Go to home page

Una filosofía para la Victoria

8 de enero de 2021 — “Así que, hoy, estamos aquí reunidos, bajo los auspicios de la palabra escrita”, escribió Lyndon LaRouche el 11 de febrero de 2001, “no para considerar si la existencia continua de Estados Unidos es posible todavía; la pregunta es, si es posible que Estados Unidos pueda escoger el camino disponible a la supervivencia. La filosofía clásica, definida correctamente, es la única rama de la ciencia en la que se pueden discutir de manera racional, las soluciones posibles a tal crisis en la toma de decisiones”

“En momentos en que todos los influyentes formuladores de la política que no son voluntaristas filosóficos, tenderán a comportarse como chapuceros, se plantea la siguiente pregunta: ¿por medio de qué intervención voluntarista, por parte del resto de nosotrosse puede poner en juego el necesario cambio de dirección?”, agregó LaRouche en, “A Philosophy for Victory: Can We Change the Universe?” (Una filosofía para la victoria: ¿Podemos cambiar el universo?).

El llamado de LaRouche hace dos décadas, de una intervención voluntarista distintivamente humana, sigue siendo la clave para abordar la dramática crisis de desintegración que llevó a los sucesos impactantes del 6 de enero en la ciudad de Washington, DC. El 7 de enero Dennis Small de la EIR, resumió la situación leyendo una declaración que acababa de emitir Chuck Schumer, nuevo líder de la mayoría en el Senado después de las elecciones en el estado de Georgia: “Lo que sucedió ayer en el Capitolio fue una insurrección en contra de Estados Unidos, incitada por el Presidente. Este Presidente no debe quedarse ni un día más en su cargo. La forma más rápida y expedita —se puede hacer hoy mismo— en que podemos sacar a este Presidente de su cargo sería si el vicepresidente invocara de inmediato la 25ava Enmienda. Si el vicepresidente y el gabinete [de gobierno] se rehúsan a actuar, el Congreso debe reanudar sesiones para hacer un juicio político al Presidente”.

Esa es una declaración de intención bastante clara de parte de Chuck Schumer, el vocero de Wall Street, el mismo Chuck Schumer famoso por haberle dicho a Rachel Maddow de la MSNBC el 3 de enero de 2017: “Déjeme decirle, si usted se enfrenta a la comunidad de inteligencia, esta tiene seis maneras antes del domingo para encargarse de ti”. Es el mismo Chuck Schumer en contra de quien está haciendo campaña Diane Sare, líder del movimiento de LaRouche, como candidata independiente al Senado, campaña que significa una oportunidad tremenda para hacer una intervención contundente en nuestra actividad organizativa.

Hay cada vez más evidencia que confirma que lo que sucedió el 6 de enero en el Capitolio fue una provocación preparada y una trampa. Lo que está en marcha en este momento es un intento de golpe de Estado por parte del imperio británico. Es como el incendio al Parlamento alemán (Reichstag) que le dio paso a los nazis, o como el 11 de septiembre. Recuerden que el 11 de septiembre, como lo dijo Lyndon LaRouche en ese momento, se llevó a cabo para dar un golpe de Estado nazi en Estados Unidos por medio de la Ley Patriota y otras medidas similares. Fue una operación de choque estándar de Tavistock, para acorralar a la población a que aceptase cosas que incluían su propia muerte.

Es bastante claro que lo que sucedió en el Capitolio fue una provocación orquestada junto con una operación de desmantelamiento de la seguridad, como fue el caso del 11-S. El otro componente esencial de esto es que el Presidente Trump fue empujado y manipulado y llevado en la dirección en la que los británicos consideraron que sería una reacción predecible de su parte, y lo llevaron hacia una gigantesca trampa de osos. En especial, desde el agudo viraje en la política de Trump alrededor de marzo del año pasado, en particular sobre la cuestión de China, Trump quedó totalmente vulnerable a esta trampa británica, no tanto por lo que hizo, sino por lo que no hizo para patear el tablero británico de la manera que Lyndon LaRouche había especificado: unirse a China y a Rusia para intervenir a todo el sistema financiero transatlántico en una reorganización por bancarrota.

En el transcurso de la toma del Capitolio, Trump envió un tuit en el que instaba a sus partidarios a salir de allí pacíficamente. Luego como a las 4 de la madrugada del 7 de enero envió otro tuit donde declaraba que “habrá una transición ordenada el 20 de enero”.

En la noche del 7 de enero, el Presidente Trump publicó un video breve en donde declara de manera categórica: “Como todos los estadounidenses, estoy indignado por la violencia, la anarquía y el caos… Los manifestantes que se infiltraron en la capital han profanado el asiento de la democracia estadounidense. A quienes perpetraron actos de violencia y destrucción: ustedes no representan a nuestro país. Y a quienes violaron la ley: pagarán”. Este fue un paso urgentemente necesario para distanciarse de lo ocurrido, precisamente para poder desactivar lo que tiene el propósito de destruirlo, no solo a él y a su Presidencia, sino a todo lo que se había puesto en marcha en torno a Trump.

Así que lo que está en marcha ahora es un equivalente a gran escala de la Ley Patriota que se decretó después del 11 de septiembre, mediante la cual se impuso una vigilancia de arriba a abajo de todos los ciudadanos, el espionaje y todo lo demás por el “Estado profundo”, es decir, la inteligencia británica. Nomás vean lo que le están haciendo a Trump, lo censuran en Twitter, Facebook y todo lo demás. Pero es algo generalizado, no solo a la gente de Trump. Es Assange; es Snowden, es lo que le sucedió a los partidarios de Bernie Sanders, y a cualquier voz de la oposición. Si este golpe funciona, cualquier crítica va a considerarse como un equivalente a una insurrección, y será silenciada.

El blanco aquí no es meramente la presidencia de Estados Unidos, no es simplemente la Constitución estadounidense. Es todo un cambio de paradigma que busca llevar al mundo como en fila india hacia el plan económico del imperio británico, en torno a su Ajuste Global Verde, en torno a la ayuda financiera de su sistema financiero en bancarrota, en el que la presidencia de Biden es una parte fundamental. Esto es lo que el ex gobernador del Banco de Inglaterra, Mark Carney, quiere decir cuando habla de que la clave para una transición exitosa a una moneda digital global es una “gobernanza global” —en otras palabras, una completa dictadura política para imponer el tipo de dictadura financiera y económica de una agenda genocida ambientalista verde, que solo se puede implementar si se instala de hecho una dictadura política como esa.

En conclusión, aquí lo que está en marcha es un cambio de paradigma estratégico global que nosotros, en la organización de LaRouche, advertimos que el imperio británico tenía la intención de imponer. El único modo en que se puede detener esto exitosamente es atacándolo por los flancos que tiene al descubierto. El Presidente Trump debe, no solo denunciar lo que sucedió en el Capitolio, sino además debe señalar a quien estuvo detrás de esa acción y por qué, y luego embarcarse, de la manera más rápida y contundente, en las políticas a las que precisamente el imperio británico le teme tanto: una alianza entre Estados Unidos y China para sustituir el actual orden financiero en bancarrota con un nuevo paradigma de desarrollo. Nada menos que una acción voluntarista como esa puede tener éxito, en esta etapa avanzada del juego.

Cuando se desató la Guerra de Las Malvinas en 1982, Lyndon LaRouche le dijo al gobierno argentino, a la gente del gobierno de Reagan, y a otros: si ustedes quieren derrotar al imperio británico en su guerra de agresión en el Atlántico Sur, el único modo en que pueden lograrlo es “lanzando la bomba de la deuda”. En otras palabras, háganlos salir de esas aguas atacándolos por su lado más vulnerable: su sistema financiero en bancarrota. Es de esa misma manera en que tenemos que pensar hoy, así tenemos que movilizar a la población y a los líderes políticos para que ellos también piensen de esa manera.

Archivo de Comentario Editorial y Actualidades

Volver    Volver al inicio

clear
clear
clear