrollo cognoscitivo del individuo y de las relaciones dentro de la sociedad en las que tome parte la persona. El significado de este hecho se hace claro cuando consideramos el asunto desde el punto de vista axiomático de la cognición (noesis) como tal.

La capacidad individual y de la sociedad de resolver problemas, respecto a las condiciones físicas previas, es función de la acumulación en la memoria de los ejercicios espirituales originales o reproducidos de la generación de descubrimientos demostrables de principios físicos universales. Esta acumulación de experiencias cognoscitivas exitosas en la memoria no es la mera suma de descubrimientos individuales aislados; el conjunto es una multiplicidad multiconexa de estos principios, en donde cada uno tiene una relación definible cognoscitiva funcional con los demás. Esta multiplicidad supera la determinación genética en la ordenación de la superioridad evolutiva moral e intelectual de ciertas culturas, en tanto especies, respecto a las que éstas sobrepasan. Aquí yace la ciencia de la idea de progreso.

La memoria de la experiencia cognoscitiva de generar todos y cada uno de los principios conocidos por el individuo de esa manera, tiene una consecuencia física para las relaciones del hombre con la naturaleza, una especie de memoria de un ejercicio espiritual que parangona el trabajo de los procesos vivos en la transformación del dominio abiótico dentro de la biosfera. En ese sentido, estas memorias cognoscitivas acumuladas en la personalidad individual tienen la significación aparente que la determinación genética tiene para el potencial de comportamiento de las especies vivas inferiores.

La paradoja está en que, aunque esta función de las ideas cognoscitivas, análoga a la función genética, ocurre en tanto forma de acción de un ejercicio espiritual cognoscitivo, dentro del medio biológico del individuo humano, la naturaleza biofísica de esa interacción per se no se conoce, excepto la certeza crucial experimental que se puede saber que existe y que es una cualidad plenamente eficiente del conocimiento.

Veamos este ejemplo: reflexionando en el descubrimiento de Kepler de la gravitación, tenemos suficiente conocimiento empírico de que el acto cognoscitivo existe como un principio universal físico foráneo al dominio de los demás procesos vivos; esta existencia se expresa como una intención eficiente del proceso considerado. Sin embargo, todavía hasta la fecha, no hemos localizado las transformaciones físicas correspondientes dentro de los procesos mentales biológicos del individuo humano.

No cabe esperar que el sustrato sico-físico biológico de la cognición se descubra como si fuera, epistemológicamente, un derivado evolutivo de las formas inferiores de los procesos vivos. Sin embargo, sí es de esperarse que se identifiquen los procesos físicos generados por los procesos mentales humanos vivos que ocurren si, y sólo si, dichos procesos se relacionan con las actos de cognición. Tenemos ciertos indicios del dominio específico de los procesos alineales de la biofísica óptica que nos podrían ayudar a conseguir esos descubrimientos.

Dicho lo anterior sobre el asunto del substrato biofísico del proceso cognoscitivo, podemos volver a concentrarnos en las implicaciones del papel y la naturaleza de lo sublime en la formación de la historia. Volvamos a las relaciones entre el principio trágico y lo sublime en las composiciones y en la representación de las formas clásicas de la tragedia, como las tragedias griegas, las de Shakespeare y las de Schiller. Estas no pueden considerarse mera ficción, sino más bien estudios científicos de los principios de la historia.

En contra de la tergiversación romántica de la tragedia clásica, el defecto social que presenta la tragedia no es el que se atribuye por lo común a algunos personajes centrales; la fuerza de la tragedia es la estupidez general de toda la sociedad, incluídos sus líderes. Una sociedad tan corrupta se autocondena como se autodondenó Europa en la Guerra de los Treinta Años de 1618–1648, por haber escogido dirigentes que reflejan la corrupción prevaleciente entre la población y en las instituciones. Esa es la esencia del principio trágico, no sólo en el teatro clásico, sino también en la historia de la vida real que los dramaturgos representan de manera condensada en las tablas.

Lo sublime entra al escenario clásico de la historia real cuando algún individuo excepcional, como la presentación de Schiller del caso esencial de Juana de Arco, actúa para llevar el curso de la historia por un camino que permita eludir la catástrofe, la tragedia que la sociedad y a sus instituciones se han acarreado. El conjunto de los diálogos de Platón ejemplifica el modo de acción que permite zafarse de las garras del principio trágico acostumbrado. Lo cual se hace más claro cuando se reconoce en esos diálogos representaciones dramáticas del principio de cognición, no ficción.

En todos y en cada uno de estos diálogos, el elemento trágico se representa por el ataque de Sócrates, quien encarna lo sublime, a las creencias tontas de los demás. Las tonterías quedan desenmascaradas como tales por el mecanismo de la yuxtaposición irónica de los elementos de las paradojas ontológicas, tal como se hace en todas las metáforas clásicas. Sobre este método platónico se funda la ciencia física experimental moderna, el método de La docta ignorancia de Nicolás de Cusa. En cada uno de los diálogos socráticos de Platón se presenta una paradoja ontológica crucial y se llega a una solución sublime. Este es el punto crucial de diferencia entre la intención explícita de la mayoría de las tragedias griegas clásicas presocráticas y el método de lo sublime expresado por Platón y las obras más nobles de Shakespeare, Lessing y Schiller, por ejemplo.

En la historia real, al igual que en el escenario clásico, la sociedad se ve en peligro merced a su propia opinión popular prevaleciente y, por ende, al papel de sus líderes que expresan las cualidades que la opinión popular busca en ellos. Lo ilustra la situación real de España con Felipe II, tal como la representa el Don Carlos de Schiller. Todos y cada uno de los personajes —salvo la perpicaz reina, que, por desgracia, no tenía autoridad alguna en esa sociedad— son, de algún modo, tontos, de la misma manera que el agudo dramaturgo Miguel de Cervantes pinta a la autocondenada España, gobernada por los Habsburgo, de Don Quijote y el glotón Sancho Panza, ambos incapaces de gobernar. La España habsburga del siglo 16 se hundió porque estaba trágicamente podrida por completo, en lo moral y lo cultural, tanto en las tablas como en la historia real, un legado de estupidez de cuyos efectos la España real no se ha recuperado hasta la fecha.

En el caso de Juana de Arco, tanto en la vida real como en la obra teatral de Schiller, se expresa lo sublime. Es una joven campesina inspirada que transforma a un tonto, el rey de nombre, en un rey de verdad, en contra de la tonta voluntad del propio rey, y así hace posible la Francia de Luis XI y Jacques Coeur y la Inglaterra de Enrique VII y sir Tomás Moro. Juana no es un personaje trágico sino sublime; su muerte fue horrible pero su vida no se malgastó a consecuencia de los actos que eligió y que condujeron a su muerte a manos de la inquisitorial maldad gnóstica de los Plantagenet.

Los románticos vergonzantes no están de acuerdo. Los romáticos revelan su decadencia moral cuando argumentan, por ejemplo, que Juana de Arco cometió un error trágico, error que le costó la vida. De igual manera, los románticos todavía juzgan que el asesinato de Wallenstein (tanto en la historia real como en la trilogía de Schiller) es el resultado de su necedad personal cuando se las vio con su estúpido monarca habsburgo. Los tontos ven la tragedia en la ausencia aparente de éxito personal del protagonista en la búsqueda de un interés personal, definido en forma estrecha. Los tontos reemplazan el resultado histórico y social venturoso de que el protagonista haya vivido, con la cuestión del éxito personal en las metas mortales individuales y conexas del dizque "interés propio". Así, ciertos románticos afirman que seguramente Jesucristo cometió un error trágico que lo llevó a la Crucifixión; los tontos cobardes argumentan: "Si tienes razón, ¿por qué no tienes éxito?" Los sabios escuchan la advertencia: "No tienes más que una vida mortal, la cual, tarde o temprano se va acabar. Si eres sabio, lo preferible para tu verdadero interés personal es emplearla bien, para el bien de la humanidad pasada y venidera". La vida más grande es la que se emplea, como la breve vida mortal de Cristo, para combatir por la victoria futura de la verdad sobre la degeneración moral de la opinión popular y las instituciones prevalecientes.

Tragedia es la del tonto káiser Guillermo de 1914, que llevó al mundo a la Primera Guerra Mundial, por su impulso pueril de afecto por la causa del aún más tonto monarca habsburgo del momento. El káiser Guillermo no fue la causa de la tragedia; las instituciones alemanas fueron lo bastante estúpidas para aceptar que las dominara el régimen del káiser que las condujo a la trampa que les habían tendido los socios del rey Euardo VII de Inglaterra. Y igual de tontos fueron los elementos de los mandos militares alemanes que a fines de enero de 1933 permitieron que el presidente Paul Hindenburg echara al canciller von Schlicher y llevara al poder a Adolfo Hitler.

En la vida real o en el teatro clásico, cada vez que una intervención sublime saca a una nación de la ruina que le habían escogido las instituciones y la opinión popular prevalecientes, el papel de la personalidad excepcional es esencial. En ese sentido, la ausencia de esos individuos excepcionales en el lugar y en el momento precisos es lo que con razón se considera el factor decisivo de la tragedia clásica, tanto en la vida real como en las tablas.

Esto significa que el peligro más letal para la sociedad proviene de la ausencia de tales personalidades excepcionales en el lugar y en la hora en que su papel es indispensable. O no se han forjado o la necia sociedad se autocondena por impedirles que asuman el papel que les corresponde para que la sociedad pueda sobrevivir la estupidez que la propia sociedad se ha acarreado.

Estos casos —del repertorio de la tragedia clásica y la historia real de la cual se ha destilado la tragedia clásica— hacen referencia a un problema más amplio y profundo: ¿qué ha estado mal hasta ahora en la calidad del desarrollo de las poblaciones e instituciones de las naciones? ¿Por qué hoy en día se necesitan tan urgentemente estas personalidades absolutamente excepcionales? ¿Cómo permitimos que le pasara esto a nuestras naciones?

La respuesta sumaria a esta pregunta es doble. Por una parte es un asunto técnico y por otra parte es moral. Sin embargo, como lo explico a continuación, son éstas dos caras de la misma moneda.

Lo sublime versus lo neurótico

Como lo acabo de subrayar, hay dos nociones opuestas del interés propio del individuo: la popular y, su opuesta, la sublime. En cuanto a esto, las tragedias de la historia demuestran que sería mejor decirle "neurótico", y hasta "sicótico", a lo "popular". Se trata del contraste entre la noción del interés propio expresado por la cognición, y la noción bestial de interés propio que ubica lo esencial, erróneamente, dentro de los confines de la certeza sensible.

El individuo y la sociedad maduros y cuerdos ubican su interés propio esencial, en cuanto personalidades soberanas, en la experiencia cognoscitiva, en la multiplicidad riemanniana de memorias acumuladas de hipótesis comprobables experimentalmente, experiencias comprobadas experimentalmente de descubrimientos de principios físicos universales. El rasgo esencial de esta ubicación del interés propio soberano no es lo que pudiera considerarse una acumulación de conocimiento académico; el interés propio esencial yace en la ubicación de la identidad de uno en el desenvolvimiento histórico de un desenvolvimiento continuo de tal multiplicidad de acción cognoscitiva.

El individuo cuerdo, que hasta ahora, en la historia conocida de la existencia humana, ha sido la personalidad excepcional, ubica su interés propio en el proceso del devenir, expresado por el acto de descubrimiento cognoscitivo. Enfrenta cada prueba de la vida con la resolución de responder de modo congruente con el principio cognoscitivo, y no a partir de una idea ingenua de certeza sensible. El primero actúa como un ser humano; el segundo actúa como los animales entrenados, neuróticamente; como los especuladores de Wall Street y sus admiradores de hoy en día, como sicóticos funcionalmente peligrosos. El individuo excepcional, cuerdo, responde ante la experiencia de la vida como un proceso que consiste intrínsecamente en vencer paradojas ontológicas, y, por lo tanto, escoge esas paradojas en cada situación potencialmente trágica para la vida mortal de la persona y para la sociedad. La persona excepcional tiene una capacidad excepcional de morir decentemente porque sabe que la vida mortal se acabará, y por lo tanto debe vivirla sabiamente, teniendo presente, con más o menos claridad, que la muerte es inevitable.

Por la naturaleza misma de los descubrimientos válidos de principios físicos universales, los descubrimientos por hacer no tienen límite. Por lo tanto, el papel del individuo de hacer tales descubrimientos y aplicarlos a las condiciones humanas en general será siempre personal y excepcional. Eso nunca podrá cambiar.

El cambio que es de desearse hoy día con tanta urgencia está en el número reducídisimo de personalidades individuales excepcionales necesarias, mientras que el resto de la humanidad, incluídos sus dirigentes, se mantiene en un lastimoso estado esencialmente neurótico, si no es que peor. El cambio por realizar, en beneficio de la humanidad futura, es sacar a la humanidad de la condición de infantilismo, a veces hasta lastimoso, que abunda en los círculos dirigentes y en la opinión popular de hoy en día.

Esto quiere decir que, para asegurar el futuro de la humanidad, se necesita cierto hábito institucionalizade de educación universal, el hábito de los métodos humanistas clásicos universales de educación, tanto en las instituciones educativas como en todos los aspectos de la vida familiar y pública. Los profetas de los que la supervivencia de la sociedad ha dependido tan críticamente tan a menudo siempre han sido demasiado pocos y demasiado vulnerables; la escasez y vulnerabilidad de ese talento es la mayor fuente de peligro para la civilización. El peligro ha sido que el poder decisorio se le ha dejado a mentes pueriles dominadas por una adhesión lastimosa a nociones bestializadas de certeza sensible.

A este respecto, la función del progreso científico sin fin y otras formas concomitantes de progreso no es nada más producir los beneficios explícitos que no se pueden obtener de otra manera. El interés más esencial es la urgencia de promover la primacía de la experiencia cognoscitiva como el modo prevaleciente de vida. La celebración de las conquistas del progreso científico, más que las conquistas mismas, es, pues, el bien más elevado en la práctica del estadismo. La celebración de ese progreso continuo, sin fin, de la cognición, de la noesis, es el supremo interés propio verdadero de la humanidad.

El individuo que cuenta entre sus mejores amigos la memoria viva de actos de descubrimiento cognoscitivo válido realizados por personas que murieron incluso hace siglos, y que ve de la misma manera su relación con los aún por nacer, ubica su identidad personal de una forma diferente que las personas que ubican las relaciones sociales primordialmente en las sensaciones y pasiones de la certeza sensible del momento. Esa diferencia es el único significado verdadero de la moralidad, el significado de la verdad cognoscible. Cualquier opinión opuesta es lastimosa, neurótica, o algo mucho peor, como lo ilustran los existencialistas que expresan el principio de la maldad practicada porque sí.

La unidad que se busca en pro de esa noción del verdadero interés de todas y cada una de las naciones es lo que verdadera y fielmente está al servicio del interés propio común que tienen todas las naciones en los beneficios que se otorguen entre sí.

Tienen que ser indiviuos excepcionales los que saquen a la humanidad del terrible marasmo a donde ha llegado la historia mundial del presente. Aprendamos lo que nos enseña la situación azarosa en que se encuentran las naciones; reconozcamos la urgencia de elevar a la humanidad del lastimoso infantilismo representado por las creencias populares del momento.

3. La administración de la noosfera

Como lo subrayé al iniciar este trabajo, los rasgos característicos de la llamada economía liberal son en lo esencial de origen veneciano. Venecia, a imitación de la antigua ciudad fenicia de Tiro, se autodefinió en la práctica como una forma imperial de potencia marítima rentista-financiera. Más tarde, en el curso de los siglos 16 y 17 de la Europa moderna, Venecia le transmitió los rasgos característicos de una forma rentista-financiera de potencia imperial marítima a los Países Bajos y a la Inglaterra del tirano Guillermo de Orange; esta característica se expresó en las compañías de las Indias de estas dos naciones, sobre todo la Compañía de las Indias Orientales británica de lord Shelbourne. También se expresó en la escuela Haileybury de dicha compañía, desde donde se le impuso a los crédulos del mundo el infortunio de los dogmas económicos y conexos de Adam Smith, Jeremías Bentham, Tomás Malthus, David Ricardo y personajes similares.

En efecto, desde que Jorge I subió al trono de la recién creada monarquía británica, ésta, podemos decirlo con justicia, no ha sido más que una parodia hereditaria del puesto que ocupaba el Dogo de Venecia.

Para entender la prolongada degeneración de la monarquía inglesa, que empezó en el reino del a todas luces obseso sexual Enrique VIII, se debe tener en cuenta cierto número de factores. Enrique VII, sir Tomás Moro, el heredero intelectual más obvio de Moro, William Shakespeare, y el científico William Gilbert, todos ellos precursores de Percy Shelley y John Keats, representan todavía hoy lo mejor de la sociedad inglesa moderna. Las fases iniciales del descenso en la degeneración están marcadas por ciertos elementos de influencia en Inglaterra como el grupo de asesores venecianos que incluye al cardenal Pole, heredero putativo de los Plantagenet, Tomás Cromwell y el consejero matriomonial de Enrique VIII, "Giorgi", de la familia Zorzi. La influencia del "mortalista" doctrinario Pietro Pomponazzi, de Padua, es también notable entre las influencias venecianos que causaron la degeneración moral e intelectual de esa monarquía, y de la mayor parte de la cultura de Europa en el siglo 16.

La influencia de Paolo Sarpi, señor de facto de Venecia, y de Galileo Galilei, lacayo de la familia Sarpi, terminó de corromper a Inglaterra en el siglo 17. La influencia veneciana también está representada por la traducción al inglés del texto de Giovanni Botero que serviría de modelo al maltusianismo posterior de Giammaria Ortes, y el plagiario de la traducción entonces en boga del libro de Ortes, Tomás Malthus. Hasta la fecha, el principio esencial de corrupción moral e intelectual que ensucia a Inglaterra, desde la influencia de Sarpi y Galileo en instrumentos ingleses como Francisco Bacon y Tomás Hobbes, es el empiricismo y su completemento francés, el cartesianismo.

Esta forma de empirismo, reforzada por canales como los Países Bajos de Guillermo de Orange, es la que ha producido esa perversa definición británica de "naturaleza humana" propia de Hobbes, Locke, Mandeville, Hume, Adam Smith y Jeremías Bentham que se sigue aceptando liberalmente hasta nuestros días. El liberalismo británico y sus parodias de los Estados Unidos y la Europa continetal, son expresiones típicas de lo mismo. Así que la Sociedad Mont Pelerin y su influencia tanto en los Estados Unidos como entre los círculo del fallecido Yury Andropov en Rusia, definen el significado contemporáneo de "liberalismo".

Hoy en día, la forma más común de perversión en la cultura europea globalizada tienen entre sus fuentes principales a sectas neomaltusianas contemporáneas como los seguidoras de cómplices satánicos como H. G. Wells, Aleister Crowley y Bertrand Russell. William Yandel Elliott, profesor de la universidad de Harvard que fabricó a personajes oficiales como Zbigniew Brzezinski y Henry A. Kissinger, es ejemplo de esa sarta de agraristas prorracistas de Nashville que seguían a Wells. De modo parecido, Josef Korbel y su hija Madeleine Albright, hasta hace poco secretaria de Estado, han sido explícitamente protegidos de los secuaces de H. G. Wells en los Estados Unidos, y embonan bien con medidas como las de su compinche Brzezinski. Se trata de conspiradores en el sentido literal del término; no se trata de declararlos culpables meramente por su parentesco u otro tipo de relación, sino por haber adoptado ciertas creencias axiomáticas comunes que regulan las tendencias convergentes inherentes de su peculiar comportamiento adquirido.

Estos degenerados, axiomáticamente maltusianos, y los de su ralea son el ejemplo de una corriente de interés tradicionalmente oligárquico, interés que se fundamenta en dos suposiciones fraudulentas subyacentes. Primero, estos tipos argumentan que no hay ningún principio físico universal que no sea una mera descripción axiomáticamente abiótica de la certeza sensible. Segundo, los positivistas lógicos y existencialistas sostienen también que no hay ninguna diferencia axiomática entre los meros procesos vivos y los procesos cognoscitivos. Los alegatos de que la inteligencia humana podría organizarse en sistemas no vivos, o de que no hay diferencia axiomática entre el hombre y los monos, son ejemplo de eso.

Un ejemplo típico de la amplitud de la influencia de la secta de Wells y Russell es la conspiración de la Unificación de las Ciencias, que fue apoyada por Robert Hutchins, pero que fundaran Bertrand Russell, Karl Korsch, Rudolf Carnap, Margaret Mead, Gregory Bateson, etc, en la Universidad de Pensilvania en 1938. Es ejemplo típico también el Proyecto Cibernético de Mead, Bateson y otros, a través de la Fundación Josiah Macy, Jr, a partir de los años cuarenta, proyecto nacido de la secta de la Unificación de las Ciencias. Es también ejemplo típico la influencia tanto de la Unificación de las Ciencias como de la secta de la cibernética y el análisis de sistemas en el Instituto de Tecnología de Masssachusetts (MIT) de los Estados Unidos. Otro ejemplo típico son las operaciones de Aldous Huxley, Bateson y otros con LSD, incluido el papel de Lindisfarne en el fomento del llamado movimiento "ecologista". Y otro ejemplo típico son los extremos de positivismo lógico radical de Norbert Wiener y John von Neumann, acólitos personales de Bertrand Russell.

La influencia de estos círculos en el mundo científico y en otras corrientes intelectuales del pensamiento académico actual ilustra el grado de degeneración moral e intelectual de toda la corriente maltusiana. Esa corriente maltusiana es el núcleo de la forma prevaleciente de fascismo que se propaga internacionalmente en estos tiempos, la forma de fascismo que Michael Ledeen, socio de Kissinger, denominó "fascismo universal".

Vale la pena destacar que el grado en que precisamente estos círculos maltusianos consiguieron penetrar a la Unión Soviética es esencial para entender la ruina económica de la Unión Soviética y la ruina que sufrió Rusia desde 1989–1991 hasta hace poco. También es clave para entender la destrucción autoinducida de la sociedad estadounidense y de Europa central y occidental.

El efecto de estas patologías existencialistas, empiristas y lógico-positivistas, se manifiesta a menudo de modo curioso, aun entre algunos presuntos admiradores de Vernadsky. Aunque hay círculos que han intentado integrar fraudulentamente la obra de Vernadsky con la forma actual de ideología fascista universal, ¡lo central de ese esfuerzo es una caricatura neofisiócrata de la obra de Vernadsky, una parodia, fraudulenta, antihumana, culturalmente pesimista, que se ofrece como defensa de la bioesfera frente a la intromisión de la noosfera!

Como ejemplo de dichas tendencias, desde el siglo 19, la guerra ideológica de los intereses oligárquicos maltusianos reunidos en torno a la oligarquía británica en contra de la sociedad moderna tuvo por eje atacar la idea de progreso. Esto se expresó de muchas maneras, incluida la promoción de sectas religiosas novedosas, a menudo de corte bogomil, que atacaba al cristianismo apostólico por ser odiosamente "prometeico".[14] El ataque de estas sectas se concentró en la defensa que hizo Prometeo de la humanidad contra los dioses paganos del Olimpo; y después se volvió un ataque contra la doctrina mosaica de primer libro del Génesis, un ataque a la idea de que el hombre y la mujer fueron hechos a imagen del Creador del universo y se les encargó gobernar en el universo.

Para semejantes perversos religiosos, la definición científica que hiciera Vernadsky de la noosfera fue y es anatema, y cualquier intento de invocar a Vernadsky para atacar el progreso científico es, a todas luces, un fraude, además de una ilusión anticientífica.

Vernadsky y el progreso

El significado de la obra de Vernadsky para Rusia, en particular, hoy en día, tiene dos facetas axiomáticas principales. Primero, representa la guía necesaria para definir formas urgentemente necesarias de progreso económico general. Segundo, es un curso de acción que debe seguirse por su importancia propia, sin necesidad de pensar en si reporta algún beneficio práctico inmediato. En cuanto a lo primero, sí reporta beneficios materiales indispensables. No obstante, en cuanto a lo segundo, fomenta una cualidad sublime de desarrollo moral e intelectual, de la cual depende por completo que se mantenga la producción de dichos beneficios materiales.

Las aplicaciones prácticas apropiadas de los conceptos de bioesfera y noosfera abarcan la idea de "terriformar" los cuerpos planetarios con el propósito de generar, a partir de los dominios abióticos y vivos que se encuentren en ellos, las condiciones de vida necesarias para sustentar la existencia humana. Esto abarca transformar la "ecología" de nuestro propio planeta, para hacer que éste genere una cantidad creciente de esas caracteríticas de la biosfera necesarias para sostener una densidad demográfica relativa potencial creciente de nuestra especie. Todas estas medidas deben apreciarse como expresiones típicas de la continuación de la obra de Mendeleiev y Vernadsky. La realización de los beneficios potenciales de Asia del norte y Asia central depende del trabajo científico al servicio de lo que he definido como el concepto actualizado de una ciencia de la economía física.

Eso no basta. El que podamos medir los beneficios del progreso físico económico con el criterio del aumento de la densidad demográfica relativa potencial no resuelve el asunto más decisivo de la elaboración de estrategias. Los hechos nos dicen cómo ha ocurrido el progreso, pero no cómo debe proseguir. Ello enfrenta a los economistas a una problema análogo al que encaró Kepler cuando contemplaba los datos del movimiento no uniforme que define la órbita de Marte. ¿Cómo y por qué puede ocurrir el progreso económico?

Kepler observó que la órbita planetaria, considerada como unidad, era regular y predecible. Empero, parecía imposible determinar la posición futura y la velocidad del planeta a partir del estudio estadístico de breves intervalos previos. Este fue el primer problema que resolvió Leibniz con su singurlar descubrimiento original del cálculo.

De hecho, Kepler se preguntó: "¿Cuál es la intención del Creador que gobierna los cambios en el movimiento no uniforme de los cuales brota la regularidad de las órbitas cerradas?" El estudio de Kepler de dichas intenciones manifiestas del Sistema Solar y otros temas relacionados es lo que hoy llamamos descubrimientos experimentalmente comprobados de principios físicos universales.

¿Cuál es la naturaleza de los principios físicos que determinan la necesidad y posibilidad del progreso continuo del dominio de la humanidad sobre el universo? Dicho de otra manera: ¿Cuál es la intención que la humanidad debe adoptar para asegurar la universalidad contínua del progreso físico económico humano? La respuesta a esa pregunta es la práctica de una política de educación humanista clásica en la que el redescubrimiento de principios físicos universales conocidos con anterioridad y el descubrimiento de otros principios desconocidos aseguren un estado de autodesarrollo de la mente que haga que el progreso futuro sea inevitable. ¿Seguiremos con la práctica actual de dirigir las instituciones docentes como si fueran zoológicos; o adoptaremos, más bien, normas culturales congruentes únicamente con el modo humanista clásico de educación universal?

En aras de la claridad, debemos subrayar otra vez que en la educación humanista clásica no hay ninguna diferencia fundamental de método entre la enseñanza de la ciencia física y la de las artes clásicas. Por formas clásicas de arte entiendo los tipos clásicos de artes plásticas y no plásticas, así como el estudio de la historia, la lengua y la mente humana misma, desde el mismo punto de vista del método necesario para la enseñanza humanista clásica de lo que hoy en día se conoce como ciencia física.

Lo que Vernadsky llama la característica noética de la especie humana, la capacidad de cognición única de nuestra especie, es el solo medio por el cual nuestra especie obtiene su poder para existir dentro del universo y dominarlo. La característica triple del descubrimiento cognoscitivo de principios verdaderos se expresa, como ya lo describí, en un proceso de tres pasos: paradoja ontológica, hipótesis y verificación experimental de la hipótesis. Es decir, como lo he subrayado, se trata esencialmente de una actividad del descubridor individual soberano. Sin embargo, los beneficios de tales descubrimientos para la sociedad dependen de que se compartan cooperativamente las experiencias cognoscitivas inherentes a tales descubrimientos de principio. Los métodos apropiados para fomentar la cooperación en el uso de tales principios entre los miembros de la sociedad tienen, todos, la misma forma esencial que las formas humanistas clásicas de educación y de cultura artística.

Por ejemplo, toda composición artística clásica y su expresión como ejecución artística depende, para facilitar y generalizar la comunicación del acto cognoscitivo de descubrimiento, del papel de la ironía, y de la forma de ironía conocida como metáfora clásica. La aplicación del estudio de esas formas artísticas de comunicación al asunto del estadismo y la creencia religiosa, genera el desarrollo de las artes del estadismo y la teología. Estos estudios, incluído el estudio del desarrollo de los métodos apropiados de composición y ejecución clásica, son de por sí objeto del mismo método cognoscitivo necesario en el descubrimiento individual de algún principio físico universal.

Además, los principios universales que la cognición deriva de los asuntos del arte clásico y el estadismo se combinan con los principios físicos universales como tales para definir los límites dentro de los cuales una sociedad y toda la humanidad actúa sobre las condiciones de vida en general. Puesto que el arte clásico y el estadismo definen las características axiomáticas de la toma de decisiones de la sociedad, estos axiomas tienen efectos físicos correspondientes, de la misma manera en que la aplicación de los principios universales descubiertos en los dominios abiótico y vivo produce lo que Vernadsky llamó "productos naturales" de la bioesfera. Más aún, estos efectos físicos, cuya causa yace dentro del dominio del arte y el estadismo clásicos, están ellos mismos sujetos al estudio de sus efectos físicos, tal como los principios abióticos y biológicos presentan residuos de los productos naturales de sus acciones como lo son la atmósfera, los océanos y los suelos, según lo subraya Vernadsky.

El desarrollo del conocimiento del individuo de los verdaderos principios del arte y el estadismo clásico, junto con lo que se considera por lo común principios físicos universales, es lo que nos muestra el camino para cambiar y mejorar el progreso de la sociedad y toda la humanidad.

Así pues, la manera clásica de abordar el asunto de la cognición, tomando la llamada ciencia física, la composición artística clásica y las formas clásicas de estadismo como un solo cuerpo de conocimiento, nutre la continuación y generación de esos descubrimietnos nuevos y esas correcciones de errores, de los que depende el progreso. Es decir, este modo clásico de ver a la humanidad expresa la intención motivadora de la que depende cierto grado razonable de seguridad de se mantenga el progreso de la sociedad, aun en el futuro distante.

Una economía con motor científico

En el dominio de lo que comúnmente se ha considerado ciencia y tecnología, debe reconocerse fácilmente que la fuente de principio que la fuente de todo aumento de la productividad física neta de la sociedad deriva del descubrimiento y la aplicación refinada de los principios físicos universales. Igualmente, todos los que han recibido instrucción universitaria competente en la llamada ciencia física saben que los beneficios del descubrimiento de principios físicos universales se transmiten a través de un subproducto específico de la prueba experimental de un principio, subproducto que se conoce comúnmente como tecnología.

Definida así funcionalmente, una tecnología apunta a los rasgos de un diseño experimental que tienen un nexo crucial con la prueba exitosa del principio. Esto implica que dicho procedimiento experimental se requiere para cada uno de los medios pertinentes, y para cualquier nuevo conjunto de técnicas aplicadas. Ninguna compañía competente recurrirá a sustituir la función tradicional del diseño experimental en ingeniería con lo que ahora se llama "simulación con computadoras".

De hecho, aunque limitemos por el momento nuestra atención a la idea popular de la ciencia física, la acumulación de principios universales válidos y sus tecnologías anexas debe verse, en la imaginación, como una multiplicidad riemanniana multiconexa, en lugar de una mera colección de principios paralelos entre si. Lo que el individuo manifiesta en su competencia para abordar un determinado problema experimental es ese sentido de tales nexos eficientes, y a menudo problemáticos, dentro de la mente cultivada del científico o del ingeniero de diseño.

Así pues, en general, el flujo normal del progreso científico y económico iría de la universidad bien constituida —mediante la combinación de pedagogía e investigación experimental, como componentes principales de las actividades universitarias— a los laboratorios especiales de diseño, y de ahí al diseño de productos y procesos para la producción, y, de esta manera, al proceso general de la producción mejorada.

Esa es, en resumen, la enseñanza de la experiencia de las formas exitosas de la práctica de la economía moderna. Esa enseñanza debe conducir nuestra atención al siguiente paso, relativamente obvio: el concepto de una economía de motor científico. La adhesión de Charles de Gaulle, presidente de la Quinta República de Francia, a la "planeación indicativa" ilustra este punto.

Si nos ponemos de acuerdo en reorientar los sistemas educativos de nuestras naciones según los métodos y perspectivas humanistas clásicos, y en fomentar la selección de las misiones primarias y secundarias nacionales y mundiales como punta de lanza de las intenciones expresadas tanto por el sistema educativo como por el flujo de crédito público hacia nuevas direcciones de inversión en gran escala y a largo plazo en infraestructura, diseño de productos, y producción, habremos reunido las enseñanzas de los programas previos de motor científico, como el programa espacial, en la forma de política nacional e internacional necesaria para transformar la economía moderna en una forma materializada de economía de motor científico con una misión orientadora.

Si damos ese paso, la importancia de integrar tal misión orientadora con la visión del universo implícita en las definiciones de la bioesfera y noosfera de Vernadsky define una nueva forma de pensar en la economía. Asignándole la orientación de una misión al revolucionar sano y salvo de la biosfera y la noosfera, habremos dado el siguiente gran salto adelante en los esfuerzos por perfeccionar el funcionamiento tanto de la forma soberana moderna del Estado nacional como de las nuevas formas de cooperación con misión orientadora entre los Estados.

Lo más importante es elevar la autoestima del individuo para que, en lugar de responder según límites cronológicos y geográficos estrechos, devenga un ser cuyo nexo intencional, eficiente y primariamente cognoscitivo con el futuro y el pasado distantes sea su sentido de identidad personal. Personas tan elevadas en su carácter moral no admiten metas que no sean de largo alcance; el carácter esencial de sus metas personales es la intención de adherirse al principio del progreso humano incesante por su propio valor.

Cuando hayamos transformado a cada vez más jóvenes y los hayamos ganado a tal perspectiva cognoscitiva del significado de sus vidas personales, habremos entrado al fin a la edad moral adulta de la especie humana.

Esa es la importancia que tiene para el futuro de Rusia el legado combinado de Mendeleiev y Vernadsky.

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[1] En otras palabras, estamos hablando de una geometría diferencial riemanniana multiconexa, de tres espacios-fase, en la que el dominio abiótico, la vida y la cognición ("espíritu") son conjuntos de principios físicos universales definibles experimentalmente diferentes entre sí, pero multiconexos. Esta es una definición riemanniana de lo que Vladimir I. Vernadsky identifica como una nooesfera. En teología, al acto de cognición se le llama "ejercicio espiritual".

[2] Cf. Lyndon H. LaRouche, The Economics of the Noösphere (Washington, EIR News Service, 2001).

[3] Por ejemplo, la declaración que hizo el doctor Yuri Gromyko en vísperas de una conferencia que se celebró hace poco en Berlin:

"Ya está claro que el mundo que surgió después de la Segunda Guerra Mundial en Dumbarton Oaks, Yalta y Potsdam se ha desintegrado. Por lo tanto, todo el conjunto de instituciones construidas en los últimos 50 años (financieras, económicas y políticas) ya no es adecuado. Estas instituciones no tenían el propósito de apoyar o promover el desarrollo de todo el mundo. Se crearon con el propósito deliberado de suprimir a algunas naciones, para baneficio y medro de otras. Su propósito principal era mantener el status quo financiero y político que se había obtenido. Estaban ligadas a la doctrina del neocolonialismo, en el período de la Guerra Fría entre la Unión Soviética y los Estados Unidos.

"Era muy importante para las superpotencias situar cabezas de puente y tomar posiciones en varios nichos geopolíticos. Esto no significa que haya que abandonar estas instituciones internacionales y sus posibilidades. Pueden resultar muy importantes para impedir la guerra, por ejemplo, pero cuando se trata de proponer nuevas perspectivas, no sirven para nada.

"También es importante ver que la rivalidad de los tres principales proyectos políticos de los siglos 19 y 20 llegó a su fin: el conservador tradicionalista (antipgrogresista), el liberal y el comunista, que dominaron el siglo 20. Por supuesto, todos estos proyectos políticos sirvieron de medio para ejecutar una política bien definida. Pero es interesante ver que el proyecto liberal, que implicó la orquestación de paliativos y representó compromisos entre los proyectos comunista y tradicionalista (como lo subrayó también Wallerstein), después de conquistar la victoria, actualmente está en el vacío, y decae y se autodestruye garcias a su propio impulso de expansión contínua". (El texto completo de la conferencia del doctor Gromyko se publicó en la revista EIR del 30 de noviembre del 2001).

[4] Tal como lo subrayo más adelante en este mismo escrito, el universo se compone de tres espacio-fases conocidos, diferentes pero multiconexos: el aparentemente abiótico, los procesos vivos y los procesos cognoscitivos. Ninguno de los tres ha existido o ha actuado nunca aislado de los demás. Hay que recordar, como lo digo más adelante, el concepto griego clásico del universo axiomáticamente hilozoico.

[5] Astronomia Nova. Para obtener más información al respecto, siga leyendo.

[6] Vernadsky hace referencias notables a la geometría riemanniana en su importante escrito "On the Fundamental Material-Energetic Distinction Between Living and Non-Living Natural Bodies of the Biosphere" (publicado en inglés en el libro de Lyndon H. LaRouche The Economics of the Noösphere [Washington, EIR News Service, 2001], pp. 275-318). Vea sobre todo la sección "III. Supplementary Explanations", pp. 312-318. "Antieuclidiana", en lugar de "no euclidiana". Una geometría "antieuclidiana", tal como fue definida por el maestro de Gauss, Abraham Kästner, pone en tela de juicio todas y cada una de las suposiciones de las geometrías euclidianas, cuasieuclidianas y dizque "no euclidianas", tal como lo hace Riemann al principio de su disertación de 1854. Como se ha señalado, en sus últimos trabajos Vernadsky indica que periféricamente supo de la obra de Riemann, pero no conozco ningún escrito de Vernadsky en donde destaque la importancia del método de Riemann. En este respecto, algunos de los seguidores de Vernandsky se han equivocado al suponer que la definición de Vernadsky de "energía" se puede hacer coincidir con las nociones patéticamente reduccionistas de Clausius, Grassmann, Kelvin, Boltzmann y otros.

[7] Mis descubrimientos tienen su raíz en el legado de Platón tal como éste me llegó a través del trabajo de Godofredo Leibniz y mi defensa de la idea de Leibniz de una monadología, en contra del dogma de las Críticas de Emmanuel Kant.

[8] Se debe invocar aquí la conclusión epistemológicamente inevitable de que el principio de la vida existió antes que cualquier organismo vivo que se sepa que haya vivido en el pasado. Lo mismo se debe argumentar como conclusión implícita en la idea de Mendeleiev del proceso de generación de la existencia de las mónadas leibnizianas de la tabla periódica. Hay que evitar el difundido y problemático error del aula escolar y los libros de texto, de suponer que la existencia material es originalmente de la forma en que se expresa la estrecha certeza sensible, como una forma apriorística de geometría o algebra. Lo que empíricamente reconocemos como vida son los organismos vivos y los procesos que les son propios. Sin embargo, los experimentos cruciales que derivan un principio universal subyacente de vida muestran un principio de generación de un tipo que podemos identificar correctamente como antientropía universal, en contraste con la entropía que los empiristas le atribuyen los procesos abióticos. Los principios que subyacen en la vida y la cognición son, unos y otros, principios de ordenamiento antientrópico. En una geometría física diferencial riemanniana, la generación en un espacio-fase abiótico, como la tabla periódico, no podría haber ocurrido sin una intervención "externa" de principios antientrópicos como los inherentes a la vida y la cognición.

[9] Juntos, el llamado sistema monetario de "tasas de cambio flotante" de 1971–2001, que echara a andar Nixon, y el lanzamiento por parte del gobierno de Carter del monetarismo radical de Paul Volcker y Alan Greenspan, presidentes de la Reserva Federal de los Estados Unidos, para imponer la "desintegración controlada" de la economía de las economías de los Estados Uhidos y del mundo, han sido los factores principales que produjeron la fase terminal actual de la crisis sistémica del sistema actual del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial.

[10] El término de Riemann de único o universal es más preciso que la expresión más común, de "experimento crucial". El principio de generación de Mendeleiev expresado en la tabla periódica y el modo experimental en que aborda Vernadsky la universalidad de las diferencias entre la vida y la cognición, son ejemplo de un experimento único o universal: un principio que se ha comprobado experimentalmente como hipótesis válida.

[11] Vea el prefacio de H.G. Wells a su libro The World Set Free (Omaha, University of Nebraska Press, 2001; reimpresión de la edición de 1914). Wells, partiendo de las conferencias de Frederick Soddy, colaborador de Rutherford, propuso el uso de armas nucleares a base de radio para obligar al mundo a aceptar la utopía del gobierno mundial. El tema se repite en muchos otros escritos, entre ellos el principal tratado político de Wells, titulado The Open Conspiracy (Londres, Victor Gollanz, 1928), y en las varias propuestas de Russell de usar la guerra nuclear "preventiva" para que las potencias mundiales abandonaran su soberanía nacional por la idea del gobierno mundial que Wells planteó en The Open Conspiracy.

[12] La Doctrina Monroe a menudo se malinterpreta en Rusia y en otras partes, en donde se siguen prejuicios ignorantes sobre el asunto, sin tener en cuenta las circusntancias de su adopción y los argumentos de Adams. Después de que el duque de Wellington consiguió llevar al poder en Francia a la monarquía títere de la Restauración Borbona, Europa quedó dominada por la rivalidad creciente de los dos depredadores más importantes de Europa y el Atlántico: la monarquía británica y la Santa Alianza de Metternich. Adams le advirtió al presidente Monroe que no debía aliarse con la Gran Bretaña, pues la propuesta del ministro británico Canning convertiría a los Estados Unidos en un "botecito en la estela de un acorazado británico" en el saqueo que los británicos harían de las antiguas colonias ibéricas América Central y del Sur. Adams insistió en que la política de los Estados Unidos debía ser expulsar tanto a los depredadores Habsburgos como a los británicos de América, y que tan pronto los Estados Unidos tuviera el poderío militar suficiente, debían liberar a las nuevas naciones de todo dominio imperial colonial. Los Estados Unidos se deben comprometer a asegurar la soberanía total de todas y cada una de estas nuevas repúblicas, bajo la doctrina de la "comunidad de principios".

[13] Ejemplo típico de la argumentación de Kissinger es su discurso público del 10 de mayo de 1982 en Chatham House, en el cual se declaró enemigo de lo que llamó la "tradición intelectual estadounidense", y partidario del ex primer ministro británico Winston Churchill, en oposición al presidente estadounidense Franklin Delano Roosvelt, y sostuvo que las relaciones entre los pueblos, en general, y los Estados en particular, son intrínsecamente hobbesianas. La idea de Kant de la "paz universal" tiene la cualidad puramente negetiva que el propio Kant define, en la dialéctica de su Crítica de la razón práctica, como el método de considerar la negación de una negación como algo positiva.

[14] El efecto de la secta bogomil en la Europa moderna parte de las regiones de Francia cercanas de los Pirineos, el Tarn y el Ródano, en donde surgió, como rasgo de una variedad de sectas seudocristianas, la doctrina neomaniquea gnóstica bogomil de los elegidos, y se ve en la doctrina del laissez-faire de François Quesnay y en el plagio que Adam Smith hiciera del laissez faire, el dogma del "libre comercio".

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