Escritos y discursos de Lyndon LaRouche

Dialogan en Berlín sobre el plan rooseveltiano de LaRouche
El papel indispensable que tienen los EU en garantizar el futuro de la civilización

Lyndon H. LaRouche

A continuación aparece el discurso de fondo que Lyndon LaRouche pronunció el 28 de junio, en el seminario de EIR en Berlín (le añadimos los subtítulos). El moderador fue Michael Liebig.

Liebig: Bienvenidos al segundo seminario estratégico de EIR este año en Berlín. Mi nombre es Michael Liebig; trabajo en las oficinas de EIR en Wiesbaden, y voy a moderar las jornadas de la mañana y la tarde de hoy; luego se encargará el doctor Jonathan Tennenbaum.

Tengo el gusto de contar entre nosotros, esta mañana, a distinguidos representantes de la ciencia y la política de los siguientes países, que voy a enumerar en orden geográfico aproximadamente de este a oeste. Tenemos representantes de la ciencia y la política de Rusia, China, India, Egipto, Israel; de Hungría, Croacia, Eslovaquia, la República Checa, Polonia, Italia, Francia, Alemania y los Estados Unidos.

Si nos remontamos a hace seis meses, cuando sostuvimos el primer seminario estratégico aquí en Berlín el 12 y 13 de enero, creo que veremos los cambios tectónicos que han ocurrido durante estos seis meses. En enero la mayoría de los participantes en ese seminario llegaron con el supuesto firme de que estaban grabados en granito cuatro años más de George W. Bush y Dick Cheney; ésa es la verdad. Y en el transcurso del seminario salió a relucir que la realidad de los EU es más bien diferente, en particular, por lo que les decía entonces el señor LaRouche.

Y hemos visto que la prognosis que él hizo entonces, hace seis meses, se ha hecho realidad en el sentido de que el Gobierno de Bush y Cheney, y las estructuras neoconservadores que los sustentan, han topado con un desastre estratégico y económico casi increíble. Hemos visto desde entonces que emerge una especie de situación de poder doble entre el Senado de los Estados Unidos de América y la Casa Blanca de Bush y Cheney, de tal modo que el Senado evoluciona en dirección de convertirse en un nuevo centro de gravedad en la política estadounidense, un proceso catalizado y dirigido por el señor LaRouche.

Al mismo tiempo en Europa, hemos visto también ahí cambios tectónicos: piensen en el mundo de Europa, la Unión Europea, hace seis meses. En estos mismos días, aquí en Berlín, se barajean las modalidades para elecciones anticipadas del Bundestag, el Parlamento federal. El 29 de mayo tuvimos el referendo en Francia sobre el tratado de la constitución de la Unión Europea, el cual fue rechazado, y con ese rechazo la propia estructura de Maastricht recibió un golpe del cual no se recuperará.

Al mismo tiempo hemos visto aquí en Europa un enorme vacío político, y una ausencia de conducción política. Y como hemos visto, la clase política de Europa sale con esta o aquella iniciativa política razonable, pero vemos cómo evade el asunto fundamental, es decir, programas de inversión estatal, que reducirían en Europa el desempleo en el corto plazo de modo decisivo, y sin resolver este asunto, no va a funcionar nada en Europa.

Vamos a oír más sobre eso, sobre la cuestión del vacío político y la falta de conducción, de Helga Zepp–LaRouche y de Jacques Cheminade, en el transcurso del día de hoy.

Todo esto ocurre en el contexto de algo de lo que ya hablamos de manera intensa en enero, y es la crisis sistémica económica, financiera y monetaria. Pero esa crisis ha cobrado intensidad decisiva y acelerado en el transcurso de los últimos seis meses, y ha llegado al punto en que el sistema mismo, el propio régimen de la globalización, ha demostrado, incluso a gente que lo negaba hasta muy recientemente, que es intolerable e insostenible.

Esperamos que este seminario—y estoy seguro que lo hará, en el transcurso de la discusión de hoy y mañana por la mañana— pueda identificar nuevos flancos para un gran designio, y para un nuevo tipo de relaciones trasatlántico–eurasiáticas. Y yo diría que los últimos seis meses nos deberían haber enseñado, que no debemos dar nada por hecho.

Y con esto, quiero pedirle a Lyn que nos dé su disertación esta mañana.

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Lyndon H. LaRouche

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Voy a leer parte de esto del texto, que se hizo esencialmente para simplificar la tarea de los traductores. Por otro lado, en el transcurso de la lectura del texto voy a hacer una interpolación substancial y decisiva. Y luego, al final del planteamiento preliminar, voy a volver a un aspecto más científico de la cuestión, la demostración del razonamiento que hago, o la demostración esencial.

En todas las crisis más extremas de la historia universal, la mayor amenaza que enfrenta la humanidad no es lo que desconoce la opinión más destacada. En realidad, el mayor grado de peligro lo creó siempre, como en el momento actual, la arrogancia de los gobiernos y de los más destacados cuerpos de opinión pública, que ya eran, en realidad, desde mucho antes la causa principal del desastre que amenazaba de repente al presente. Entre la variedad de autoridades políticas y demás de miras estrechas, para quienes lo dominante es el futuro de una carrera y riqueza personal, lo primario es la ganancia personal, no las consecuencias de nuestra conducta para las futuras generaciones. Así que la historia a menudo condena la ambición de mentes estrechas, y a los gobiernos, de los que hay muchos hoy día, que no han pensado más allá que en el próximo cambio de gobierno.

Tengan esto en mente, mientras consideran el siguiente informe sobre esos errores de cuatro décadas, que han producido la presente amenaza inmediata a la civilización en su conjunto.

El pasado 23 de mayo ocurrió un acontecimiento con profundas implicaciones estratégicas globales en el Senado de los EU. Este suceso, en el cual yo fui apenas un factor implícito pero en extremo relevante, impidió que el Gobierno de Bush realizara un intento de golpe de Estado contra la Constitución de los EU. Esta amenaza, encabezada por la Casa Blanca, de derrocar la Constitución de los EU, reflejaba la severidad de una crisis mundial, que surgió en gran medida como un reflejo de la crisis de los fondos especulativos mundiales y la crisis bancaria internacional relacionada, detonada por el derrumbe de los gigantes automotrices de los EU, General Motors y Ford.

El carácter e importancia de este suceso del 23 de mayo, ha pasado casi desapercibido en la mayor parte de la gran prensa de Europa, y en las declaraciones públicas de la mayoría de sus figuras políticas de relieve. No obstante, incluso en el período próximo inmediato, el futuro de las naciones de Europa y otras partes ahora depende de las nuevas decisiones fundamentales que deberán tomarse en los EU, en el marco de la acción que tomó el Senado el 23 de mayo.

Como ya lo sabe un número importante de ustedes hoy, mi misión en Berlín esta semana se planificó con meses de anticipación, con el conocimiento de la certeza de que un estado de crisis mundial golpearía a Europa en particular a mediados de junio. El propósito de esa misión, ya desde entonces, como ahora, es hacer claras las más esenciales de esas cuestiones urgentes que tienen que tomar en consideración los niveles más altos de los gobiernos responsables y las organizaciones políticas de Europa.

Esta aclaración debe resaltar ciertas cuestiones estratégicas fundamentales al presente sobre la naturaleza y el papel de los EU, cuestiones que en general no son entendidas aun por los gobiernos responsables y otros círculos pertinentes de Europa.

Para reducir a lo esencial lo que es un tema complejo, que podría examinarse en el marco de tiempo provisto de varios días, voy a presentarles ahora un resumen de cuatro asuntos centrales, cuya importancia los círculos inteligentes no pueden dudar, en cuanto se presenten los hechos esenciales pertinentes mínimos, como hago en esta ocasión.

Impedir el desplome del dólar

El peligro más inmediato a la paz y la estabilidad mundial vendría del potencial, que ciertamente existe, de que el Gobierno de los EU rehuse tomar ciertas medidas súbitas y abarcadoras de emergencia general, las que de hecho ahora son acciones absolutamente necesarias en el futuro inmediato, si es que vamos a impedir que todo el planeta se hunda en una crisis monetario–financiera y de desintegración económica de reacción en cadena, debido a un desplome repentino del valor de los activos mundiales denominados en dólares. Principalmente como resultado de más de tres décadas de la mezcla de un sistema monetario de tasas de interés flotante, la generalización del uso de derivados financieros en los últimos 15 años, y la reciente carrera a lo lemming encabezada por la OMC hacia la locura de la globalización, el mundo entero está ahora más maduro para la crisis de desintegración de reacción en cadena, que amenaza a los sistemas económico monetario–financiero mundiales.

En las condiciones presentes, para las que no hay precedente en toda la historia moderna, a menos que los propios EU estén preparados para forzar el retorno a un sistema del dólar de tipo de cambio fijo, como el del intervalo de 1945–1963, no hay ninguna posibilidad de que alguna parte de este planeta en su conjunto pudiera escapar de los efectos de la crisis de desintegración global del actual sistema internacional. Las acciones que deben tomar los Estados Unidos son: tomar medidas unilaterales, pero en consulta con sus amigos extranjeros, para impedir un desplome del dólar estadounidense, un derrumbe repentino de una magnitud de entre 10% y 30%, lo que ahora es inminente.

Dado que el dólar todavía funciona como la moneda de reserva monetaria del mundo, y en vista de la enorme cantidad de obligaciones denominadas en dólares que tienen China, Japón, Europa y otros, un desplome del dólar de los EU ahora, del tipo del que amenaza con inminencia, no sólo acarrearía meramente una nueva depresión, sino que acarrearía una crisis de desintegración general del sistema mundial. Así, la cuestión decisiva es: ¿qué acción propondrán los EU, y cómo responderá el resto del mundo a este ofrecimiento de retornar a un sistema monetario de tipos de cambio fijos dirigido por los EU?

Esto significa que la única solución para esta clase de problema, sería regresar al sistema de tipos de cambio fijos y la reprogramación de las obligaciones existentes en dólares, a través de convertir las obligaciones de corto a mediano plazo esencialmente, a un sistema de obligaciones a largo plazo. En otras palabras, un sistema de obligaciones a largo plazo y de tasas fijas; estamos hablando de períodos de 25 a 50 años, dos generaciones esencialmente. Si mezclamos la reprogramación de estas oblicaciones actuales con la generación de créditos nuevos, también con un tipo de cambio fijo, en la cantidad requerida para expandir la producción y el comercio a escala mundial en un período de 50 años, podemos atravesar este período con seguridad a partir de entonces y esperar un período de crecimiento general.

No hay otra alternativa en este momento.

Debido a lo complejo de la situación, y dada la locura de destruir la soberanía nacional, ya no hay vallas entre los Estados, donde un Estado quiebra y los demás no necesariamente caen en la misma medida. Hoy, si quiebra el dólar, todas las partes del planeta quebrarán en una reacción en cadena. Eso no podría evitarse.

Lo único que podría impedirlo sería una iniciativa, que debe provenir de los EU, para retornar al patrón de Franklin Roosevelt, de un sistema de tipos de cambio fijos, y una conversión de las obligaciones financieras mundiales; es decir, de las legítimas. Olvídense de los derivados financieros, de los fondos especulativos. Esas cosas simplemente se dejará que se pudran, se harán a un lado y no se pagarán; porque no se pueden pagar.

Pero el núcleo del sistema hay que salvarlo, y la única forma de hacerlo es si los EU dicen, el dólar ahora es efectivamente tan bueno como el oro. Esto no puede hacerse en el corto plazo; sólo puede hacerse en base a acuerdos de largo plazo, de tratados que abarquen períodos de 25 a 50 años. No hay otra esperanza para la civilización.

Regresaré a esto de nuevo, pero ésta es la cuestión crucial aquí.

Las bases para un juicio político

Por tanto, es imposible salvar este planeta si el presidente George Bush y el vicepresidente Cheney siguen al mando de los EU. Afortunadamente hay condiciones, e indicios, de que eso no durará mucho. Digo esto con franqueza, lo digo sin exageración. Hay que decirlo, y yo soy, como se dice, el fulano que más probablemente lo diría: el Presidente de los EU, George W. Bush, está clínicamente desquiciado. No sólo está clínicamente desquiciado, sino que está clínicamente desquiciado de un modo tal que, técnicamente, se ha vuelto sujeto de un juicio político. Cuando el Presidente de los Estados Unidos, unos EU cuyo dólar es todavía el denominador del sistema monetario mundial, dice no sólo una vez, sino repetidamente, y lo reafirma desafiantemente contra toda crítica, que los bonos del Gobierno de los EU son meros pagarés que intrínsecamente no valen nada, ese hombre está clínicamente desquiciado. Es un irresponsable. Porque si alguien le creyera, que la posición oficial del Gobierno de los EU es que sus bonos no valen nada, con la cantidad de obligaciones pendientes en todo el mundo, como parte integral del sistema monetario, el sistema estaría condenado a caer tan sólo por ese hecho.

Ahora bien, la Constitución de los EU contempla el enjuiciamiento político. El fundamento intrínseco para el enjuiciamiento político no es condenar por algún delito. Ése no es fundamento suficiente para un juicio de destitución, porque la cuestión de la Presidencia de los EU es la cuestión de una institución, no de una persona. Pero, si la persona que ocupa esa institución está clínicamente desquiciada, o si de otro modo no es competente para desempeñar el cargo, eso es fundamento suficiente para someterla a un juicio político y removerla del cargo.

Por otra parte, tenemos un vicepresidente que no necesariamente es un psicópata, pero sí es un sociópata. Hay que sacarlo del cargo. Lo que tenemos ahora, como resultado de las acciones y el seguimiento de esas acciones en el Senado, es que hay un bloque, que ejerce el Senado de los EU, en contra de los peligros intrínsecos que representa el desempeño de estas dos criaturas y la gente que las controla. Y, por tanto, si el mundo ha de salvarse, hay que controlar a estas dos criaturas y removerlas del cargo, no dentro de cuatro o tres años sino en el futuro inmediato.

Porque tenemos que inmediatamente, en el corto plazo, tomar una decisión, que los EU le ofrezcan a sus socios internacionalmente, la cual en esencia impida que el sistema monetario mundial se precipite en reacción en cadena de súbito no en una depresión, sino en una crisis de desintegración general, una crisis de desintegración general del tipo de la que se discutía teóricamente, como proposición teórica, a fines del siglo 19 y comienzos del 20; que nunca ha ocurrido antes, en la historia moderna, pero que está a punto de ocurrir ahora, en las presentes condiciones.

Sigo: desafortunadamente, el actual Gobierno estadounidense de Bush impediría la acción necesaria, hasta con su último aliento. Por fortuna, el actual Gobierno de Bush ya es un gobierno figurón, arruinado, una presidencia cuyos profundos problemas psicológicos y chambonerías brutas ya la han llevado a la contingencia de un posible enjuiciamiento político pronto, o a retirarse para evitar ese desenlace. Por ejemplo, algo que nos contaron, es que podría haber un paseo en avión. Y en ese vuelo, alguien se podría sentar al lado de Cheney. Y cuando salgan del avión, Cheney iría a algún lugar cercano a presentar su renuncia al cargo.

Estamos en una región de ese tipo, en la cual el enjuiciamiento político forzado, el proceso de enjuiciamiento político o las renuncias —renuncias inducidas— quizás sean un factor de la historia.

Cuatro aspectos centrales

En esas condiciones, las opciones tan necesarias para los EU y para el mundo, ahora están al alcance de lo posible, si es que no garantizadas. Para entender las cuestiones resumidas que acabo de listar, hay cuatro aspectos centrales de la situación inmediata del mundo hoy que hay que tomar en consideración:

Primero, las implicaciones del hecho poco entendido, incluso entre los círculos gubernamentales europeos más destacados, de que recientemente se impidió un golpe de Estado en los propios EU, al menos temporalmente, por la intervención decisiva de una mayoría del Senado de los EU.

Segundo, que es inevitable un derrumbe permanente más bien inmediato, del actual sistema monetario–financiero mundial en su forma posterior a 1971. Esto es el producto conjunto de varios factores decisivos.

a) El cambio de 1964–72, que empezó con un ataque a la estabilidad del sistema monetario, por parte del primer Gobierno de Harold Wilson en el Reino Unido, fue de un sistema de tipos de cambio fijos a uno de tipos de cambio flotantes.

b) Un cambio del paradigma cultural hacia el mentado modelo posindustrial en Europa y Norteamérica.

c) Una destrucción salvaje y premeditada de la infraestructura económica básica de América y Europa.

d) Un cambio creciente de la producción de las naciones económicamente desarrolladas, hacia la explotación de la mano de obra barata con infraestructura económica básica sumamente subdesarrollada, y con acento en la mano de obra muy barata. Y,

e) La dependencia en el uso de formas puramente parasíticas de apuestas colaterales de tahúres como los derivados financieros o los fondos especulativos, como substituto hiperinflacionario para las inversiones a largo plazo en empresas útiles.

Tercero, aunque la presente forma del sistema monetario–financiero mundial ahora está desahuciada y condenada sin esperanza más bien en lo inmediato, más condenada de lo que jamás haya estado la Unión Soviética, podría iniciarse una recuperación de la forma física de la economía mundial muy pronto, siempre y cuando se halle la voluntad para la adopción inmediata del modelo del sistema de Estados nacionales perfectamente soberanos, que proyectaba el presidente Franklin Roosevelt antes de su muerte, y siempre y cuando se esquive la precipitada carrera a lo lemming hacia la forma de imperialismo global llamada globalización, y se erradique y se le dé marcha atrás pronto.

Finalmente, la enseñanza implícita de los acontecimientos recientes en el Senado estadounidense, es que a menos que se satisfaga esta última condición pronto, la perspectiva para la civilización en todas partes del mundo es desesperada, para más de una generación por venir. Esa enseñanza se compone de las cuatro cuestiones implícitas decisivas siguientes, que paso a desarrollar.

Lo que no entienden de los EU los europeos

Primero, la cuestión decisiva que encaramos en las discusiones en Europa, es que los europeos no entienden a los EU, y por ende, cuando hablan de los EU, hacen conjeturas que son contrarias a los hechos y son contraproductivas.

Los EU son un producto de Europa. En particular, son producto del Renacimiento, del Renacimiento del siglo 15, que estableció el Estado nacional moderno por primera vez en este planeta, a través del desarrollo de los primeros Estados nacionales modernos como tales, la Francia de Luis XI y luego subsecuentemente, la Inglaterra de Enrique VII. Pero, mientras tanto, lo que había sucedido es que los intereses vencianos, habían recuperado su poder a través de la conquista de Constantinopla, mediante la entrega de ésta a los otomanos, y habían regresado como una fuerza.

Y así, desde esa época, desde alrededor de 1453, ha habido una división en el mundo, y en particular en Eurasia, entre el surgimiento del Estado nacional moderno, por un lado, comprometido al servicio de todo el pueblo de una nación, y el regreso a la forma de sociedad medieval, dirigido originalmente por el sistema bancario veneciano, y que hoy día se expresa como una continuación del sistema bancario veneciano en la forma del sistema de economía liberal angloholandés, que hoy domina al mundo. En breve, el sistema imperialista, el sistema imperialista moderno.

Ahora bien, debido al ascenso de la tiranía liberal angloholandesa, que se consumó principalmente a través de las guerras de Luis XIV de Francia y la posterior guerra de los Siete Años en Europa, Europa continental se autocanibalizó para la gloria de Gran Bretaña y de los Países Bajos. Como resultado, para 1763, mediante el debilitamiento interno mutuo de Europa, las compañías de Indias angloholandesas se las habían arreglado para crear un imperio de facto en India, y quitarle a Canadá, en particular, a los franceses.

Entonces, en ese momento, en febrero de 1763, con el Tratado de París se formó un nuevo imperio: el sistema liberal angloholandés. El sistema liberal angloholandés tuvo como base un sistema de control financiero de la economía mundial, una continuación del sistema medieval, el sistema medieval ultramontano, de tal modo que, hoy en Europa, no hay ningún gobierno independiente en ninguna nación. Porque todo gobierno, todos y cada uno, es súbdito de un sistema de banca central privado. Estos sistemas de banca central son como un moho lamoso biológico. Se componen, por un lado, de intereses bancarios individuales, intereses bancarios privados, y por otro lado, son un proceso funcional continuo.

Así que, lo que hoy llamamos el sistema financiero mundial, el sistema monetario internacional a partir de 1971–72, es un moho lamoso llamado banca central independiente, o un consorcio de sistemas de banca central independientes.

Fue precisamente por este motivo que surgieron los EU, como resultado de esta organización del tratado de febrero de 1763. Los cimientos de los EU se habían tendido desde Europa, con gente de los Países Bajos, que en aquel entonces tenían inclinaciones democráticas, a diferencia de las actuales, y que formaron, desde Bélgica, desde los Países Bajos, en concertación con los ingleses la primera colonia en Nueva Inglaterra: la llamada colonia de Plymouth. A ésta le siguió en 1630 la formación de la colonia de la bahía de Massachusetts, que realmente es el paradigma sobre el cual se fundaron los EU luego. Y este paradigma mantuvo su autoridad en su propio territorio hasta alrededor de 1688–89, cuando la Compañía de Indias holandesa se apoderó de Inglaterra, un cambio que resultó en una situación en que se redujeron las facultades de la colonia de la bahía de Massachusetts.

Pero la lucha continuó. Y así, en 1863, con el establecimiento del Imperio Británico, todos los círculos intelectuales destacados de Europa comenzaron a fijarse de nuevo en el otro lado del Atlántico, en la posibilidad de crear un Estado en las Américas, en particular en Norteamérica, que sirviera como modelo en la lucha por liberar a Europa de esta pestilencia angloholandesa, de este moho lamoso.

El establecimiento de los EU como república, como república constitucional, nos dio la oportunidad para eso. Los intentos de Francia en la primavera de 1789, fueron un intento de formar una república constitucional, una república monárquica en Francia, que hubiese tenido los mismos principios de desarrollo esenciales que los EU.

Gracias al poder de la Compañía de Indias Orientales británica, la de lord Shelburne, una organización de los llamados martinistas, asociada con Voltaire, que incluía a Luis, duque de Orleáns, y a Jacques Necker, que eran dos agentes británicos, organizaron los sucesos de la Bastilla de julio de 1789. Y entonces, prosiguieron con dos agentes de la Compañía de Indias Orientales británica, Danton y Marat, asignados a Francia por Londres, y luego la pandilla de Robespierre, el Terror, también dirigido por Londres.

Y luego, a través del mismo conducto de Joseph de Maistre, hubo un terrorista jacobino, llamado Napoleón Bonaparte, al que convirtieron en emperador, sobre un modelo diseñado por Joseph de Maistre. Y Napoleón arruinó a Europa.

Así, la Revolución Francesa, hasta el 1815 de Napoleón, sometió a la ruina a toda Europa. Y desde esa época, a pesar de nobles esfuerzos como el breve del presidente De Gaulle, por ejemplo, con su formación del franco duro, Europa nunca ha tenido una verdadera república, en el sentido en que los EU son una república.

Y así, por tanto, la intención de que la formación de la república de los EU sirviera como precursora de un Estado modelo europeo, para usarla como modelo en Europa, nunca se realizó plenamente, excepto a través de gente como Federico List y otros que siguieron haciendo el intento. Ya regresaré a otros aspectos de esto mismo.

Pero, la cuestión es ésta: el Estado nacional moderno, formado por primera vez en el siglo 15 en Europa, durante lo que se denomina el Renacimiento Dorado, estableció el principio, que es un antiguo principio de la civilización europea, llamado el principio del bienestar general, que en griego antiguo se conoce como ágape, como le dice Sócrates en la República. Así que, este principio del bienestar general o del bien común, de que el Estado no tiene derecho a existir, excepto si sirve al bien común y al bienestar general de todo el pueblo, era una idea antigua, que llamó la atención primero en la antigua Grecia. Pablo la adoptó en Corintios I:13, como un principio del cristianismo, un principio articulado del cristianismo.

Y así, la aspiración de la civilización europea, desde esa época, ha sido —desde la época, en realidad, de Solón de Atenas y demás— la formación de un Estado comprometido con el bien común, con el bienestar general de la población total, presente y futura por igual.

La Constitución de los EU se formó sobre la base de este principio. La autoridad constitucional superior de la Constitución de los EU reside en el preámbulo, cuyo rasgo central es “promover el bienestar general”. Ahora bien, este mismo principio lo encuentran en otra partes, en constituciones europeas, pero no como el principio dominante. Por ejemplo, lo encuentran en la Constitución de Alemania, en el Grundgesetz alemán, pero no es el principio dominante. No es el principio dominante fundamental. En los EU, este principio peligra. Lo adversa el principio lockeano, que era el principio de la Confederación. Pero éste es el principio de los EU.

Ahora bien, la diferencia es ésta: la diferencia es que, la gente tiene la idea de los sistemas económicos basados en las nociones convencionales de dinero. Ésta es una característica de los sistemas europeos en general. En el sistema estadounidense, acorde a la Constitucion de los EU, el dinero no tiene ningún valor intrínseco. El Estado determina cuál será el valor de la moneda, acorde al principio constitucional del bienestar general.

Las bases científicas de nuestra existencia económica

¿Cómo hacemos ésto? Bueno, primero que nada, como indicaré aquí hoy, primero que nada en una economía moderna, a diferencia de las economías de Asia hoy día —incluso los mejores modelos de economías asiáticas hoy, en las mejores economías, de Europa y los EU, los mejores modelos—, el 50% de la actividad económica total de una nación está en la infraestructura económica básica. Cincuenta por ciento de la inversión y el gasto total en conjunto, se expresa en el mantenimiento y mejora de la infraestructura económica básica.

Ahora bien, contrasten eso con la situación de los países asiáticos, en los cuales hasta 70% o más de la población de esos países, incluso en los mejores países, los países que son más fuertes, el 70% vive en condiciones de angustia, de pobreza extrema. ¿Cómo se hace ésto? En parte a través de la globalización.

En los 1960 y después, empezamos a llevarnos la producción de Europa, de los EU y lugares similares, a países más pobres, en busca de mano de obra más barata, para transferir la producción de regiones de alto costo laboral, a regiones de bajo costo laboral. Ahora bien, la productividad de los países europeos: vean el caso de Alemania, donde estamos ahora, la Alemania de posguerra, que se reconstruyó esencialmente bajo la influencia de medidas tales como las del Kreditanstalt für Wiederaufbau. Alemania era un país de alta tecnología, con un gran acento en la infraestructura económica básica.

Desde que Bismarck creó a la Alemania moderna en 1877, en base al modelo de los EUA, al cual se le llama a veces el modelo listiano, aunque lo instigó el economista más destacado del mundo en esa época, Henry C. Carey de los EU; y desde que se hizo algo similar en Japón, Alejandro II hizo un intento similar en Rusia, bajo la dirección de Mendeléiev y demás; las economías europeas modernas han tendido siempre en esa dirección, a reconocer que la función primaria del Estado es defender la economía de la nación, y de proporcionar, ante todo, la infraestructura económica básica, como parte de mantener el interés del bienestar general de todo el pueblo, de manera equitativa.

Ahora bien, esto cuesta dinero: cincuenta por ciento del gasto de los EU como nación —es decir, el gasto económico físico—, en tiempos de prosperidad, es en infraestructura económica básica. Mucho de esto lo hace el gobierno federal; parte lo hace el gobierno estatal; en alguna medida las municipalidades; a veces lo hacen bajo reglamentaciones inversionitas privados, que invierten en obras de energía, sistemas de energía y cosas como esas, que están protegidas y regentadas por el Estado, pero los inversionistas privados pueden meter sus ahorros en estas áreas de baja especulación garantizada.

Pero esto quiere decir que, al considerar la economía en su conjunto, que la mitad del costo total de la economía, de una economía saludable, se gasta en infraestructura económica básica. Regresaré a esto desde el punto de vista de Vernadsky, para explicar cómo funciona esto.

Lo que hemos hecho con la globalización, con la tercerización y la globalización, es que vamos a los países y les decimos: “Vamos a exportar empleos a sus países; exportaremos industrias a sus países. Les compraremos a sus países en base a que ¡no aumenten sus gastos en infraestructura económica básica!” Por tanto, la tendencia es empobrecer al pueblo de India, empobrecer a la mayoría del pueblo de China, como condición para obtener el beneficio del mercado estadounidense y europeo.

La economía física desde la óptica de Vernadsky

Y hay motivos físicos para ello, como explica Vernadsky.

La existencia en el planeta en su conjunto es una cuestión física. Es una cuestión científica física. No es una cuestión monetaria. Cuando quieran hablar de economía, saquen a los contadores de la sala. ¡Desháganse de ellos! Saquen a los financieros de la sala; ¡desháganse de ellos! Sólo harán ruidos que interrumpirán la discusión. Regresen a la economía física y véanla desde la óptica de Vernadsky.

Este planeta, de acuerdo con Vernadsky, tiene tres fases de existencia. La primera, desde una perspectiva experimental —desde la perspectiva del experimento científico, de experimentos físicos—, el primer nivel es lo que llamamos los procesos “abióticos”, los sistemas en los que no hay una función calculada del papel de la vida en el efecto que estamos considerando, el nivel ordinario. Ahora bien, eso no quiere decir que exista un universo sin vida. Existe desde la perspectiva del trabajo experimental. Esto es, al realizar experimentos científicos, defines un espacio–fase, en el cual tu demostración del principio no depende de la suposición de la existencia de un principio llamado vida; y restringes ese tipo de ciencia física, a métodos experimentales de esa clase.

Luevo, llegamos a una segunda región, explorada vigorosamente por Pasteur, Marie Curie y otros en Francia, que es la de la suerte de experimentos que definen la vida, y que no pueden explicarse de ningún modo que no sea aceptando la idea de un principio universal de la vida. Esto es lo que Vernadsky define como la biosfera, y la define desde la perspectiva de los métodos experimentales en el estudio de los fósiles; la relación entre los procesos vivos y sus fósiles.

El tercera nivel es que hay ciertos fenómenos en este planeta, que ahora son patentes a una escala muy grande, con el desarrollo de la ciencia y la tecnología moderna, en los cuales los fósiles del planeta, los fósiles del planeta funcionalmente importantes, son en su mayoría productos de la inteligencia humana; que no son de otro modo generados por procesos vivientes, sino únicamente por las facultades creativas de la inteligencia humana. ¿Eh?

Ahora bien, esto es lo que constituye una sociedad. Una sociedad es, esencialmente, la acción de la inteligencia humana entre un pueblo, sobre una región que definimos como biosfera. La biosfera es una región que incluye lo que definimos por experimento como procesos no vivientes y sus productos, y procesos vivivientes y sus productos fósiles.

Ahora, nosotros, en tanto seres humanos, en tanto sociedad, actuamos sobre un planeta en el que son posibles las precondiciones para la vida humana, debido al desarrollo del planeta, el desarrollo de la vida en el planeta, el desarrollo de los fósiles creados por la vida en este planeta. Luego actuamos sobre esto. No actuamos como lo hacen los simios; los simios no hacen inventos; pueden hacer trucos, como lo hacen algunos de nuestros políticos, pero en realidad no hacen inventos útiles.

Por tanto, cuando hablamos de la producción, hay dos ideas de la producción, y están definidas muy claramente en la historia europea por el principio de la famosa tragedia de Esquilo Prometeo encadenado. Ese Prometeo es sentenciado a la tortura eterna, porque le dio a la humanidad el conocimento del uso del fuego. Esto es característico de la sociedad oligárquica. Decimos: “No queremos que la gente salga con ideas. No queremos que se convierta en científicos. No queremos que aprenda principios científicos”. Queremos usarla, acorde proponían Quesnay y Turgot en Francia como la doctrina fisiócrata; que los seres humanos no son nada más que ganado, ganado humano en las propiedades, para criarse como ganado, en provecho de las ganancias del amo de la propiedad. Ése es el modo tradicional de la sociedad antigua: tratar a la gran mayoría de la sociedad como ganado de engorda, como ganado de caza; usarla según le convenga a un pequeño grupo de gente que la explota.

Mientras que, en realidad, todos los seres humanos son creativos en potencia si se desarrollan. Y todos los seres humanos pueden ser fructíferos, si se les dan las condiciones de vida en que puedan ser fructíferos. Y lo que apreciamos del ser humano, no es su capacidad para comportarse como le digan, ¡sino su capacidad de comportarse de modo contrario a lo que le han dicho! Para hacer inventos útiles que cambian a la sociedad para el bien. Y organizamos la sociedad para fomentar esos cambios. Definimos a un pueblo por su obligación no de obedecer las reglas como tales, sino de aceptar las tareas comunes, los propósitos comunes y cooperar para lograr fines comunes. Pero el factor de cooperación siempre incluye un acento en la promoción de la educación y el desarrollo de las facultades creativas del individuo; y rehacer la producción, redefinir las condiciones de vida, para proporcionarle una mejor oportunidad a los individuos que quieran hacerle una contribución creativa a la humanidad como un todo.

La globalización: un desastre autoinfligido

Entonces, ¿qué hicimos con la globalización? Tomamos a los EU; tomamos a Europa; comenzamos en Gran Bretaña, antes que todo. Todo lo malo generalmente empieza en Gran Bretaña. Son muy buenos para inventar esta clase de cosas. Su contribución a la historia, es inventar ideas malas. Así que, empezamos con el proceso de exportar la producción nacional a regiones en las que pudiésemos explotar la mano de obra barata, sin pagar por la infraestructura necesaria para sostener a esas poblaciones. Luego le hicimos eso a los EU, y nos encontramos con regiones donde le prohibimos a esos países desarrollar su infraestructura económica básica, como lo hemos hecho en México, como lo hemos hecho en Suramérica, y como se ha hecho en gran escala en África, con ayuda del genocidio.

Hicimos lo mismo en Asia. La crisis del tsunami mostró exactamente lo que pasaba: la gente murió en las playas, ¿por qué? Porque la política de los EU, y la política europea, consistía en que deberían haber centros turísticos —hoteles y lugares de descanso— centros de recreo, ¡pero sin desarrollo! Se emplearía el desarrollo para el entretenimiento, para los huéspedes extranjeros que podrían usar los cuerpos de la población local para su recreo sexual y cosas por el estilo. Así que había concentraciones de gente, que vivía a lo largo de las playas, donde estaban los hoteles para la gente que quería nadar o tener sexo.

Allá vivían en casuchas. Cuando esto golpeó, no había infraestructura que los protegiese. Vivían en condiciones de inseguridad, dictadas por la política económica de instituciones como la Fundación Asia Pacífico, que es una institución controlada por los angloamericanos. ¡Típico!

No hemos desarrollado la infraestructura de esta parte del mundo; que es la parte fundamental del mundo, el futuro del mundo; la de mayor concentración de población: China, Asia del Norte, India, Sudasia, el Sudeste de Asia. Éste es el centro de crecimiento de la población mundial. Lo que se le haga a esta región, se le hace al mundo entero.

Le prohibimos a estas regiones, en la medida posible, mediante varios trucos y debido a la mala educación, desarrollar la infraestructura económica básica. El resultado ha sido que, hemos tomado el nivel de productividad más alto del mundo, la productividad física concentrada en Europa y los EU; llevamos la producción de los EU y Europa a países donde más bien el trabajo lo hacía la mano de obra barata. Mano de obra barata sin mucha infraestructura, al menos para la mayoría de la población.

Como resultado, ganamos menos en los EU. Los británicos son un ejemplo perfecto de un desastre autoinfligido. Hicimos lo mismo en Europa. Por tanto, ¡destruimos la infraestructura! Y estamos destruyendo la infraestructura en los EU y Europa. Para hacerlo, estamos mandando la producción a partes del mundo donde no hay infraestructura significativa, o donde no hay infaestructura adecuada para mantener a toda la población. El resultado es que ¡hemos reducido la productividad mundial per cápita! Porque es la relación de la producción con la infraestructura, lo que determina la productividad física.

Y eso es lo que hemos hecho.

Por tanto la globalización, al eliminar el proteccionismo —cosa que si una nación quisiera cometer un error, no afectaría necesariamente a otra nación de forma directa—, al eliminar la protección de la soberanía nacional, hemos creado una situación en la que, cualquier enfermedad, una enfermedad económica, es una epidemia global fatal. De tal modo que el derrumbe de cualquier parte importante del mundo hoy día, derrumba al mundo entero.

Nada más piensen: ¿qué le sucede a países como India y China, si se derrumba su mercado de exportaciones a los EU y Europa? Y están a punto de derrumbarse, ahora mismo. Los EU no pueden cargar con esta deuda que están acumulando ahora; no pueden hacer eso. Las compras de los EU van a desplomarse, incluso si ello significa matar de hambre a gente en los EU.

La atención médica decae, las instituciones de salud están desmoronándose en todo el mundo. La vulnerabilidad a las epidemias aumenta muchísmo como resultado de estas cosas. Lo que hicimos resultó de meternos en eso que se llama “la economía de libre mercado”, de seguir un modelo económico puramente británico, de usar economías basadas en el modelo veneciano, de gobiernos regidos por sistemas de banca central dizque independientes. Europa no tiene soberanía hoy. Ninguna nación de Europa es soberana. Todas están sujetas a sistemas de banca central independientes. Los sistemas de banca central independientes son mohos lamosos, son parásitos que chupan la sangre de toda la nación. A los gobiernos que tratan de luchar contra esos mohos lamosos, los tumban por cualquier medio, como vemos en Europa hoy día.

Por tanto, los EU son decisivos en este respecto. Los EU son decisivos porque tenemos un sistema económico que no es el mentado sistema capitalista. ¡Los EU no son una economía capitalista! Los EU son un sistema basado en lo que se llama el Sistema Americano de economía política, ¡que fue creado en oposición al liberalismo angloholandés!

Los modelos europeos son economías capitalistas. Se basan en el liberalismo angloholandés. La única vez que las economías europeas no fueron economías capitalistas, fue cuando, como en el caso de Bismarck, fue cuando Bismarck se dio cuenta —a partir de las enseñanzas del éxito estadounidense de 1863 a 1876— y reconoció que Alemania tenía que seguir un modelo industrial. ¿Qué sucedió? No sólo hubo gente como Emil Rathenau, Siemens y demás, que iniciaron el gran desarrollo industrial de Alemania; sino que hubo leyes de bienestar general en Alemania, que fueron las llamadas reformas de Bismarck. Que se establecieron ¿para hacer qué? Para proporcionarle protección a la población en general, de tal modo que pudiera haber una población muy productiva en general.

Lo mismo intentó en Rusia Alejandro II, el zar, que era un amigo de los EU y que, obviamente, fue eliminado por los británicos, a la primera oportunidad. Como Alejandro III, lo mismo. Pero Rusia, bajo la influencia de la guía de Mendeléiev, y la adopción de las medidas del Sistema Americano por parte de Graf Witte, tuvo un desarrollo industrial exitoso de la población.

Lo mismo con las concepciones de una nueva China de Sun Yat–sen; se basaron en los mismos principios. China, desde Deng Xiaoping, ha venido caminando en esa dirección, tratando de hacerlo de nuevo hoy día, como con el desarrollo de un sistema ferroviario para la infraestructura interna de China.

El Estado nacional soberano es esencial

Así es que, tenemos que acudir a un modelo distinto, a el modelo en que, en vez de tener una rivalidad hobbesiana entre las naciones, reconozcamos que el Estado nacional, el Estado nacional soberano es un medio esencial para el autogobierno de un pueblo. Que manejen sus propios asuntos; los manejan porque comparten una cultura común. Pueden compartir ideas en esa cultura, porque no son ganado que acepta órdenes. Tienen un idioma, tienen una cultura, una tradición cultural. Piensan en términos de ese idioma, de esa tradición cultural, desarrollan ese idioma, desarrollan esa tradición cultural.

Pero todos nosotros tenemos un propósito común, si somos humanos. Todos somos seres humanos. Este planeta y el futuro de la humanidad son nuestro interés común. Pero sabemos de la experiencia que la mejor forma de hacer esto, es mediante naciones soberanas, separadas, cuyo propósito no es competir —excepto en ideas, y en la práctica—, sino que es beneficiarse la una a la otra. Ese mismo principio de ágape, ese mismo principio de la fundación del Estado nacional moderno, se expresa en el Tratado de Westfalia: ¿Cuál es el primer párrafo, la primera oración del tratado de Westfalia? ¡Es el principio del ágape! La existencia del pueblo y la nación, ¡consiste en preocuparse por el prójimo, en lo principal! Mejorar la situación del prójimo. De modo que un sistema de Estados nacionales que coopera, con la idea de la ayuda mutua, para el desarrollo de otro pueblo soberano, es la idea que se necesita.

Los EU representan esa tradición. Al presente son la única parte del planeta que tiene una forma de gobierno constitucional que representa activamente esa tradición.

Regresemos al modelo de Roosevelt

Y lo que tenemos que hacer, ya que tenemos la responsabilidad, como resultado de la obra de Franklin Roosevelt tenemos la responsabilidad de un sistema monetario–financiero ordenado internacional, para el mundo entero. No se lo podemos imponer a la gente, pero lo debemos ofrecer, y lo debemos proteger, para su beneficio. Debemos formar asociaciones con ese propósito. La intención de Roosevelt era utilzar a las Naciones Unidas como vehículo para esa clase de cooperación. (Truman y Churchill tenían una idea diferente; ellos la usaron para iniciar una guerra mundial). Pero esa idea es válida.

Establecimos instituciones tales como el FMI, el sistema original de Bretton Woods y el Banco Mundial, para cumplir con esos propósitos. Esas instituciones se han corrompido ahora, y sirven a propósitos directamente contrarios a la intención original del Gobierno de Franklin Roosevelt.

El mundo entero, si encara la realidad, sabe que necesitamos estas reformas. Necesitamos regresar a la perspectiva de Franklin Roosevelt, o a lo que era su perspectiva hasta el momento en que murió; a la clase de mundo que se proponía, que debemos construir; mientras que Churchill y Truman y el resto tomaron el rumbo contrario, por lo cual todavía estamos sufriendo.

Y por tanto, nosotros en los EU, tenemos una responsabilidad moral especial, de reconocer que bajo nuestro sistema de gobierno, los sistemas bancarios y el comercio no determinan los precios. Lo hacen los gobiernos. Nosotros determinamos los niveles protegidos de precios, a fin de mantener niveles de inversión en la infraestructura económica básica y mejoras en la industria. Eso es lo que hacemos. Es nuestra responsabilidad voluntaria. Creamos una estructura de precios. No dejamos que un mercado interfiera con nuestra gestión de nuestra economía.

La idea del mercado es una idea veneciana. Es una idea malvada. Debemos erradicar la idea del mercado, según lo definen los venecianos, de nuestro sistema, y regresar a un sistema proteccionista, en el cual el gobierno reconoce que el 50%, al menos, de los gastos totales de un gobierno, dependen del bienestar general intrínseco a la infraestructura. Debemos fomentar el progreso científico y técnico, no la demencia que ha regido desde que nacieron los verdes.

Y ése es nuestro problema.

Ahora hemos llegado a un momento en el que hemos estado cometiendo errores por 40 años. El error es en lo principal resultado del acuerdo entre Churchill y Truman al término de la última guerra, de ir a una guerra mundial para impedir que funcionara el sistema de Roosevelt. Tenemos que crear la misma intención que existía entonces.

Hemos vivido en un error. Hemos llegado a aceptar hábitos y modos de pensar equivocados. Decimos que “la experiencia nos enseña”. La experiencia nos ha hecho tontos, porque no fuimos los suficientemente listos como para superar a la experiencia, para reconocer cuándo la experiencia estaba equivocada.

Y por tanto, en los EU, tenemos esta responsabilidad. Tenemos una Constitución que todavía funciona. Hay un Senado, que no es una institución parlamentaria. Y ahí es donde se equivocan los europeos: no entienden el gobierno estadounidense. El Senado no es una institución parlamentaria. Nunca deja de existir. Todo parlamento europeo deja de existir con cada elección. El Gobierno de los EU nunca deja de existir; el Senado sigue existiendo. El presidente cambia; las instituciones federales siguen existiendo. Hay elecciones; el Senado permanece, sin ninguna ruptura de la continuidad. Un tercio del Senado cambia cada dos años, pero el Senado en su conjunto se mantiene. La Constitución le da poderes al Senado. Creamos la clase de presidencia más poderosa que haya conocido el planeta, en tanto institución. Es la institución presidencial más eficaz del planeta.

Pero, al crear una institución tan poderosa, reconocimos el peligro de que una institución como esa pudiera ser utilizada por fuerzas malignas. Por tanto, creamos en nuestro sistema ciertos frenos y contrapesos, como las facultades especiales del Senado. Estas facultades del Senado son las que tiene una minoría de senadores para oponerse al gobierno federal, al Ejecutivo, en cuestiones decisivas de gobierno.

Lo que trató de hacer el Gobierno de George Bush —por órdenes de George Pratt Shultz y gente así—fue eliminar esa facultad de consejo y asentimiento que tiene el Senado, aprovecharse del hecho de que tenían una mayoría de miembros del Partido Republicano tanto en la Cámara de Representantes como en el Senado, a fin de imponer —por decreto— cualquier cosa que dictase la Casa Blanca, o sus amos.

De no haberse derrotado esa intentona, ya hubiésemos tenido guerras nucleares por todo el mundo, ¡hoy mismo! Como la cuestión de Corea del Norte. ¡Cheney y compañía, y la gente que está detrás de él, ya estaban listos para empezar a arrojar bombas nucleares en las regiones montañosas de Corea del Norte! ¡Deseaban con ardor hacerlo! Tenían otras ideas similares de esa clase. La acción del Senado les quitó ese poder.

Y ahora, lo que está sucediendo es que, el poder de la presidencia ha decaído, el de esta presidencia decae cuando los senadores se paran firmes, habiendo demostrado su poder como un cuerpo, como un cuerpo bipartidista, y empiezan a moverse para defender el sistema de pensiones contra la violación; están defendiendo el sistema de pensiones contra General Motor Corporation; para defender el sistema del Seguro Social; y ahora van a defender otras cosas. Van a cuestionar, más que nunca, esta guerra en Iraq. Van a cuestionar la política belicista en general.

Porque ahora los EU, gracias al Senado, están volviendo a ser los EU de nuevo. Como un ave Fénix. Es intrínseco al sistema, y ahora lo hemos salvado.

Si nada sale mal, si seguimos nuestro curso de acción, podemos salvar al planeta. Si no hacemos esto, ¡el planeta no va a existir! Cuando menos no en una forma decente. Por tanto, no tenemos otra opción que formular ciertas medidas. La gente se opondrá a menudo a ciertas medidas presentando reparos. Pero en el campo de batalla, en la guerras decisivas, uno no pone reparos; uno no pone reparos a las medidas que determinan la vida o la muerte de una nación.

Ahora tenemos medidas, no en el dominio militar, sino en el dominio político, el dominio económico. Estos cambios en las directrices van a determinar la vida o la muerte de la civilización mundial. Tenemos que eliminar al movimiento ambientista como fuerza política. Tenemos que eliminar la globalización. Tenemos que eliminar las disposiciones de la Organización Mundial de Comercio. ¡Todas esas cosas se tienen que eliminar! Sean populares o no, no importa. Tenemos la opción: o hacemos esos cambios, o nos hundimos. No tienen alternativa, a no ser que decidan perder la guerra.