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¿Reinará el príncipe Carlos pronto… en Estados Unidos?

29 de diciembre de 2020 -- La ley sobre el apoyo económico que el Presidente Donald Trump se negó a firmar hasta el domingo en la noche, es realmente “una desgracia”, pero de forma tal que el Presidente no le aclaró al público estadounidense (al margen de que todos sus mensajes importantes son suprimidos descaradamente por los medios). En el presupuesto fiscal de 2021 se incluyó al “Nuevo Trato Verde”, con todo y la promesa de imponer “cero carbón” como lo ordena el banquero británico Mark Carney; esto va de la mano con el repentino reclamo del presidente de la Reserva Federal de que esa entidad cada vez más inservible, tiene un mandato para el “cambio climático”; toda una burla.

La firme oposición, aunque solitaria, del Presidente Trump al mortífero Acuerdo Climático de París (junto al propósito de tender relaciones amistosas con Rusia y China) fue lo que llevó al golpe de Estado en su contra. Mejor hubiera sido que su campaña de reelección la hubiera centrado en la lucha contra el “Nuevo Trato Verde” o “Nuevo Trato Ambientalista”, como se lo había propuesto inicialmente; de ese modo hubiera generado un debate nacional que movilizara a los estadounidenses contra esa política de genocidio económico, y podría haber una discusión popular en torno a la reconstrucción de la economía industrializada. Pero la campaña se la tragó la pandemia y los prejuicios contra China, en la que todos los medios corporativos compitieron en cómo calumniar y combatir a Trump, mientras que el candidato demócrata se la pasó escondido, y ocultando su compromiso con el “Gran Reajuste” y el Nuevo Trato Ambientalista, tras la consigna que plagió de los británicos, “Build Back Better” (“reconstruir mejor”).

¿De quién es el “Gran Reajuste”? Del príncipe Carlos, príncipe de Gales y duque de Davos, líder de las “Cumbres del Horizonte Ambientalista” y socio y mentor del ex gobernador del Banco de Inglaterra, Mark Carney, actual portavoz de las finanzas ambientalistas de la ONU; y el socio menor sir Michael Bloomberg, campeón de las finanzas ambientalistas. Hace 15 años, este príncipe ambientalista fanático creó el “trato ambientalista” y el Partido Verde; desde hace décadas, si no siglos, la familia de este príncipe ha promovido la reducción de la población, y la selección de la población humana. Su padre anhelaba “reencarnar” en un virus mortífero para contribuir en eso. Carney y Bloomberg encabezan ahora varios comités y organismos de los bancos centrales más prominentes del mundo que exigen a las empresas y fondos de financiamiento que dejen de producir o de invertir en cualquier cosa que genere carbón, ya sean fertilizantes, productos petroquímicos o fuentes de energía.

El Nuevo Trato Ambientalista (“verde”) no es más que la fase final de los 50 años de desindustrialización del llamado sector avanzado, durante el cual Estados Unidos y la mayoría de las potencias económicas europeas han perdido sus industrias de máquinas herramienta y todas sus capacidades productivas avanzadas, excepto la generación de electricidad y la agricultura. Ahora son esos sectores los que se quiere obligar a retroceder en el tiempo, a los molinos de viento y espejos solares, para establecer redes eléctricas que son completamente inestables, y a una agricultura sin fertilizantes químicos y sin ganado, para sacrificar a grandes cantidades de la población humana, en aras de “salvar al planeta”.

Los países en desarrollo, muchos de los cuales en África la mitad de su población no cuenta con una red eléctrica confiable, se quedarán sin nada en absoluto si les eliminan el carbón e hidrocarburos como fuente de energía, ya que Carlos y la banda de Carney tampoco quieren financiar la energía nuclear. Pero también Estados Unidos y las naciones europeas perderían la capacidad de una red eléctrica estable y confiable, además de perder la agricultura de tecnología avanzada. La pandemia de COVID-19 ya ha golpeado la producción y distribución de alimentos y se ha propagado la hambruna.

El hecho de que el Congreso de Estados Unidos haya incorporado la meta de “cero carbón” en el presupuesto federal, y de que la Reserva Federal haya desafiado al Presidente para unirse a la Red para Ecologizar el Sistema Financiero, que dirige Carney, le plantea a la ciudadanía que les toca movilizarse para detener esto. A la ciudadanía le toca pelear por las más avanzadas tecnologías energéticas, de la industria y por la exploración espacial.

Los monstruosos bancos de la City de Londres y de Wall Street tienen que ser dominados mediante la reglamentación de la ley Glass-Steagall, y los bancos centrales, incluida la Reserva Federal de Estados Unidos, se tienen que nacionalizar. Y como lo aconsejó siempre Lyndon LaRouche, Estados Unidos y otras naciones que rechazan este suicidio económico, en particular China, Rusia e India, deben colaborar para impedirlo y consolidar un nuevo paradigma de paz mediante el desarrollo de todas las naciones.

 

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