Escritos y discursos de Lyndon LaRouche

Deten la ley 'Himmler II' de Ashcroft mientras todavía puedas


La declaración que sigue la dio a conocer LaRouche in 2004, el comité electoral del precandidato presidencial demócrata estadounidense Lyndon H. LaRouche, el 16 de marzo de 2003.


¡Imagínese!

El aparato bélico de los Estados Unidos invade Iraq. Llueven miles de proyectiles de crucero simultáneamente sobre Bagdad. Estallan violentas manifestaciones antiamericanas por todo el mundo. Motines sangrientos amenazan con tumbar a varios gobiernos del Oriente Medio. Y una serie de ataques terroristas golpean a instalaciones y a personal estadounidense en el extranjero. Las pantallas de televisión del mundo hieren brutalmente los ojos de los televidentes con imágenes de niños muertos en Bagdad. Alrededor del mundo, los desórdenes y motines van en aumento.

¿Imagínese?

¿Que pasará después? ¡Imagínese!

El procurador general estadounidense John Ashcroft aparece en la televisión anunciando que el FBI ha frustrado un gran complot terrorista dentro de los EU, un complot que, según él, hubiera matado a miles de estadounidenses. Presenta un panorama de algo a la escala de los sucesos del 11 de septiembre de 2001. Ashcroft declara que hay que ampliar los poderes de las agencias de inteligencia y de la policía para prevenir ataques terroristas en estas condiciones de guerra. Hoy, dice, el presidente someterá al Congreso una nueva legislación antiterrorista de emergencia para su aprobación inmediata.

Esa noche, el presidente Bush se dirigirá a la nación para exigirle al Cogreso que apruebe de inmediato la "Ley de Seguridad Nacional Ampliada de 2003" o, de lo contrario, los congresistas serán responsables de la muerte de miles de estadounidenses que, según él, resultarán de los ataques que ahora planean llevar a cabo los terroristas en territorio de los EU.

Aterrados, los congresistas aprobarán la nueva legislación antiterrorista a todo vapor. Sólo un puñado de disidentes resistirá. La mayor parte de los congresistas están tan asustados que ni han leído la ley que acaban de aprobar, misma que le confiere vastos poderes al Departamento de Justicia y al FBI, el mismo tipo de poderes que la doctrina de Notverordnung de Carl Schmitt le confirió a Adolfo Hitler el 28 de febrero de 1933. A partir de ese momento los miembros del Congreso nunca votarán contra ninguna ley que exija Ashcroft.

La conexión no es accidental. El procurador general Ashcroft fue adoctrinado por discípulos del catedrático de la Universidad de Chicago Leo Strauss, quien le debía su carrera a ese mismo Carl Schmitt. Ashcroft, como el vicepresidente Dick Cheney, usa exactamente los mismos planteamientos copiados de Carl Schmitt que Leo Strauss, planteamientos que transformaron a Hitler en dictador el 28 de febrero de 1933. Con la aprobación de la nueva ley, los EU hubieren dado un nuevo renacimiento al sistema de Estado policíaco y de campos de concentración del nazi Heinrich Himmler dentro de los propios EU.

Lo que haría la nueva ley antiterrorista

Nada de lo anterior es ficción; es real y está listo para ponerse en práctica. Durante meses, los empleados del Departamento de Justicia de Ashcroft han venido elaborando y poniéndole los toques finales a la secuela de la ley contra el terrorismo de 2001, la llamada "Ley Patriótica de EU", que ha venido a conocerse como la "Patriótica II", y que mejor debía denominarse la "Heinrich Himmler II." Cuando algunos miembros de la Comisión Judicial del Senado preguntaron sobre los rumores de que estaba elaborándose una nueva ley contra el terrorismo, el Departamento de Justicia mintió, negando que estuviera preparándose tal legislación.

¡No se sorprenda! En enero de 2001, cuando la pelea para impedir la confirmación de John Ashcroft como procurador general de los EU, Lyndon LaRouche advirtió que, en condiciones de crisis, se usaría a Ashcroft para imponer medidas dictatoriales comparables a las leyes de emergencia nazi impuestas en Alemania en 1933, el infame Notverordnungen. LaRouche advirtió que el peligro no venía simplemente del papel de Ashcroft al frente del Departamento de Justicia, sino de su papel como miembro dirigente del equipo de manejo de crisis del gobierno de Bush como un todo.

Esto se comprobó, por ejemplo, con el papel que tuvo Ashcroft en la elaboración del concepto de "combatiente enemigo" del Pentágono, para mantener a sospechosos de terrorismo—incluyendo ciudadanos estadounidenses— detenidos e incomunicados bajo custodia militar, alejados del fuero de los tribunales civiles. Y también por el papel que ha tenido Ashcroft en la propagación innecesaria del pánico y la histeria que lleva a cabo el Departamento de Seguridad Nacional, al igual que en la Alemania nazi.

Ashcroft apunta contra ti.

Ni pienses que los nuevos poderes que quiere Ashcroft sólo apuntan contra terroristas extranjeros e inmigrantes. Aunque la primera ronda de redadas y detenciones secretas fue principalmente contra los árabes y musulmanes en los EU, el nuevo proyecto de ley le daría al Departamento de Justicia la autoridad para ejercer esos mismos poderes contra todos los ciudadanos estadounidenses. Por ejemplo:

1. Reduce los actuales requisitos de la Ley de Vigilancia de Inteligencia Extranjera (FISA, siglas en inglés) en lo que toca a las intervenciones telefónicas y los allanamientos por razones de "seguridad nacional". Al presente, es necesario demostrar que el blanco de tales medidas es agente de una organización o "potencia extranjera". Según el nuevo proyecto de ley, la definición de "potencia extranjera" puede extenderse a individuos sin afiliación, sin pruebas de que actúan a favor de una potencia extranjera u organización internacional.

2. Podría someterse a individuos a la vigilancia de la FISA simplemente por sospecha de que recaban información para una potencia extranjera; se elimina el requisito actual de que tales actividades violan potencialmente la ley federal.

3. Actividades estrictamente limitadas al ámbito nacional pueden dar pie a investigaciones secretas de "seguridad nacional". Se establece una nueva categoría de seguridad interna, o de recabación de inteligencia interna, que autoriza la vigilancia secreta. Ésta incluye "actividades conspiratorias que amenazan los intereses de la seguridad nacional", una categoría tan increíblemente amplia que con facilidad podría abarcar la actividad política.

4. Se liberalizan a tal extremo las normas para obtener un registro de los números de teléfono marcados por un individuo, o de las direcciones de internet que emplea, o de las páginas electrónicas que visita, que el blanco no tiene que tener conexión alguna con el terrorismo. Lo único que se necesita es que el blanco sea usado para "obtener información de inteligencia extranjera".

5. Podría quitársele la ciudadanía y deportarse a un ciudadano estadounidense, si el Departamento de Justicia "infiere" por su conducta que le da apoyo material a una organización que el gobierno designa como "terrorista", aun en el caso en que la persona cree respaldar una actividad legítima.

Un manto de secreto sobre la ley

La nueva ley también borra las tradicionales garantías constitucionales, invade la privacidad personal y encubre los procedimientos legales bajo un manto de secreto.

1. Expande el uso de los arrestos y detenciones secretas, y las exensiones de los expedientes de arrestos y detenciones que hay que hacer públicos.

2. En casos que atañen a información clasificada, se permite, a solicitud del fiscal, el uso de procesos ex parte e in camera, en los cuales la fiscalía puede darle información en secreto al tribunal. De esa forma, el acusado o su abogado no pueden impugnar la información del gobierno, porque se le ha dado al juez en un proceso secreto, tras bastidores.

3. Expande el recurso de las llamadas "órdenes de comparecencia administrativa" y de las "cartas de seguridad nacional", que le permiten al gobierno obtener información financiera y de otra índole sin autorización judicial, y se prohibe revelar tales citatorios.

4. En la actualidad, un persona a la que se le ordena comparecer y dar testimonio ante un gran jurado, tiene el derecho de hablar públicamente del hecho de que se le citó y de lo que sucedió en el gran jurado. La nueva ley amordazaría a tales testigos, prohibiéndoles responder a información falsa o calumnias filtradas a la prensa por la fiscalía, algo que es común. Un testigo no podría hablar con su familia, amigos, los órganos de difusión, ni siquiera con su congresista.

5. La nueva ley borraría al instante las varias órdenes judiciales que limitan el espionaje y la vigilancia de actividades políticas, órdenes que resultaron de las demandas que surgieron a raíz de los programas policíacos y del FBI tipo "Cointelpro" de los 1960 y 1970.

El adoctrinamiento de Ashcroft

¿Quieres asomarte a la mente extraña del procurador general Ashcroft? ¿Qué se mueve ahí? Fíjate en el idéologo fascista de la Universidad de Chicago, el finado Leo Strauss, profesor de Ashcroft.

El estado mental que engendra tales propuestas lo indican los siguientes antecedentes, que aquí apenas bosquejamos.[1] Según informes noticiosos publicados recientemente en Alemania y los EU, John Ashcroft fue uno de los protegidos prominentes del difunto filósofo Leo Strauss. Otros nombrados fueron el ahora subsecretario de Defensa Paul Wolfowitz (uno de los principales partidarios de una guerra contra Iraq durante los últimos 12 años), el magistrado de la Corte Suprema Clarence Thomas, el neoconservador halcón belicista William Kristol de Weekly Standard, el ex secretario de Educación William Bennett y el editor de National Review William Buckley.

Aunque Strauss era nominalmente un refugiado judío de la Alemania nazi, en realidad era uno de la red de judíos de la escuela de Frankfort, tales como Teodoro Adorno and Hannah Arendt, quienes, al no cumplir con los requisitos para obtener un carnet de miembros en el Partido Nazi, se fueron de Alemania a difundir su filosofía decadente contra los EU, país al que odiaban como el "nuevo Weimar". Strauss vino a los EU en los 1930 bajo el patrocinio personal de Carl Schmitt, el "jurista de la corona del Tercer Reich" quien aportó los razonamientos júridicos para que la Alemania de Weimar degenerara en el Estado dictatorial nazi.

En su larga carrera académica en los EU, Strauss nunca abandonó su lealtad a los tres arquitectos más notorios de la filosofía nazi: Friedrich Nietzsche, Martin Heidegger y Schmitt. Carl Schmitt, en su libro El concepto de lo político de 1932, arguía —al igual que los seguidores de Strauss hoy día— que es esencial definir un "enemigo" contra el cual luche la población; sólo la creencia en un enemigo mortal puede unir a la población y darle sentido a un régimen. Hoy, para John Ashcroft, los enemigos necesarios no son tan sólo los terroristas, sino también aquellos que se quejan de sus métodos de Estado policíaco.

Recuerden lo que dijo Ashcroft durante una audiencia en el Senado en diciembre de 2001: "Para aquellos que atemorizan a la gente amante de la paz con fantasmas de la pérdida de libertades, mi mensaje es el siguiente: sus tácticas sólo ayudan a los terroristas, porque erosionan nuestra unidad nacional y debilitan nuestra determinación. Le dan municiones a los enemigos de los EU".

La legislación "Himmler II" de Ashcroft le concedería poderes draconianos al Departamento de Justicia, al estilo de la Gestapo, para lidiar con aquellos que el Procurador General considera que le dan apoyo a los terroristas y se oponen al empuje bélico del gobierno, o se quejan de la "pérdida de libertades".

Mientras todavía eres ciudadano, haz que el Congreso lo detenga, ¡ahora!

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[1] Para más antecedentes, lea los recientes artículos relacionados que aparecen en www.larouchein2004.org y www.larouchepub.com/spanish.