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¿Habrías sido optimista en medio de la Peste Negra del siglo 14?

24 de enero de 2021 — Con la ventaja de ver las cosas en retrospectiva—ya que por lo general es más fácil reflexionar sobre el pasado que del presente—hubieras sido optimista. O al menos deberías haberlo sido. Porque de la Peste Negra del siglo 14, que arrasó casi por completo a la civilización occidental, salió el Renacimiento Dorado del siglo 15 y el florecimiento más grande de la cultura clásica y la ciencia que haya producido el hombre hasta ahora. ¿Te has preguntado cómo sucedió eso?

Hoy nos encontramos en medio de una pandemia que arrasa el planeta y que en el corto plazo se va a poner peor. Han comenzado a mutar nuevas cepas del coronavirus; la mayoría de los sistemas de salud nacionales no están a la altura del reto que representa la enfermedad y de cuidar de los pacientes infectados; los programas contra el COVID-19 de casi todos los gobiernos de Europa y de las Américas están en ruinas a consecuencia de su sumisión a las políticas de austeridad de Wall Street y de la City de Londres; y tal vez lo peor de todo es que hay una creciente irracionalidad en gran parte de la población, que se manifiesta en el rechazo a la ciencia y en el comportamiento lunático como el del fraude “Q” y juegos similares.

Por encima de esto, como lo destacó Helga Zepp-LaRouche ayer en una discusión con sus colegas, tenemos la ofensiva del imperio británico para imponer el Reajuste Global Ambientalista, que propone reducir intencionalmente la población mundial del planeta hasta quizás mil millones de personas, por medio de la descarbonización y la desnuclearización de la economía, y de los programas de desindustrialización en general. Esas fuerzas acaban de obtener una victoria significativa al robarle la elección presidencial de Estados Unidos a Donald Trump (quien se opuso siempre a las iniciativas ambientalistas) para poner a Joe Biden en la Casa Blanca, cuya primerísima actuación en el cargo fue la reincorporación al Acuerdo Climático de París.

Entonces ¿cuáles son pues los motivos para el optimismo?

Primero, la realidad de las limitaciones físicas económicas contra las que ya se están estrellando con toda su fuerza estos programas británicos; solo miren la locura de la campaña para convertir completamente el mercado de carros en Europa a vehículos eléctricos (VE), que describimos más adelante. ¿Acaso alguien se ha molestado en ver la lista de materiales que serían necesarios para llevar a cabo ese plan?

Segundo, la realidad de que el hombre tiene como característica la capacidad de hacer nuevos descubrimientos creativos, para no jugar bajo las reglas del juego existentes. Por ejemplo, se puede y se deben establecer sistemas de salud viables en todos los países del mundo, como parte de una reorganización por bancarrota del sistema financiero internacional para poder reactivar la economía física. En particular, esto va a necesitar de una cooperación a fondo entre Estados Unidos y China. Sería solo el comienzo del plan de recuperación económica global necesario, que incluye la creación de 1,500 millones de nuevos empleos productivos.

En junio del 2003, Lyndon LaRouche hizo una reflexión sobre la cuestión del optimismo y el pesimismo en un discurso que pronunció en Queens, New York:

“El otro aspecto que es importante, como yo lo veo, en todo el mundo hoy, es el pesimismo. En Estados Unidos hay mucho pesimismo; la política está afligida por el pesimismo. Lo que nosotros a veces llamamos corrupción en la política, y es corrupción, es producto del pesimismo. La gente dice que no se puede volver a meter la pasta de diente en el tubo; que no se puede cambiar el rumbo que llevan las cosas; que no se puede mejorar el sistema político; que no puedes solucionar los problemas; tienes que aprender a vivir con los problemas; eso es pesimismo. Y el pesimismo lleva a la corrupción. Y en todas partes del mundo hay el mismo problema; pesimismo, pesimismo en África, en especial en el África negra, pesimismo en Europa, pesimismo en Europa del Este, y menos de esto en China. China tiene más confianza; pero hay miedo en Corea, miedo de lo que pueda pasar; miedo en Japón.

“Así que lo más importante, en mi opinión, en mi experiencia en el liderazgo, es el optimismo; no un optimismo arbitrario, no un falso optimismo, sino un optimismo informado. Con el conocimiento de que podemos, si tenemos la voluntad, hacer las cosas que se tienen que hacer”.

 

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