Escritos y discursos de Lyndon LaRouche

 

Se le agota el tiempo a Estados Unidos


por Lyndon LaRouche

Washington (EIRNS)—La anarquía al parecer increíble y el desprecio imprudente por la verdad que expresa la bancada del Partido Demócrata en el Senado estadounidense, llevará al ciudadano estadounidense informado y al observador extranjero a preguntarse si, para fines de este año civil, Estados Unidos será todavía una nación que funcione. Desde mediados de febrero de este año, queda muy poco en la bancada demócrata del Senado que recuerde la cualidad magnífica de liderato que la misma mostró en —muchos, aunque no todos— los temas fundamentales de su momento, durante el 2005.

Al centro de esta crisis de desintegración en la dirigencia nacional del Partido Demócrata, está la complicidad de muchos de sus miembros principales en aceptar la presión de Félix Rohatyn de la internacional sinarquista y demás. Desde mediados de febrero de este año, muchos de esos miembros han evadido necia y repetidamente mis advertencias, ahora del todo confirmadas, de que la negligencia en cuanto al rescate inmediato de la capacidad de diseño de máquinas–herramienta que alberga nuestra industria automotriz, daría pie a una amenaza existencial a la supervivencia continuada de Estados Unidos en tanto nación de primer orden en el mundo. Ahora, con los acontecimientos recientes dentro de la propia industria automotriz, el sistema monetario–financiero mundial ha venido humillándose, como es obvio, hacia una crisis de desintegración global que embiste a la economía mundial.

Sion duda, como cualquier sociólogo calificado evaluaría sus pautas de conducta, el problema con el Senado es, al menos en gran parte, un reflejo de ciertos tratos de trastienda sumamente corruptos. Para el historiador clásico, los arreglos en perspectiva, que son tan al vivo notorios, tienen la marca de la sofistería de la Atenas de Pericles, cuando escogió perpetrar ese genocidio contra su aliada, la isla de Melos, lo cual resultó ser el principio de esa destrucción auntoinfligida de la Grecia clásica llamada la guerra del Peloponeso.

Una parte importante y decisiva de esto ha sido la negativa constante de elementos destacados del Senado a resistirse a lo que Félix Rohatyn y sus compinches de la internacional sinarquista han afirmado de forma llana e insistente como su intención de destruir la soberanía de nuestra república. La destrucción de nuestra república, que Rohatyn promueve en representación del legado nazi del veterano de la Segunda Guerra Mundial, Lazard Frères, y de los compinches estilo Bilderberger de éste, en favor explícito del sistema de un llamado imperio "globalizado" de corte medieval, es como la que degeneró en la Nueva Era de Tinieblas del siglo 14 en Europa; esto es una necedad peor que traicionera contra la existencia misma de nuestra república.

Desde muchos lugares importantes de nuestro aparato político actual, la respuesta que con frecuencia recibo pareciera ser: "A lo mejor tiene razón en lo que dice, ¡pero por eso mismo abandono el barco ahora!". Es como si los integrantes de un ejército que ya se considera derrotado simplemente huyeran en un acto de deserción colectiva sin ton ni son, sin dejar a líder alguno para negociar los términos de la rendición. Los dirigentes de alto rango, los generales políticos, los comandantes de regimiento y otros parecidos, en su mayor parte han desertado del campo de batalla abandonando a sus legiones para que breguen como puedan, en anarquía, con el caos así creado.

Es así que tenemos el espectáculo repugnante de las redes del Consejo de Liderato Demócrata (DLC) y sus correligionarios.

La reunión reciente de la Organización de Cooperación de Shanghai debe verse contra de este telón de fondo histórico. La mayor parte de la raza humana, como la representa ahora esa organización y sus amigos que estuvieron presentes en esa reunión, ha considerado la existencia continua de Estados Unidos de América como una causa perdida. Están convencidos, por el comportamiento del Presidente y de la mayoría de la oposición política elegida al Gobierno estadounidense, de que Estados Unidos de América no se salvará de la destrucción autoinfligida y de que, por tanto, tampoco puede hacerlo. Las otras naciones, los presuntos sobrevivientes de esta hecatombe, están tratando de quitarse del paso de la crisis de desintegración general que arremte, al tiempo que hacen planes para construirle un nuevo futuro a la mayor parte de la humanidad que sobreviva. El supuesto de que Eurasia, por ejemplo, podría sobrevivir al colapso físico de la economía estadounidense que ahora acelera, es uno con muy poco fundamento. Si Estados Unidos se viene abajo, como parece que la dirigencia estadounidense actual está decidida a permitirlo, es de dudarse que el resto del planeta pudiera escapar a la nueva Era de Tinieblas planetaria que le seguiría.

Entonces, ¿en beneficio de quién están traicionando de forma tan atroz? Nos están traicionando aquellos que, como los compinches financieros sinarquistas de Rohatyn, odian tanto a Estados Unidos, y en especial su tradición constitucional, que preferirían destruir el planeta que vivir en uno gobernado por la tradición de 1776. Existe un reino tan perverso, como el de Adolfo Hitler, que yace en un dominio mucho más allá de la mera traición. Es ahí donde están hoy los cómplices internacionales de Rohatyn y los compinches estilo Bilderberger de los sinarquistas del liberalismo radical angloholandés.

 


Eliminemos la influencia de Félix el "Coyote" Rohatyn en el Congreso estadounidense, para bien del mundo entero.
(Foto: www.aoc.gov; caricatura: Claudio Celani/EIRNS).

 

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