Escritos y discursos de Lyndon LaRouche

 

El fraude periodístico contra el Papa
Los crímenes del británico Bernard Lewis


por Lyndon H. LaRouche

17 de septiembre de 2006.


Que los fieles del islam escuchen mis palabras de advertencia, ¡antes de que sea demasiado tarde para que evitemos consecuencias terribles para toda la humanidad!

El fundador del cristianismo, Jesucristo, nació durante el reinado del perverso emperador romano Augusto, y fue asesinado, con la crucifixión, por órdenes del Poncio Pilatos que era agente personal del francamente satánico emperador Tiberio, quien vivía, con su séquito de devotos de la secta de Mitra, en su centro de operaciones en la isla de verdad caprina de Capri. Los cuatro relatos de los apóstoles cristianos Mateo, Marcos, Lucas y Juan nos proporcionan la crónica de estos acontecimientos, pero la más profunda nos la da el apóstol Juan. El Testamento y las Cartas de los apóstoles Juan y Pablo nos dieron, hasta la fecha, una honda comprensión de la misión cristiana, del modo que comparto al presente elementos pertinentes de este conocimiento.

Los escritos de los apóstoles Juan y Pablo representan la ciencia griega clásica que encarnó la forma más elevada de conocimiento científico y relacionado de esa época, en oposición al legado pro satánico del culto al Zeus olímpico y otras excreciones favorables al reduccionismo, de esa perversa secta pitia del Apolo de Delfos de la que había manado la maldad de la Roma imperial entonces.

De modo que los apóstoles Pedro y Pablo, entre legiones de otros apóstoles y cristianos comunes, fueron asesinados en su martirio por un Imperio Romano de una perversidad intrínseca, desde el momento de su concepción, hasta su encarnación actual en formas tales como la visión del agente de la inteligencia británica Bernard Lewis sobre los objetivos del Imperio Británico hoy.

Así, cuando la extendida política de Roma de genocidio contra los cristianos para acabar con el cristianismo fracasó, el malvado emperador Dioclesiano desistió de la táctica del genocidio, no porque fuera humano, sino porque era un tirano listo e infinitamente corrupto que fue lo bastante astuto como para abandonar lo que había probado ser una causa perdida. Sin embargo, a pesar de la lección de la historia romana, el heredero alemán de la tradición del Imperio Romano, Adolfo Hitler, llevó a cabo un genocidio parecido contra los judíos. De manera que, cuando toda tentativa previa de los emperadores romanos por exterminar al cristianismo con métodos de corte hitleriano falló, el fiel seguidor de Dioclesiano, Constantino, trató de lograr mediante la corrupción lo que Roma no pudo a través de la fuerza genocida abiertamente represiva. Sin duda, la realidad actual es que ni el cristianismo ni el islam pueden extinguirse de este planeta, excepto con la destrucción misma del planeta.

Así, un aspirante a nuevo Imperio Romano, el legado del Imperio Británico de lord Shelburne, reaccionó a la victoria del presidente estadounidense Abraham Lincoln sobre el títere de lord Palmerston, la Confederación de los esclavistas. Gran Bretaña reaccionó a la derrota de su marioneta confederada fiándose de la corrupción desplegada al interior de Estados Unidos de América a través de los principales instrumentos de intereses financieros británicos en el centro financiero de Nueva York. Donde la mera fuerza había fallado, la estrategia de Constantino para destruir el cristianismo fue por corrupción, al legalizarlo como una secta del pagano Panteón imperial romano. La corrupción se expresó en el empeño de Constantino por controlar la selección de los obispos de una iglesia legalizada por el imperio. En repetidas ocasiones se ha aprovechado un factor similar, implícitamente traidor, de los círculos financieros estadounidenses ligados a Londres en el uso de la corrupción, como lo hizo el presidente Harry Truman en contra de la tradición de Franklin Roosevelt, como un arma para destruir desde dentro a EUA mediante la corrupción.

Alejandro Magno y sus consejeros de la Academia platónica derrotaron el designio de semejante "imperio mundial" oligárquico entonces, pero, con el fin de la Segunda Guerra Púnica, y la caída de Sicarusa y las muertes de Eratóstenes y su colaborador Arquímedes, sólo era cuestión de tiempo para que el Imperio Romano surgiera del Mediterráneo y las regiones adyacentes.

Desde entonces, la tradición del Imperio Romano ha perdurado bajo diferentes disfraces, como una Roma anterior fue remplazada por la adopción de Diocleciano de lo que había sido el designio babilónico posterior a las guerras del Peloponeso, de un pretendido gobierno mundial oligárquico: esta vez, al dividir al Imperio Romano entre su decadente rama occidental, Roma, y su rama oriental, Bizancio.

Así, la oligarquía financiera de Venecia explotó la decadencia de Bizancio para crear el sistema medieval de Europa, en asociación con la brutal caballería normanda.

De modo que el remplazo de la fracasada caballería normanda por la bestialidad de la ola de guerras religiosas de 1492–1648 dirigidas por Venecia que esa figura satánica, el gran inquisidor Tomás de Torquemada, emprendió contra la civilización europea moderna, corrompió y casi destruyó el ascenso de esta última.

Éste fue el Torquemada que el dirigente de la francmasonería martinista Joseph conde de Maistre escogió como modelo para fabricar la personalidad sintética del emperador Napoleón Bonaparte. Fue este mismo modelo de Torquemada como "el Verdugo", que de Maistre fraguó directamente para crear la personalidad de Napoleón en tanto emperador, el que se copió para generar la misma clase de identidad en la persona de pútrida moralidad de Adolfo Hitler.

El genocidio de Hitler contra los judíos fue, y es el legado de Torquemada y sus seguidores sinarquistas nominalmente cristianos y similares, de Europa y todas las Américas, hasta la fecha.

El legado de las cruzadas normandas y de Torquemada es la raíz de la intención del sistema liberal angloholandés moderno de montar una guerra religiosa global contra el islam, la guerra religiosa que Bernard Lewis de la oficina de asuntos árabes británica ha hecho tanto por fomentar hoy día.

Por qué el fraude periodístico contra el Papa

Jesucristo nació judío, y fue asesinado por lo que Roma consideró como la amenaza del restablecimiento de un Estado judío. Los principales apóstoles de Cristo fueron judíos, como lo ejemplifica la asociación estrecha del apóstol Pedro con el gran maestro judío Filón de Alejandría. La relación ejemplar de judíos y cristianos, por igual, con el islam, es la típica de la colaboración de cristianos, musulmanes y judíos que expresó la colaboración entre Carlomagno y el califato de Bagdad. Éste siempre debió ser el caso, como plantea este hecho el gran teólogo del Renacimiento europeo del siglo quince, el cardenal Nicolás de Cusa, en su De pace fidei.

Sin embargo, desde la conducción de Carlomagno en el ecumenismo entre cristianos, judíos y el islam, el legado de la Roma imperial que perpetró el asesinato judicial de Jesucristo y de masas de cristianos siempre ha procurado con insistencia reafirmar el sistema oligárquico de dominio imperial, al poner a cristianos, judíos y musulmanes unos contra otros, como lo vemos en la trama periodística de la difundida representación fraudulenta actual de las implicaciones de un extracto del discurso del papa Benedicto. La historia del Imperio Británico, hasta la actualidad del Bernard Lewis de la oficina de asuntos árabes británica, es ejemplar de este uso de la oligarquía financiera estilo veneciana de la guerra religiosa en tanto instrumento de su intentona por imponer un gobierno imperial global, la misma intentona que expresa hoy el uso de la "globalización" para erradicar la institución del Estado nacional soberano.

La actuación corrupta de la prensa internacional en cuanto a esto tiene el carácter ominoso de una campaña para disponer el asesinato de un papa Benedicto que no es muy querido entre los amigos de Lynne Cheney en el Londres de Liz Simmons, y que se culpe al mundo islámico del atentado.

Sin duda, la difundida representación fraudulenta del discurso reciente del papa Benedicto sobre el tema del ecumenismo no puede entenderse de manera competente, excepto como una nueva expresión de la maliciosa campaña propagandística del Bernard Lewis de la oficina de asuntos árabes británica (el jefe designado de los agentes británicos adiestrados en Harvard, Henry Kissinger, Zbigniew Brzezinski y el Samuel P. Huntington del "choque de civilizaciones"). Así, tal como el Imperio Romano buscó destruir la colaboración ecuménica de Carlomagno entre cristianos, judíos y el islam a través de las cruzadas normandas dirigidas por los venecianos, la facción liberal angloholandesa contemporánea de las actuales finanzas imperiales no sólo ha creado y desplegado el dogma pro satánico de Bernard Lewis del "choque de civilizaciones" usando a criaturas estadounidenses corruptas tales como Kissinger, Huntington y los de su ralea, sino también a los fanáticos amantes de Bush cuyas creencias adoptadas se aproximan a la esencia de una secta satánica.

Entre tanto, organizaciones de inteligencia liberales angloholandesas usan a elementos de las filas de musulmanes nominales que tradicionalmente han sido agentes que se desprenden de la marioneta de Londres, al–Afgani, como criaturas de una obra de teatro escrita y dirigida por Bernard Lewis, para llevar al islam a la autodestrucción de sus pueblos desde dentro.

Sean testigos de esos degenerados de inmoralidad abismal, los partidarios fanáticos de un lunático presidente George W. Bush hijo, cuya presencia misma en el cargo profana el nombre de cristianismo. Sean testigos de los católicos nominales que siguen la tradición de los Habsburgo y Coudenhove–Kalergi de un modo francamente fascista aun hoy, la tradición ininterrumpida de las guerras religiosas de 1492–1648. Vean el tratamiento fraudulento que le dan los órganos de difusión a la oferta de Benedicto de un diálogo de religiones, como parte de los preparativos del probable ataque con armas nucleares que el vicepresidente Dick Cheney pretende emprender contra Irán en alguna oportunidad fraguada antes de las elecciones intermedias de noviembre en EU.

Un ataque tal contra Irán sería el detonador de un holocausto mundial inextinguible que no terminaría sino hasta que consumiera todo el material combustible de nuestro planeta. Semejante ataque contra Irán es el objetivo de los responsables de la operación fraudulenta que se lleva a cabo contra el papa Benedicto en el interés del vicepresidente Cheney, a través de órganos de comunicación europeos corruptos y por lo general mentirosos, y otros, sobre cuyo carácter moral podrido soy un experto extraordinario por experiencia personal.

Cualquier dirigente político de cualquier nación que no sea un tonto, prontó verá este asunto como lo hago yo. Cualquiera que sea lo bastante necio como para seguir el juego que una prensa arreglada ha armado mediante el tratamiento fraudulento de un extracto tomado de los comentarios del Papa, será culpable de cualquier infierno sobre la tierra que es claro que pretende facilitar la difusión continua del fraude periodístico.

1. ¿Qué debes creer?

El concepto común de la naturaleza del hombre y la mujer que comparten los judíos, cristianos y musulmanes, es esa distinción que pone de relieve la conclusión del primer capítulo del libro del Génesis. Yo puedo dar fe de la validez científica absoluta de esos versos por mi conocimiento personal. En un tema relacionado, puedo dar fe de la validez absoluta de esa acusación que presentó Filón de Alejandría contra el falso concepto filosóficamente reduccionista de Creación. Eso es lo que, los tres, debemos creer.

El Creador del universo ha de reconocerse como una personalidad viva cuya naturaleza, a diferencia de la de todas las bestias, se refleja en la naturaleza intrínseca de la esencia inmortal de las facultades creativas que están ausentes entre las bestias, pero que distinguen de manera fundamental a la personalidad humana. A este respecto, la vida de todo ser humano individual es sagrada según la ley natural de este universo eterno. Así, tenemos que considerar la relación entre cristianos, judíos y musulmanes del modo que Nicolás de Cusa describe este principio en su famoso diálogo De pace fidei. En esta configuración del proceso social, la fe del individuo tiene que responder primordialmente a esta clase específica de relación personal, como hacía hincapié Cusa, con el Creador vivo que existe en tanto poder activo voluntario dentro de un universo finito, pero ilimitadamente autolimitado..

Así como las naciones deben ser soberanas en su legislación, la comunidad de pueblos soberanos tiene que procurar de manera constante arribar a una comprensión común menos imperfecta de la ley natural implícita en el gobierno del Creador sobre ese universo. Nunca debemos sobreestimar la perfección de lo que pudiéramos considerar como nuestra creencia establecida. Siempre tendremos mucho de sustancia por descubrir, y la tarea de lo que aún no hemos soñado con hacer.

Sin embargo, esta comprensión indispensable de cualquier persona, nación o agregado de creencias religiosas es, por necesidad, imperfecta de dos maneras. Primero, conocemos el universo del modo que existe hasta ahora sólo de manera imperfecta, como insiste el apóstol Pablo en su Corintios I:13. Segundo, como le advirtió Filón a los aristotélicos de su tiempo, Dios el Creador nunca renunció a Su poder para cambiar el universo que Él ha creado. El razonamiento de Filón implica la pregunta: ¿le rezaría cualquier persona cuerda a un Creador al que creyera impotente? Por tanto, un sabio rabino judío diría, y algunos a los que he conocido lo han hecho, que el Mesías no regresará conforme a algún itinerario, sino sólo cuando el Creador lo decida.

En cuanto a las implicaciones superiores de la naturaleza del Creador, la mejor prueba de conocimiento científico es que, así como al sistema planetario solar lo generó, en tanto forma superior de existencia, un sol joven que giraba con rapidez, el universo de Dios no es fijo, nunca es entrópico, sino que siempre es antientrópico, siempre opera para desarrollarse y expandirse a niveles superiores de existencia. La misión esencial de la humanidad es actuar a semejanza del Creador, y en asociación con ese Creador, en ese sentido.

En consecuencia, tenemos que abordar el manejo de los asuntos del universo de una manera que esté regida por una mezcla cuidadosa de certezas y humildades.

El ejemplo de la ciencia europea moderna

La ciencia europea moderna surgió de la influencia de la historia del antiguo Egipto, como en la forma de lo que los antiguos griegos clásicos, tales como los pitagóricos y Platón, conocían como el método científico de la esférica. Aunque la Academia platónica nutrió este conocimiento, como lo representaban los círculos de Platón, hasta cerca del 212 a.C., hasta la muerte de Eratóstenes y Arquímedes, fue en gran medida suprimido por la influencia que la secta del Apolo délfico ejerció sobre la ideología de la antigua Roma, tanto antes como después de la fase imperial. Con Bizancio, se conservó un registro de buena parte de este conocimiento en Grecia, y el acervo de las obras del Califato de Bagdad se hizo eco de él, pero dicho conocimiento no se revivió como un rasgo activo principal de la cultura sino hasta el desplome del sistema tiránico ultramontano veneciano–normando y el ascenso subsiguiente de la influencia del gran concilio ecuménico de Florencia.

La ciencia moderna y sus efectos benéficos en la definición del concepto que la humanidad tiene de sí misma, la fundó en tanto ciencia física experimental el cardenal Nicolás de Cusa, empezando con su De docta ignorantia. Todas las corrientes válidas de la ciencia moderna se remontan a ese momento, pasando por estudiantes de Cusa como Luca Pacioli y Leonardo da Vinci. Sin embargo, el primero en establecer una visión sistemática de toda la ciencia física fue el seguidor de Cusa, Johaness Kepler, con su descubrimiento único original de la gravitación universal. De ahí en adelante, la ciencia progresó conforme a los lineamientos que marcaron, en lo principal, Fermat, Leibniz, Gauss y Riemann, en oposición a los reduccionistas de los que eran típicos lacayos domésticos y seguidores del Paolo Sarpi de Venecia tales como el soez Galileo Galilei, el perverso René Descartes, el pervertido moral John Locke, y los reduccionistas radicales del siglo 18 De Moivre, d'Alembert, Euler, Lagrange, y los seguidores del siglo 19 de Laplace, Cauchy, Kelvin, Helmholtz y demás.

La cuestión pertinente a recalcar aquí, es que las diferencias entre las dos corrientes contrarias principales en la ciencia física europea moderna, entre los seguidores de Cusa y Kepler, y las escuelas reduccionistas del empiricismo, el positivismo y el existencialismo, son en esencia teológicas, en el sentido específico de que la ciencia de los seguidores de Cusa, Kepler, Leibniz y Riemann implica de manera categórica una visión cristiana del universo congruente con la citada identificación del hombre y la mujer en el Génesis 1, en tanto que las escuelas reduccionistas en la ciencia tienen sus raíces en la tradición de la escuela de suyo pro satánica del Apolo de Delfos y el Panteón imperial romano.

Estos mismos asuntos, que aparecen en tales forma en el dominio de la ciencia física europea desde la antigua grecia clásica, están relacionados con el hecho desagradable de que el propio cristianismo organizado está muriendo en Norteamérica y Europa Central y Occidental, a consecuencia del cambio de paradigma cultural que indujeron sectas francamente satánicas tales como el Congreso a Favor de la Libertad Cultural, que encabezaban criaturas de EU ya fallecidas o aún con vida, tales como el finado profesor Sidney Hook y el todavía activo John Train.

Esta decadencia que se propagó dentro de las iglesias cristianas, entre ellas la católica, la encarna la contracción acelerada de la clerecía mediante los efectos combinados del envejecimiento y muerte de las filas más antiguas, y la falta de voluntarios más jóvenes que las renueven. Esta decadencia también la expresan, de los modos correspondientes, las sectas lunáticas extremistas asociadas con la base política del presidente estadounidenase cada vez más demente George W. Bush hijo. Cada vez hay menos que sirven, porque cada vez menos creen, una falla que no reside en la creencia, sino en el creyente.

La cuestión práctica común más importante de la religión y la ciencia es la de la verdad. En ambos casos, el asunto es en esencia el mismo. Ninguna persona viva ha visto nunca un principio físico universal con los sentidos humanos ni ha visto al Creador. Ambos objetos existen, pero como cada uno comprende al universo entero, ninguno de los dos está sujeto a la percepción sensorial. Ésta no percibe más que las huellas de cada uno. De modo que, así como somos capaces, al igual que Cusa, Kepler y Leibniz lo eran, de descubrir principios físicos universales, también podemos, por la misma cualidad única de la mente humana, reconocer la prueba de la existencia del Creador.

El problema que encierra este fenónemo de la decadencia hoy, es que la alternativa a la verdad es lo que con frecuencia se llama "democracia", pero que se reconoce mejor como sofistería. La norma aquí es la misma que los diálogos de Platón presentan como la prueba contra la sofistería mediante la cual una Atenas otrora triunfante se destruyó a sí misma al adoptar esa sofistería asociada con el Partido Democrático de Atenas que perpetró el asesinato judicial del Sócrates santo.

La característica de la sofistería es la sustitución de la prueba científica por la creencia en la opinión popular de algún grupo de la sociedad, tal como la idea de "democracia" asociada con la Atenas de Pelicles indujo a Atenas a autodestruirse en la guerra del Peloponeso. La decadencia y caída de la civilización europea ahora, en especial desde la época del encubrimiento oficial del asesinato del presidente estadounidense John F. Kennedy y el remplazo previo de las políticas del presidente Franklin Roosevelt por la corrupción que encarnaba el Gobierno de Harry Truman, ha llevado hoy a la virtual bancarrota de EUA y Europa Occidental y Central.

Nunca se ha destruido a culturas poderosas excepto como está destruyéndose hoy a la civilización mundial, por la decadencia que se esparce desde EUA y Europa, la decadencia de la que es típica la intervención del pro británico presidente estadounidense Harry Truman y el surgimiento de los llamados "sesentiocheros" de Europa y las Américas hoy.

El problema ahora es que la promoción de lo que se induce como opinión colectiva de amplia aceptación, se usa como un sustituto, e incluso como un adversario feroz de la verdad. Eso es lo que significa el término "sofistería". Eso es lo que significan los términos "retórica" o "tergiversación". "No puedes contrariar la opinión popular", es el estertor de muerte de civilizaciones enteras.

2. La verdad significa amar a toda la humanidad

¿Amas a la humanidad? ¿Es el amor por toda la humanidad tu principal prioridad en toda cuestión, incluso la fe religiosa?

Considera el caso de los Países Bajos actualmente. Uno de los problemas más feos de corrupción moral que se haya visto en este planeta hoy, es la notoria política holandesa hacia las personas que pasan de setenta años. La eutanasia es más barata que los campos de muerte nazis para librar a una nación de población no deseada. Una nación que tolere semejante práctica de la llamada "eutanasia", debe considerársele como una nación renegada hasta que enmiende su proceder.

Por supuesto, esta política de genocidio en nombre de la "eutanasia" la iniciaron mis opulentos enemigos en EUA, no la Alemania nazi. Los holandeses nos dieron la grafiosis del olmo, EUA nos dio a Hitler, y el actual Gobierno holandés la enfermedad de la eutanasia.

Esto ilustra la cuestión, de que los peores crímenes en contra de la humanidad son aquéllos que se cometen en nombre de políticas que adoptan los gobiernos o, simplemente, de la diseminación de una cierta cepa de la opinión popular. Así, el más grande de todos los crímenes es la ausencia de un acento primordial en el amor por toda la humanidad. Los odios raciales y religiosos, tales como el antisemitismo, o el odio contra el islam o por los cristianos, es, en los anales de la historia conocida, la expresión más perversa de criminalidad que pueda verse hoy en el planeta.

A este respecto, volvamos nuestra atención a De pace fidei de Nicolás de Cusa. Si amas al Creador, tienes que ver a todas las ramas de la familia humana a esa luz, del modo que Cusa plantea ahí ese razonamiento. Ése fue el golpe de genialidad que expresó la intervención del cardenal Mazarino, al hacer que los pueblos en guerra de Europa se comprometieran a "amarse los unos a los otros" en la Paz de Westfalia de 1648. El peligro más grande para toda la humanidad hoy es la pretensión, por un lado, de mentes deplorablemente trastornadas como la del presidente George W. Bush hijo o el vicepresidente de brutal propensión satánica Dick Cheney, de librar una guerra contra el islam, y el peligro de que la tendencia de fuerzas dentro del islam pudiera ser a reaccionar de forma afín. En cualquier caso, especialmente en el caso de semejantes respuestas de ambos lados, la civilización en todo este planeta estaría condenada que las generaciones aún por venir sufrieran las consecuencias.

Las mismas fuerzas responsables de las campañas fraudulentas de una prensa internacional corrupta, al usar una engañosa urdimbre adrede mentirosa para instigar un odio islámico contra el papa Benedicto, son las que encubre la intención de que el vicepresidente Cheney emprenda un ataque aéreo terrible, de cerca de un mes de duración, en contra de Irán y otros objetivos. Si quieres ganarte una temporada en el infierno, y también para tus descendientes —si es que alguno sobrevive en realidad—, continúa con la misma pauta de acción y reacción que desató el difundido fraude periodístico contra el papa Benedicto la semana pasada.

 

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