Escritos y discursos de Lyndon LaRouche

LaRouche dialoga con el Senado de los EU

A continuación reproducimos el diálogo que Lyndon LaRouche entabló con interlocutores del Senado de los Estados Unidos, quienes le enviaron preguntas luego de su alocución por internet el 16 de junio desde Washington, D.C. También hubo preguntas de dirigentes sindicales, diputados y senadores estatales, jóvenes y otros (ver Resumen ejecutivo de la 2a quincena de agosto de 2005, vol. XXII, núm. 16). Debra Hanania–Freeman, vocera de LaRouche, moderó el intercambio.

Cómo reconocer al enemigo sinarquista

Freeman: Tenemos un gran número de preguntas institucionales que nos llegan por teléfono o la internet. Voy a leerlas, y el señor LaRouche responderá.

Lyn, la primera pregunta es parecida a la que hubo durante la presentación de abril por internet, y viene de la dirigencia demócrata del Senado de los Estados Unidos. La pregunta es la siguiente:

“Señor LaRouche, como creo que usted sabe, nos sentimos muy aliviados el 23 de mayo, y consideramos que eso fue una gran victoria, no para un partido u otro, sino para la nación. Teníamos muchas esperanzas de que, una vez que dejáramos a un lado la llamada ‘opción nuclear’, podríamos proceder con las cosas que requiere la nación, porque sin duda hay muchos problemas que requieren atención urgente.

“Por desgracia, eso no ha ocurrido. Y, de hecho, quizá la situación ha empeorado. Como la dirigencia del Partido Republicano en el Senado no ha podido cumplir con lo que la Casa Blanca le exigía, en gran medida la han hecho a un lado. Y lo que la mayoría de los estadounidenses no sabe, es que gran parte del programa del Senado ahora lo decide directamente la oficina del vicepresidente. El ánimo del bipartidismo está a punto de ser aplastado por completo.

“No sé si usted está al tanto de lo que dijo el Presidente en Washington hace dos días, en una reunión de recabación de fondos del Partido Republicano.[1] Esos comentarios no sólo eran extremistas, sino que la Casa Blanca los reiteró y recalcóal día siguiente. Como nosotros lo vemos, esas declaraciones dejaron claro que la Casa Blanca no tiene ningún interés en lo absoluto de llegar a ninguna solución de mutuo acuerdo respecto a los problemas graves y urgentes que enfrentamos. Y aunque sí tenemos algunas preguntas muy específicas en cuanto a directrices, que ojalá se aborden en el transcurso del período de preguntas y respuestas, ésta realmente es una pregunta muy específica en términos de estrategia o tácticas en general porque, desde mi perspectiva, empiezo a tener algunas dudas de si en realidad fuimos exitosos el 23 de mayo.

“En términos muy específicos, entiendo lo que usted dice respecto a la orientación que debemos seguir en la formulación de políticas. Pero, ¿cómo abordamos este problema tan imediato que enfrentamos, con una Casa Blanca que pareciera no tener el menor deseo de resolver nada?”

LaRouche: Bueno, yo le dicho a la gente que uno tiene que pensar como los grandes comandantes militares de la historia moderna, y de la historia antigua también. Estás en guerra. La guerra no es contra Cheney como tal, aunque él es un personaje en el campo de batalla. Usted tal vez le preguntaría a su esposa, que es quien lo controla, pues no creo que él sepa.

Pero, en cualquier caso, yo sé de dónde viene el problema: todos debemos reconocer de dónde viene el problema. Si no reconocemos cuál es el verdadero origen del problema, vamos a cometer errores. Y creo que uno de los problemas que tenemos en la política es, y ustedes saben lo que hago, ustedes que están en el Senado, que han tenido una buena oportunidad de ver lo que hago, y cómo he actuado recientemente en este asunto, es que yo digo cosas que ustedes nunca pensarían decir en público; y yo las digo en público. Y hablo como un comandante en medio de la guerra, porque creo que debí haber sido presidente en cualquier caso; no hubiéramos tenido este desastre, para empezar. Pero, siendo las cosas como son, y siendo de esa opinión, eso ya pasó. Ahora tengo que lograr que ustedes, que están en posiciones dirigentes, hagan lo que yo hubiera estado dispuesto a hacer antes.

Y, por ello, uso el lenguaje de un comandante en guerra. Porque, si tenemos que pensar de esta forma, entonces nos ponemos en el estado mental adecuado para hacer frente a una situación como la que enfrentamos. No enfrentamos un problema; enfrentamos una amenaza existencial de una clase que de otro modo asociaríamos con una guerra grande, con una situación como la Segunda Guerra Mundial.

Hemos llegado a un momento en el cual el planeta está cada vez más dominado por grupos de intereses financieros de una cierta clase. Son estos respecto a los cuales nos advirtió el presidente Eisenhower, al término de su gobierno, quien nos advirtió contra el “complejo militar industrial”. En ese entonces ésa era una expresión correcta para describir la situación, un término correcto para él, pero no captaba la esencia de la situación.

Lo que pasó fue lo siguiente, y déjenme repasar esto, que ya lo he dicho antes; y sobre lo que he escrito antes. Pero, en respuesta a esta pregunta general, creo que al responder de nuevo en esta ocasión a esta pregunta de esta fuente, dejaré en claro cuál es el problema general. Y creo que si tenemos claro el problema general, los otros problemas se harán manejables, al menos a nivel conceptual.

La instrumentación de dos guerras mundiales

Lo que pasó en Versalles fue que un grupo de personas que respondía al nombre de la internacional sinarquista —que de hecho es un grupo de banqueros que todavía existe en tanto intereses bancarios privados—, ideó este plan para destruir a Europa y eliminar el factor de los EU en el porvenir. Lo que los banqueros hicieron en Versalles fue crear un sistema que se conoció como el sistema de Versalles. Y hubo un secretario de Estado de los EU, quien trabajaba para un chiflado llamado Woodrow Wilson. ¿Se acuerdan de Woodrow Wilson? Él nos recuerda a Laura Bush y a George: su esposa es la que habla por él. George se esconde en algún lugar de la Casa Blanca, probablemente dando vueltas en su triciclo, mientras ella anda por el mundo —Egipto y otras partes— representándolo, como lo hizo en esta reciente reunión con los corresponsales, donde contó muchos chistes sobre George y puso —pienso yo— la situación en perspectiva.

Pero el Woodrow Wilson de entonces, a diferencia del George Bush de hoy en su segundo período de gobierno, tenía un secretario de Estado, Lansing. Y Lansing declaró en las sesiones de Versalles que, desde la perspectiva de los EU, Alemania, y sólo Alemania, era la única agresora en la Primera Guerra Mundial, lo cual era una mentira. El único agresor en la Primera Guerra Mundial fue el ya entonces muerto Rey de Inglaterra, Eduardo VII, quien provocó una guerra entre sus dos sobrinos: ¡el Zar de Rusia y el Káiser de Alemania! Éstos eran sus sobrinos, y tuvieron una reunión en 1905 en un yate en el mar Báltico, donde surgió esta discusión en la que los dos sobrinos dijeron: “Nuestro tío quiere que nos matemos el uno al otro”. Y lo que hizo este tío, que fue una repetición de algo que ya había ocurrido antes en el siglo 18, llamado la guerra de los Siete Años, fue lo que hicieron los británicos —la monarquía británica—: poner a las coronas de Europa unas contra otras, en lo que vino a conocerse como la Primera Guerra Mundial.

De modo que, el principal culpable de la Primera Guerra Mundial fue un hombre que ya estaba muerto, Eduardo VII, el señor de las islas, quien instrumentó de antemano la guerra que sus ingenuas víctimas emprendieron, en la que luego nos metieron.

Pero Alemania no fue responsable de la Primera Guerra Mundial. El Káiser era un idiota, pero el káiser austríaco era un idiota peor, y el Zar era un debilucho; y todos cayeron por su torpeza. Los franceses sufrieron muchas más bajas en la Primera Guerra Mundial que en la Segunda a consecuencia de esto.

Fue en ese momento que Lansing dijo esto. ¿Por qué lo dijo? Al asignarle a Alemania una deuda de guerra que era mucho mayor que lo que podría pagar en esas condiciones, y usarla luego para financiar la deuda de guerra de Francia y Gran Bretaña, que a su vez financiaban a los banqueros de Nueva York —¡quienes eran los acreedores de los británicos y los franceses!—, crearon un sistema.

Ese sistema llevó al derrumbe de Alemania en 1923, y así por el estilo. Y en el período hasta 1931 establecieron un nuevo sistema bancario, que arregló parte de estas deudas, y esos banqueros instalaron a Adolfo Hitler en el poder en Alemania, del mismo modo que en 1922 la monarquía británica puso a Mussolini en el poder en Italia. En Alemania, Hitler llegó al poder estrictamente por órdenes del Banco de Inglaterra, del gobernador del Banco de Inglaterra, a través de su amigo Schacht y otros. Esto fue adrede. La intención original era hacer que Alemania, bajo Hitler, marchara hacia el este contra la Unión Soviética y, entonces, los franceses y los británicos arrollarían la retaguardia de Alemania destruyéndola totalmente de nuevo, cambiando así el mapa de Europa.

Lo que sucedió fue que, en el transcurso de los 1930 Stalin, a través de Molotov, su agente diplomático, sostuvo una serie de reuniones con Ribbentrop, el ministro de Relaciones Exteriores alemán. Hubo negociaciones entre los franceses y los rusos y demás, bajo el llamado Plan Tujachevski. Cuando los franceses y los británicos no aceptaron el Plan Tujachevski, Stalin arregló el asesinato de Tujachevski; éste quería lanzar un ataque preventivo contra Alemania. Luego Stalin, a sabiendas de que los franceses y los británicos venían contra él, negoció con Ribbentrop un acuerdo en el que Alemania atacaría primero a Occidente, a Francia e Inglaterra, y ahí fue que estalló la guerra. Así que, la guerra fue organizada de modo que Alemania invadiera a Polonia, con el fin de obligar a Gran Bretaña a declararle la guerra a Alemania. Los franceses, los belgas y los alemanes entraron entonces a la guerra.

Fue en ese momento que los banqueros de Nueva York, entre ellos el abuelo del presidente Bush, Prescott Bush, y otros que habían financiado a Hitler —de hecho Prescott Bush fue clave en llevar a Hitler al poder a través del financiamiento— cambiaron de bando; o algunos de ellos lo hicieron a lo largo de ese período. Y los británicos también cambiaron de bando, y decidieron a última hora no pactar con Hitler, sino apoyar a Roosevelt para derrotarlo.

Así que, Roosevelt recibió el apoyo de Winston Churchill, entre otros; una decisión muy importante de Winston Churchill en 1940 fue prometer que enviaría la flota británica a Canadá si Gran Bretaña era invadida y, entonces, ésta lucharía al lado de los EU. El resultado de esa decisión fue que Hitler perdiera, en efecto, la posibilidad de ganar la Segunda Guerra Mundial.

De manera que libramos la guerra con el poderío estadounidense, con la ayuda de Rusia, con la ayuda de otros países. Nosotros en los EU y otros países, en particular con las batallas de Stalingrado y Midway, libramos una guerra en dos frentes contra la maquinaria de Hitler, y ganamos esa guerra, con la logística estadounidense y las agallas de Franklin Roosevelt.

El viraje derechista al morir Roosevelt

Al terminar la guerra, los mismos banqueros que habían apoyado a Hitler, pero que le habían dado la espalda porque él quería atacar primero al oeste en vez del este, volvieron a ser fascistas, Porque para ellos el asunto no era el fascismo; el asunto era la política de Hitler, y habían estado dispuestos a darle su apoyo, de haber aceptado él la política que le tenían asignada.

Volvieron a la misma posición. Truman, quien no era bueno, cuando asumió la presidencia descubrió que teníamos dos armas nucleares, dos prototipos en el arsenal. Y lo presionaron para arrojarlas sobre Japón, para empezar de inmediato un nuevo conflicto, en especial contra la Unión Soviética. De modo que lo hizo. Lo que hizo fue. . . Había un tratado de paz que se había negociado con el emperador Hiro–Hito bajo Roosevelt; lo hizo la sección de asuntos extraordinarios del Vaticano, a través de una persona que luego fue el papa Paulo VI. El tratado implicaba que la oferta de rendición habría de presentársele al emperador Hiro–Hito como Emperador de Japón, y que Hiro–Hito la aceptaría en esos términos. De hecho, los términos de la rendición de Japón eran los mismos, en principio, que los negociados por el Gobierno de Roosevelt con la ayuda de una persona que fue un amigo personal mío, quien participó en esa negociación entonces. Así, suspendieron y pararon el tratado de paz con Japón para tener la oportunidad de arrojar las dos bombas nucleares sobre Hiroshima y Nagasaki. Ésa fue la motivación: empezar la guerra.

La política que Truman instrumentaba, era la que tenía a Bertrand Russell como su autor, el gran pacifista Bertrand Russell. Él fue el autor de la política, y lo hizo saber a los cuatro vientos en una publicación que dio a conocer en septiembre de 1946, de usar la guerra nuclear preventiva contra la Unión Soviética para establecer un gobierno mundial; un imperio de gobierno mundial.

Esto es lo que nosotros enfrentamos en los EU, eso fue lo que yo enfrenté cuando regresé a los Estados Unidos después de la guerra, esa política. Los mismos círculos bancarios que al principio se habían comprometido a llevar a cabo un golpe de Estado contra Roosevelt —un golpe de Estado militar contra Roosevelt planeado en los 1930—, estos mismos tipos que habían cambiado de lado tan sólo porque Hitler decidió ir al oeste, ahora estaban regresando a una política derechista encaminada a establecer un gobierno mundial, a través de mantener un monopolio de armas nucleares de los británicos y los EU. E iban a atacar a la Unión Soviética con armas nucleares tan pronto tuviéramos un arsenal para hacerlo; para hacer esas armas y arrojarlas. Ése era el plan.

Pero, mientras tanto, la Unión Soviética había desarrollado sus propias armas nucleares. Y, también, al mismo tiempo había desarrollado un arma termonuclear, cuando nosotros no teníamos una.

Así, tuvimos que abandonar la idea de una guerra nuclear preventiva. A Truman se le dijo que renunciara, que ya no fuera candidato. Y Eisenhower entró, y durante dos períodos de gobierno nos salvó, Eisenhower, probablemente de una guerra nuclear. Y lo que él advertía cuando terminaba su período de gobierno fue: “¡Cuídense de estos tipos!” Fue una buena advertencia.

Pero, entonces, tenemos lo que nos pasó con la guerra de Vietnam, que fue totalmente manipulada, de la misma forma y con el mismo propósito. No era una guerra buena con un propósito bueno. Era para cambiar a los EU, y nos dio a Nixon.

El problema que tuvimos lo vemos con Karl Rove, ¡quien fue parte de la intentona de golpe fascista de Nixon en los EU! Pero fue una intentona de golpe fascista. Lo que ustedes han oído decir simplemente es la punta del témpano de lo que estaba haciendo el Gobierno de Nixon. Y éste fue el gobierno que nos dió a Rumsfeld posteriormente en su carrera, que nos dio a Cheney, ¡que nos dio un nuevo sistema monetario! Destruimos el sistema monetario de Roosevelt, esto lo hicieron George Shultz, Henry Kissinger y compañía. Empezamos la guerra en el Oriente Medio. Lo hicimos deshaciéndonos de William Rogers, quien era secretario de Estado, un hombre de Eisenhower, y metiendo a Kissinger. Así fue que se hizo.

Así que, hemos estado bajo el dominio, en este período, de una caterva de derechistas, quienes fueron los autores del fascismo y otras empresas afines en los 1920, los 1930 y después.

Ésta es la derecha en los EU. No es un zafado que anda por ahí con consignas locas o esvásticas. Es la gente que los compra y los usa, y los desecha cuando ya no los necesita. Lo que tenemos aquí es el intento de establecer una dictadura en aras de esos intereses bancarios, de esos intereses financieros. Y algunos de esos bancos son de los mismos banqueros privados que estuvieron metidos en apoyar a Hitler entonces. La sinarquista internacional, ¡ése es el enemigo!

Lo que necesitamos es un contraveneno político

El asunto no es parar las actividades malas; tenemos que pararlas, por supuesto. Pero tenemos que entender que estamos empeñados en una guerra, al igual que la de Roosevelt; que no era simplemente una guerra de tiros. Era una guerra en el tablero de la gran política para tratar de salvar a esta nación y a la civilización, derrotando a esta pandilla. No eliminándola (no somos asesinos), sino quitándole el poder, al crear una nueva clase de poder, que proteja a la nación y al mundo contra semejantes empresas.

Nuevamente estamos embarcados en esa guerra. La guerra, toda la pelea, es sobre cuestiones monetario–financieras. El sistema monetario actual, que tuvo su origen oficial en 1971–1972, ahora está viniéndose abajo. Está desplomándose, porque su desplome era inevitable si continuábamos con este sistema. Estaba podrido; no porque se cometió un error aquí, o un error allá. ¡Todo el sistema estaba mal! Era parte del sistema derechista. Pueda que derrotamos a Nixon, pero no derrotamos al sistema. Cheney todavía sigue atacando. Éste es el problema.

Por tanto, necesitamos una política fundamentada en otra política positiva, una contrapolítica declarada y manifiesta. Porque, como ustedes saben en el Senado, la gran mayoría de las personas en los EU y el mundo —incluso dentro del gobierno— no entienden estos problemas. Hay un pocotón de aficionados que tratan de jugar al gobierno. El pueblo americano realmente no entiende estos problemas tampoco.

El problema es, ¿cómo logramos que el pueblo americano se movilice en defensa propia, como lo hizo con Roosevelt en los 1930 y después de eso? ¡Uno tiene que decirle la verdad! Uno trata de decirle: “Vamos a limitarnos a los problemas, a estos problemas específicos”, y no entiende de qué diablos le estás hablando. Dice: “¿Qué diferencia hace? Ellos [el equipo de Bush] tienen la mayoría, ¿no? Déjenles el voto”. ¡No entiende que el destino de la civilización depende de que ellos pierdan el voto! Y cuando la pelea no es por la civilización, no pelees. Cuando lo que se juega es la civilización, entonces ¡uno lucha! Uno no va a la guerra—a cualquier clase de guerra—a menos que tenga que hacerlo.

Y esta vez, el problema es que no estamos haciendo dos cosas: no le estamos diciendo al pueblo americano, y al del mundo y a los políticos, que no entienden esto, no les estamos diciendo la verdad del problema. No estamos identificando quién es el enemigo. No es Cheney; Cheney simplemente es un matón a sueldo, un tonto. Es fácilmente desechable. Él no es el problema. El problema es esta internacional sinarquista, esta corriente en la historia, que sigue atacándonos. Ésa es la responsable del genocidio en África. ¡Son estos tipos!

Todo el mundo les teme. Todo el mundo le teme a los banqueros; le teme a los financieros. Yo no les temo. Yo entiendo su poder. Yo entiendo que pudieron haberme matado varias veces. Y trataron de hacerlo algunas veces. No funcionó.

Pero estás en una guerra, y la guerra es tomar una posición y decir: “¿Qué vamos a hacer?” Y la cuestión es como cuando el presidente Clinton estuvo a punto de tomar la decisión en septiembre de 1998, en cuanto a una cuestión similar, sobre la crisis del LTCM —y la crisis actual de los fondos especulativos es un eco de aquella crisis—, y él le dijo al grupo de Nueva York, “necesitamos alguna nueva arquitectura financiera”, y luego se echó para atrás. Trataron de matarlo con el juicio político; pudieron haber ido más lejos. Pero eso fue lo que ocurrió.

Éstos son los problemas, y ahí es donde uno tiene que ponerse duro. Por eso es que hoy dije que tenemos que decir: “Vamos a crear un nuevo sistema monetario, con el cual nosotros podamos comprometernos, con el consentimiento de otros países, a que el sistema monetario no va a venirse abajo. El dólar de los EU no va a caer. Vamos a salvar el sistema bancario interviniéndolo donde sea necesario. Vamos a salvar la economía mundial. Le vamos a dar al mundo dos generaciones para componerse y esperar que aquéllos que vengan después de nosotros se encarguen del resto”.

Tenemos que hacer que sea por esto que se libre la guerra. Tenemos que hacer que la finalidad sea ganar la guerra, ganar la causa, y entonces la gente se movilizará. El problema con el Senado es que no tiene el apoyo que requiere del pueblo. Y la razón de que no tenga el apoyo que requiere el pueblo, es porque el pueblo no entiende qué es lo que está en juego. Tal vez algunos de los senadores no entiendan qué es lo que está en juego. Pero tenemos que hacer claro qué es lo que está en juego. Si nosotros sabemos de qué se trata esta guerra, vamos a apegarnos a esta guerra hasta que la ganemos, y en este caso desde la perspectiva del Senado, salvar nuestro país y tomar contramedidas.

Tomemos el caso de la crisis de General Motors. Si General Motors y Ford se vienen abajo, los EU pierden una parte de su capacidad vital de máquinas-herramienta, y en ese caso dejamos de ser una nación seria en términos económicos. Por tanto, tenemos que adoptar medidas de inmediato para asegurarnos que la fuerza de trabajo, encabezada por el componente de máquinas-herramienta de General Motors, Ford y sus empresas auxiliares, que esta fuerza de trabajo continúe en producción, y que produzca sistemas de transporte colectivo, alternativas a los automóviles, además de automóviles, para mantener produciendo a esta fuerza laboral.

Tenemos que darle al pueblo estadounidense un sentido de que alguien lo apoya. Tenemos que darle en especial al 80% con los menores ingresos, el sentido de que los EU lucharán por protegerlos y proteger sus intereses, lo que ahora no hacen.

La gente dice, la gente no me cree. Yo me río de ello. Digo: No importa. La gente debe creerme. La razón que no me crea es porque no cree en otra gente, en los políticos. Porque cree que tiene que besarle el trasero a los políticos para poder pasarla. Y, por tanto, dirá lo que quiere que los políticos y otras autoridades —sus posibles patrones— lo oigan decir. No quiere decir la verdad. Quiere saber qué es lo que tiene que hacer para lograr lo que quiere personalmente.

Y sólo cuando los dirigentes políticos se paren firmes y aclaren las cosas para el pueblo, como lo hizo Roosevelt, el pueblo de los EU los va a apoyar. La gente del mundo lo apoyará en general, si usted hace claro lo que está en juego en términos que entienda. Tomará mucho trabajo por parte de muchos de nosotros para lograrlo, pero una vez que lo hagamos, llevamos las de ganar, estamos en marcha. Vamos a ganar esta guerra para salvar esta nación y salvar la civilización.

Hay que poner a la gente primero que los bancos

Freeman: Hay varias otras preguntas que llegaron de fuentes del Senado de los EU, que preguntan sobre el mismo tema que acabas de abordar. Por los cargos y la jerarquía de las personas que mandaron las preguntas, quizá lea algunas de esas preguntas en el transcurso de esta reunión, lo que podría parecer repetitivo. Pero, si lo hago, es porque no quiero que esas personas me griten después. Te lo voy a dejar a ti.

Aquí hay otra pregunta que viene del Senado de los EU: “Señor LaRouche, la sabiduría popular nos dice que hay que poner a la gente antes que los bancos, en especial si eres político. Pero el hecho es que uno no puede administrar una economía moderna sin un sistema bancario funcional. Si todos los indicadores actuales están en lo cierto, y claramente sus pronósticos son más pesimistas que incluso los de esos indicadores, encaramos una crisis bancaria tremenda. ‘Salvemos al pueblo, no a los bancos’, es una gran consigna para una concentración popular, pero para poder salvar a la gente, tal vez tengamos que salvar a los bancos. Mi pregunta es: ¿cómo abordarmos esto? ¿Cuáles son sus ideas generales? Y, específicamente, ¿qué cosas deberíamos estar haciendo con anticipación?”

LaRouche: Hay gente que me conoce, que ocupa cargos clave en el gobierno y la banca, y lo único que se requiere, y lo tengo en mi orden del día, es que hable conmigo. No para que me respalde, porque yo no necesito apoyo, yo tengo razón y no necesito, por tanto, que se demuestre que tengo razón.

Yo necesito a esas personas. Muchas de ellas se han equivocado respecto a muchas cosas, como consta. Pero no son personas inútiles. Son la clase de personas a las que se les puede asignar o delegar de varias maneras cómo abordar el problema de los bancos, como una fuerza institucional, para que armen las medidas específicas, concretas necesarias para una operación de un día al otro, para resolver cualquier problema de quiebra en el sistema bancario.

Nosotros conocemos gente, y tú, Debbie, conoces a alguna de ella, y otros conocidos nuestros conocen a otra; pero tenemos suficiente gente en este país, en los EU, con las capacidades para llevar adelante operaciones bancarias, que sabe economía, al menos del lado técnico, no teórico. Pero tenemos que formar un equipo de trabajo que va a ser una fuerza voluntaria que simplemente hable entre sí, porque se conocen los unos a los otros. Y vamos a tener que delegar ciertas tareas para que cumplan ciertas funciones. Y decir: “Tenemos un equipo de trabajo listo para intervenir”.

La quiebra estratégica

Porque el principio no es tan complicado. Es el mismo principio que aplica en una bancarrota. A esto yo le llamo una “quiebra estratégica”. Hay dos tipos de quiebras; una, cuando llega una institución en quiebra y uno decide que lo mejor es dejar que se hunda, y simplemente disolverla de forma ordenada. Pero hay cierta clase de instituciones o combinaciones de bancos que uno no puede dejar que se hundan, porque hay demasiada gente que tiene sus ahorros metidos ahí, y cosas por el estilo. Así es que hay que intervenirlas y reorganizarlas de alguna manera.

Entonces, la acción mía y la que todos debemos considerar, es que vamos a tomar los pasos necesarios para reorganizar el sistema. Vamos a movilizar a gente como la que he mencionado—que sabe de esto— como parte de este equipo que, de hecho, armará las medidas detalladas que tienen que aplicarse para bregar con la situación.

Tendremos que formar una estructura —y creo que el Senado debe patrocinarla en buena medida— para resolver estos problemas que llamo “bancarrotas estratégicas”. Y esto atañe a todos sus aspectos, incluyendo el sistema bancario. En otras palabras, si Citibank o Chase Manhattan (o como se llame ahora) se hunden mañana, necesitamos alguien disponible, a una capacidad institucional disponible, que pueda asegurar que ese ente funcione.

Vamos a tener que salvar ciertas categorías. Por ejemplo, decir: “Si son derivados financieros no reciben nada”. Simplemente eliminamos las obligaciones de derivados; son apuestas colaterales. Vamos a salvar las cosas que no son apuestas colaterales. Vamos a bregar con el asunto de cómo reorganizar las hipotecas que no pueden sostenerse. ¿Vamos a matar a la gente porque no puede mantener una hipoteca de un millón de dólares por una choza en la que tiene que vivir? No la vamos a matar. ¡No la vamos a tirar a la calle! Vamos a hacer algo para atender esa situación. A lo mejor no es lo que todo el mundo quiere, pero va a ser algo equitativo.

Por tanto, vamos a tomar decisiones de esa clase. Yo tengo gente, estoy seguro de que conozco gente en este país, gente capaz, expertos que saben cómo hacerlo. Pero vamos a tener que tomar medidas a través del Senado, que sirvan para encarar emergencias de esta clase. Así que, cuando ocurra un incidente o sabemos que está por ocurrir, o alguien sabe que su institución está por caer en ese tipo de situación, tomemos cartas en el asunto de una vez para evitar un derrumbe de reacción en cadena. Lo que enfrentas es el peligro de un derrumbe de reacción en cadena del sistema bancario, de un derrumbe desordenado.Tenemos que mantener esta cosa en funcionamiento. Usar todas las lecciones del pasado para lograrlo.

Y si no damos esa seguridad, de que lo vamos a lograr, les garantizo que no vamos a tener los acuerdos. Si podemos dar esas garantías, tendrá que ser, en gran parte recurriendo a la autoridad de la ley. Necesitamos una ley especial para situaciones de emergencia; no una dictadura, sino una ley especial que permita que las instituciones actuales de gobierno, de la forma que están constituidas ahora, hagan lo que tenga que hacerse, al buscar cualquier otra cosa que necesitemos para ayudarlas a cumplir con esa misión.

Nuestro propósito es que el sistema siga funcionando, mantener la paridad del dólar, evitar un desplome, y pasar de inmediato a una situación de expansión.

Hay que preparar a la gente para la crisis

Freeman: Lyn, aquí hay otra pregunta que viene del Senado de los EU: “Señor LaRouche, los temas que parece que tienen que abordarse con urgencia en verdad a veces resultan abrumadores. La población no tiene la más mínima idea respecto a la severidad de la crisis y, por lo general, no tiene esa idea hasta que un problema específico los afecta.

“Mi pregunta para usted es, ¿cómo proceder? Porque, obviamente, un aspecto que tiene que abordarse, es el de las medidas mismas que deben adoptarse, y tratar de decidir sobre las políticas que nos preparen para manejar una crisis en verdad podría causar un caos tremendo. Pero también, otro aspecto es que hay que tratar de preparar a la gente misma.

“Mi pregunta para usted es: ¿cuál cree usted que deba ser la prioridad? ¿Qué es lo que hay que hacer para preparar a los EU para manejar esta crisis? ¿Cómo preparamos a nuestra población? ¿Cómo definimos un método primero? ¿En qué orden abordamos las cosas? Sé que la pregunta no es tan específica como podría ser, pero la situación general parece tan gigantesca que no sé como abordarlo de manera específica o general”.

LaRouche: Bueno, hablemos del Senado, porque no tenemos un presidente, tenemos un pato patuleco. Muy patuleco. Que empezó a renquear bien rápido. Y yo sabía que iba a renquear desde el momento en que alguien dijo que había sido elegido, especialmente después del 9 de noviembre, cuando di mi discurso por internet en noviembre del año pasado y dije que podíamos convertir a este tipo en un mero figurón. ¡Y lo hicimos! Nosotros los demócratas, junto con otros, lo convertimos en un pato patuleco, y está perdiendo las plumas a todo lo que da. Ahora mismo no cuenta para nada como factor positivo. Pueda que diga algo bonito, que tal vez sea de alguna utilidad, y mi esperanza es que lo haga. Pero, no espero encontrar un cerebro dentro de la oficina de la presidencia. Más bien creo que ahí va a aparecer el esposo de la señora Wilson, en su segundo período de gobierno.

Cheney es peor que cero. Tenemos a un cero como presidente, y a un menos cero como vicepresidente.

Lo que quedó demostrado a partir del 23 de mayo, es que lo que tenemos como un punto de enfoque del gobierno, para propósitos de la crisis actual, es una coalición bipartidista en el Congreso y demás, aglutinada en torno a un grupo bipartidista en el Senado, a un grupo de senadores que se han levantado en representación de la mayoría del Senado, quienes, con los poderes especiales de consejo y consentimiento del Senado, y con el apoyo de las instituciones, puede mover a esas instituciones, al menos las del poder Legislativo, como es necesario hacerlo ahora. Si el pueblo estadounidense ve que una coalición bipartidista del Senado está asumiendo su responsabilidad, misma que está implícita en el diseño de la Constitución para crisis como ésta, una crisis donde hay un presidente que es un cero a la izquiera y un vicepresidente, los cuales ambos debieran ser reos de Estado. Quiero decir, residenciar no sólo se aplica a un delito; es para cuando un presidente no es competente. Y el Presidente no es competente, y el Vicepresidente es terriblemente incompetente o anticompetente.

Entonces, lo que tenemos que conservar es el gobierno constitucional, y en estas circunstancias eso sólo se puede conservar a corto plazo —a largo plazo, la corte federal puede hacer algo— pero a corto plazo sólo lo puede lograr el Senado asumiendo su función de dirigencia, como la agencia constitucionalmente responsable de aconsejar y consentir. Y si el Senado adopta resoluciones que son pertinentes a la situación, y hace declaraciones pertinentes a la realidad de la situación, el pueblo estadounidense le hará caso. El pueblo estadounidense dará su apoyo.

Hay una campaña electoral el año que viene. Ya se están haciendo ciertos compromisos: apoya esto, apoya aquello, etcétera. Pero, si los políticos que contienden ven que el pueblo americano se va en contra de lo que representa George Bush, esos políticos van a correr en dirección contraria. Y entonces vamos a empezar a crear un ambiente en el gobierno en su totalidad, bajo presión de la emergencia, para hacer lo que se tiene que hacer.

Ésta es una cuestión de conducción. En las mejores circunstancias, el dirigente debería ser el Presidente de los EU, quien usa el poder del Ejecutivo de los EU como la palanca clave para enfrentar una crisis de esta índole. Pero, no tenemos un Presidente de los EU capaz. El hombre es un tullido mental, cuando mucho. Y su sucesor putativo es un depravado, quien es más una enfermedad que una cura.

Entonces, ¿qué nos queda? Existe la relación de las otras instituciones del gobierno con la población de los EU. En virtud de nuestra Constitución, esa autoridad yace implícitamente en el Senado. Una coalición en el Senado para salvar la nación —sin cambiar nada, simplemente esa coalición— movilizará a la población. Y uno puede decir, “¡Vete de aquí Cheney!”, porque ya no tendrá poder alguno, porque el poder viene del consentimiento, y si ya no tiene el consentimiento para sus jueguitos, no podrá seguir haciéndolos. La gente nada más se reirá de él, y él desaparecerá. Los banqueros que lo respaldan aún son peligrosos.

Pero yo digo que, si podemos lograr una coalición, una mayoría en el Senado que empiece a asumir la dirigencia de forma sistématica sobre todo lo que pueda ejercer conducción, ahora, y si dice las cosas que hay que decir — porque la gente va a preguntar: “Bueno, ¿es cierto?”—; si una coalición de senadores dice, “Sí, señores, ¡es cierto!”, entonces la gente les va tener confianza. Porque definitivamente la gente ahora está perdiendo rápidamente la confianza en el Gobierno de Bush.

Y luego tenemos que hacer lo correcto.

Éstas no son circunstancias comunes y corrientes

Pero todas las preguntas que me hacen apuntan a lo mismo: “¿Qué tenemos que hacer de manera ordinaria?” Bueno, ésta no es una circunstancia ordinaria.

Ahora bien, ¿cómo usamos nuestro sistema constitucional en estas circunstancias, en una crisis como la actual? Ya hemos visto el primer paso en esa dirección el 23 de mayo; lo vimos públicamente, cuando un grupo bipartidista de senadores dijo “¡No!” a un conato de golpe de Estado contra nuestro sistema de gobierno.

El mismo principio aplica ahora. Necesitamos que senadores y otros se levanten como coalición; posiblemente no estén de acuerdo el uno con el otro respecto a todas las cuestiones, pero tienen que empezar a dialogar. Necesitamos que haya un diálogo entre una coalición, y eso es diferente a un diálogo entre individuos que sólo se encuentran al azar. Cuando el diálogo representa un compromiso de llegar a un acuerdo, no en base al que tenga la voz más alta, sino en base a la razón y a un sentido de la realidad; y cuando la gente entiende que está pasando eso, entonces pienso que nuestro problema, si bien todavía peligroso, tiene solución. Y creo que seguiremos regresando a eso.

La pregunta es: ¿cuándo es que los miembros del Senado y otros van a darse cuenta que no tenemos un presidente que funcione, y que tenemos a un vicepresidente que no funciona para nada? En estas condiciones, el Senado es la institución del gobierno, por sus poderes de consejo y consentimiento, que debe moldear el ambiente y apelar al pueblo estadounidense para que lo respalde. En esas circunstancias no tenemos que hacer nada en contra de nuestra Constitución para hacer lo que se requiere.

Los servicios de salud vs. el valor del accionista

Freeman: Otra pregunta del Senado: “Señor LaRouche, estoy seguro que usted sabe que la gerencia de General Motors ya tiene asegurado que no tendrá que responder por las obligaciones de sus pensiones. También le ha dado un ultimátum al sindicato automotriz sobre las prestaciones de salud que le debe por contrato.

“Probablemente no hay ningún asunto más imperioso para la población estadounidense que la atención médica. Es una cuestión que ha preocupado a mi oficina por más de una década, pero los intentos que hemos hecho antes para resolverla han fracasado de manera miserable. Ahora estamos en un momento de crisis donde parece que hay que encarar este asunto. La crisis de [los programas de salud del gobierno] Medicare y Medicaid es una más imperiosa e inmediata que cualquier crisis que posiblemente enfrente el Seguro Social. Sí, tenemos que empezar a adoptar medidas para la reconstrucción económica de los EU, pero parece que el tema de la atención médica tiene un impacto tan inmediato para la sobrevivencia de la gente, que tiene que abordarse también, y tiene que hacerse ya. La pregunta es cómo hacerlo.

“Además, un aspecto muy especial de la crisis se refleja en un informe reciente, de que más de un millón de estadounidenses sufren del virus del sida. Un número desproporcionado de esos individuos vive en el estado de Nueva York. El número, que yo creo subestima en mucho la situación, en verdad es abrumador. ¿Abordamos este problema en el marco del problema de la atención médica en general? ¿O se requiere una provisión especial? Y si es así, ¿de qué tipo? Pero me parece que éstas son cosas que no pueden esperar”.

LaRouche: Es el mismo problema, el problema del derechismo. Son los banqueros derechistas, los sinarquistas, los mismos que nos dieron a Adolfo Hitler. Ése es el problema. El problema clave es que hay miembros de la Suprema Corte que son partidarios de la Confederación, que han impuesto una política llamada “el valor del accionista”. Y la mayor parte de las leyes de tendencia fascista, incluyendo las que se usan para destruir el sistema de salud, han venido de esa clase de mentalidad, que se expresa por lo que a veces es la opinión de la mayoría de la Corte Suprema: el apoyo al concepto del valor del accionista.

Este concepto es anticonstitucional. Y es el hecho que estos magistrados nunca debieron ser aprobados por el Senado. Nunca. Porque eso más que todo destruyó nuestro sistema de gobierno.

Pero, la Constitución, en especial su preámbulo, sigue en pie. Esto se ha vuelto un asunto legal muy grande. ¿Cómo? El fascista, o su tonto útil, te dice que el preámbulo de la Constitución no es ley sino simplemente una introducción a la Constitución. Mientras que si uno sabe algo de historia, la historia del derecho y el estadismo modernos, sabe que el preámbulo de la Constitución es la parte más importante de la Constitución, ¡tiene la autoridad más importante de la Constitución! Y el principio de la Constitución que es el aspecto más central, aparte de la defensa de la nación y de nuestra soberanía nacional como tal, es el fomento del bienestar general. Antes de la adopción de esa política, aunque de hecho fue un principio de derecho aducido por Platón y otros en la antigua Grecia, en realidad fue la fundación de la política cristiana establecida por Pablo en Corintios I:13 —el concepto de ágape— el concepto del bienestar general. Éste es el principio en el que se fundó el Estado nacional moderno en el siglo 15 por primera vez: la responsabilidad del gobierno de promover el bienestar general de toda la población.

La primera vez que tuvimos un gobierno de esa índole fue en la Francia de Luis XI. Y hubo alguien en la corte de Luis XI, llamado Richmond, que pasó por la experiencia de la corte de Luis XI y luego derrocó a un bastardo, a Ricardo III de Inglaterra, y estableció el primer gobierno republicano en Inglaterra. Y fue de esta idea de un gobierno republicano que surgieron el Estado nacional moderno y la sociedad moderna.

Ésta fue la diferencia entre el feudalismo en el período medieval y la sociedad moderna, ¡esta cuestión! El hecho de que el Estado sea responsable ¡de no tratar a la gente como animales! Todos los seres humanos tienen ciertos derechos intrínsecos. Estos derechos se asocian con la idea del bienestar general, que no es simplemente velar por ellos sino también pensar en sus hijos y en sus nietos, y en los que los siguen. Promover el mejoramiento, el perfeccionamiento del estado de la humanidad, es la primera obligación de un gobierno, y velar por cada individuo.

El mismo principio paró las guerras religiosas. Europa se estaba destruyendo por guerras religiosas desde 1492, con la expulsión de los judíos de España, continuando hasta 1648 y el Tratado de Westfalia. Lo primero que hizo el Tratado de Westfalia, el primer principio que paró las guerras religiosas, el principio en que se basa la sociedad civilizada moderna y la civilización europea, es el Tratado de Westfalia. Y la primera condición es que el Estado individual y la persona deben promover la ventaja del prójimo. De que somos responsables, cada uno de nosotros, del otro, y que el otro es responsable de nosotros. Es nuestra responsabilidad mutua por el bienestar del otro —y el que nosotros mismos somos parte del otro—, lo que es la base, el fundamento de nuestro sistema constitucional de gobierno.

Ahora, la misma ley, la llamada ley del bienestar general o del bien común, también es ley, en particular, en las constituciones de varios gobiernos del mundo, en su intención. El valor del accionista dice que si eres esclavo eres propiedad, y nunca te van a soltar de la esclavitud, porque eres propiedad. Y tus hijos, siendo hijos tuyos, también son propiedad. Ésta es la ley de la esclavitud. ¡Esto es John Locke! Ésta es la ley de la Constitución de los estados Confederados, a diferencia de la Constitución federal de los EU.

Ahora bien, la manera en que tenemos que abordar esto es, en cuanto al Seguro Social, que obviamente no está en la Constitución, pero el principio por el que se estableció sí está en la Constitución, y la necesidad de ello quedó bien definida por la situación de los 1930. Y su éxito es ése. ¿Por qué dejamos de financiarlo? ¡Porque George Bush se robó el dinero! ¡Su papá se robó el dinero! Y se robó el dinero, pero no lo hizo porque el gobierno autorizó un bono, un bono del Tesoro de los EU, para cubrir ese dinero como algo que tenía que regresar al Fondo del Seguro Social. George Bush dice: “No, eso son simplemente pagarés”. Ésa es la idea del valor del accionista.

Entonces, tenemos una situación en la que todo, la atención médica, la hemos destruido. ¿Por qué? Para abaratar el costo de la mano de obra. Hemos hundido a la economía. Dijimos: “No tenemos dinero”. Dejamos de pagarle a los doctores. ¡Dejamos cesantes a categorías enteras de profesionales médicos! Ya no podían pagar sus pólizas de seguro, y cosas por el estilo.

Por tanto, tenemos que reponerlo. Necesitamos un sistema cabal de ley, la ley del bienestar general en lo que toca a las personas y a las comunidades. La atención médica forma parte de eso. Antes teníamos un sistema que funcionaba, pero Nixon lo destruyó con la ayuda de un demócrata que lo ayudó. Tuvimos la política de posguerra, de mejorar la atención médica todos los años en todos los muncipios de los EU. El sistema médico establecido por ley en el estado de Nueva York es un ejemplo de cómo funcionaba. Otros estados lo aplicaron de manera más o menos eficaz. Lo destruimos. Destruimos la ley Hill–Burton, en 1973, bajo Nixon. Introdujimos este sistema, un sistema de saqueo de nuestro sistema de salud pública. Esto fue parte de la política de Nixon, parte de la política neoconservadora.

Por tanto, tenemos que reconocer que la idea del valor del accionista es una violación de la Constitución. Es una violación de la ley moral. Nadie puede llamarse cristiano cuando acepta la idea del valor del accionista. Y aquéllos que aceptan el valor de los accionistas, por favor, dejen de llamarse cristianos. Debemos aprobar una ley a ese respecto. Deben dejar de llamarse cristianos si creen en el valor del accionista. Tienen que escoger o lo uno o lo otro.

Pero necesitamos un paquete general, una filosofía general que establezca de forma clara una política de salud. Y de nuevo, esto tiene que salir de alguna suerte de mayoría en el Senado, porque necesitamos una declaración de cuál es la intención y, entonces, luchar porque se adopte esa ley.

Yo estoy totalmente de acuerdo con usted en cuanto a esta preocupación. Pero, creo que necesitamos una forma estratégica de abordar este asunto: necesitamos derrocar el concepto del valor del accionista. Y podemos hacerlo en el Senado; podemos hacerlo en el Congreso. Pero necesitamos declarar nuestra intención de hacerlo. Una vez que declaremos nuestra intención, que vayamos contra estas cosas, entonces se vuelven vulnerables. Si nos limitamos a quejarnos, van a seguir. Hay que declararle la guerra a esas cosas malas, y entonces la gente se movilizará para deshacerse de ellas.

¿Debe someterse a Bush a un juicio político?

Freeman: Lyn, tenemos muchas otras preguntas del Senado, pero creo que voy a pasar a otra sección de la población, y son las preguntas que nos están llegando ahora de dirigentes sindicales. Podemos regresar al Senado más adelante.

Esta es una pregunta que envió Scott Pulliam, presidente de la IBEW, la Hermandad Internacional de Trabajadores Eléctricos, de Louisville, Kentucky: “Señor LaRouche, desde que salió a relucir el memorando de la calle Downing[2] pareciera que todo el mundo demanda audiencias e investigaciones. Aun más sorprendende, sin embargo, es que parece que algunos funcionarios por elección y hasta algunos demócratas están sumándose al coro ¿Cree usted probable que veamos un esfuerzo en el Congreso para hacerle un juicio político a este Gobierno por sus delitos graves? ¿Y cree usted que sea algo que valga la pena hacer?”

LaRouche: Yo creo que eso es muy limitado. No estoy en contra; no es que tenga nada personal contra el pobre de George W. Bush. Yo creo que el tipo es un desastre, y que necesita atención médica o algo. Pero yo no creo en linchar a la gente.

Pero yo sí creo que debemos deshacernos de él, de una forma muy decente, retirándolo. Retirarlo, porque es un incapacitado mental. Un tipo que dice, en tanto Presidente de los EU, en medio de que el crédito nacional de los EU está en peligro, dice que los bonos del Gobierno estadounidense no valen nada, que son pagarés inservibles, ese hombre obviamente es un enfermo mental. Y esa enfermedad mental es suficiente, creo yo, para quitarlo del cargo. El único problema con quitar del cargo a George es que, ¡también tenemos que deshacernos de Cheney! Porque Cheney es un sociópata, ¡un asesino! Y uno no puede tener a un tipo así en la Casa Blanca.

Así que, yo creo que lo que necesitamos es un criterio que defina el problema. No se trata del problema de un individuo.

Yo no creo que las causas aisladas funcionen. No creo que haya victorias de causas aisladas en la guerra. No hay lugar para las causas aisladas en la política. Uno tiene que tener una causa de principio, y uno tiene que hacer algo en base a una declaración de principio, que sea adecuada para cubrir la situación con la que brega, y tal vez con otras también; y ganarse a la gente al principio.

A fin de cuentas nosotros, el pueblo, somos el gobierno. Nosotros delegamos nuestro poder, en tanto pueblo, a nuestro gobierno. Nosotros no tenemos el control total porque tenemos gente que vino antes de nosotros, que tiene algo empeñado en esto. Tenemos gente que viene después de nosotros y no podemos ponerla en peligro simplemente por nuestras pasiones y voluntad. Pero nosotros, más que cualquier otra cosa, somos gobierno. Así que, tenemos que tener una respuesta de principios a nuestros problemas y a nuestras oportunidades.

Yo creo que, en esta situación, necesitamos una coalición que se yerga y diga la verdad sobre la condición del gobierno que hemos elegido y lo que lo acompaña. Tenemos que movilizar a la opinión pública de nuestra ciudadanía para que piense en esto, para que participe. Tenemos que atraer a la gente al gobierno. Ustedes saben lo que le ha pasado a la ciudadanía, al 80% de abajo desde 1971–1971, en especial desde 1980–1981. El que pertenece al 80% con los ingresos familiares más bajos no cree que es ciudadano de verdad. Cree que es alguien que ha recibido el derecho a limosnear, a quejarse, a amenazar si no le dan lo que quiere, y de costumbre es por una causa aislada. “Voy a ir a prenderle fuego al palacio municipal si no me pagan mi salario a tiempo”. Siempre causas aisladas, en vez de tener un concepto de gobierno, de qué son los principios de gobierno.

Lo que necesitamos son leyes y sus principios, que nos den una estructura dentro de la cual podamos funcionar, como la ley del bienestar general. El bienestar general es un principio de ley. Y tenemos que asegurarnos que estemos vigilantes para hacer cumplir ese principio del bienestar general. No necesitamos una colección de esta ley o esa ley, causas aisladas. No necesitamos eso.

Así que, lo que pienso al respecto es: sí, necesitamos adoptar una disposición misericordiosa para sacar a este Presidente de su cargo; es un peligro para el ambiente. Pero siempre y cuando saquemos a Cheney junto con él; si pudiéramos hacerlo de una forma tal que no abusáramos de él.

Pero necesitamos una alternativa. ¿Cuál es la alternativa? ¿Vamos a Canadá a buscar un sustituto? O, ¿tienen a un grupo de personas que exprese la preocupación de que tenemos un problema con este Presidente, con su capacidad mental?

Debimos haberlo dicho durante la campaña electoral, pero nadie se atrevió a hacerlo. Kerry estuvo a punto de hacerlo un par de veces, y Edward lo hizo en un par de ocasiones, ¡pero no se mantuvieron firmes!

Este hombre tiene problemas mentales. No debía ser presidente porque tiene problemas mentales. No es capaz de hacer el trabajo. De acuerdo con la intención de nuestra Constitución, no debiera ser presidente ¡porque es incapaz mentalmente para el trabajo! ¿Quieren a un niño de seis años piloteando un avión grande? No es nada malo contra el niño, simplemente no es capaz de hacer el trabajo (aunque creo que lo haría mejor que George Bush).

Así que yo creo que ésta es la respuesta. Sí necesitamos una política al respecto. Sí necesitamos una expresión de la opinión de gente dirigente, que diga que ése es el caso. Yo lo diré todos los días; y lo he dicho seguido; y lo volveré a decir. Y a la gente le gusta que yo lo diga porque así ya ellos no tienen que decirlo. Ellos no quieren arriesgarse a ganarse la enemistad del Presidente de los EU o de sus admiradores como Karl Rove.

Una estrategia electoral para el 2006

Freeman: A Lyn le gustará esta pregunta. Esta pregunta te viene de alguien aquí en Washington, a quien tú conoces muy bien, Lyn.

Dice: “Señor LaRouche, ahora que ha asustado a todo el mundo, yo quisiera que usted dijera si debemos estar trabajando en una estrategia para el 2006. Mi negocio, por supuesto, es dedicarme a eso, pero me parece que es una forma excelente, y tal vez la única forma, de movilizar a la gente para que propine una patada en el trasero, para que estas políticas se lleven a la práctica”.

LaRouche: Estoy totalmente de acuerdo con usted. Creo que debemos tener, en el área del Distrito de Columbia en particular, como el centro nacional, un Partido Demócrata serio, y también extendernos al otro lado de la cerca, a los republicanos buenos, y hay uno que otro bueno. Debiéramos estar trabajando en estos momentos en la política del 2006; estar en la calle ahora mismo. Las causas son a las que me he referido aquí hoy. ¿Tenemos las agallas para llevar la verdad sobre la situación actual a la campaña? ¿Tenemos a un grupo de políticos dispuestos a levantarse y decir, queremos que esto se discuta, para que la gente tenga un punto de referencia, entre aquéllos que tienen poder, que estén respondiendo a estos asuntos? De esa forma podemos movilizar a alguna gente y atizar algunas causas.

¡Algunos están hablando de conseguir dinero para la campaña ahora! Supongo que eso está bien, y veo que con frecuencia eso es necesario, y tengo alguna experiencia en eso también.

Pero, la clave es: ¿tenemos a la gente, no el dinero? Si tenemos a la gente podemos ganar la elección. Y nosotros, en tanto nación, no estamos en serio políticamente tratando de convencer a la gente. Mis jóvenes están yendo a la gente. La gente que está trabajando conmigo está yendo al pueblo. Yo conozco a otros en el país que están acudiendo al pueblo. Lo vemos en estas resoluciones como las del condado de Wayne y del concejo municipal de Detroit. Están acudiendo al pueblo.

Pero, nosotros tenemos que lograr que la organización salga a hablar con el pueblo, en dos direcciones: necesitamos la afirmación de apoyo para el asunto de un concierto de políticos importantes. Y necesitamos, en la medida de lo posible, apoyo bipartidista, porque la estructura de los partidos está cambiando hoy en el país. No vamos a tener el mismo Partido Republicano que teníamos antes. Alguna gente va a irse en la dirección contraria; algunos se van a unir a la raza humana y ser republicanos todavía. Y tenemos que tener esa clase de colaboración, ese tipo de diálogo entre rivales, pero con intereses en común en el diálogo.

Tenemos que llevar eso a la calle ahora. Tenemos que pasar por alto a la gran prensa nacional, porque la controlan los financieros, porque rehusa enfrentar la realidad. No podemos cruzarnos de brazos y quejarnos de la prensa. Uno puede quejarse de la prensa denunciándola porque no está haciendo lo que debe, no dice la verdad; porque está controlada por intereses financieros y relacionados.

Pero eso no nos absuelve a nosotros de decir la verdad. Y si lo pensamos, tenemos suficiente poder para pasar por alto a la prensa. Tenemos la capacidad de pasar por alto a la prensa y llevar estas cosas al pueblo ahora mismo, sin esperar el permiso del Washington Post para hablar de estos asuntos.

La crisis de las hipotecas de vivienda

Freeman: Lyn, tengo tres preguntas más. La pregunta más específica viene del Senado de los EU, y dice: “Señor LaRouche, no hay un verdadero precedente en los EU para la regulación y administración del financiamiento de las hipotecas de casas y, muy en especial, del refinanciamiento. Algunos de los programas como el de la Administración Federal de Hipotecas de Vivienda fueron diseñados con otro propósito, principalmente el de darle a las familias jóvenes sin capital suficiente o crédito establecido, la oportunidad de tener casa propia. Pero el hecho es que ahora, si uno examina el mercado de bienes raíces en los EU, estamos viendo una catástrofe por ocurrir. Me parece que tenemos una responsabilidad de encontrar alguna manera de evitar esto.

Algunos miembros del Senado están hablando de regular el sector. Pero aun la regulación de los préstamos futuros no haría mucho para resolver el problema que permitimos que ya se creara. El balbuceo de Greenspan sobre las diferentes tonterías contra alguna otra aparte, el hecho es que si estalla esta burbuja tendremos que bregar, no sólo con un posible derrumbe bancario reacción cadena, sino también con la ruina total de un sinnúmero de familias americanas. ¿Cómo lo abordamos?

“No hablo de qué es lo que debemos hacer en cuanto a una legislación para el futuro, sino de cómo abordamos el problema que ya existe”.

LaRouche: Es obvio que eso va a ocurrir. Lo veo en el norte de Virginia. Eso está claro. El condado de Loudoun va a ser uno de los centros de esta catástrofe porque es una de las áreas en donde se ha construido más con la menor cantidad de infraestructura para este tipo de operación, e igual en otras partes de la región.

Esto va a ocurrir. El desplome es inevitable. Por tanto, ¿qué hacemos para impedir que el desplome sea mortal, en vez de que sólo sea doloroso? Obviamente, lo que hay que hacer es que, la gente que trabaja y vive en casas, generalmente tendrá que seguir trabajando y viviendo en esas mismas casas.

Ahora, cómo se resuelve ese asunto en lo financiero es, digamos, una tercera pregunta que ya llegará el momento de resolverla. Pero, lo primero es que uno no puede tener una crisis social creada por lo que ahora se avecina.

Miren, tenemos una situación en la que tenemos chozas de entre 600.000 y un millón de dólares que en realidad no lo valen. Tienen ese valor debido a un auge especulativo, y mucho tiene que ver con esta idea de una segunda casa, donde alguien compró una casa en condiciones cuestionables para tratar de sacarle dinero, una plusvalía rentándola o algo así.

Pero esta catástrofe va a ocurrir. No es si va a ocurrir, sino más bien cuándo, y ese cuándo es pronto. Por tanto, ¿qué hay que hacer? Bueno, no podemos tener caos social, no podemos tener desorden social. La gente se va a quedar en esas mismas casas en general por ahora, y vamos a encontrar una manera de resolver el asunto que sea equitativa.

Y de todas maneras vamos a tener que hacerlo, porque los bancos, que en últimas participan en esto, también van a estar al borde de la quiebra. Entonces, el banquero también está en aprietos en cualquier caso. Y el hecho de que estas hipotecas ya no podrán rescatarse al precio actual es un factor del asunto. Vamos a tener que ponerle orden a todo, y va a tomar un buen tiempo aclararlo en lo financiero.

Lo que necesitamos es la capacidad de congelar la situación para seguir con el funcionamiento normal de la vida por el momento y, luego, aclarar el asunto en el futuro. Pero, en ese proceso de deslinde, tenemos que asegurar que las instituciones esenciales —incluyendo el funcionamiento de las instituciones financieras esenciales, que también son nuestras instituciones de ahorros y de préstamos—, que estas instituciones sigan funcionando acorde una doctrina estratégica.

Hemos tenido este tipo de emergencias antes. No hemos tenido esta forma específica de emergencia, pero en principio sí hemos tenido esto antes. Y vamos a tener que bregar con esto. El principio del bienestar general es preeminente. Tenemos que proteger al pueblo, y tenemos que protegerlo de manera equitativa. La idea del valor del accionista no es una consideración primaria. Si alguien invirtió, aunque sea en una hipoteca como apuesta, apostó. Si apostó a la capacidad de que alguien pudiera pagar cierta cantidad por un lugar para vivir, apostó. La persona que tomó ese lugar para vivir no estaba apostando; necesitaba un lugar para vivir. Así que el bienestar general viene primero.

Mantener el buen orden para el bienestar general es la consideración principal. El gobierno debe intervenir con este sentido de la ley, para proteger el buen orden y posponer lo que no pueda resolverse hoy. Y tenemos que tener buen orden en todas partes. Nosotros le damos protección al dueño de la casa; a la institución bancaria para que siga con su función; a otros que tienen una función esencial en la comunidad, si es que tienen aprietos financieros, porque está en nuestro interés hacerlo.

Y todos podemos ponernos de acuerdo en que es de nuestro interés hacerlo. ¿Cuáles son las consecuencias? ¿Quieres que a Pepe lo tiren al basurero? ¿Quieres cerrar el banco del que dependes para cierta función, a pesar de que está en la quiebra? No. Uno va a intervenir y decir: “Espérense, muchachos. Vamos a congelar un par de cosas aquí por el momento. Vamos a mantener el buen orden. Vamos a activar la economía de nuevo, y luego vamos a deslindar las cosas”.

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[1]Discurso en la cena presidencial del 14 de junio de 2005. Ver www. whitehouse.gov.

[2]El Times de Londres del 1 de mayo de 2005 publicó un documento secreto, que informaba de una reunión que sostuvieron el 23 de julio de 2002 el primer ministro británico Tony Blair y sus principales asesores de seguridad, sobre el asunto de Iraq. El memorando demuestra que los EU y Gran Bretaña se confabularon en secreto para atacar a Iraq, mucho antes de que Bush tratará de obtener la autorización del Congreso para emprender una ofensiva militar. El representante John Conyers (demócrata por Michigan) y otros congresistas circularon una carta abierta al Presidente de los EU, pidiéndole la divulgación de todos los hechos del caso. Ver EIR del 20 de mayo del 2005, págs. 19–20.

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