Escritos y discursos de Lyndon LaRouche

Los choques que derriban economías inestables

Frente de la onda de choque bajo el impulso de los fondos especulativos.

por Lyndon H. LaRouche

Memorando a mis colaboradores
23 de septiembre de 2005.

Los principios de las “ondas de choque económicas” que hemos empleado en nuestra asociación datan de la segunda mitad de la década de 1970. Surgieron de una discusión que sosteníamos sobre el tema de mis descubrimientos en la ciencia de la economía física un cuarto de siglo antes. Dicha discusión llegó a un estado de “masa crítica” en una reunión que tuvimos en un lugar del Bronx en Nueva York, en la que participaron Uwe Henke, Chuck Stevens y Steve Bardwell, como parte de los preparativos para atender a una invitación de participar en un acontecimiento científico que tendría lugar dentro de poco en la Unión Soviética.

Yo recalqué en esa reunión que la delegación que iría a Moscú debía prepararse con un estudio del trabajo de 1860 de Riemann sobre las “ondas de choque”, porque supuse que la literatura de dominio público soviética pertinente contendría material valioso tocante a la compresión isentrópica termonuclear. Hice hincapié en que tales materiales del dominio de la ciencia física tendrían un valor colateral implícito para nuestros esfuerzos de refinar el programa trimestral LaRouche–Riemann de pronósticos sobre la economía de Estados Unidos, un programa que a la sazón estábamos en proceso de lanzar como un proyecto conjunto de los Comités Laborales y la Fundación de Energía de Fusión, desde la sede que entonces teníamos en Nueva York.

La misión a Moscú y demás fue exitosa en ese respecto.

Este estudio de la compresión isentrópica riemanniana tenía como fundamento tanto los rasgos generales del método dinámico de Riemann como el ejemplo específico de su trabajo de 1860: Über die Fortpflazung ebener Luftwellen von endlicher Schwingungsweite. Fue por ello que Parpart y Bardwell tradujeron la obra de Riemann al inglés para la Fundación de Energía de Fusión. La obra también vino a ser parte integral del trabajo interno que llevaban a cabo los Comités Laborales sobre economía, y respecto a los rudimentos de aplicar la física riemanniana a clases de fenómenos que hacen al caso en general.
Esto ocurrió en el intervalo cuando yo ya encabezaba nuestro trabajo de preparar la demostración de la tesis que posteriormente le presentaría al Gobierno de Reagan, en el que asumió la forma de lo que el presidente Reagan denominó la “Iniciativa de Defensa Estratégica”. El hecho de que la visita a Moscú había identificado materiales en la literatura de dominio público que señalaban la existencia de capacidades científicas soviéticas pertinentes, fue de importancia decisiva para la presentación de mi propuesta de lo que vino a conocerse como la “IDE” a los representantes del presidente Reagan.

Aquéllos con la capacitación adecuada en la ciencia física deberían reconocer sin dificultad que el fenómeno que Riemann predice en cuanto a los “frentes” de las ondas de choque en el documento de marras de 1860, representa un principio general derivado del principio de Dirichlet de la ciencia física aplicable, la que incluye mi especialidad: la ciencia de la economía física.

La siguiente consideración amerita una mención especial.

Tanto en el caso que tenemos a mano como en el de la Alemania de 1923, el potencial de una explosión hiperinflacionaria fue acumulándose a lo largo de un período considerable de tiempo. En este caso, la condición original que causó la presente explosión, como en reacción en cadena, de los precios de los productos primarios y otros, ha venido empeorando desde mediados de los 1990, lo que incluye los puntos de inflexión de 1997–1998. Lo irónico es que las medidas empleadas para controlar la secuela de la crisis del fondo especulativo LTCM, de hecho crearon las condiciones para la explosión que ha ocurrido ahora, y ello de una manera similar a como la acumulación del potencial para el estallido de precios se contuvo hasta más o menos mediados de 1923, cuando erupcionó la hiperinflación desenfrenada. Se llegó a una condición de “sobrecarga” afín a la que experimenta una aeronave supersónica (o una aeronave potencialmente supersónica) al aproximarse a la condición límite aplicable del proceso.

La explosión hiperinflacionaria desenfrenada que hubo en Alemania en 1923 hizo que el marco alemán perdiera todo su valor adquisitivo. La foto muestra a una joven que quema fajos de billetes para calefacción, ya que no le alcanzan para comprar combustible. Hoy nos encontramos en una situación similar.

De allí que el actual arranque hiperinflacionario ha venido armándose a partir de la secuela inmediata de octubre de 1987, cuando la economía estadounidense cayó en el modo intrínsecamente hiperinflacionario que arrancó bajo Alan Greenspan desde que asumió el cargo de presidente de la Reserva Federal; ya hemos llegado a un punto en el proceso comparable al que ya había alcanzado Alemania más o menos para mayo o junio de 1923. El intento de rescatar a los fondos especulativos ha detonado el cambio de una hiperinflación contenida a una explosiva, lo que ha llevado al presente sistema a una fase crítica, incontrolable, comparable a un frente de choque riemanniano. De no ocurrir un cambio súbito en el sistema, como da a entender la obra de Riemann, la economía mundial está ahora condenada a sufrir pronto un desagradable derrumbe de reacción en cadena.

 

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