Escritos y discursos de Lyndon LaRouche

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La estrategia para el año nuevo

por Lyndon H. LaRouche, Jr.

22 de diciembre de 2013


El año nuevo 2014 trae consigo, al presente, la sumamente posible, incluso probable, amenaza temprana de una guerra termonuclear global por motivos coincidentes, pero encontrados, entre las destacadas fuerzas imperialistas dirigidas por los angloholandeses de las alianzas actualmente centradas en la región transatlántica, y las fuerzas contrarias, motivadas por objetivos defensivos, de su oposición centrada en la región transpacífica. ¡Sombras del recuerdo de la extinción de Troya! La continuación del ejercicio en el cargo del títere angloholandés, el Presidente estadounidense Barack Obama, entraña el alto riesgo inmediato de una guerra global de extinción mutua, que amenaza desatarse en algún momento durante las primeras semanas y meses del año nuevo que está por venir.

Solo infantiles soñadores de diversos rangos y edades entre nosotros, podrían dudar de la alta probabilidad de dicho resultado temprano consecuente, a menos que intervengan los cambios que se necesitan con urgencia en la actual política de los Estados Unidos para impedir tal amenaza de extinción.

Los hechos estratégicos más pertinentes se conocen ya, de manera notable, entre estrategas relevantes de entre los patriotas de Estados Unidos. Lo que amenaza con ser insuficiente es el coro eficaz de las voces públicas que conocen esto, pero que tienen dificultad en transmitir a tiempo una voz eficiente. Yo no dejaré por voluntad propia de cumplir con mi deber en este asunto.Lyndon H. LaRouche, Jr., diciembre de 2013.


Prefacio:

El principio oligárquico

La amenaza de la opinión pública


Ya hace mucho tiempo desde que la "opinión pública de la multitud certificada ha sido de hecho un instrumento confiable de gobierno". El asesinato de Alexander Hamilton por el homicida, ladrón y espía británico Aaron Burr, quien había actuado impunemente bajo el mandato del presidente Thomas Jefferson, o el arranque temprano de las tontas rabietas del anciano John Adams, dejaron al pueblo de los Estados Unidos con no más que algunas relativamente pocas, pero maravillosas excepciones, como Presidentes, en contraste con los más habituales, tontos culpables o incompetentes semejantes, que con frecuencia ocupaban los más altos niveles entre el liderazgo pasado de nuestra república. Andrew Jackson y Martin van Buren habían llegado a ser simplemente emblemáticos entre los relativamente muchos bribones que habían gobernado o dominado de otra manera, sobre la presidencia y categorías relativamente cercanas de cargos de alto nivel en nuestra república. El asesinato del Presidente Abraham Lincoln por agentes británicos de la Confederación, el asesinato de William McKinley, la estafa de "Teapot Dome’’ asociada a la muerte del Presidente Harding, y el trabajo del absoluto canalla Harry S. Truman, son solo emblemáticos.

En el rol de las Presidencias estadounidenses, en los casos del desgraciado deplorable George W. Bush Jr., y ahora de Barack Obama, y los fraudes perpetrados bajo los pretextos más mezquinos por Presidentes particulares, hemos consentido el asesinato de masas entre nuestros ciudadanos, bajo los mismos pretextos mezquinos, como en el caso ejemplar del "9-11’’. En esa tendencia de moda, impuesta sobre nuestros ciudadanos, en la mayoría de los casos, hemos sido gobernados recientemente por "dictadores de facto’’ designados bajo el imperio británico, y por ladrones que ahora están robando en masa, como lo hacen esos títeres del Wall Street de Londres que han sido cómplices destacados en impulsar un asesinato en masa declarado de los ciudadanos de nuestra república.

Desde los asesinatos del presidente John F. Kennedy y de su hermano Robert, nuestra Presidencia cayó en las sucias manos y opiniones de la vicepresidencia de George H. W. Bush, y en la patética conducta del más joven y estúpido Bush como Presidente: por consiguiente, los mandatos del mero secuaz, George W. Bush, Jr., y de la gestión creada por el imperio británico del francamente malvado Barack Obama, han llevado ahora a Estados Unidos al umbral de su probable autoextinción como nación soberana.

Queda muy poco realmente de la verdadera Constitución de Estados Unidos, a no ser que nosotros, el pueblo de nuestro Estados Unidos, estemos prestos a terminar con el reino de pillos entre nosotros y a revivir los en esencia descuidados poderes originales de la Constitución Federal de Estados Unidos.

En mejores y más sabios momentos de nuestra república, elegimos a Franklin D. Roosevelt, cuya presidencia salvó a nuestra nación y aún más, y eso a pesar del con razón despreciado Richard Nixon. Nosotros elegimos la opción de Eleanor Roosevelt, el brillantemente logrado, auténtico guía y patriota de Estados Unidos, el Presidente John F. Kennedy, cuyo asesinato fue consentido e implícitamente garantizado por una camarilla corrupta de literalmente despreciables traidores "de alto rango’’. Como nación, habíamos sido manejados para virtualmente marginar al Presidente Ronald Reagan de ciertos aspectos en temas cruciales, para ventaja de los compinches al mando del vicepresidente George H. W. Bush, incluyendo algunas de las figuras destacadas de la Casa Blanca, durante el tiempo en que se desenvolvía este proceso en el periodo de gobierno del Presidente Reagan.

Así, el justificado lamento por la calidad de nuestro gobierno nacional en ruinas, continuó más allá de esto y, en realidad, a consecuencia de que dejamos de reconocer la verdad de los asesinatos de los dos hermanos Kennedy.

El candidato presidencial Bill Clinton, en su momento, fue seleccionado por su papel, por una ciudadanía más que disgustada con la Presidencia carente de moral de George H. W. Bush. Afortunadamente, esa vergüenza permitió elegir al Presidente Clinton por dos periodos de gobierno.

El presidente Bill Clinton en cierta medida fue una promesa, hasta que hizo el ridículo y a duras penas escapó de la virtual horca política planteada por el caso de una joven que tenía un cierto tipo récord crónico que debería haber excluido hasta el olor de su presencia en el sótano de la "Casa Blanca’’; desde el fin de la gestión de Bill Clinton, hemos tenido poco que no haya resultado, en su debido momento temprano, haber sido algo mucho peor que basura.

Mientras tanto, los vulgares estafadores y ladrones de Wall Street y similares, han saqueado, como lo hacen los ladrones, a la enorme mayoría del pueblo de nuestro Estados Unidos. Ellos han hecho incluso del nombre del derecho, un récord de corrupción más allá de todo fondo imaginable en lo que lo ha convertido, en general, una ciudadanía funcionalmente analfabeta y principalmente estúpida, cuyos poderes evidentes de comprensión raramente llegan más allá del nivel de desempeño de los chismes estúpidos de la prensa, incluso entre algunos magistrados destacados de nuestros funcionarios federales electos y otros.

Nuestros ciudadanos, en números relativamente elevados, se han arrastrado ante la corrupción sin límites impuesta sobre ellos en nombre de campañas electorales "presidenciales’’ y semejantes. Nuestros ciudadanos sucumben en obediencia a los embusteros, timadores y adictos que se someten a un sistema de destrucción de los requerimientos más esenciales para la continuación del derecho a la vida, de acuerdo a las monstruosidades que practica un Presidente Barack Obama: Tenemos así actualmente a potenciales candidatos para altos cargos cuyas competencias están muy por debajo de la calidad del más tonto entre los necios que se consideran para los más altos nombramientos o incluso cargos de elección.

Los pobres ciudadanos embaucados, ahora se disculpan, insistiendo, como los tontos en que se dejaron convertir: "No puedo creer que eso pueda ser cierto’’. De este modo, ellos actúan como las víctimas de las supuestas "reformas’’ de Adolfo Hitler, todas las cuales habían dirigido a una destacada población alemana profundamente desalentada, posterior a la Primera Guerra Mundial, que había sido victimizada por los efectos de sus propia reacción histérica a esos crímenes de guerra, que habían sido organizados entre los destacados tontos de un gobierno alemán que habían abandonado la representación de su único representante competente, Otto von Bismarck. Este fue un Bismarck botado por los tontos con tendencias oligárquicas en Alemania, que ocasionaron la guerra por haber abandonado las políticas de Bismarck en cuanto a las relaciones de Alemania tanto con Rusia que había sido su aliada, como con la envejecida y estúpida casa Austro Húngara, todo ello en aras de la aceptación de los deseos expresados por los amantes primos de la monarquía imperial británica.

La gran enfermedad de creencias generalizadas entre nuestros ciudadanos estadounidenses, ha sido su codicia, hasta ahora, en la adoración de la "opinión popular’’. Ellos, en lo principal, en realidad conocen muy, pero muy poco del mundo real y son lo suficientemente tontos como para creer en su preferencia de meros sentimientos necios: más tontos incluso que los afectos de los admiradores alemanes del káiser hacia sus pretendidos mortales enemigos británicos, de hecho, de esos tiempos peligrosos.

Los ciudadanos estadounidenses, todavía hoy tienden a ser más estúpidos aún que la aristocracia alemana de esos tiempos pasados de comienzos de la "gran guerra’’, que se había orquestado entonces entre los grandes tontos de Europa continental, como han hecho muchos ciudadanos típicos de los Estados Unidos de hoy. Ha pasado ya demasiado tiempo para un cambio urgente en las prácticas de nuestra ciudadanía en general, en especial la codicia descarada entre muchos de los funcionarios de nuestro gobierno.

El necesario discernimiento

Se debe reconocer ahora que el acontecimiento específico de la destitución del canciller Bismarck de Alemania, fue el mecanismo socio-político esencial que desencadenó lo que se llegó a conocer, popularmente en los Estados Unidos de América, como Primera Guerra Mundial y, también, la Segunda Guerra Mundial, y asimismo es el antecesor de la actual amenaza termonuclear, una crisis esencialmente mundial, la cual, por su naturaleza, ahora amenaza con llevar al planeta Tierra al "exterminio de nuestra especie’’, que ocurriría en tan breve tiempo como, tal vez, cerca de una hora y media de exhibición de fuerzas a escala total.

El aspecto crucial que estos hechos dejan en claro es que el actual nivel de medios de guerra global ahora radica en solo un breve momento de su aplicación –incluso la guerra de extinción– que ahora no solo es posible, sino altamente probable, y que es urgente que considerarlo así.


I. Las estimaciones ante nosotros


Las estimaciones justas sobre este asunto son las siguientes:

El hecho esencial, aquí y ahora, es que el sistema transatlántico de naciones gira actualmente en torno a la perspectiva de una extinción temprana, en gran medida por la actual amenaza de guerra entre naciones asociadas con las potencias transatlánticas como tales, contra las potencias euroasiáticas, incluyendo Rusia, Ucrania y Asia en general. Los escalofriantes recursos termonucleares que representa Estados Unidos y los actuales fragmentos residuales de Europa central y occidental, son enormes; pero, si asumimos que el bloque de Asia tiene la capacidad de lanzar un "segundo golpe’’, la noción de una relativa impunidad de las potencias transatlánticos para la inclusión de su acción nuclear masiva, se pone así de alguna manera en duda. Bajo estas condiciones, la viabilidad de un ataque contra el grupo de potencias pertinentes de Asia, se pone al menos en duda potencial debido a los efectos combinados de: (a) la actual desintegración precipitada de los poderes de subsistencia entre las potencias transatlánticas de relevancia; y (b) el hecho de que las potencias relevantes del sector de Eurasia han mostrado unas capacidades estratégicas significativas para una muy sospechada resistencia estratégica a la capitulación ante un asalto desde el transatlántico, esto en razón de las señaladas capacidades para un "segundo golpe’’ desde el interior del sector de Eurasia.

La resistencia del gobierno de Ucrania, hace poco, en respuesta al deseado efecto futuro de llevarla en su totalidad al bloque transatlántico de potencias militantes, pone en gran duda la eficacia de las regiones altamente menguadas por si mismas tanto de Norteamérica como de Europa occidental y mucho de Europa central. Si de lo que se trata es de la señalada capacidad euroasiática de un "segundo ataque’’, entonces un asalto basado en la región transatlántica contra la parte euroasiática es un esquema para la extinción aproximadamente universal de la población humana de todo el planeta.

Entonces, la extinción termonuclear sería un probable efecto universal en todo el planeta. No hay ningún secreto real en todo esto; el desarrollo de los medios existentes en la actualidad para el golpe termonuclear, tiende hacia una virtual certeza de una súbita extinción mutua. Ningún grupo de potencias se "rendiría" entonces.

El potencial mortífero

Si se toman debidamente en cuenta los "sí, pero’, entonces se deben reconsiderar las estimaciones admitidas de los efectos de una confrontación, bajo una luz diseñada con más cuidado. Se deben reevaluar las causas implicadas en la intención del asalto angloamericano previsto, en términos del actual propósito angloamericano de pretender tal conflicto. La reina del imperio británico, Elizabeth II, ha dejado bien clara esa intención: el motivo y meta del grupo de potencias imperiales basado globalmente y centrado en el núcleo angloholandés de esas potencias imperiales, ha estado en marcha hacia tales fines desde antes de las acciones provenientes desde esas potencias angloholandesas y sus intereses asociados en Wall Street, que provocaron el asesinato de la Presidencia patrocinada por Eleanor Roosevelt, de John Kennedy.

Desde ese asesinato y los intentos relacionados, repetidos pero fallidos, de asesinato al Presidente de Francia, Charles de Gaulle, Estados Unidos, actuando bajo la dirección de los británicos (es decir, la camarilla imperial "angloholandesa’’), han estado involucrados desde entonces, más o menos sistemáticamente, en el hundimiento de los poderes efectivos del trabajo, per cápita, de Estados Unidos y Europa occidental y central (entre otros objetivos relacionados tales). El caso relacionado del compromiso declarado de la reina británica para reducir la población del planeta entero desde siete mil millones de seres humanos a menos de mil millones, es una política en marcha a la cual Estados Unidos, entre otros, han sido sometidos desde el momento en que perpetraron los asesinatos del Presidente John F. Kennedy y de su hermano Robert.

Esa política de destrucción de las facultades productivas del trabajo en Estados Unidos y Europa ha sido, de hecho, un procedimiento continuado en la política tanto del gobierno de Estados Unidos como de otras naciones de las regiones transatlánticas desde los tiempos en que se instituyó la supresión de la práctica del aumento tecnológico de los poderes productivos tecnológicos del trabajo, tanto en Estados Unidos como en Europa, entre otros blancos. El hecho es que durante los años más recientes la reina de Inglaterra ha insistido en una reducción de la población del planeta desde aproximadamente siete mil millones de personas a menos de mil millones, que es el aspecto crucial de las políticas de ensayo conducidas actualmente bajo los últimos Presidentes de Estados Unidos, incluidos enfáticamente George W. Bush Jr. y Barack Obama.

La evidencia es que la política angloholandesa de la práctica del genocidio global ha alcanzado actualmente tal punto en sus más de cuarenta y pico de años de empeoramiento, que las víctimas previstas de los esencialmente despreciables angloholandeses y de "Wall Street’’ han alcanzado el señalado estado de cosas, más allá de lo cual las fuerzas angloholandesas han perdido cualquier margen seguro de impunidad en los asaltos pretendidos sobre las regiones euroasiáticas que tienen en la mira. En particular, el fracaso del esfuerzo para "agarrarse’’ el control de lo que se había subestimado como una Ucrania fácil de aplastar, ha cambiado la situación estratégica en tal dirección que una tentativa de asalto termonuclear augura la extinción humana de este planeta. La explicación exacta estaría indicada en las ciertamente inciertas capacidades de las fuerzas euroasiáticas para lanzar un segundo ataque. El posible resultado de esto probablemente sería la extinción humana general.

Tal extinción no está fuera de los riesgos integrales aceptables al propósito tradicional angloholandés de varias centurias.


II. El legado de la antigua Roma


La demostración más conveniente de lo que he señalado en el capítulo anterior se podría educir a partir del examen de la historia europea desde la Guerra del Peloponeso, mediante la referencia a los modelos de la historia de la controversia esencial entre Zeus y Prometeo, y a la política de exterminio de la población de Troya. Las masacres romanas de cristianos son ilustrativas, especialmente cuando se consideran a la luz de los grandes logros evangélicos posteriores del cardenal Nicolás de Cusa, en sus efectos explícitos que se expresan, en particular, en la migración de cristianos (y, notablemente, judíos) de Europa a las Américas.

En este sentido, el efecto de las enseñanzas religiosas se debe considerar desde el punto de vista de una obligación imperiosa de ocasionar el incremento de los poderes físicamente productivos del trabajo, que se estipula como el logro necesario en el propósito de la civilización humana, en tanto se contrasta, en esencia, con la calidad satánica de la maldad que ejemplifica el infame imperio romano y sus semejantes, y con la similar destrucción del propósito del liderazgo de Nueva Inglaterra con el progreso humano, previo a la tiranía angloholandesa que aplastó la excelente civilización de Massachusetts, que ocurrió bajo el dominio de los mismos imperialistas holandeses que aplastaron el progreso de Nueva Inglaterra, como también lo hicieron contra Irlanda, Inglaterra, Gales y Escocia, en los tiempos terribles que precedieron y durante la el establecimiento de la lucha por la soberanía nacional en el transcurso de la fundación de nuestro Estados Unidos de América original.

El mal de la diseminación de esos fenómenos angloholandeses se debe reconocer, en la práctica, como una continuación relativamente moderna del mismo mal expresado por el legado del Zeus olímpico y aquel asesinato en masa de los troyanos cuyo destino, finalmente, no se escapó de las reseñas de la historia real.

Lo que se debe exterminar es que continúe la práctica del oligarquismo, que se extiende desde los antiguos males hasta las atrocidades tales como las prácticas actuales de Wall Street y sus semejantes. Los cargos que se deben levantar contra el oligarquismo en general, que incluyen los males de un Wall Street "anglo’’ actualmente, no son nada relativamente trivial como simplemente la mentira y la trampa inherentes a la práctica de Wall Street y su brutalidad en general. La maldad está en que Wall Strett niega el derecho humano individual a acceder a los atributos esenciales de la personalidad humana, como se presentó está desde la primera vez con la particular distinción, que es su dominio del uso del fuego en todas sus expresiones derivadas del progreso a niveles superiores de "fuego’’, lo cual la distingue de lo que simplemente son "animales’’. Son los poderes noéticos específicos de los miembros de la especie humana, los cuales, solos, distinguen al individuo humano entre todas las especies, de lo que son inherentemente, de otra manera, las meras bestias, como de los seres humanos que se conducen como bestias.

De manera notable, este rasgo crucial de la diferencia basada en principios, de la diferencia específica de la especie humana, desmiente por otra parte cualquier semejanza a las especies de animales; define una línea, entre el hombre y la bestia, que no se puede cruzar legítimamente. En otras palabras, la idea de que la protección de los seres humanos es del tipo de nociones de "derechos’’ que se pueden extender a los animales, sería una característica de la bestialidad inherente al sistema oligárquico.

La distinción de cada ser humano individual de las especies meramente animales, reside en ese principio noético cuya aplicación es única del ser humano individual, y no de cualquier individuo clasificado propiamente como un virtual animal, ni se puede adjudicar ese principio a cualquier persona cuya práctica la presenta de manera consistente con la conducta de un simple animal. La distinción, tanto con relación a la distinción de la especie humana basada en principios, como en oposición a la elección de de comportamiento como si en la práctica el ser humano simplemente estuviera calificado como equivalente a un animal, se debería reconocer como una norma esencial de la diferencia inherente en la práctica real de la verdadera ley.

El principio de justicia

El rasgo crucial de esta vulnerabilidad de la existencia continuada de nuestro Estados Unidos, es muy grave en este momento.

Por lo tanto, debemos adoptar un punto de vista sobre tales materias que deje atrás las interpretaciones aún predominantes, pero absurdas. El asunto de la causa no es el enojo entre las poblaciones; es la maldad del manejo de las poblaciones bajo lo que son las expresiones de magnitud global de los que son realmente los mecanismos de control oligárquico de la población, que se han utilizado para llevar a cabo el propósito de reducir a un mínimo a las poblaciones humanas en calidad y número: exactamente como la reina Elizabeth II del actual imperio británico ha demandado ahora la reducción del volumen total de la población humana de este planeta, de un estimado de siete mil millones de personas recientemente, a solo mil millones, o menos, tan pronto como se puedan realizar los propósitos declarados públicamente de Su Majestad.

Es en contraste con esa experiencia histórica más grande que debemos considerar las causas y los efectos reales que se imponen sobre la especie humana en general, ahora. El mismo problema se debe reconocer, en un sentido más estricto, en la situación inmediata de hoy día. Ese es el problema que se debe considerar como alojado en la superficie del conflicto inmediato en este planeta, y la realidad de los acontecimientos que amenazan y que ya acechan, como una realidad que, tal vez, se alcance en algún momento del presente final de Europa, moralmente débil por otro lado. Para quienes entre nosotros realmente lo entienden, el margen de victoria que se ganó –hasta ahora— en su defensa contra abusos externos, se ha declarado claramente por el gobierno de Ucrania recientemente.

Este breve momento de logro señalado, en resistir a las fuerzas del genocidio entre las presentes naciones del mundo, no ha sido una excepción en ningún sentido apropiado. Ha sido la expresión de lo que ya ha estado emergiendo como una amplia tendencia dirigida en una dirección económica ascendente; esto ha estado ocurriendo al mismo tiempo que las economías del transatlántico siguen sujetas, a un ritmo todavía acelerado actualmente, al derrumbe económico acelerado, per cápita, que ahora continúa como la tendencia dominante actualmente. De hecho, esta ha sido la tendencia que incluye a Estados Unidos de América, en particular, desde el asesinato del presidente John F. Kennedy y el de su hermano Robert.

Estas cuestiones

Esto también ha surgido entre algunos de nosotros ahora en Estados Unidos, en particular.

Ese patrón ha salido a la superficie desde aproximadamente septiembre de 2012, desde que se integró al ahora ya visible descenso acelerado hacia el desplome que saludó el ingreso de la Presidencia de Barack Obama a su segundo periodo de gobierno, cuan breve resulte ser pronto ese período.

¿Cuán pronto podría ser?

La amenaza que se debe considerar, si no se lleva a Obama a juicio político, y eso, muy pronto ya, se convertiría en la mayor tendencia impulsada en reacción en cadena hacia el derrumbe, en la historia mundial moderna. Los mayores efectos acumulativos del impacto de ese desastre se experimentarían en las naciones destacadas de las regiones transatlánticas; pero ese colapso en las principales economías transatlánticas, se convertiría pronto en un desastre para el planeta, prácticamente en su totalidad. Si actuáramos más apropiadamente, como si estuviéramos en un muy breve período de tiempo, como es necesario, ese derrumbe se podría detener, al menos significativamente. La supervivencia significa cerrar al ahora hiperinflacionario Wall Street y las burbujas monetaristas similares relacionadas. Sin embargo, un retorno a nuestra Constitución, si se hace como lo que hizo el Presidente Franklin Roosevelt, crearía la oportunidad para la necesaria elección a tiempo de la dirección requerida para vencer esta crisis ahora espeluznante. Sería una crisis causada por la existencia continuada de la actual organización llamada Wall Street, en parte, y de sus semejantes en otras regiones del planeta, tales como la pestilencia angloholandesa imperial y en las Américas, en general.

En cierto sentido, pueden pensar en explicar que ese fenómeno se debe ver simplemente en términos de reacciones a causas meramente aparentes, del pánico internacional de los acontecimientos hiperinflacionarios transatlánticos.

Si eliges esa opción, es más probable que estés, como muchos de entre tus probables conocidos, condenado por ello a horribles consecuencias, y esto pronto. De hecho, los asiduos a Wall Street se encuentran ahora entre los peores actores entre esos culpables que realmente han causado la presente crisis. Dicho sencillamente: por ejemplo, hoy prácticamente nadie en Wall Street, hombre o mujer, realmente se gana su salario. Wall Street combina las prácticas de la estafa y la apuesta, un montón de ambas al mismo tiempo; Wall Street y sus semejantes son una "especie’’ de parásitos que no tienen legítimo derecho a continuar existiendo en el proceso. Por ejemplo, si anulamos todos los pagos a la gente que juega a la manera de Wall Street, la economía de Estados Unidos perdería infinitamente menos que nada realmente humano como resultado de cerrar Wall Street (incluso prácticamente al instante).

Por ejemplo, deberías comparar a los monos y simios con la gente, en ese respecto; los simios quizás tendrían un mejor historial de contribución al verdadero progreso físico humano, tanto per cápita como moralmente, que cualquier lista de apostadores, en especial los que se hallan en las filas de los modernos apostadores de Wall Street y sus semejantes.

Sin embargo...

Considera una clase diferente de vida: compara el caso de ese “hombre moderno de las cavernas” que probablemente contribuyó más en su tiempo a la ruina del progreso humano, que cualquier estafador que se encuentre en lugares tales como Wall Street o Londres recientemente.[1] De hecho, la totalidad del progreso neto aportado a la humanidad por los miembros de la sociedad, es fruto del progreso físico-económico a una cada vez mayor densidad de flujo energético per cápita. Incluso ese progreso depende principalmente de crear mejores bienes hechos bajo la densidad de flujo energético aumentada que se logra con mejores procedimientos. La historia del progreso físico demuestra esto de manera más eficiente.

Por lo tanto, ¿pregunta qué se debería entender por "ideas’’ como arma de progreso?

¡Son ideas! Ideas que se expresan, en efecto, en el descubrimiento del tipo de avances que aumenta el progreso neto de la especie humana, o, lo que son de otra manera, los efectos del aumento de la densidad de flujo energético en el aumento de la productividad humana per cápita, logrado mediante el descubrimiento y la práctica de los inventos que, de hecho, aumenta el poder físico-productivo del trabajo, per cápita, no simplemente por el trabajo, sino por la creación de las ideas que realmente efectúan el aumento de la densidad de flujo energético per cápita, de las contribuciones humanas al progreso de la humanidad.

¡El progreso, como lo han sido realmente los descubrimientos de principios, se crea solo por y en el futuro! Y solo por la humanidad. "En eso deberías ‘trabajar para servir’ al progreso real’’.

Por lo tanto, en este sentido, cada uno de ustedes debe definir el significado que elige como formas de progreso. Tomen el caso de lo que yo hago, con frecuencia, en mi papel como descubridor tanto de mejores principios físicos como de una mayor fertilidad de los esfuerzos de la mente humana para lograr mayores avances del factor creativo en los descubrimientos humanos voluntarios. O, para acercarse a la esencia del tema del progreso humano, solo la gente crea descubrimientos de principio fructíferos; ¡pero el problema que se debe plantear al polemista no termina con esto!

Creatividad humana

La "esencia misma’’ de la distinción de la personalidad humana, de todos los principios asociados con la autoría de otras especies vivientes que conocemos actualmente, es el compromiso esencial de la sociedad humana para descubrir nuevos principios físicos universales y de calidad superior recién añadidos, un talento sin el cual un ser humano (en la práctica) no sería más que virtualmente solo otro animal, no obstante, con mucha frecuencia, también "un animal humano parlante’’. Esta distinción es característica del descubrimiento de principios físicos universales originalmente nuevos de los cuales depende el progreso real de la especie humana. Se debe tomar en cuenta con orgullo la réplica de lo que han sido descubrimientos originales anteriores de la humanidad, en tanto que son excepcionalmente útiles para la sociedad; pero son exclusivamente los descubrimientos originales tales como los de Nicolás de Cusa, Johannes Kepler, Gottfried Leibniz, Carl F. Gauss, Bernhard Riemann, Max Planck y Albert Einstein, los que ejemplifican a los científicos y grandes artistas clásicos de cuyo trabajo e influencia depende el progreso de la especie humana.

Se debe poner el acento en los descubrimientos que, en un sentido, o grado, no se han presentado a los autores humanos de desempeño creativo original, antes o, de otra forma, aquellos cuyos descubrimientos de similar aunque inferior significancia, cuyo trabajo e influencia funcionan con un resultado casi comparable, pero con un efecto menos ejemplar. Esto ilustra la necesidad del verdadero principio universal de la creatividad per-se, del cual depende el progreso neto y también la supervivencia de la especie humana. La norma del progreso de y por la humanidad, es el original del descubridor. La historia de la química, incluyendo los superiores descubrimientos contemporáneos más allá de toda la ciencia anterior, es ejemplar de la importancia que se atribuye al descubrimiento original de principio universal.

De tales descubrimientos ejemplares y de los que están por encima de todos los otros, depende el progreso real de la especie humana. La humanidad no aprende mucho de la experiencia; la creatividad se debe situar sobre todo en los descubrimientos de principios de aún más avanzados principios físicos universales, que hasta ahora se limitan, principalmente, a las características de raros individuos, de cuyo desarrollo ha dependido la condición de toda la gente. La respuesta a ese conjunto de preguntas implícito proporcionará la solución al misterio que se considera.

Notas

[1] Compare los gráficos presentados en la videoconferencia del viernes 20 de diciembre de 2013 Videoconferencia semanal que aparecen en www.espanol.larouchepac.com.