Escritos y discursos de Lyndon LaRouche

 

El fraude de Jean-Guy Allard sobre LaRouche

por Lyndon H. LaRouche

Jueves 7 de diciembre de 2006 (EIRNS)—Este informe se refiere al artículo que dio a conocer hace poco Jean-Guy Allard. Quien lo publica, lo identifica como: "Para espiar a Cuba y Venezuela: una reliquia del régimen de Reagan", por "Jean-Guy Allard, de Granma Internacional".

Enumero lo que Allard pretende son los argumentos difamatorios en mi contra proferidos en un artículo firmado por el antedicho Jean-Guy Allard, sobre la figura de la comunidad estadounidense de inteligencia Norman Bailey.

Ese artículo se fundó en hechos muy tergiversados e información paralela falsa y de otro modo engañosa en cuanto a mi relación con Norman Bailey en los años de 1982 y 1983, cuando me topé con él como uno de varios funcionarios del Consejo de Seguridad Nacional de EU con los que tuve un contacto frecuente durante el papel que desempeñé en mis intercambios extraoficiales con el Gobierno soviético. Yo había diseñado la propuesta de una nueva política de relaciones entre los Gobiernos estadounidense y soviético, y sostenía pláticas tanto con los canales oficiales soviéticos como con especialistas de asesoría pertinentes en cuestiones que atañían al diseño de la instrumentación del acuerdo propuesto.

Estos intercambios empezaron en el período del Gobierno soviético provisional que precedió a la selección de Yuri Andrópov, y que continuó durante el de su ejercicio en el cargo, hasta febrero de 1983. El proyectó siguió adelante hasta el llamado público que el presidente Reagan le hizo al Gobierno soviético el 23 de marzo de 1983, a examinar abiertamente lo que yo había propuesto.

La adopción del Presidente de la propuesta que planteó en la presentación televisiva de marzo, reflejaba su fuerte hostilidad de larga data contra las directrices e influencia de Henry A. Kissinger, cuestión en la que mis esfuerzos y los del Presidente coincidían.

Sus superiores le habían encargado a Norman Bailey que se hiciera cargo de la política de financiamiento para la puesta en marcha de la propuesta del presidente Reagan.

La relación con Bailey cesó cuando el proyecto se canceló a fines de 1983. Sin embargo, remanentes de dicha relación surtieron efecto cuando estuve bajo el ataque tupido de la sección derechista de la comunidad estadounidense de inteligencia a principios de 1984, ataque emprendido a través de las redes de Wall Street asociadas con el ex miembro de la operación anglo-franco-americana de inteligencia del Paris Review, John Train. A Bailey lo abordó una unidad de la televisora NBC-TV que llevaba a cabo una operación de difamación en mi contra bajo la dirección de John Train. Los comentarios sobre mí que cita Jean-Guy Allard se tomaron principalmente de la transmisión difamatoria que produjo el reportaje "First Camera" de NBC-TV, o de propalaciones periodísticas generadas en el mismo ambiente.

Enumero y comento sobre las citas del caso en el artículo de Allard, como sigue:

Número 1: "Confiesa ser socio de Lyndon LaRouche, el controvertido político norteamericano de extrema derecha". Bailey nunca "confesó" ni "alegó" ser "socio" mío.

Número 2: "Pero lo que más llama la atención en su trayectoria es su confesada amistad con Lyndon H. LaRouche Jr., ex candidato presidencial y eminente miembro de la extrema derecha norteamericana, que maneja una red de inteligencia cuya amplitud y eficiencia elogió públicamente".

Nunca he sido miembro de la extrema derecha, y una y otra vez agencias y organizaciones derechistas pertinentes me han considerado enemigo de la misma desde que regresé a EUA de prestar servicio militar en Birmania e India a mediados de 1946. He desarrollado un excelente servicio de inteligencia que publica un semanario, Executive Intelligence Review, y diversas agencias de muchas partes del mundo lo respetan mucho por la calidad de nuestro producto.

Número 3: "Más aún, Bailey es quien LaRouche usó para penetrar la Casa Blanca poco después de que el funcionario-espía fuera nombrado en el Consejo Nacional de Seguridad (NSC por sus siglas en inglés)".

Esta afirmación de Allard es completamente fraudulenta. Mi acceso a la Casa Blanca de Reagan fue fruto de un encuentro personal con el Presidente durante la contienda de las primarias presidenciales de 1980. Mi acceso a la Casa Blanca tuvo lugar a través de muchos círculos de mucho más alto nivel que Bailey en varias naciones.

Número 4: "El propio Bailey contó en algún momento que fue entonces orientado por oficiales del NSC para que conversara con un grupo de partidarios de LaRouche, quienes ofrecían proporcionar información de inteligencia".

Eso, si es que Bailey de veras dijo algo así, es descabelladamente engañoso. Algunos de mis colaboradores recibieron la encomienda de cooperar en 1982-1983, en coordinación con personas asignadas del Consejo de Seguridad Nacional, una de las cuales, a quien se puso bajo mi supervisión, era Bailey.

Número 5: "A partir de ahí, mantuvo relaciones estrechas y regulares con el grupo y su jefe, a quien visitó, incluso, en su rancho exclusivo de Loudoun County".

Esto es una total mentira, de la que Allard es implícitamente responsable.

Número 6: "Sus enemigos califican a LaRouche de antisemita con propensión a concebirse como una suerte de Hitler, a la cabeza de una secta oculta".

Esto se dice sólo a través de los conductos aún asociados con el banquero derechista John Train, quien desempeñó una función primordial en urdir una operación encubierta de inteligencia en mi contra a partir de mayo de 1983.

Lo que alegan los de semejante calaña son mentiras absurdas, y sólo emanan a instancias de operaciones de inteligencia muy sucias, tales como la de Train.

Número 7: "En su apología de aquella controvertida organización, Bailey señaló que constituía 'uno de los mejores servicios de inteligencia del mundo' por operar 'más libre y abiertamente que las agencias oficiales', lo que le permite 'hablar con primeros ministros y presidentes' ".

Esta opinión la compartían muchas instituciones internacionales y especialistas connotados en los 1980, y muchas instituciones importantes de gran parte del mundo siguen viéndola con un respeto parecido hoy día.

En conclusión: espero que nadie haya sido lo bastante incauto como para pagarle a Jean-Guy Allard por un producto de esta calidad. Publicaciones noticiosas respetables lo despedirían en el acto si lo agarraran proporcionando esta clase de basura como si fuera verdadero trabajo de inteligencia.