Economía






Resumen electrónico de EIR, Vol.XXIII, núm. 20

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Iberoamérica

Los sinarquistas de Shultz van por el petróleo de México

El Movimiento de Juventudes Larouchistas (LYM) está dando la voz de alarma en México de que George Shultz, el padrino del Gobierno de Bush, encabeza una ofensiva internacional para robarse el petróleo de México. En un volante titulado “No dejes que Shultz te meta el Chile de Pinochet” (ver artículo anterior), que está circulando en México de la mano con la movilización del verdadero ganador de la elección presidencial mexicana, Andrés Manuel López Obrador, contra la privatización, el LYM delata las últimas maquinaciones sinarquistas contra México.

El plan más completo

Está claro que los amos sinarquistas del Gobierno de Bush habían planeado esta toma del petróleo mucho antes de la elección presidencial. En efecto, se suponía que el presidente saliente Vicente Fox privatizara Pemex, pero le salió cola por la firme resistencia de los sectores nacionalistas al interior de los partidos Revolucionario Intstitucional (PRI) y de la Revolución Democrática (PRD). Ahora a Calderón, un “presidente” que difícilmente se deja ver sin que todo mundo se burle de él, le ha sido encomendada la misma tarea por sus amos internacionales.

Un grupo especial auspiciado por el Consejo de Relaciones Exteriores (CRE) de EU, el Consejo Canadiense de Altos Ejecutivos (CCAE) y el socio mexicano del CRE, el Consejo Mexicano de Asuntos Internacionales (COMEXI), publicó en mayo de 2005 un programa de acción para la siguiente etapa de la destrucción de México, Canadá y EU en tanto naciones soberanas, con el titulo de “La construcción de una comunidad de América del Norte”. Su objetivo es nada menos que establecer un gobierno supranacional de intereses privados en la región para el 2010. Como lo afirma el propio grupo especial, su “recomendación medular es el establecimiento de una comunidad económica y de seguridad de América del Norte para el 2010, cuyos confines quedarán definidos por un perímetro común de aranceles y seguridad exteriores”. Nada de grandes planes para una confederación o unión como las que ahora se derrumban en Europa. Más bien, el “espacio económico común” que avisoran lo rigen intereses privados, y exigen que “una nueva comunidad de América del Norte debe confiar más en el mercado y menos en la burocracia”.

El grupo especial lo copresiden el banquero estadounidense venido a político de segunda Bill Weld; el agente mexicano de Salinas y Rohatyn educado en Harvard, Pedro Aspe; y el canadiense John P. Manley, ex alto funcionario del gobierno que encabezó la Comisión de Seguridad Pública y Antiterrorismo del Gabinete después del 11–S.

El CCAE fue fundamental. Integrado por los principales ejecutivos de las 150 empresas e intereses financieros más importantes de Canadá, el CCAE estuvo entre los primeros en imponer el Tratado de Libre Comercio entre Canadá y EU en los 1980, y después el TLCAN.

El eje de la política del grupo especial es el establecimiento de directrices económicas y de seguridad comunes. Las tres naciones pierden el control de sus fronteras para subordinarlas al criterio “norteamericano”. Para el 2010 debe establecerse un “perímetro de seguridad común”; “repensarse la administración de las fronteras”; fusionarse la defensa, las tareas policíacas, la inteligencia y el adiestramiento de las fuerzas de seguridad; así como adoptarse “enfoques comunes hacia las negociaciones internacionales en el movimiento global de personas, carga y embarcaciones”; e imponerse la misma visa y regulaciones para el asilo, de modo que para el 2010 haya “procedimientos compaginados de las revisiones de internación y rastreo de personas, bienes y embarcaciones”. Con el tiempo, insisten, se necesitará “una estructura de defensa más amplia para el continente”.

Una de las propuestas más descabelladas es que sólo a quienes puedan “pagar el permiso de seguridad” se les otorgue el propuesto “pase fronterizo norteamericano” que les permita el tránsito expedito por los tres países.

George Shultz, el padrino del Gobierno estadounidense de George W. Bush, es quien encabeza la ofensiva internacional sinarquista para apoderarse del petróleo mexicano. (Foto: PRNews/Museo Nacional sobre la Segunda Guerra Mundial).

Someter a la ciudadanía de los tres países a la bota militar de una comunidad de América del Norte va de la mano con los planes para imponer el saqueo privado ilimitado de los recursos. Ellos piensan que el TLCAN se quedó corto. La aprobación del mismo en 1994, a contrapelo de las feroces objeciones de las fuerzas nacionalistas en los tres países, excluyó en gran medida el comercio de recursos naturales, la agricultura y la energía. Ahora los financieros exigen su entrega, y el sector privado es la clave para ello. Alegan que tiene que crearse una “estrategia de recursos norteamericana” para apoderarse de los recursos con más eficiencia. La toma de la energía es la más vital, pero “también es central el comercio de otros recursos naturales, entre ellos los metales, los minerales, las maderas y otros productos”.

Una y otra vez el CRE y compañía han tachado a México de no aplicar las “reformas significativas en su política fiscal y energética” que más le acomodan a estos intereses privados. México debe “reorientar su política económica” y “ampliar de manera radical la inversión y la productividad en el sector energético”.

Eso significa cambiar la Constitución del país, cuyas “restricciones a la propiedad, que derivan de un deseo entendible por ver que estos bienes estratégicos se usen en beneficio de los mexicanos”, ha “obstaculizado” el aprovechamiento de sus reservas de gas y petróleo. “La inclinación de México a conservar la propiedad absoluta de sus recursos estratégicos es comprensible”, pero las (supuestas) ineficiencias que resultan requieren la “creación de mecanismos creativos, en particular financieros”, para que ese capital y tecnología extranjeros lleguen al sector petrolero mexicano.