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Un plan ambicioso para industrializar a México

por Dennis Small

La última vez que México experimentó crecimiento económico real fue durante el Gobierno de José López Portillo (1976–1982), y su Plan Global de desarrollo industrial. El Presidente estaba comprometido al desarrollo tecnológico, a intercambiar el petróleo mexicano por tecnología con los Estados Unidos y otras naciones. Tenía un compromiso con la industrialización, con la energía nuclear, con la construcción de ciudades; y tenía como cometido acabar con la especulación dentro y en contra de México, y remplazar el sistema de especulación mundial con uno apegado a la producción y la justicia. Y le infundió a la nación un espíritu de optimismo, de "sí se puede", que no se ha visto desde entonces.

A fines de 1978 el Gobierno de López Portillo sorprendió al mundo al anunciar el descubrimiento de enormes yacimientos de petróleo, lo que transformó al país de manera instantánea en una de las principales potencias petroleras del mundo. Más aún, el Presidente recalcó que los ingresos petroleros se destinarían a la industrialización de México, e instó a los Estados Unidos y a otros países a colaborar en ese esfuerzo. En su edición del 28 de noviembre de 1978, Executive Intelligence Review, la versión en inglés de esta publicación, publicó un reportaje titulado "El gigante petrolero de a lado", y llamó a que el Gobierno de los EU hiciera suya la propuesta de Lyndon LaRouche de intercambiar petróleo por tecnología con México, y se sumara a su ambicioso esfuerzo de desarrollo. Según EIR:

"El jefe de Pemex (la empresa petrolera nacional de México), informó que tan sólo el primero de los campos petroleros nuevos, que contiene 100 mil millones de barriles, requerirá taladrar 16.000 pozos en los próximos 10 a 13 años, lo que cuadruplicaría el ritmo al cual se han venido abriendo los pozos petroleros desde que México nacionalizó el petróleo en 1938. Los requerimientos para la explotación petrolera, junto con el compromiso firme de México de industrializarse plenamente para transformarse en una economía movida por la energía nuclear para el siglo 21, convertirán a México en uno de los importadores más dinámicos de bienes de capital virtualmente de la noche a la mañana. . . México ha trazado planes detallados para una industrialización vasta de los sectores acereros, petroquímicos, de bienes de capital y nucleares de su economía. Como dijo el presidente López Portillo, tenemos que empezar a construir las ciudades del siglo 21".

EIR tomó nota de algunos de los detalles específicos de la estrategia de López Portillo:

"El cometido de los dirigentes mexicanos es de invertir los ingresos de su auge petrolero en multiplicar y autorrenovar fuentes de riqueza dentro de México, es decir, una profunda industrialización sin precedentes. El auge industrial establecerá la producción de bienes de capital como prioridad nacional. El modelo `desarrollista' que México ha seguido por los últimos 30 años, y que ahora es muy repudiado en los círculos del gobierno, favorecía la producción de bienes de consumo a expensas de los bienes de capital. El auge industrial de México cambiará esa orientación, creando, por primera vez en la historia del país, un aparato industrial a fondo, totalmente integrado.

"Dicho auge industrial implicará una planificación integrada y coordinación del gobierno a una escala nunca antes vista. El petróleo, la electricidad y cada vez más los programas de energía nuclear, por ejemplo, abastecerán el grueso de la demanda de la industria de bienes de capital. La red nacional de distribución de gas, que deberá terminar de construirse en marzo de 1979, servirá de soporte para nuevos centros industriales, con acento especial en la expansión de complejos industriales en el litoral, tales como la enorme siderúrgica de Las Truchas, en la costa de Michoacán. La necesidad de construir puertos para la exportación del petróleo está sirviendo para impulsar la construcción de complejos portuario–industriales completamente diversificados.

"El auge industrial cambiará cada vez más la perspectiva energética del país, del petróleo al átomo. Precisamente al conocerse el total del potencial petrolero de México, López Portillo y sus principales ministros han recalcado que la primera prioridad es emplear la riqueza petolera para garantizar que la perspectiva energética de México avance más allá del petróleo, a la fisión y la fusión nuclear".

En su segundo informe de gobierno, que presentó el 1 de septiembre de 1978, el presidente López Portillo subrayó el papel que desempeñaría la industria de bienes de capital en la estrategia de desarrollo adoptada por su gobierno.

El mandatario dijo que había que aprovechar eficazmente la mano de obra rural, crear oportunidades de empleo para una creciente fuerza de trabajo, y crear empleos óptimos para la población económicamente activa. Añadió que había que salvar la brecha desarrollando las industrias acerera y de bienes de capital, las que serían las piedras angulares del proceso.

El 16 de noviembre de 1978 López Portillo le sometió al Congreso de México un proyecto legislativo que reorganizaría ampliamente el sector bancario privado, con el fin de crear un sistema de crédito hamiltoniano que pudiera servir a las necesidades de desarrollo del país. La legislación decía que el financiamiento no se concedería exclusivamente en base al aval, sino más bien de acuerdo con la viabilidad del proyecto. Los proyectos a largo plazo recibirían períodos de gracia y de rembolso de conformidad con la naturaleza de los proyectos.

Una oportunidad única

En su cuarto informe de gobierno, que presentó el 1 de septiembre de 1980, López Portillo destacó el tema del desarrollo industrial:

"Para el año 2000, (si logramos cumplir la meta de sólo 104 millones de habitantes y) deseamos alcanzar las del Plan Global, estaremos obligados a construir, por lo menos, otro México sobre el actual, resultado de toda su historia. Esa es la medida de nuestra responsabilidad", dijo.

"México, en cambio, por un conjunto de circunstancias favorables, no sólo ha superado la recesión, sino que ha crecido como nunca antes en su historia. Tal y como estaba propuesto en el Plan Global, por segundo año consecutivo alcanzamos el 8%. Esto no tiene precedente. Ha sido el resultado de la vitalidad del país y del esfuerzo de todos", dijo. "Por explicables paradojas ideológicas o deformaciones intelectuales, hay quienes cuestionan y critican el crecimiento económico logrado, como si fuera un crimen. Dejémoslos hirviendo en su morbo", añadió.

"Por ello hemos concentrado nuestros recursos y bienes de capital en las actividades estratégicas más dinámicas y productivas, como el petróleo, el acero, la química, la petroquímica, los fertilizantes, la electricidad, las unidades que ahora estamos instalando en materia petrolera, eléctrica y siderúrgica, son, por su magnitud, de las más grandes del mundo".

"No podemos equivocarnos hoy. No habrá otra oportunidad como ésta".

La administración de gobierno de José López Portillo de hecho sí logró aprovechar ese momento histórico, a pesar de todas las mentiras posteriores que alegan lo contrario. Un estudio detallado de la economía física de México en el período de 1970–1996, que realizó EIR usando canastas de la producción física de canastas de mercado de bienes de consumo, bienes de producción e infraestructura como varas de medición, comprobó que la economía real de México durante el sexenio de gobierno de López Portillo creció a un ritmo per cápita anual de apróximadamente 15%, incluyendo el último año de su gestión, cuando llovieron ataques financieros internacionales despiadados contra Mexico, que causaron una baja importante en la economía física. Estos resultados se comparan más que favorablemente con el descenso per cápita de 11% que sufrió la economía física bajo el sucesor de López Portillo, Miguel de la Madrid, quien fue dominado por el FMI (ver gráfica 1).

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