Escritos y discursos de Lyndon LaRouche

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El documento final de la serie:

VIENE AHORA EL TIEMPO ECONOMICO

Por Lyndon H. LaRouche, Jr.

8 de febrero de 2009

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Este es el tercer documento y último de una serie para EIR, escrita por el autor como respuesta suplementaria a una pregunta planteada, con un ojo puesto en el tema de una nueva política económica estadounidense, durante una videoconferencia internacional del 22 de enero de 2009 sobre la crisis económica actual. Los títulos de los dos documentos anteriores de la serie son "Las naciones en tanto dinámicas" y "El significado del tiempo físico".

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Prólogo:

¿QUÉ ES EL DESEMPEÑO A TIEMPO?

Las páginas siguientes se dedican a un resumen del avance más significativo en las base científica para el conocimiento y la práctica de la economía desde el período de 1907-1909 de la obra íntimamente relacionada de Alberto Einstein y Hermann Minkowski sobre lo que entonces se denominaba "Relatividad Especial": la importancia decisiva de la relatividad del tiempo mismo. Esa es la noción de relatividad que subyace en cualquier esfuerzo realmente competente científicamente para entender las cuestiones decisivas de política económica que han desconcertado a los líderes de las naciones globalmente desde finales de julio de 2007, las cuestiones de política que amenazan al actual gobierno estadounidense de Obama en el instante presente.

La validez y la importancia de esos nexos para forjar las políticas necesarias ante la crisis de desintegración económica global ahora a toda vela, se harán más claras aquí en el debido momento.

En realidad, las raíces del principio de la relatividad en la ciencia moderna, datan de los descubrimientos originales del principio de gravitación de Johannes Kepler, más notablemente el principio general de gravitación de Kepler, un concepto cuyo descubrimiento se presenta, junto con la formulación atinente, en esmerado detalle, en su La armonía del mundo. Posteriormente, Alberto Einstein acreditó ese descubrimiento de Kepler como la fundación apropiada de la física moderna en general, con la condición de que el descubrimiento se ubique, como se proponía Einstein, en el contexto del caso que presenta Bernhard Riemann en su disertación de habilitación de 1854, y en el marco de las definiciones antigua y moderna del principio de dinámica, como lo dieron los antiguos pitagóricos y el moderno Godofredo Leibniz.

En cuanto a la pertinencia de esta cuestión para la política económica de Estados Unidos y del mundo hoy día, digo ahora lo siguiente, y abordaré la materia de nuevo aquí, en la profundidad apropiada, en cuanto nos acerquemos a las páginas concluyentes de este informe.

Aunque hay una extendida y creciente admiración ahora, y miedo también, del éxito perfecto de mi pronóstico en la videoconferencia del 25 de julio de 2007, sobre el estallido inmediato de una crisis de desintegración económica global del actual sistema monetario-financiero mundial, hay poca confianza, incluso en círculos importantes del gobierno estadounidense, para realmente adoptar y poner en ejecución las acciones inmediatas urgentemente necesarias sin las cuales el mundo, como lo hemos conocido, incluyendo nuestro propio sistema político-financiero estadounidense, ahora simplemente dejaría de existir, de seguro.

En estas páginas, explico esa crisis, sus causas, y su remedio. Cuando se consideran las consecuencias horrendas de no hacerle caso a mi advertencia aquí, algunos lectores pensativos estimarán que mi pronóstico es, tanto en teoría como en la práctica, el más importante escrito sobre política económica como tal que se haya escrito en la historia mundial hasta ahora. Como verán aquí, ésa no es ninguna exageración, aun en el menor grado.

Me explico.

La visión tradicional acostumbrada de la civilización europea sobre la historia, como existe en la enseñanza de las escuelas, universidades y demás hoy en día, se ha conformado principalmente, y también lisiada significativamente, al recurrir al punto de vista de los supuestos mayormente dudosos de lo que en general se considera, retrospectivamente, como lo que los sofistas de la antigua Grecia experimentaron en su trágico papel de precursores de la trágica situación inherente a la opinión reduccionista hoy día endémica. Este legado reduccionista se ha reconciliado, todavía hoy, con las tradiciones sofísticas de Aristóteles, en tanto se refleja esa tradición de modo emblemático en las suposiciones fraudulentas, a priori, de las definiciones, los axiomas y los postulados euclidianos a priori. En ese esquema aristotélico, todas las versiones de la historia y sus consecuencias se han degradado al supuesto de que el universo en su conjunto se define, tanto en lo muy grande como en lo muy pequeño, por esos supuestos sin fundamento con respecto al espacio y al tiempo congruentes con los supuestos a priori del dogma aristotélico y euclidiano.

Eso es lo mismo que decir, que las propias condiciones de entorno aplicadas más a menudo para describir todo aspecto de la experiencia de la vida humana, se han fundamentado así en las suposiciones aún predominantes que nunca se han demostrado en hechos probados, y que, en realidad, como lo señalaré en los capítulos siguientes de este informe, son generalmente absurdos desde el punto de vista de las normas de la práctica científica física comprobadas experimentalmente, consideradas con más detenimiento.

La ciencia misma debe ahora conducir el rescate de la humanidad de las expresiones populares actuales de las antiguas necedades de la humanidad.

En este respecto, toda opinión competente sobre el descenso de la cultura de la ciencia física en el transcurso de las más de cuatro décadas pasadas, se enfrenta con la evidencia acumulada que tiende a demostrar que las ideas comunes a tales como Aristóteles, Euclides y Descartes no son, en realidad, meramente falsas, sino absurdas de modo ruinoso. No obstante, en su mayor parte, la tradición de incluso nuestras universidades prominentes hoy día, siguen desafiando a la razón en estas cuestiones. La definen a priori, axiomáticamente, como por obediencia a un decreto imperial balbuciente del emperador Nerón.

Por este motivo, es urgente que se recuerde la disertación de habilitación de 1854 de Bernhard Riemann, en especial con relación a los dos párrafos iniciales de esa disertación, y a la oración final, por haberle dado un nuevo nacimiento, urgentemente necesario, a la ciencia moderna entonces, y como emblemático de los fundamentos de los que habían llegado a ser los mayores logros de los tiempos pasados recientes. La disertación de Riemann ha resultado ser indispensable para sentar las bases de mis propios logros singulares, mis éxitos repetidos como pronosticador económico de largo plazo.

Como lo había advertido el finado Alberto Einstein, en los últimos años de su vida, el efecto neto de la revolución en la ciencia iniciada por Riemann, constituyó un cambio revolucionario en las nociones de espacio y tiempo. Desafortunadamente, incluso el Hermann Minkowski que ciertamente obtuvo mucho crédito merecido por su papel en 1907-1909, como aliado de Alberto Einstein, en promover el concepto de lo que entonces se conocía como "relatividad especial", cometió el error significativo de remplazar el punto de vista verdaderamente antieuclidiano de Riemann con la propuesta de una geometría lobatchevskyiana. Pero no obstante, la ciencia, hoy todavía, no debe olvidar las palabras resonantes de Minkowski en su famosa conferencia sobre la relatividad, de que la presentación de Einstein del caso de la "relatividad especial" mostró que "el espacio por sí mismo y el tiempo por sí mismo" ya no existían para el futuro de la ciencia física.<1>

En las páginas siguientes, encontrarás evidencia de otra gran cualidad de la obra de Riemann para la ciencia contemporánea, su importancia moral esencial para enfrentar la amenaza que ya tenemos encima de una crisis inminente de desintegración físico-económica general de este planeta en su conjunto.

Riemann, Planck, y Einstein

No por accidente, sucede que la cuestión de la relatividad del tiempo no se podía enfocar con éxito, si no es de una manera muy especial. Como indicaré los motivos de ello aquí, la relatividad del tiempo no se podía mostrar sin ubicar las cuestiones reales que involucra desde la óptica de referencia de lo que he definido como la ciencia de la economía física, el tema de mi propia pericia profesional notable. De ahí que, ese aspecto de la relatividad es de importancia decisiva identificar las causas y los remedios de la crisis de desintegración económica global que ya nos embiste.

En este respecto, se debe decir aquí que, una ciencia nunca es ciencia cuando es meramente formal, como lo advirtió Riemann en el caso de la matemática formal.<2> Por ende, para avanzar el conocimiento en un área temática decisiva nueva, es indispensable, primero, ubicar ese tópico físico que es más pertinente, de modo funcional, a los principios bajo consideración, el comportamiento económico humano.

El sujeto aquí, por lo tanto, es el hombre, y en especial las necedades de la opinión popular y de opiniones relacionadas, hoy ampliamente difundidas.

En el tema ante nosotros, no puede haber tratamiento competente del tema de la economía que no proporcione, por su naturaleza, un cuadro verdaderamente integral de la interacción funcional de los principios físicos y los principios subyacentes de acción de la voluntad humana. Esto solo se puede lograr en la materia de la ciencia de la economía física, mi especialidad excepcional.

Por lo tanto, he procedido como lo he hecho en lo que este artículo completa, a saber, una serie de tres escritos para EIR del tamaño de un pequeño libro, serie que fue motivada en ocasión de una pregunta importante, sumamente pertinente, que se me planteó públicamente durante mi videoconferencia internacional del 22 de enero.

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1. COMO HACER UN PRONÓSTICO

La humanidad cambia el valor físico, y por ende la métrica física correcta del espacio-tiempo físico, mediante la combinación de progreso físico-científico y progreso asociado en el ritmo al que la humanidad cambia el compás de todos los demás procesos físicos en este planeta, y ahora, recientemente, más allá de eso. Este asunto de principio se muestra más claramente en los efectos del descubrimiento e implementación con respecto al aumento físico, o decadencia, de la especie de poder especial de la especie humana en el universo, per cápita y por kilómetro cuadrado del territorio atinente.

Es notable que, la descripción científica de la incompetencia patética de todos los oponentes actuales al aumento de la población humana motorizado por la ciencia, se muestra en que ellos niegan implícitamente el hecho de que, el no progresar científicamente en el crecimiento de la economía, como ha ocurrido en nuestro EUA, de modo consistente, durante los últimos cuarenta años (1968-2008),<3> significa que la suerte de la humanidad ha quedado en manos de influencias similares a esas clases de procesos de derrumbe acelerado, a través del desgaste, que constituyen, categóricamente, una imitación de los límites familiares que se nos presentan en el caso de las formas inferiores de vida: como límites en el sentido de potencial para las densidades demográficas ecológicas relativas que se encuentran entre las formas de vida inferiores a los humanos. En realidad, éste también ha sido el caso con todas las culturas oligárquicas conocidas de la experiencia europea y relacionada desde la destrucción, mediante los efectos de la salificación, de la cultura mesopotámica de servidumbre de la antigua Sumeria, o la ruina de Sodoma y Gomorra bíblicas que parece gozar de algún tipo de resurgimiento salobre en los tiempos modernos actuales.<4>

La humanidad en tanto especie, está en efecto sujeta potencialmente a esas "fuerzas" de desgaste ecológico en las densidades de población, las cuales nos son familiares entre las poblaciones de formas inferiores de vida. Por ejemplo: ciertamente, a veces encontramos una condición transitoria, entre la ecología animal y la llamada "ecología" humana, en el dominio de la cría de animales y también entre las poblaciones de plantas y sus enfermedades infecciosas. Sin embargo, estas últimas categorías, aparentemente excepcionales de la experiencia con la cría de animales y semejantes, constituyen efectos de la cultura humana, en vez de ser endémicos en las especies animales consideradas en esta materia.

De este modo, sin el impacto de los aspectos del progreso científico y tecnológico que aumentan las densidades relativas potenciales de población de las sociedades, las poblaciones humanas necesariamente tienden a sufrir una reducción que se acerca a una catástrofe demográfica y efectos afines, como lo hemos sufrido, más visiblemente, bajo el régimen de George W. Bush, Jr. En otras palabras, la cuestión práctica que se le presenta al arte de gobernar, es una cuestión del equilibrio entre la mengua en la condición humana debido al desgaste, y, por otro lado, la resistencia a eso, o incluso sobreponerse a ello con el aumento en la densidad relativa potencial de población humana mediante el beneficio realizado en los períodos de la aceleración de la inversión en los frutos del progreso científico y similar.

Gráfica 1
triple curva

Si se considera eso, debemos procurar crear un conjunto de escalas comparables a mi "Triple Curva" económica, [Gráfica 1] que corresponde, como representación, a esta colección de efectos en conflicto dentro de los confines de la experiencia humana como tal. Podemos ya, por lo tanto, presentar una noción de tiempo relativo, distinto al tiempo del reloj, en términos de los efectos netos de la tasa de cambio, medida en tiempo, de la densidad relativa potencial de población tanto de la población de Estados Unidos como de la del mundo. El prospecto del efecto que habremos representado, de modo aproximado, mediante tales esquemas estadísticos, nos presenta un indicio útil de la existencia de un proceso más ominoso en desarrollo (el efecto de inversión realizada, o la falta relativa de inversión) en el progreso científico relativamente intensivo en el uso de capital.

El efecto de la sapiencia en este respecto, consistiría en medir la tasa del efecto físico-económico del paso del tiempo del reloj en términos sociales (e.g., "demográficos").

Quizás los efectos empíricos más sorprendentes y pertinentes a los que se confronta el neófito al estudiar ese enfoque, es el efecto del fomento, o falta de fomento, del aumento de lo que se denomina la "densidad de flujo energético" de las fuentes de energía aplicadas, que se emplea para mantener y mejorar el ritmo de productividad en la población en general. Repentinamente, de este modo, los poderes de la mente humana típica expresadas de manera práctica, cuando la sociedad en tanto los expresa, se vuelven una medida de la relación funcional entre la tendencia hacia el aumento, o caída, de la densidad relativa potencial de población de la sociedad, y las variaciones en el ritmo del tiempo durante el cual se desenvuelve cualquiera de los efectos físicos de este proceso.

En otras palabras: "¿En qué condición se encontrará la sociedad, en estos términos de referencia, en una determinada fecha futura?" "¿A qué ritmo ocurrirá ese cambio?" En vez de pedir ver a Estados Unidos en el año 2025 DC, pregúntate, ¿en cuál año alcanzará realmente Estados Unidos una condición que podría alcanzar potencialmente en el año 2025, o quizás, solo en 2050? ¿Dónde se ubica el punto cero de balance entre el crecimiento neto y el derrumbe neto que ha sido la tendencia característica en las economías de Estados Unidos y de Europa desde los acontecimientos tumultuosos de 1968?

Mis pronósticos

Todos mis pronósticos, desde el pronóstico de corto plazo de mediados de 1956 sobre una profunda recesión a principios de 1957, han sido de ese tipo. Son emblemáticos del método de prognosis, fundamentado en conceptos riemannianos, que he empleado con tanto éxito relativo; relativo, es decir, a los métodos de prognosis relativamente fallidos adoptados por otros economistas ostensiblemente conocidos que han surcado el campo durante medio siglo aproximadamente hasta la fecha.

Este fue el fundamento de mi advertencia en el verano de 1956, que se basó en mis evidencias sistémicas de una recesión económica relativamente pavorosa que se venía encima de Estados Unidos, recesión que se centraba en la evidencia que yo consideré con respecto al caso ejemplar de la práctica necia de Robert McNamara y demás de la industria automotriz, en ese momento. La evidencia del contraste entre las tendencias físicas inherentes de esa práctica sistémica a mediados de los 1950, fue suficiente para mostrarme claramente que se acercaba una profunda recesión que golpearía con fuerza excepcional aproximadamente en febrero de 1957. Sucedió entonces exactamente como yo lo había advertido. Este éxito devino en el modelo de referencia para la forma de la construcción de mi primer pronóstico de largo plazo, hecho entre 1959 y 1960, sobre una probable recesión más profunda en Estados Unidos a fines de los 1960, a menos que, primero, se cambiara la dirección de las políticas de entonces —-anteriores al presidente John F. Kennedy—- para mediados de los 1960, y a menos que, segundo, unos años después, se diera marcha atrás en las erróneas medidas que iban al garete en el período posterior a Kennedy, aproximadamente a principios de los 1970.

En efecto, el asesinato del presidente Kennedy, junto con lo que había sido la destitución de Macmillan de Gran Bretaña, y con la remoción del canciller de Alemania Konrad Adenauer por parte de los liberales británicos y alemanes, y también los repetidos intentos de asesinato, antes y después, contra el presidente Charles de Gaulle, ejemplifican el modo en que empeoraron las prácticas de formulación política angloamericana y las relacionadas de Europa continental, desde ese momento en adelante. Los cambios que forjaron los acontecimientos de este patrón entre 1962 y 1964, condujeron a la crisis económica de 1968-1971 que yo había previsto en ese momento como efecto de aproximadamente principios de los 1970. El efecto que llegó realmente como resultado, fue el desplome del dólar estadounidense entre 1971-1981 y lo que resultó peor, el venenoso fenómeno cultural relacionado de los mentados "sesentaiocheros", con su odio neomalthusiano al progreso. Todo eso significó, en efecto, una catástrofe en gestación, de la cual un mundo atenazado, en general, con la inflación monetaria, nunca se ha recuperado realmente hasta la fecha presente.

Estos pronósticos míos fueron resultado de ejercicios hechos explícitamente según el principio de la dinámica, la de Godofredo Leibniz y la de Bernhard Riemann, en cuya obra se han fundamentado todos mis pronósticos hasta la fecha en lo que respecta al método científico. Éste ha sido un método de prognosis que no solo semeja el método de la dinámica de Leibniz y de Riemann, sino, también, el argumento que presentó Percy Shelley en el párrafo final de su En defensa de la poesía. Ese párrafo final de la obra de Shelley, se puede considerar como el verdadero "secreto" de fondo, tanto de la prognosis económica competente y el arte de gobernar relacionado, un secreto que ha permanecido desconocido prácticamente a todos los gobiernos y universidades importantes del mundo hoy día. Este argumento es también el "secreto" del cual depende hoy día la supervivencia inmediata de la civilización planetaria.

Lo que he escrito hasta aquí, avanza ya una distancia considerable hacia sugerir la dirección de mi pensamiento. La cuestión es que, ese método, el cual he empleado, por décadas, para pronosticar, devela el modo en que los gobiernos y otras partes atinentes han llegado a sus actuales hábitos ruinosos de pensar, como académicos, o de otra manera, los malos hábitos apropiados para depositar en un banco malo, los cuales constituyen la causa esencial próxima de la gran crisis que amenaza a toda la civilización, en lo inmediato, hoy día.

Ésas fueron las preliminares

Fue la adopción, por parte de los influyentes de Wall Street, de la ideología autodestructiva liberal cuyos orígenes se remontan al liberalismo de Paolo Sarpi y Adam Smith, lo cual, al sustituir los principios proteccionistas de la Constitución Federal de Estados Unidos, ha causado el hundimiento en las últimas décadas de Estados Unidos y de la mayor parte de las otras naciones del mundo, hacia una "nueva era de tinieblas". El resultado de las últimas décadas ha sido la cosecha de la fruta podrida de esa temporada de la más reciente nueva ola del liberalismo angloholandés que ha abundado de modo creciente en las culturas transatlánticas y otras más, desde mediados de los 1960. Esta ideología liberal que nos ha arruinado, se ha expresado más a menudo en un modo relativamente más conspicuo, por la tendencia de la gente, y sus naciones, a reaccionar al paso del tiempo con esfuerzos tercos para imponer un tipo de práctica deliberada y necia, hasta meras modas pasajeras, en vez de procurar los cambios necesarios en sus hábitos mentales, en tanto individuos o grupos de personas, cambios de hábitos que serían respuestas apropiadas a las situaciones existentes y venideras.

Esos necios dijeron, en efecto: "¡Ésta es mi cultura!" "¡Ésta es nuestra tradición!" Los tontos dicen, en realidad: "Esta es la forma en que nos hemos deshecho de las tradiciones, como las de Benjamín Franklin y de Alexander Hamilton, a las que nos adheríamos al pasado". Nuestros necios dicen, "¡Ésta es la oportunidad de que mi círculo imponga nuestro modo de pensar a costas de quienes tienden a pensar y a actuar de modo diferente!" "¡Vas a ver! ¡Vamos a terminar en la cima, cueste lo que cueste!" Ése es el gimoteo patético que escuchamos de círculos dirigentes dentro de Estados Unidos, de las capitales Europa occidental y central, de un confuso gobierno de Rusia guiado por el "devaluado" Primer Ministro Kudrin dirigido por Londres, y de otras partes, hoy en día.<5>

Describir a esa gente, o grupos, como razonables, sería un insulto a su inteligencia innata. Sus inclinaciones han tenido más el carácter de las maneras contumaces de una especie que se ha condenado a sí misma a su perdición, como los salobres tipos bíblicos de Sodoma y Gomorra, que de seres humanos reales.

Hoy día, las locuras de Sodoma y Gomorra retumban en lo que se llama "ambientalismo". En realidad, no hay mejor manera para garantizar el sobrecalentamiento del ambiente, que convertir el planeta en un páramo yermo mortal cubriendo enormes superficies con absurdos molinos de viento y receptores solares peores.

Aquí, en realidad, no estamos amenazados realmente por un "calentamiento global", a menos que los receptores solares y los molinos de viento puedan ocasionar ese resultado; en realidad, estamos en el umbral de la llegada cíclica de un nuevo aumento amenazante de la continuación de esa era glacial que ha estado en proceso, emblemático de tales acontecimientos, de flujo y reflujo, de acá para allá, en este planeta, por lo que se podría estimar, para los fines de nuestra discusión, como unos dos millones de años; en tanto que las corrientes principales en la formulación de la política económica del pasado reciente, están comprometidas a las llamadas políticas de "energía gratis", las cuales, de continuar, transformarían al planeta en un desierto, y acarrearían el derrumbe intencional (como por el duque de Edimburgo, de Londres) del mundo a un mundo degradado a un estado tal de poblaciones humanas embrutecidas, todo de acuerdo a la intención declarada de ese duque "salobre" de reducir la población mundial rápidamente, de 6,500 millones actuales a menos de 2,000 millones de personas. Es Sodoma y Gomorra otra vez, pero esta vez, a una escala mucho más extensa y mucho más pecaminosa.

La evidencia esta a la mano de modo evidente; pero mucha gente niega estos hechos, no obstante, porque les han lavado el cerebro en las mitologías neomaltusianas, inherentemente trágicas, del Zeus olímpico del Prometeo encadenado de Esquilo. La generación más vieja de maltusianos, de entre las filas de los "sesentaiocheros", requerían de las mentiras que se decían a sí mismos, y a otros también, para inducirlos a adoptar las medidas neomaltusianas genocidas para el planeta en general. Una parte más joven que los "sesentaiocheros" de esta generación pro maltusiana, no tiene evidencia, sino su propio deseo fanáticamente demente de creer. Estos últimos están, en efecto, patentemente dementes, víctimas de una demencia epidémica de masas que, considerado junto al narcotráfico legalizado de George Soros, es ya la mayor de todas formas particulares de amenaza endémica a la humanidad por todo este planeta.

De modo similar, desde mediados hasta finales del siglo 14 en Europa, las prácticas financieras como ésas adoptadas por Londres y Wall Street contemporáneos, hundieron a Europa dominada por la usura veneciana de la Liga Lombarda de ese siglo, y a toda Europa, en la peor "nueva era de tinieblas" del período medieval, una "era de tinieblas" mundial del tipo que se nos viene encima, al borde de un colapso planetario general en reacción en cadena, hoy día.

El asunto que subrayo, y que se debe subrayar, aquí, se ha de reconocer como un cierto principio de la ciencia física.

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II. LA NUEVA ERA DE LA RAZÓN DE LA HUMANIDAD

Viendo en retrospectiva en el tiempo, para tener una perspectiva del modo en que el avance reciente en la ciencia y la práctica relacionada (como las visitas a Marte de nuestros aparatos científicos cautivos) nos ha llevado a punto de comenzar a administrar el sistema solar hoy día, el hecho más pertinente en la historia de la ciencia es el grado en el que —cuando la ciencia prevalece sobre la des-ciencia— el poder de la humanidad en y sobre el universo aumenta, como tendencia. Este progreso se debe ver como algo traducido no solo en la forma del poder aumentado de la humanidad, sino, más enfáticamente, de las responsabilidades de la humanidad.

Esta cuestión que acabo de señalar aquí, es una definición actualizada del significado práctico del término: "la ciencia física de la ecología humana".

Más que nunca antes de ese momento, el resultado del progreso en esta dirección la habían señalado anteriormente, de manera más notable, primeramente, Nicolás de Cusa, Johannes Kepler, Pierre de Fermat, Godofredo Leibniz y posteriormente Bernhard Riemann, y después los principales científicos de la era subsiguiente de Planck, de Vernadsky y de Einstein, que se introdujo mediante la disertación de habilitación de Riemann de 1854. Este legado de ciencia nos ha dado un nuevo significado reciente y permanente al empleo competente del propio término de ciencia.

De este modo, con el impacto que ejemplifica la disertación de habilitación de Riemann, hemos entrado a una nueva fase de lo que debe denominarse "historia universal", en el sentido de las implicaciones más profundas de ese nombre. En esta visión renovada de la historia universal moderna, hemos avanzado desde la creencia en el sistema solar como actuante sobre el hombre, hasta la del hombre prometéico que actúa de acuerdo al principio del Génesis 1, para cambiar al universo que conocemos, y de la manera en que debemos guiar nuestra práctica de la humanidad en esa dirección.

En mi método de prognosis, yo destaco la pertinencia de la existencia de un cierto tipo de punto móvil sobre la escala estadística pertinente. Ese punto tiene el carácter de una función física, en vez de representar el fruto de una estadística simple. El "punto" tiene dos aspectos. Primero, es el concepto de un aumento neto de la densidad relativa potencial de población de una sociedad, que se puede medir per cápita y por kilómetro cuadrado del territorio pertinente. Así, segundo, nos interesamos en conocer lo que determina la tasa de aumento de esa densidad relativa potencial de población. Nos interesa apropiadamente la tasa de aumento neta de ese potencial en el tiempo.

Eso presenta la idea de la medición implícita de modo preliminar general. Sería mejor comenzar con las nociones de Vernadsky sobre el respectivo dominio prebiótico, el dominio de la biosfera, y luego, el dominio de la noosfera. Nos interesa, entonces, la tasa de aumento de la densidad relativa potencial de población humana, medida contra el dominio abiótico prerrequerido como prerrequisito y las precondiciones de biosfera para esa tasa corriente de aumento de densidad relativa potencial de población estimada, que ese valor implica.

La tasa del ritmo actual estimado de aumento neto de densidad relativa potencial de población para una sociedad en su conjunto, define entonces una norma implícita para la medición del tiempo físico, a diferencia del tiempo "del reloj".

La noción de ese enfoque preliminar para estimar la función de aumento de la densidad relativa potencial de población, implica entonces un ritmo de interacción entre la existencia humana y los cambios en la porción del universo dentro del que se sitúan los aumentos en la tasa de aumento de densidad relativa potencial de población.

En tanto que procuramos refinar este cálculo, aumentan las complicaciones con las que nos enfrentamos: primero, dentro de los límites inmediatos de la Tierra y de su ambiente local del sistema solar; luego el sistema solar de Kepler; y así por el estilo, hacía fuera y lo más profundo. Luego, encontramos la teología, pero en cierto modo. Vuelve a las páginas del Génesis 1, y ve el contenido de ese capítulo a la manera de un Moisés que pudo entrar, y luego salir del palacio del Faraón, con una aparente impunidad de la que Moisés gozaba, considerando su mensaje de una nueva ola de plagas anunciadas, yendo y viniendo en esas ocasiones y en esa manera implícitamente riesgosa. Luego lee de nuevo el Génesis 1, pero no como lo pudieran haber hecho más tarde los devotos de Aristóteles, o los "fundamentalistas" de hoy estilo Elmer Gantry.

En oposición al putativo Aristóteles conocido a Filón de Alejandría, el Creador sí generó al universo (después de todo, sí existe en la cualidad de algo que ha sido creado ¡y que ¡está siendo creado!) y de acuerdo a Moisés, el hombre y la mujer están "hechos a semejanza" de ese Creador. Más aún, si se trata del universo real del que discutimos de esa manera, el universo real tal y como lo conocemos, está en un proceso de creación continúa. Eso significa la generación de estados superiores de existencia que las que se podrían educir a partir de un estado de existencia actual. Eso significa, en oposición a los timadores Clausius, Grassmann, Kelvin y demás, que la forma de existencia continuada del universo es antientrópica, no un sistema bobo bajo el gobierno imaginado de la entropía universal.

También observamos que el hombre y la mujer, a diferencia de todas las formas inferiores de vida, son, en rigor, creativos en ese sentido ontológico de la antientropía. Dado que Moisés se refiere al hombre y a la mujer, tiene el propósito de transmitir la idea de que el Creador representa, o debe representar, la creación continúa en la imagen de sus servidores, el hombre y la mujer. Filón de Alejandría, el amigo del apóstol cristiano Pedro, dijo eso mismo en contra de los aristotélicos de la época histórica conocida de Jesús y sus apóstoles. Como me lo insistía un gran rabino, recientemente fallecido: El Mesías no llegará de acuerdo a la semejanza de un horario de tren, sino cuando el Creador decida. La implicación es la reacción del creyente a este consejo: "¡Por favor ven, tan pronto como sea posible!"

(Es necesario abordar materias de ese tipo con una cualidad especial de tono de afecto humilde.)

Pon la línea de discusión que he venido empleando hasta ahora en este capítulo, del modo siguiente. En los próximos minutos, pospondré el tema de la economía-física como tal, a fin de preparar algunos elementos esenciales de trasfondo en ciencia física, dentro de cuyos términos ubicaré entonces el tema de la economía física como tal, y, después de que haya presentado ese material científico decisivo, abordaremos entonces la materia del papel de los valores monetarios en el marco de los principios de la economía física.

El caso pertinente de Helen Keller

Dicho esto hasta aquí de manera preliminar, volvamos ahora al meollo de la ciencia de la materia.

Como me lo ha recordado un asociado que me recordó del señalamiento de Luis Pasteur respecto al método científico, la verdadera evidencia de la existencia experimentada del tiempo físico, a diferencia del tiempo de reloj, se ha de ubicar en una categoría de fenómenos que demuestran la existencia de algo no solo excepcional, sino ostensiblemente contrario a todo lo que ha parecido usual.

Así, en el caso del descubrimiento de la noción de tiempo físico, la referencia a las implicaciones excepcionales del famoso caso de Helen Keller, obliga implícitamente al descubridor juicioso a ver el modo de tender el puente entre el tiempo, en tanto ubicado en nociones a-priori de la certeza sensorial, y la realidad que constituye esa realidad física, en vez del tiempo del reloj, que existe en el dominio invisible de una realidad física.

Esta comparación se sugiere remontándonos a algunos aspectos decisivos del descubrimiento original de Kepler del principio general de la gravitación del sistema solar, que ocurrió, como lo reseña Kepler, mediante el sentido de la ironía ontológica de ver y oír (armónicamente) la organización del sistema solar. En cuanto reconocemos que el descubrimiento singularmente original de Kepler de un principio de gravitación, expresa un método de pensar que se transfiere hacia todos los descubrimientos físicos profundos en general, habremos dado el primer paso hacia el acceso a un sentido de certeza científica física en la cuestión del tiempo físico.

Antes que nada, tales experiencias intelectuales como esas, del principio de la ironía propia de la experiencia de los principios que subyacen a los fenómenos del espacio tiempo. O, como aparece el mismo pensamiento en la frase final de la disertación de habilitación de 1854 de Bernhard Riemann: nos marchamos de la Facultad de Matemáticas para ir a la de Física.

En cuanto aceptamos lo que debería ser el hecho obvio acerca de lo demasiado obvio', nuestras experiencias sensoriales, como tales, que la percepción sensorial como tal es meramente la instrumentación del universo real que experimentamos, hemos tocado ese umbral de la ciencia válida conocida, explícitamente, a los más grandes de nuestros científicos modernos, tales como Kepler, Leibniz, Riemann y Alberto Einstein. Como en toda la experimentación competente, el verdadero conocimiento es producto del poder de la mente para sintetizar esa realidad eficiente, aunque no sentida, la cual debemos de educir a partir de los meros fenómenos. De este modo, el sentido honestamente competente requiere la construcción de una especie de "puente" intelectual a lo que debe de llegar a ser conocido, pero no es sentido: uno pudiera sugerir el ejemplo de la catenaria, el puente funicular que fue esencial para la exitosa construcción de Brunelleschi de la cúpula de Santa Maria del Fiore en Florencia. Mi descubrimiento personal, cuando era adolescente, del principio antieuclidiano de la geometría física, es un ejemplo del mismo principio de todo conocimiento realmente científico. El conocimiento de un principio no es nunca una fantasía intelectual; es una idea cuya acción le permite a uno producir un tipo singular de efecto real (Vg: "experimental decisivo"), pero que previamente era desconocido en el ámbito de los principios conocidos previamente. En ese sentido, toda ciencia física es experimental, en el sentido de lo que identifica Riemann como la cualidad de experimentos únicos específicos a los descubrimientos de principios físicos.

Tal fue la cualidad del logro pertinente del reconocimiento de Alberto Einstein de la validez singular del descubrimiento original del principio de la gravitación de Kepler. Dicho esto, nos hemos colocado en la proximidad de un descubrimiento adicional, el descubrimiento del concepto de tiempo físico.

Así, como lo he señalado en numerosas ocasiones, tenemos el caso del descubrimiento singularmente original de Kepler del principio físico de la gravitación, del cual informa en su Las armonías del mundo. Ése, el método de Kepler, por ejemplo, es la manera en que podemos realmente conocer un principio físico verdadero, a diferencia del acto patéticamente contemplativo de solo preferir creer en una "explicación meramente matemática". La necesidad actual de definir el concepto de tiempo físico, nos enfrenta con un reto del mismo tipo.

Por ejemplo, ¿cómo conducía Helen Keller diálogos que involucraban ideas, en su manera especial, con personas que no podía ni ver ni oír? El descubrimiento singularmente original de Kepler de la gravitación, aporta una ilustración implícita del mismo método que expresa Helen Keller. Ahora considera el descubrimiento de Kepler en tal marco de referencia. Luego, considera, a esa luz, cómo el método que expresa el método de descubrimiento de Kepler se ha de aplicar a la cuestión de la noción de tiempo físico.

Hay otro tipo de consideración semejante que se debe subrayar de nuevo en esta coyuntura inmediata.

Todo descubrimiento válido de principios científicos universales, ocurre como descubrimiento de algo que existe de modo eficiente, pero como desde fuera, y por encima, de los conceptos establecidos previamente. Las ideas de espacio físico, en tanto distinto al espacio abierto, o de tiempo físico, del tiempo de reloj, son ejemplos de esto. De ahí la dinámica del espacio físico, en vez del espacio, y del espacio-tiempo en vez del tiempo de reloj. De este modo, en el caso del descubrimiento de la gravitación de Kepler, tenemos el espacio físico, en vez del espacio euclidiano o cartesiano. Así, tenemos el caso del tiempo físico, en vez del tiempo de reloj. No se trata de simplemente juntar palabras; consideremos lo que ellas reflejan, en cada especie de ejemplo semejante o comparable.

Piensa en lo que he referido antes, como el caso de Luis Pasteur. En el descubrimiento de la gravitación de Kepler, es la yuxtaposición de lo que son, conceptualmente, los inconmensurables relativos de las nociones de la vista, y de la armonía del oído, los cuales se combinan en la mente de Kepler para formar, como mediante una cualidad superior de ironía, lo visible mentalmente, una sombra físicamente eficiente de un principio físico universal de gravitación.

Dicho esto, volvamos la atención al discernimiento de Helen Keller sobre el pensamiento de otra persona. Cuando nos capacitamos para reconocer la implicación común compartida en la variedad de casos que acabo de identificar en lo anterior, considerados como tema de algún principio general, tenemos la primera aproximación general del tipo de pensamiento necesario para comprender, certeramente, el concepto de espacio-tiempo. Ahora procedemos desde ese punto de la manera siguiente.

Ahora abordaré esa noción en esos términos limitados. Posteriormente, abordaré las implicaciones más profundas después en este mismo informe.

La antientropía: la dinámica en el espacio-tiempo

El descubrimiento de principios de la naturaleza demostrables experimentalmente, exige la noción de algún principio ordenador demostrable en la configuración de esos principios. La respuesta apropiada a esta interrogante implícita siempre regresa, tarde o temprano, al hecho de que lo que podemos reconocer como el ordenamiento entre los principios de tal configuración procurada, reside dentro de la mente humana. No es necesariamente una copia de la biología del cerebro humano, pero, con toda seguridad, es un reflejo del proceso que se expresa como el poder aumentado del hombre para existir en el universo.

En general, en este sitio, es permitido y muy conveniente tomar algunos atajos al ilustrar la cuestión inmediatamente ante nosotros.

Uno de los atajos más convenientes se ha de encontrar al considerar la evidencia que tiene que ver con la "entropía negativa" relativa de efecto, en la medida en que el empleo que hace el hombre de las fuentes de calor sube a partir de la luz solar incidente en la superficie de la Tierra, pasando por la quema de combustibles simples, hacia el carbón, el coque, el petróleo y el gas natural, hasta la fisión nuclear y la fusión termonuclear. No es el número de calorías lo que define el poder [**] relativo para hacer trabajo, sino, más bien, la densidad de ese poder para hacer trabajo, expresado en unidades de calor equivalente, medidas por centímetro cuadrado de la sección transversal del flujo del proceso calorífico bajo consideración. Compara esto con los casos de la fertilidad de especie, no solo de los órdenes y especies de vida animal, sino de combinaciones variantes de especies que comparten la dinámica (en el sentido de Leibniz y Riemann) de un tipo particular de hábitat.

[** Nota del Traductor]

Sin embargo, dejando de lado tales ilustraciones, nuestro interés decisiva en este punto del informe es, así como Leibniz expuso el fraude de Descartes con relación al tema del espacio-tiempo físico, es, como mostró Leibniz la necesidad de enfocar la atención en el orden del aumento del poder para existir del efecto que se expresa mediante cualquier sistema dinámico específico de la humanidad.<6>

Esto plantea dos consideraciones. Una, es el orden de los asuntos en el universo, con relación a la humanidad, bajo el supuesto de que este orden preexiste. La otra, se plantea en la forma de una interrogante: ¿Hasta qué punto va el descubrimiento más allá que el descubrir la utilidad de principios preexistentes en el universo, o en su porción local del mismo? ¿Genera la humanidad realmente principios físicos universales y afines adicionales nuevos en este universo? ¿Hasta qué punto un descubrimiento es solamente un descubrimiento, y hasta qué punto es la existencia misma de un fenómeno descubierto producto de los poderes creativos de la humanidad? En otras palabras, ¿existe la existencia práctica del principio descubierto con la adopción de ese principio de acción por parte de la humanidad? El resultado del avance de la humanidad en la exploración de los dominios de la fisión nuclear y la fusión termonuclear, plantea a la ciencia moderna exactamente tales tipos generales de nuevas formas de interrogantes, hoy todavía.

El deseo de alguna forma de principio ordenador en medio de la evidencia a considerar en ese respecto, un deseo que engendran tales pensamientos, es la marca de la pasión que motiva los verdaderos descubrimientos de los principios que no son objetos sensoriales ellos mismos, pero que producen la forma de movimiento de objetos sensoriales.

Ésa es la forma del razonamiento que conduce hacia la comprensión de la noción de espacio-tiempo físico. Por una razón muy significativa, este concepto solo se puede alcanzar desde el punto de vista de entendernos a nosotros mismos como individuos singularmente creativos, en el sentido del llamado de atención que hizo Riemann de abandonar la Facultad de Matemáticas par que podamos entender finalmente los verdaderos principios de la física. La razón es que, entre todas las criaturas, solo el individuo humano es capaz de la razón creativa, de la cual dependen de modo absoluto todos los descubrimientos de principio veraces. Dicho todo esto hasta aquí, procedemos ahora de la manera siguiente.

Ten presente esa sugerencia. La consideraremos un poco después desde un punto de vista superior.

Considera uno de los casos más simples de las diferencias esenciales que trazan una línea entre las personas cuerdas y morales por un lado, y el zoquete de tipo bestial por el otro.

La ironía de ser humano

Una de las maneras de expresar la diferencia entre el hombre y las bestias, reside en el hecho de que las bestias, constituyendo un pedazo de ecología definido dinámicamente, pueden traspasar momentáneamente un límite dinámico normal para un conjunto de especies que cohabitan un medio ambiente; mientras que, cualquier forma saludable de sociedad humana tiende hacia un traspaso permanente intencional de cualquier límite ecológico que se le pudiera atribuir a la humanidad vista en términos de las nociones de la ecología animal. Esta distinción se puede expresar en términos de un contraste entre lo que se denominaría, en términos relativamente populares, un potencial ecológico relativamente fijo (i.e., entrópico) para esa población, en oposición a la característica inherentemente antientrópica de cualquier cultura naturalmente saludable de la especie humana.

Entonces, a partir del declive, que continúa todavía, de entre 1967 y 1968, en la proporción de nueva infraestructura con relación al agotamiento de la infraestructura establecida anteriormente, ha habido una caída relativamente de largo plazo en la economía física de la economía estadounidense. Fue el declive de este tipo lo que dominó el intervalo 1968-1974 en la economía estadounidense, seguido de un margen de decadencia y declive enormemente acelerado bajo el período del gobierno estadounidense de Carter de 1977-1981. El desgaste continuó, bajo la influencia constante de la Comisión Trilateral en el período 1981-1987, pero con una caída que aceleró de manera abrupta desde octubre de 1987 semejante al crac del mercado de valores de 1929, a lo que le siguió una caída más rápida aún de una economía estadounidense en derrumbe, en el intervalo 1987-2007.

Esta tasa de caída sucesivamente acelerada, en el intervalo 1968-2008, visto en términos físico-económicos, se describe con justicia como una vuelta atrás del reloj del desarrollo humano físico-económico y cultural de la población estadounidense (entre otras) en general. En efecto, el reloj del desarrollo económico estaba retrocediendo. Ha habido una tasa de declinación acelerada de la economía estadounidense y de la cultura de la población estadounidense, en todo ese intervalo. ¡Un tipo de estadística sumamente importante!

A menos de que actuemos para darle marcha atrás a esa proporción de declinación en la creatividad cultural humana que interactúa con la decadencia de la infraestructura económica básica de la sociedad, la humanidad va en retroceso.

Éste no es meramente un cuadro estadístico correcto. El cuadro estadístico es un correlativo sintomático de la decadencia en la moralidad cultural de la sociedad que padece tal forma de decadencia en curso. En tanto que he descrito los efectos, la interrogante pertinente es, "¿Efectos de qué causa? ¿Efectos de qué tipo de acción?"

La respuesta inmediata de la mayoría de los que responden juiciosos a mi desafío, es que éste es el patrón de declive durante el período de gobierno del Presidente Harry Truman, la continuación de la caída real que llevó a la recesión de 1957-59 en Estados Unidos y en el Reino Unido durante los 1950, el declive en Europa a finales de los 1960, los diferentes modos de desmedro de la sociedad transatlántica durante los 1970 y los 1980, y el declive acelerado, finalmente catastrófico del intervalo 1989-2009 hasta la fecha presente.

La solución a esa paradoja, reside en una cualidad voluntaria de la personalidad humana que no existe como capacidad voluntaria en ninguna criatura viviente, sino en el individuo humano. Esta capacidad voluntaria es lo que se identifica apropiadamente como los poderes creativos del tipo humano individual, poderes que no existen en ninguna otra forma de vida. Aquí reside la distinción de lo que el académico Vernadsky identificaba como el verdadero significado que se le debe asignar al término "noosfera", distinto a la creatividad involuntaria que ocurre como potencialidad dinámica (un cambio genético ascendente en la evolución) entre las formas inferiores de vida.<7>

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3. UNA GUERRA POR LA CREATIVIDAD MODERNA CIENTÍFICA Y ECONÓMICA

Antes de llegar al meollo de lo que tengo que decir en el siguiente capítulo final de esta presentación de tres partes, debo preparar el camino informando sobre algo a manera de antecedentes autobiográficos pertinentes con respecto a la cuestión fundamental que tengo que plantear antes de terminar este capítulo del informe.

Mi primer compromiso con Godofredo Leibniz, que ocurrió durante mi adolescencia, se manifestó como producto de un estudio intensivo de absolutamente todo lo de Godofredo Leibniz a o que tuve acceso en esa época. Para principios de 1953, yo estaba comprometido con los principios de la disertación de habilitación de Bernhard Riemann de 1854, y algunos escritos relacionados. La totalidad de mi compromiso profesional con una ciencia de economía física, ha encarnado ese compromiso con el concepto de la historia, desde los tiempos pasados, en mi adolescencia, hasta el momento presente.

Algunas décadas después, alrededor de 1977, llegué a adoptar la obra del cardenal Nicolás de Cusa en su papel, entre otros, como el autor de la fundación de la ciencia moderna de tales seguidores suyos como Leonardo da Vinci y Johannes Kepler, y de este modo, de la corriente de la ciencia física moderna de la cual son emblemáticos Pierre de Fermat, Christiaan Huyghens, Godofredo Leibniz, y tales seguidores de Leibniz como Jean Bernouilli, Lázaro Carnot y en especial Bernhard Riemann. El reconocimiento de Cusa como el verdadero fundador de los principios generales de una ciencia física moderna competente sucedió a través de la participación de mi esposa Helga en una conferencia de la fundación Cusanus Gesellschaft, y mi propuesta subsiguiente para que ella continuase con su preparación doctoral con énfasis en la obra de Cusa.

Esta atención a Cusa abrió mi perspectiva de todo el alcance de la ciencia europea moderna, impulsado por la obra y el papel de Cusa y sus seguidores inmediatos en el centro de ese proceso. Cuando trazamos la fundación de la ciencia física moderna competente en torno a las figuras centrales de los seguidores de Cusa tales como Leonardo da Vinci, Johannes Kepler y también Pierre Fermat, se nos abre la totalidad de la obra de tales como Christiaan Huyghens, Leibniz y Jean Bernouilli, de una manera más rica que antes, más rica porque de este modo quedamos mejor equipados para volver a experimentar, en vez de simplemente interpretar, el proceso pertinente de desarrollo desde Fillippo Brunelleschi, Cusa y demás.

La relevancia particular de ese material de fondo en este informe, consiste en que la comprensión de la superioridad relativa del progreso de los siglos 15 y 16 en Europa en los fundamentos científicos, proporciona la ocasión de entender más claramente la naturaleza elemental del fraude puro que representa la influencia de Paolo Sarpi, en la cual se fundamentaban las tendencias subsecuentemente dominantes en las formas importantes de corrupción de principios de la ciencia moderna, desde el siglo 17 de Sarpi, Galileo, Descartes y del abad Conti en adelante. Este conflicto es esencial para un entendimiento claro de la importancia práctica del concepto que constituye el foco de mi atención aquí, el concepto de tiempo físico, distinto del tiempo de reloj.

Para aclarar esta cuestión y su pertinencia aquí, uno debe empezar con el descubrimiento singularmente original del principio gobernante de gravitación universal del sistema solar, descubierto por ningún otro descubridor más que Johannes Kepler. En este asunto, los adversarios de Kepler, Paolo Sarpi y su lacayo Galileo, le dieron marcha atrás al reloj de la ciencia, en más de un modo. Tenemos que restaurar ese reloj, procediendo como Alberto Einstein entendió y subrayó el descubrimiento de ese principio de espacio-tiempo físico universal, que habría de promover el mismo Einstein. Éste fue un descubrimiento de principio, que había estado en el filo de la navaja de ser identificado en la obra de Kepler completada apenas antes de su muerte por inanición. Ninguna otra persona más que Kepler había descubierto en realidad el principio de gravitación, entonces, o hasta que la obra de Bernhard Riemann produjo los cambios decisivos que irrumpieron al comienzo del siglo 20.<8>

El relato que es necesario hacer, cuando menos en breve, aquí, es el siguiente.

El descubrimiento de Kepler

El éxito del descubrimiento de Kepler del principio de gravitación universal, dependía de reconocer lo que se encontraba en la intersección funcional de dos tipos de fenómenos. Uno, era una imagen mental del universo basada en la transformación de los datos en los términos de la visualización de la imagen de su conjunto de órbitas solares. El segundo, era la conceptualización de las periodicidades, que se distribuyen dinámicamente, entre el conjunto de las órbitas al modo de la armonía musical, como se veía la noción en la sucesión específica de los pitagóricos y Platón.

El desafió que se llegó a plantear, de este modo, por la gran acumulación de estudios requeridos de las órbitas, le planteó, a Kepler, una imagen de esa evidencia que corresponde a una yuxtaposición irónica de la imagen de la visión y las imágenes de las armonías musicales. En breve, la visión y la armonía, como el instrumento para el estudio de las características del sistema orbital, se convirtieron en las ilustraciones principales de la experiencia a resolver en una concepción única; ellas identificaban el conjunto de instrumentos contrastantes cuya coyuntura paradójica servía como las combinaciones necesarias para prefigurar la realidad de la gravitación misma. El empleo de instrumentos para investigar un conjunto de fenómenos, que no se puede considerar en sí como una representación directa del fenómeno experimentado, no es un desafío inusual en cualquier trabajo de descubrimiento de principio en el dominio de la ciencia física. Fue desde esta perspectiva de la evidencia, evidencia tratada de este modo, que Kepler descubrió el principio de gravitación que posteriormente fue asimilado fraudulentamente como "descubrimiento de Newton".

Como lo señalaré en este informe, el discernimiento de Kepler sobre la existencia de un principio universal ni visto ni oído pero eficiente, llamado gravitación universal, llevó a Kepler al borde del siguiente paso que hubiese establecido el concepto de un universo físico, en tanto regido por un principio cuya eficiencia no se podría fundamentar en ningún órgano sensorial humano específico y que, por lo tanto, solo podría ser conocido a los sentidos mediante una cierta cualidad de conflicto entre experiencias sensoriales pertinentes yuxtapuestas de modo asimétrico: lo cual quiere decir, que este arreglo funcionaba como un objeto físicamente eficiente de la mente humana, no representado directamente por ninguna experiencia sensorial particular.

Tal descubrimiento de Kepler, que podemos reconocer como algo implícito en su descubrimiento declarado del principio de gravitación universal, estaba implícitamente al borde de los fundamentos para descartar las nociones de espacio absoluto y de tiempo absoluto, a favor del espacio-tiempo físico.

Esas eran concepciones que acechaban, como sombras de un descubrimiento futuro por venir, en el descubrimiento de Pierre de Fermat de la refracción, y en el cumplimiento de Godofredo Leibniz al desafío que le dejó Kepler a los "futuros matemáticos". Tal fue el cálculo, cuyo descubrimiento, por parte de Leibniz, fue enviado como texto preliminar a un impresor de París en algún momento entre 1775 y 1776. ¿Por qué, entonces, el descubrimiento del espacio-tiempo físico relativista esperó hasta el anuncio de Alberto Einstein a mediados de la primera década del siglo 20?

Irónicamente, Kepler había mantenido una correspondencia con el músico Vincenzio Galilei, el padre del notable Galileo Galilei, para su colaboración en recabar información sobre la escala musical y cuestiones relacionadas. El propósito de Kepler en ese intercambio era el de comparar los intervalos musicales correspondientes a las características de las órbitas del sistema solar. Hasta ahí, todo parece bien, hasta la intervención de Galileo Galilei, quien utilizó información que sustrajo de la correspondencia de Kepler con Vincenzio. Había una fea ironía en esto. Galileo Galilei era un agente del notorio Paolo Sarpi, que fue el fundador de todo el liberalismo moderno y seguidor adoptado del irracionalista medieval Guillermo de Occam.

El drama en verdad que representaban en el escenario de la historia de la ciencia empirista los participantes Kepler, Paolo Sarpi, Vincenzio Galilei y su hijo Galileo, constituye la clave para entender el origen de la dificultad aparente que parece haber encontrado Einstein al abordar el concepto de tiempo físico.

Esta controversia del siglo 18 en torno a los temas, había sido un problema que ha seguido plagando a toda la ciencia moderna a partir de la influencia en el siglo 17 de, más notablemente, los liberales Sarpi, Galileo Galilei, René Descartes, el abad Antonio S. Conti y después, Voltaire. Todas estás personas se traslapan, en tanto que Galileo es una criatura de Sarpi, Descartes es un producto de la influencia doctrinal de Galileo, Conti es un creyente de Descartes y un creador clave de la personalidad mayormente sintética de Isaac Newton. Conti, Voltaire y demás, todos son colaboradores en el manejo de una red de salones europeos que odiaban a Leibniz, donde destacaban Abraham de Moivre, D'Alembert, Leonhard Euler, el protegido de Euler Lagrange, y sus seguidores Laplace y Agustín Cauchy. La clave de todos ellos es Paoli Sarpi, el padre de todo el liberalismo europeo moderno y relacionado (occamista).

Sin embargo, sería tonto creer que esos nexos son meras conexiones. A todos ellos los une una cualidad dinámica de lazo común que los define, a todos y cada uno de ellos, como, funcionalmente, una sola cosa, una especie tan común a todos, como la de una madriguera de perros de la misma raza. Lo que los une a todos ellos desde el momento en que llegó Conti a París y se proclamó cartesiano, es su determinación a destruir, primero, la influencia de Nicolás de Cusa, Johannes Kepler, Fermat y, luego, la de Godofredo Leibniz. En el transcurso del siglo 18, en especial después de la muerte de Leibniz, ellos se reunieron en torno a, primero, Conti, y para cuando murió Conti (en 1749), al seguidor de Conti, Voltaire.

El rasgo común de todos ellos, era manifiesto en su motivación común, su compromiso con la erradicación de la influencia del cardenal Nicolás de Cusa y de Godofredo Leibniz. La cuestión era el infinitesimal de Leibniz; los blancos más profundos fueron Cusa y sus seguidores declarados, Leonardo da Vinci y Kepler.

El papel de la guerra religiosa

Desde Babilonia, todos los imperios conocidos basados en las zonas terrestres que abarca el Mar Mediterráneo, se han basado en el mismo principio de método que le recomendó Edward Gibbon a su patrón, lord Shelburne, el método del infame emperador romano conocido como Juliano el Apóstata. Es el método que se expresa en el Panteón de Roma, y de ninguna manera es una táctica restringida al miserable Juliano; lo que se denomina "Imperio Británico" ha empleado siempre el conflicto religioso u hostilidades culturales comparables como modo de gobernar, poniendo a un súbdito — —una facción religiosa, un estrato social, un origen étnico— -en contra de los otros.

Todas las principales guerras de la sociedad moderna se han basado en la expresión del método de la guerra religiosa o relacionada, como lo introdujeron los Habsburgo españoles y austriacos durante las guerras religiosas de 1492 a 1648, utilizadas por los crédulos de Paolo Sarpi para organizar las guerras en que se empeñó el necio de Luis XIV de Francia, la Guerra de los Siete Años, y por Napoleón Bonaparte, después. La organización de Gran Bretaña de lo que se llegó a conocer como la Primera Guerra Mundial, la organizó inicialmente el príncipe de Gales, Eduardo Alberto, a través de ocasionar la caída del canciller Bismarck de Alemania, luego arreglando el asesinato del Presidente Sadi Carnot de Francia, y luego reclutando al Mikado para iniciar la guerra de Japón contra China, la cual continuó, con algunas interrupciones muy temporales, hasta el verano de 1945. La acción decisiva de Londres en este proceso, fue el asesinato del Presidente McKinley de EU, un asesinato cuyo efecto distintivo fue causar que Estados Unidos cambiase de bando, de la simpatía popular generalizada por Alemania y Rusia, a favorecer a Gran Bretaña en la Primera Guerra Mundial. De la Primera Guerra Mundial sale el arreglo Sykes-Picot, bajo el cual el imperio británico ha mantenido las religiones del Sudeste de Asia enfrentadas u de manera sangrienta, una contra otra, hasta el instante presente.

Esta utilización de conflictos religiosos orquestados y semejantes, no era nuevo. Es lo que habían hecho los imperios de Oriente. Fue el método del Imperio Romano y del Imperio Bizantino, y fue el método de guerra religiosa con el que los controladores financieros venecianos de los Habsburgo dominaron Europa desde el momento pertinente en el siglo 14, con solo una breve interrupción, hasta 1648. Más aún, fueron los británicos quienes organizaron lo que llegó a conocerse como la "Primera Guerra Mundial" como una repetición de la Guerra de los Siete Años que orquestaron los británicos, y como una repetición del modo en que Londres utilizó al tonto de Napoleón Bonaparte para desatar la guerra general continuada durante más de una década y medio en el continente de Europa, una continuación de guerras napoleónicas de puro saqueo económico, mediante cuyos efectos se aseguró el dominio del Imperio Británico hasta que el Presidente Abraham Lincoln condujo la victoria sobre la organización británica de una Guerra Civil dentro de los propios Estados Unidos.

No fue solo librar guerras lo que le permitió a los imperios durar lo que duraron. El sitio de Troya fue un caso tal. La Guerra del Peloponeso fue otro. Lo mismo fue la necedad del Imperio Acaemenida, en una guerra que ganó Alejandro Magno luego de que acudió a la gente de su madre, en Cirenaica, para organizar la revuelta contra Persia, en Egipto, lo cual le permitió a Alejandro conquistar Tiro y de ese modo apoderarse del Imperio Persa.

Así mismo, en las décadas recientes, Gran Bretaña procuró destruir a Estados Unidos induciéndolo a que pergeñase un pretexto fraudulento para meterse en una guerra larga y ruinosa en Indochina, y del mismo modo el perverso Primer Ministro británico Tony Blair indujo al torpe gobierno estadounidense de George W. Bush para que tomase un curso que arruinó a las fuerzas armadas estadounidenses y a la economía estadounidense, con una larga y ruinosa guerra innecesaria en el Sudoeste de Asia. No es sorpresa que el ex vicepresidente Cheney no actuaba como un patriota estadounidense al embaucar a un ofensivo y zonzo Presidente George W. Bush que arruinase a Estados Unidos, embaucando al tonto de Bush a que abrazara las fraudulentas acciones de Blair para embaucar a Estados Unidos en la destructiva guerra prolongada en el Sudoeste de Asia. De manera similar, el singularmente antipatriota Cheney intentaba aún lograr que Israel se destruyese a sí mismo en un ataque a Irán, casi hasta las últimas semanas del ahora terminado gobierno de Bush.

De manera similar, los sistemas imperiales, reales o pretendidos, han empleado su orquestación de conflictos religiosos para mantener el dominio al interior de un imperio, razón por la cual la población británica misma, brutalizada en general, es por lo general tan terriblemente tan poco calificada, malamente educada y económicamente incompetente hoy día; y por eso es que los anglófilos dentro de Estados Unidos han hecho tanto para intentar atontar a la población estadounidense, hasta donde se pueda, mediante la desindustrialización de EUA a través de exportar nuestra producción a los mercados de trabajo barato, difundiendo sectas drogadictas dentro y fuera de EUA, y haciendo una farsa de la educación y la cultura popular misma de nuestra nación.

Tales fueron las consideraciones que guiaron a Paolo Sarpi y a sus cómplices al lanzar su programa de atontar a los pueblos de Europa (en particular) a una condición como la del pueblo de Inglaterra que llegó a describir tan acertadamente Jonathan Swift en Los viajes de Gulliver.

Las guerras de 1618 a 1648

Dicho esto sobre esas cuestiones históricas, considera ahora la crisis estratégica que confrontaron los gobernantes habsburgos en el ascenso de los efectos del gran Concilio ecuménico de Florencia, dirigido por personajes tales como el fundador de la ciencia física moderna, el mismo cardenal Nicolás de Cusa cuyo empeño en la extensión transoceánica inspiró los viajes trasatlánticos iniciales de Cristóbal Colón.

Fue en este respecto que se lanzó a la Inquisición española como esfuerzo internacional, prácticamente en el mismo año del primer viaje de Colón, exactamente en la dirección geográfica opuesta.

La ironía del caso fue que la revolución intelectual que desató el Concilio de Florencia del siglo 15, ya había comenzado a producir un gran ennoblecimiento cultural de la población de Europa, como en España, Alemania, Francia y los Países Bajos, lo cual impidió que las fuerzas con mentalidad medieval, bajo los Habsburgo, asegurasen victorias duraderas contra la resistencia efectivamente firme de las poblaciones puestas en la mira. Para el momento del cierre del estratégicamente desastroso Concilio de Trento, la causa de los Habsburgo estaba efectivamente precondenada.

En ese momento, Paolo Sarpi había aprovechado la oportunidad creada por los disparates de Trento, para movilizar una fuerza política que crecía rápidamente en apoyo de su nuevo programa alternativo. El, de hecho, cuando menos, escogió desentenderse prácticamente de las culturas de la costa mediterránea, y alejar a su facción financiera y sus recursos en general del litoral mediterráneo, a los bastiones marítimos a lo largo de las costas del norte, donde las facciones protestantes serían dominantes relativamente.

Al finalizar el Concilio de Trento, ya era patente, como reconoció Nicolás Maquiavelo, que se había convertido en el gran estratega de su época, los factores que mostraban que las fuerzas habsburgas necesariamente tenderían a ser derrotadas en el largo plazo. Entre los factores pertinentes se contaba el efecto del Concilio de Florencia en promover el desarrollo de la cultura, apartándola de las necedades de los siglos 13 y 14. Este desarrollo incluía las mejoras tecnológicas fomentadas por el liderato de Nicolás de Cusa en la ciencia y en otros elementos relacionados del arte de gobernar. Las nuevas condiciones se habrían de ver entre las poblaciones de las ciudades cuya cultura había sido influenciada por el Renacimiento, que había hecho de esas poblaciones un nuevo tipo de factor estratégicamente efectivo, como lo había mostrado el análisis de Federico Schiller sobre la guerra en los Países Bajos y la Guerra de los Treinta Años. El discernimiento estratégico de Schiller fue decisivo entonces, como lo fue en guiar a Scharnhorst y los círculos relacionados en el diseño de la estrategia que derrotaría —y derrotó— la guerra de Napoleón Bonaparte contra Rusia.

Sarpi, por su parte, no solo reconoció, sino que estaba decidido a explotar el hecho de que el peligro a la causa de la facción de los usureros venecianos en Europa, residía en el progreso de la población de Europa bajo la influencia del Renacimiento y de las victorias consecuentes de Luis XI en Francia y de su admirador, Enrique VII en Inglaterra. El dilema que amenazaba a Sarpi era que la parte norteña del interés veneciano perdería el control de Europa si aceptaba el plan habsburgo de suprimir las olas de progreso científico y tecnológico que había desatado el Renacimiento; pero, que habría de perder la pelea de otro modo, si permitía que el progreso técnico estuviese conducido por el progreso científico del tipo que representaba (de hecho) el trabajo de Johannes Kepler. La decisión intermedia de Sarpi, consistió en permitir cierto grado de progreso tecnológico, del tipo del que ya estaba en marcha en Inglaterra y en los Países Bajos, pero que necesariamente perdería si no evitaba que algún grado de innovación tecnológica fuese un aspecto subsumido del progreso científico fundamental que ejemplificaban Cusa, Leonardo da Vinci y Kepler.

Entonces, Sarpi se deshizo del Aristóteles del Concilio de Trento, el príncipe de las tinieblas antiguas y medievales en esa ocasión, para permitir algo de progreso tecnológico, pero no para tolerar a la ligera un programa de avance realmente científico en lo que respecta a principios.

El asunto se tornó agudo para la facción de Sarpi, cuando el cardenal Mazarino sucedió a Richelieu en Francia. Mazarino inició la factibilidad de la Paz de Westfalia de 1648, en tanto que el protegido de Mazarino, Jean-Baptiste Colbert, organizaba el apoyo a un enorme proyecto de construir en Francia un programa infraestructural, cuyo motor sería la ciencia. Pero, el necio rey Luis XIV cayó en la trampa de las guerras prolongadas, y los británicos ganaron la guerra mediante el tipo de guerra que culminó en la Guerra de los Siete Años. De ahí salió el establecimiento del Imperio Británico, como un imperio privado de la Compañía de las Indias Orientales británica bajo la dirección de lord Shelburne.

Después de la Paz de Westfalia de 1648, había entonces tres fuerzas estratégicas principales, mutuamente opuestas en Europa: el viejo régimen, asociado con los intereses habsburgos sumamente debilitados; la facción de Sarpi; y, con centro en la Francia de Jean-Baptiste Colbert, las directrices económicas y sociales que constituían un derivado natural del renacimiento asociado históricamente con los círculos del cardenal Nicolás de Cusa y de los seguidores de las iniciativas de Cusa como Luis XI de Francia y Enrique VII de Inglaterra.

Ahora la lucha se centraba, en lo esencial, entre el movimiento centrado en la Francia de las políticas de Mazarino y Colbert, contra lo que habría de surgir como la nueva composición de la facción enemiga, la facción ahora organizada en torno a los seguidores liberales angloholandeses de Sarpi y Rene Descartes.

La verdadera Guerra Mundial de hoy

Mientras tanto, Sarpi y sus seguidores procedieron con una guerra cada vez más vigorosa del empirismo en contra de la ciencia verdadera. Se invocó a la ciencia fraudulenta angloholandesa del bruto de Guillermo de Orange a favor de la causa; con la muerte de la reina Ana, la brutalidad fue la realidad de la bandera británica. Se convocó al confuso Issac Newton para cargar el banderín, que quizás era la único para lo que servía, y de esa manera conducir a los incautos a batallar por la causa de las imbecilidades empiristas. Las derrotas de 1689-1763 de Francia y de las fuerzas norteamericanas centradas en torno a los remanentes de los Winthrop y los Mather de Massachusetts se congregaron, cada vez más, en torno al genio dinámico de Benjamín Franklin, que eran los dirigentes de la resistencia efectiva a la tiranía imperial ahora reunida en torno a una Gran Bretaña bajo control de lo que definió la Paz de París de 1763 como un imperio privado bajo control de la Compañía de las Indias Orientales británica. La pelea se daba esencialmente entre la tradición de Leibniz y la tradición ideológica sarpiana de René Descartes.

La Revolución Americana, librada implícitamente cual guerra mundial recurrente, desde 1776 hasta el momento de la victoria del Presidente Abraham Lincoln contra los enemigos imperiales de EUA en 1865, definió el conflicto estratégico global esencial, como un conflicto entre las fuerzas patriotas de los Estados Unidos, contra el enemigo tradicional crónico emblemático de nuestra república de Estados Unidos, que se conoce, tradicionalmente, como "el Imperio Británico", pero que es el imperio financiero-oligárquico neoveneciano de la facción imperial internacional constituida como seguidores de la potencia financiera-oligárquica ideológica asociada a la tradición de Paolo Sarpi.

Se ha convertido, desde que los británicos aplastaron la anterior independencia de los asentamientos en Nueva Inglaterra, alrededor de 1689, en una guerra en contra de la creatividad, dirigida por los seguidores de Paolo Sarpi, en contra del legado de creatividad científica de Platón, Cusa, Kepler y Leibniz, esencialmente, en contra de los planes monetaristas imperiales centrados en la ideología reduccionista de Paolo Sarpi y su tradición cartesiana, intrínsecamente usurera, que se expresa en los incautos del culto a Isaac Newton.

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4. LAS TESIS

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La opinión popular sobre el tiempo está asociada a la noción de que, a pesar de nuestro conocimiento de los cambios en el universo que habitamos, incluso los catastróficos, ese universo sigue siendo un territorio dentro del cual el tipo de cambios que podemos esperar que experimentemos, hasta los más calamitosos que aún no nos hemos imaginado, se limitan a los confines de un repertorio relativamente fijo, ya sea que conozcamos al presente todo el abanico de ese repertorio de posibilidades, o no. Esa creencia, por supuesto, es falsa.

En ese sentido, creemos en una imaginada inmortalidad de los bienes inmuebles, del modo en que creemos apriori, axiomáticamente, en la inmortalidad del tiempo de reloj. Esa creencia también es falsa.

Los supuestos acostumbrados sobre el espacio y el tiempo se relacionan a menudo a una creencia tonta, aparentemente instintiva, en la inmortalidad de la idea de los bienes inmuebles. En nuestra cultura, a la mayoría de la gente les asecha la sospecha de que los inmuebles son en algún modo inmortales, en tanto propiedad en sí misma, quienquiera o cualquier cosa que sea el propietario nominal. Por motivos similares, la mayoría de la gente, en especial la mayoría que cree en el Cielo, también considera al Cielo, o lo que sea, como un tipo especial de bien inmueble celestial, como Owen Gingerich, autor del prólogo a una reciente edición en inglés de La Nueva Astronomía de Johannes Kepler, ha sugerido, falsamente, una noción de ese tipo.

Ese tipo de creencias patéticas coinciden, de manera más o menos exacta, con una visión permanentemente cartesiana de un universo de mero tiempo de reloj.

No obstante, contrario a las creencias convencionalmente necias, quienes entre nosotros estamos cuerdos y hemos dejado nuestras mentes abiertas a los puntos esenciales conocidos de los principios científicos, creemos implícitamente en la inmortalidad del alma humana, del modo en que Moisés Mendelssohn se hizo eco del Fedón de Platón en este respecto. La eficiencia del alma humana no se limita, incluso en la expresión mortal de nuestra existencia, en los confines de este cuerpo. Más bien, las ideas que se comparten al forjar el desarrollo desenvolvente de la sociedad, tal como las grandes composiciones musicales clásicas de sus compositores, y de modo más destacado, el efecto de esa obra de composición, de poesía, música y de progreso científico físico, y las enseñanzas experimentadas de su ejecución llevan la marca de lo que había sido la presencia de las personas en cuestión. De este modo, los seres humanos que están verdaderamente vivos mientras viven en la carne, no son nunca simplemente paquetes de datos, sino la expresión de un poder personal que trasciende los límites de su carne animal.

Platón y Mendelssohn no especulan en esta cuestión; puede ser que sus discernimientos no sean perfectos; pero, son ciertos.

En el fondo, el desarrollo de la especie humana de un modo que corresponde al verdadero progreso artístico clásico y científico, es lo que define el significado de nuestra experiencia, y el hecho de una vez haber vivido. De hecho, la posibilidad misma de la existencia de la humanidad como especie, depende de ese tipo de proceso de desarrollo, experimentado de ese modo. Este tipo de consideraciones, constituyen la sustancia de nuestras almas, de nuestra nación, por ejemplo, de la humanidad en general, de las naciones propiamente concebidas, y de cada uno de nosotros en lo personal. Piensa en el paso del tiempo como, en cierto respecto, parecido al espacio, una distancia recorrida. Piensa en el tiempo en tanto tiempo físico, en vez del tiempo de reloj. Vivimos temporalmente pero los mejores de nosotros seguimos viviendo como inmortales en una inmensa simultaneidad de eternidad.

Ese proceso de cambio al que pudiéramos contribuir a nombre de ese universo que así habitamos, cuando se considera en dichos términos, revela el verdadero contenido esencial del paso del tiempo físico. Ésta no es solo una idea sobre nosotros y nuestras naciones. Es la norma de referencia para medir el grado y el ritmo de progreso en la existencia de la especie humana en este universo cambiante en lo cualitativo, que nosotros, en este momento dado, habitamos. El tiempo así medido, en el principio de acción antientrópica, es real, no "el tiempo de reloj".

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Ya es tiempo de liberarnos de ideas bobas, como la concepción boba de "tiempo de reloj" prevaleciente entre las víctimas de esto.

La evolución de las especies, ya sean las especies del espacio-fase abiótico, o de la biosfera, es una expresión de un impulso antientrópico de forma innata, un impulso que reside dentro de nosotros, como un potencial inherente de la dinámica de esas dos categorías generales de existencia en nuestro planeta, y más allá. La diferencia decisiva entre la creatividad endémica de la especie humana y las de la biosfera, o del espacio-fase abiótico en general, consiste en que el desarrollo de la humanidad hacia niveles superiores de desarrollo antientrópico manifiesto, tal como el desarrollo evolutivo de esa cualidad, es deliberado de manera conciente, o al menos aproximadamente. Por lo tanto, hasta ahora, el conocimiento de la creatividad humana real, se ha limitado a los casos de individuos humanos excepcionales, pero esto no tiene porqué seguir así. Debemos de llegar a entender ahora la significación del tiempo físico.

Así, aunque la creatividad permea todo el universo, como se ha de notar en el caso del desarrollo evolutivo de nuestro sistema planetario a partir de un Sol relativamente solitario a un sistema solar, solo sabemos que la creatividad llega a ser conciente de modo eficaz sobre la Tierra hoy día solo entre los individuos humanos, hasta ahora, solo con poca frecuencia. No obstante, ha sido nuestra gran desventura como sociedad, hasta ahora, que el reconocimiento conciente de esa potencialidad se ha suprimido ampliamente, con éxito, entre la mayoría en las culturas conocidas del planeta hasta ahora.

La supresión desafortunadamente difundida del conocimiento de esta potencialidad, en nuestro planeta, hasta ahora, del modo en que ese tipo de supresión constituye el tema del Prometeo encadenado de Esquilo, continúa siendo un gran obstáculo a la existencia del entendimiento popular de la existencia y la función del tiempo físico, en oposición a la noción ilusoria del tiempo de reloj.

Más aún, la supresión del conocimiento del tiempo físico, en tanto distinto del mero tiempo de reloj, ha puesto en riesgo a la humanidad en su conjunto repetidamente, mediante la supresión de la fracción de individuos eficaz y concientemente creativos, a un pequeña fracción de las poblaciones humanas en su conjunto, hasta ahora.

Por ejemplo, considera la creencia actualmente muy difundida en el menjurje realmente absurdo de los farsantes del siglo 19, los matemáticos formalistas Rudolf Clausius y Hermann Grassmann que plantearon, a través de Clausius en 1850, la fantasía que llegó a conocerse más tarde, a través de su asociado lord Kelvin, como la infame "Segunda Ley" de la termodinámica, y se llegó a conocer también como la "ley de la entropía". Cabe señalar que tanto Clausius como Grassmann eran matemáticos, no físicos, y cometieron una cantidad de errores crasos que han tendido a ser emblemáticos de los matemáticos; errores crasos de un tipo, que rayan en los efectos del apriorismo formalista, que nos recuerdan de la necesidad de la preciosa oración concluyente de la disertación de habilitación de Bernhard Riemann de 1854, sobre el tema de las meras matemáticas.

Gran parte de los peores efectos de los tipos de errores sistémicos que han tendido a perpetrar los matemáticos en la sociedad moderna, cuando han invadido el dominio de la física, se remontan, en la práctica europea moderna, al impacto de la influencia de Paolo Sarpi en el fomento de la resurrección de la "navaja" medieval de Guillermo de Occam. Esta depravación de ellos es característica de la ideología del liberalismo angloholandés y sus símiles.

El problema de importancia es que Sarpi había adoptado las necedades de Occam a fin de, por un lado, permitir los inventos prácticos, pero al mismo tiempo, negarse, como el Zeus olímpico del Prometeo encadenado de Esquilo, a tolerar el descubrimiento y la propagación de verdaderos principios físicos. Esto es de particular importancia por motivos del fanatismo de los seguidores venecianos de Sarpi en sus ataques a la obra de tales pioneros como Nicolás de Cusa y el seguidor de Cusa, Johannes Kepler. Se nota, por ejemplo, en el carácter intelectual abrutado de los reclamos fraudulentos en contra de Godofredo Leibniz hechos por los farsantes del siglo 18 como el abad Antonio Conti, Abraham de Moivre, D'Alembert, Leonhard Euler y el protegido de Euler, Joseph Lagrange.

Por ejemplo: Un vistazo a las sandeces de de Moivre, D'Alembert, Euler, Lagrange, Laplace y Agustín Cauchy sobre el tema del descubrimiento singularmente original del cálculo por parte de Leibniz, apunta hacia lo que se podría denominar la "carta robada" del caso de su fraude deliberado en contra de la ciencia. El intento de estos payasos empiristas del liberalismo filosófico moderno, de negar la realidad ontológica del "infinitesimal" del cálculo de Leibniz, es una evidencia "clave" de los orígenes de la popularización de la fraudulenta "segunda ley de la termodinámica".<9> Ésta es una clave importante para el entendimiento del significado de la frase "tiempo físico", en tanto distinto al "tiempo de reloj".

La negación que hacen los empiristas y los aristotélicos, de la existencia de un infinitesimal eficiente en el cálculo de Leibniz, es una clave para entender la naturaleza y la importancia de la distinción entre la antientropía del espacio-tiempo físico y la noción de entropía inherente a la visión reduccionista arbitrariamente conjeturada de los seguidores de Aristóteles, o del intento de Sarpi por resucitar al extinto Occam.

Las cuestiones que acabo de describir de ese modo, se pueden plantear correctamente para mayor discusión echando un vistazo al modo en que Einstein pone de relieve un universo finito pero no confinado, un concepto que él vinculaba al descubrimiento singularmente original de la gravitación universal de Kepler. Mientras que el matemático liberal o aristotélico solo ve la expresión de un principio físico sugerido que ubica al universo dentro de los confines de la trayectoria imaginada de una supuesta expresión matemática supuestamente pertinente, por el contrario, el principio de Kepler, que al entender de Einstein se refiere a un universo finito pero no confinado, confina la función matemática referida, como hizo Kepler, en vez de ser confinada por ella.

Esta distinción tiene una significancia similar a la imposibilidad de confinar un círculo o una esfera mediante la cuadratura, como lo hizo Euler en su apoyo al dogma sarpiano en contra de Leibniz. Como lo puso de relieve Einstein, los descubrimientos de Kepler de las trayectorias en la astrofísica (y de otro modo) confinan el proceso descrito, en el mismo sentido en que la gravitación universal, como él lo descubrió de manera original y singular, confina un valor corriente la en astrofísica. Dado que ese universo está en desarrollo, el universo es finito en lo inmediato, y, asimismo, es esencialmente antientrópico.

El disparate del tiempo de reloj

La ocurrencia de fenómenos tales como las novas en el universo del astrónomo, tal como esa Nebulosa del Cangrejo que tanto hace, periódicamente, para combatir la radiación del Sol en la configuración de los efectos más importantes que se experimentan en nuestra Tierra, nos presenta con la evidencia de la "mortalidad" tanto de los sistemas solares como de las galaxias en que habitan. Si debemos esperar que galaxias enteras experimenten tales acontecimientos, ¿Dónde podemos esperar encontrar esperanza para la permanencia de cualquier condición existencial particular en este universo? No obstante, la experiencia científica nos ha informado del progreso científico humano hacia, en última instancia, la gestión de lo que se puede ver hoy día como poderes terriblemente impresionantes más allá de nuestras capacidades desarrolladas al presente como humanidad.

Cuando reflexionamos en dichas realidades profundamente subyacentes, e impresionantes al presente, de la existencia humana en este universo, nos guía la conciencia a pensar de modo diferente al que la mayoría de los gobiernos, las naciones y su gente individual han llegado a pensar, por costumbre, hoy día.

Quienes vivimos hoy día no "llegaremos allá", en la lectura convencional que se da hoy día a ese lenguaje. ¿Qué, entonces, lograremos nosotros, quienes vivimos ahora y pronto moriremos?

En breve, la respuesta es que nuestra importancia reside en los cambios hacia los mayores poderes de la humanidad que se requerirán para asegurar que lo que hayamos contribuido, con nuestros vidas mortales hoy, tendrá un resultado seguro y respetable en aportar a la condición distante del universo que tanto debe hacer la humanidad hoy día para prefigurar, en términos de los poderes relativos de nuestra especie ahora. Ahí, aparece la inmortalidad como verdaderamente es para nosotros ahora, concretamente: una simultaneidad de la eternidad.

Esto nos lleva al meollo del tema del tiempo físico, en vez del tiempo de reloj.

La economía y el tiempo físico

Como lo he comentado anteriormente aquí, el descubrimiento de la gravitación universal de Johannes Kepler estableció evidencia implícita que llevó los logros de Johannes Kepler al borde del descubrimiento relacionado de los principios del espacio físico y el tiempo físico. El obstáculo para ese descubrimiento adicional era, principalmente, la toma del poder político sobre la ciencia por parte de los círculos asociados con la dirección aportada por Paolo Sarpi, más notablemente el prominente lacayo pertinente de Sarpi, Galileo Galilei.

El aspecto más decisivo de esa destrucción de la ciencia moderna, fue la introducción del método mecanicista en las matemáticas, de lo cual Galileo era meramente emblemático, junto con la propagación de la influencia de los embaucadores Rene Descartes y el declarado cartesiano con sede en París, el abad Antonio Conti, de pedigrí veneciano. El más decisivo de los trucos maliciosos involucrados en estas patrañas fue la insistencia histérica, de parte de los oponentes de Kepler, Fermat y Leibniz, en la presunción de los empiristas de que el "infinitesimal", según lo definía el descubrimiento del cálculo de Leibniz, no existía.

Aunque la totalidad del culto al especialista en magia negra, Isaac Newton, no documenta ninguna investigación física en absoluto, la admisión abierta del hecho fue el tema de los seguidores de Sarpi en contra de la ciencia competente, lo cual fue articulado por una serie de embaucadores del siglo 18 asociados al notorio Voltaire que aborrecía a Leibniz, tales como Abraham de Moivre de Francia, D'Alembert, Leonhard Euler y el protegido de Euler, Joseph Lagrange. Como formuló el mismo de Moivre la aseveración central de todo el fraude, el argumento era que el infinitesimal físico eficiente del descubrimiento de Leibniz del principio físico universal de mínima acción física, indicado por la catenaria, dependía de la evidencia de una magnitud supuestamente "imaginaria". El argumento de Euler en este sentido, en respaldo del fraude de de Moivre y D'Alembert, se trataba del caso más obvio de cruda mentira descarada, de lo más patente. La patraña de Euler llevó a la de los a veces agentes del duque de Wellington, Laplace, con su menjurje bobo de los "tres cuerpos" y el timador y plagiario (explícitamente, de la obra original de Niels Henrik Abel) Agustín Cauchy.<10>

Sin embargo, para entender como nació ese fraude de los empiristas del siglo 18, se tiene que ver en retrospectiva los verdaderos orígenes del empirismo en la obra de Sarpi, la resurrección que hizo Sarpi de la bazofia de ese irracionalista medieval Guillermo de Occam. Este es un caso emblemático del tipo en el que un criminal se incrimina a sí mismo dejando detrás una evidencia detallada no solo de su acción criminal, sino pruebas del propósito criminal que precede al acto.

En la historia de la ciencia conocida egipcia y europea desde el programa de la Esférica asociado a los pitagóricos, Sócrates y Platón, el concepto de la ciencia principal había sido el descubrimiento de principios físicos universales validados mediante métodos de lo que Riemann habría de identificar como experimentos únicos, experimentos cuyo éxito define principios universales del trabajo científico y principios afines. En contraste con esa competencia, el fraude que era Laplace procuraba simplemente destruir la evidencia científica existente mediante métodos no comprobados, una incompetencia que intento evadir manufacturando la patraña llamada "el problema de los tres cuerpos", una celebración quizás del duque de Wellington, Laplace y Cauchy, todos en la misma cama.

En el caso clínico comparable, del abrazo de Sarpi al Occam medieval, Sarpi excluye las pruebas físicas experimentales (como ejemplificaban dicha prueba las obras de tales seguidores de Cusa como Leonardo da Vinci y Kepler), a favor de cierto tipo de coincidencias aparentes. Si se pudiera ocasionar que la treta urdida pareciera verosímil, y si Sarpi y sus cómplices optaron por profesar que la admiraban, se podría adoptar, mediante aseveraciones ricamente mentirosas contrarias a la realidad.

La idea de "prueba" que empleaban los seguidores occamistas de Sarpi, los empiristas, llegaron a constituir las fórmulas matemáticas decretadas manifiestamente verosímiles en la opinión de un conjunto influyente de embaucadores, sin ninguna referencia a una demostración experimental de principio o algo comparable. La totalidad de lo que se pretendía como "obra original" de la escuela de Newton y sus seguidores de los siglos 18 y 19, fue de ese molde. Así, se armaron y se emplearon fórmulas matemáticas como sustitutos de principios experimentales de tipo decisivo. Sobre la base de ese método, se negaron de manera completamente arbitraria los principios reales, como el principio de la gravitación universal descubierto por Kepler.

El aspecto de mayor consecuencia de dichos fraudes de los empiristas, los mecanicistas (tal como Ernst Mach), y, aún peor, los positivistas (tales como Bertrand Russell, Norbert Wiener y John von Neumann), tienen ese rasgo común.

Fueron esos métodos reduccionistas, los que llegaron al poder político mediante el establecimiento de la influencia de Sarpi expresada en la ideología contemporánea del imperio británico (narcotraficante, financiero-oligárquico) prácticamente mundial, que utilizó ese poder de las prácticas financieras imperiales —como los fraudes con derivados financieros que han llevado a la bancarrota al sistema financiero-monetario mundial hoy día— -para lograr el imperio mundial el poder oligárquico-financiero estilo veneciano.

Desde el punto de vista del derecho natural, el rasgo decisivo del sistema imperial que recientemente ha entrado en la fase final de su existencia en la crisis de desintegración del actual sistema financiero mundial, consiste en su prohibición contra cualquier consideración sistémica de los principios de la práctica económica física de los cuales depende inmediatamente ahora la continuación de la vida civilizada sobre el planeta.

La función del tiempo físico

Cuando se toman en cuenta los argumentos en contra de los sistemas financieros imperiales, y se consideran en los términos de referencia que he escogido, de modo especial, al comienzo de este capítulo del informe, la fragilidad de la suposición falsa de que los sistemas planetario e interplanetario de hoy constituyen la forma de experiencia permanente para la mente de los miembros de la especie humana, dirige nuestra atención al desafío de asegurar la continuidad de lo que la humanidad ha venido construyendo hasta ahora. Luego, en vez de imaginar que la fase del universo en la que nos encontramos ahora, será un marco permanente para el alma humana; debemos pensar en cómo debemos construir el desarrollo de aquello que está encarnado, como de manera espiritual, dentro de nosotros, de tal modo que el propósito de aquellas almas que somos, lleguen a adaptarse a nuestras circunstancias futuras bajo las cuales los cambios futuros distantes en la composición de nuestro universo seguirán aportando significado a lo que hemos sido hasta ahora.

En esta perspectiva de la inmortalidad en tanto propósito de la existencia de la humanidad, el tiempo según hemos estado acostumbrados a discutirlo anteriormente, tiene ahora una cualidad cambiada para la humanidad verdaderamente cuerda. El tiempo y el espacio devienen partes complementarias, si bien esenciales, de la experiencia total; pero, como ya lo destacaban los círculos de Einstein, a comienzos del siglo 20, el tiempo por sí mismo, y el espacio por sí mismo, son ilusiones que ya no existen de ese modo.

Lo que debemos medir, por lo tanto, es la tasa de desarrollo de cambio tanto del universo que habitamos ahora, como en el futuro cuando las circunstancias quizás sean cualitativamente diferentes. De este modo, el desarrollo de la humanidad, incluyendo los cambios del hombre en la organización y composición de nuestro hábitat, es lo decisivo. El tiempo de reloj como tal no tiene importancia intrínseca; lo importante es el desarrollo antientrópico. Esto significa hacer hincapié en las tasas relativas de desarrollo de los poderes del hombre y la condición del hombre, y eso relativo a la entropía que los mentados maltusianos requieren, que nos engulliría y haría la existencia futura del hombre como la del antiguo Dodo. El ritmo de desarrollo, con relación al desgaste, y el resultado del progreso así definido, ahora sustituye las meras nociones abstractas del espacio a-priori y del tiempo a-priori, con una tasa neta de poderes cualitativos de progreso científico fundamental a estados superiores de existencia.

El desarrollo del espacio-tiempo humano, un desarrollo dentro del cual ocurre la muerte del paquete mortal, dentro del cual somos enviados a nosotros, es la medida del significado de la existencia espiritual de cada uno de entre todos nosotros. Después de todo, cuando el paquete inmortal de uno se ha vaciado del animal que habitábamos, y ahora debemos echar a un lado, lo que nuestra mente ha llegado a ser como poder para defender y para mejorar el universo, es lo que deviene el sustituto de la noción de tiempo de un pobre animal.

Esta concepción que acabo de resumir de ese modo, es posible para nosotros, como no lo es para las formas inferiores de vida, porque nosotros tenemos el poder de la creatividad verdadera, si la desarrollamos y la utilizamos. Este poder está representado, en su potencial, como la singularidad de la capacidad del ser humano de hacer descubrimientos fundamentales de principio, descubrimientos que cambian el universo que habitamos. El ritmo al cual progresamos en servicio de esa intención, es la medición que reemplaza el paso del tiempo de reloj que nunca fue nada más que una reliquia del pasado otrora bestial de nuestra especie.

Es eso lo que debemos medir, y pronosticar, si este planeta se ha de escapar ahora del hundimiento que se nos viene encima, ya en marcha en un estado de crisis avanzada. Yo sospecho, sobre premisas excelentes, que Alberto Einstein estaría de acuerdo.

30-30-30

Notas

1. Hablando de una cuestión sumamente pertinente aquí, en términos formales, la introducción de una geometría no euclidiana la concibió realmente Carl F. Gauss durante sus días de estudiante asociado a sus mentores Abraham Kästner y A.W. von Zimmermann. Kästner, el iniciador de una geometría moderna explícitamente antieuclidiana, fue pionero en rechazar cualquier semejanza a una geometría euclidiana. En relación al asunto posterior de las pretensiones de Janos Bolyai, ver dos de las cartas de Gauss a Farkas Bolyai (viejo amigo de Gauss y padre de Janos), en Der "Fürst der Mathematiker" in Briefen und Gesprächen de Carl F. Gauss (Munich; Verlag C.H. Beck, 1990), pp.137n, 139-140. Desafortunadamente, el tercero de los principales promotores de una geometría no euclidiana anteriores a Riemann (Kästner, Gauss, Janos Bolyai y N. Lobatchevsky), Janos no halló consuelo en las palabras generosas de Gauss sobre el asunto del conflicto. La respuesta de Gauss a Farkas Bolyai en esta materia, refleja una debilidad importante en el enfoque de Gauss al presentar sus logros (bajo las circunstancias políticamente desfavorables establecidas por el reinado de Napoleón Bonaparte y, después, hasta la muerte del farsante Agustín Cauchy, eso en un momento en que, desafortunadamente, coincidía con el comienzo de los años finales de Gauss). Para leer las intenciones privadas de Gauss en esas cuestiones, es esencial reconocer que algo importante de Gauss sale a la superficie en la obra de Bernhard Riemann y del protegido de Alejandro de Humboldt, Lejeune Dirichlet.

2. Cf. Los dos primeros párrafos y la oración final de la famosa disertación de habilitación de Riemann de 1854.

3. Desde la combinación del derrumbe sucesivo en 1967-68, de la libra esterlina británica, la capitulación del Presidente estadounidense Lyndon Johnson el 1 de marzo de 1968, y las explosiones de alboroto de la primavera, verano y otoño de ese año, el año fiscal estadounidense de 1967-1968 fue el comienzo de un desplome neto en la infraestructura económica básica de la economía estadounidense: desde entonces hemos ido cuesta abajo en la economía física. La elección del Presidente Richard Nixon en 1968 ha sido el comienzo del fin alcanzado en la secuela de hoy de ocho años de la peor Presidencia estadounidense en la historia de EU desde el fin de aquel títere británico conocido como la Confederación. Incluso Presidencias como esas reliquias de la Confederación, como las de Theodore Roosevelt y Woodrow Wilson, no fueron tan completamente corruptas como la del títere de George Shultz, George W. Bush, Jr.

4. Si por conveniencia comparamos las "culturas" de la humanidad con las atribuidas a los simios superiores, debemos reconocer que la especie humana tiene un desempeño relativamente pobre en tanto especie, hasta que tomamos en cuenta de modo eficiente el efecto de los poderes mentales creativos humanos que son peculiares a toda la humanidad, pero están ausentes en todas las formas inferiores de vida, incluyendo a los simios. Estos son poderes que no se deben confundir con las meras capacidades de los perros y los simios para resolver problemas, por ejemplo. La creatividad no es una cuestión de "talentos", sino de descubrimiento y empleo de nuevos principios físicos universales. Todas las formas de vida son inherentemente ingeniosas, con relación a los ideólogos derechistas librecambistas de hoy, tales como Hank Paulson, pero ninguna, excepto la humanidad, es en realidad potencialmente creativa de modo eficiente. Razón por la cual debemos decir, de todos los correligionarios de Paulson y grupos sectarios tales como los incautos del American Enterprise Institute (AEI, o Instituto de la Empresa Americana), que le han fallado a Estados Unidos y a sus ciudadanos de modo tan miserable durante las últimas décadas: mejor se debieron haber empleado en tratar de aprender a comportarse como si realmente estuviesen dedicados al interés humano. El AEI hoy ejemplifica el renacimiento, después del día de Pearl Harbor, de las asociaciones contrarias a Franklin Roosevelt que cambiaron su aspecto exterior, pero que se quedaron internamente, hoy día, tan en pro de Mussolini y en pro de Hitler, tradicionalmente, como lo eran antes, abiertamente, hasta los sucesos de Pearl Harbor. Los que ahora aborrecen a Franklin Roosevelt, tales como Félix Rohatyn y el narcotraficante de Gran Bretaña, George Soros, ejemplifican ese legado.

5. A pesar de la confirmación inmediata de la advertencia que transmití en mi pronóstico del 25 de julio de 2007 sobre una crisis que se nos venía encima de desintegración general de la economía mundial existente, y a pesar de la evidencia creciente y dramática en respaldo de ese pronóstico con toda la gama de acontecimientos hasta la fecha, el gobierno de Rusia se negó a reconocer esta realidad hasta diciembre de 2008, en tanto que el "sub primer" Ministro Kudrin acaba de anunciar una perspectiva que es francamente demente en sus suposiciones y conclusiones, y potencialmente suicida para Rusia como nación. Este acontecimiento ha estado bajo estudio cuidadoso en el mundo, como asunto de contrainteligencia estratégica, en el interés de EU, contra el imperio británico, por algún tiempo. Yo no hablo a la ligera en estas cuestiones.

6. Leibniz, "Critical Thoughts on the General Part of the Principles of Descartes" (1692) y en "Specimen Dynamicum" (1995) Loemker, ed. (Dodrecht/Boston/London; Kluwer Academic Publishers, 1989).

7. Contrario a los estadísticos, la evolución biológica no es de naturaleza estadística.

8. La forma del principio de gravitación universal, como lo descubrió Kepler, no fue descubierta por Isaac Newton. Fue copiada por los círculos de los controladores de Newton a partir de la edición publicada previamente de algunos trabajos de Kepler. Todo lo que se le añadió fue un factor realmente aportado por los círculos de Huyghens y Leibniz. Como lo proclamó John Maynard Keynes, al abrir el misterioso baúl secreto de los documentos de Newton, éste no descubrió absolutamente nada de interés científico, sino principalmente pura "magia negra" al estilo de la hechicería.

9. No debe de resultar asombroso que los usuarios del término "termodinámica" entre los creyentes de Clausius, Grassmann y Kelvin, y del seguidor de Ernst Mach, Ludwig Boltzmann, no tienen una comprensión real del uso propio del término "dynamis" o "dinámica". El uso que dan al término es una forma de disparate ignorante que constituye evidencia que va al meollo del asunto de la incompetencia que yo les cargo a esos autores con respecto a la noción de antientropía.

10. El documento fundamental de Abel, supuestamente perdido, el que plagió Cauchy, apareció, catalogado con esmero en los archivos de Cauchy, lo que muestra que Cauchy aprovechó la oportunidad de la muerte de Abel para plagiarle su obra original. Laplace y Cauchy llegaron al poder en Francia mediante el rol del Duque de Wellington, que era el representante oficial de las potencias que ocupaban a Francia, luego de la derrota final de Napoleón Bonaparte. El resultado fue no solo el nombramiento del agente británico que se convirtió, de ese modo, en el nuevo rey de Francia, para sustituir al principal candidato previo, el héroe nacional de Francia Lázaro Carnot, sino que los británicos utilizaron a su pelele, el nuevo monarca Borbón, para destruir el programa educativo que había creado la Ecole Polytechnique de Gaspard Monge y Carnot. Los embaucadores de Laplace y Cauchy fueron designados para reemplazar a Monge y Carnot, quienes habían creado y dirigido la Ecole como la institución científica principal del mundo en esa época. Alejandro de Humboldt, que había sido un asociado cercano de Carnot en la Ecole Polytechnique, hizo bastante para rescatar y adelantar la obra de la Ecole, a pesar de Laplace y de Cauchy. Esta colaboración con Alejandro de Humboldt, llevó a la fundación del Crelle's Journal, la primera de una serie de empresas con propósitos similares, que jugaron un papel decisivo en el avance de la ciencia durante ese siglo.