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La movilización venidera para derrotar al Nuevo Trato ecologista

26 de enero de 2021 — Próximamente el semanario EIR y el Instituto Schiller publicarán un potente informe especial sobre el plan del mentado “Nuevo Trato ecologista” de la oligarquía financiera y sobre la estrategia para derrotarlo con un plan para financiar el desarrollo con tecnología de punta. Este informe constituye un complemento importante al Informe Especial que publicamos en mayo del año pasado, “El Plan LaRouche para reabrir la economía de EU: El mundo necesita 1,500 millones de nuevos empleos productivos”, el cual constituye hasta la fecha el único programa efectivo para dar marcha atrás realmente a los terribles efectos económicos de la pandemia de COVID-19 y para defendernos de cualquier otra que se venga.

El Servicio de Alerta Diaria de EIR ha señalado que la conferencia de cinco días del Foro Económico Mundial sobre la “Agenda de Davos” que se inició ayer, se trata de presentar y dar curso de legitimidad al plan del “Gran Reajuste” o “Nuevo Trato ecologista” de la oligarquía financiera angloamericana para prohibir las tecnologías energéticas modernas por “sucias”, el plan mediante el cual los centros financieros de la City de Londres y Wall Street junto con los bancos centrales de las principales economías del mundo esperan generar decenas de billones de dólares en tecnologías energéticas primitivas que se presentan como “nuevas” y dizque “renovables”. De implementarse ese plan, el proceso reduciría la población humana, su libertad y su búsqueda de la felicidad de maneras muy desagradables para los miles de millones de personas que no forman parte del 1% elegido de la casta dominante. Hasta ahora, solo el entorno de la realeza británica ha reconocido que esta es su meta.

Pero ya antes del anuncio público se ha dejado sentir el impacto de esos propósitos; el gobierno de Sudáfrica recibió consternado la noticia de que sus nuevos proyectos de generación eléctrica mediante el carbón se han suspendido, y está bajo una enorme presión política y financiera para que cierre, en el transcurso de esta década, muchas de las plantas termoeléctricas a carbón que proporcionan la mayor parte de la capacidad eléctrica del país. La firma de gestión de capitales más grande del mundo, BlackRock, Inc., con sede en Wall Street, ha presionado a la principal compañía de ingeniería energética de Corea del Sur, encargada de la construcción de los complejos de energía eléctrica en Sudáfrica, para que los abandone. Otros proyectos similares en Indonesia y las Filipinas están amenazados de la misma forma. En Kenya, desapareció el financiamiento para el desarrollo de una reserva petrolera que es esencial para la construcción de un nuevo ferrocarril y puerto de un corredor que conectaría al norte del país con sus vecinos. El Presidente de Ghana está bajo una presión enorme para que abandone los planes para construir un complejo nucleoeléctrico que sería el elemento central para su programa de desarrollo.

Mientras tanto en Londres, el gobierno anunció con arrogancia el ofrecimiento de mil millones de dólares para toda África e India como compensación por el cierre de su capacidad de generación eléctrica con carbón y con petróleo.

En Estados Unidos, la mitad de todas las plantas termoeléctricas a carbón fueron cerradas en los últimos cinco años por BlackRock y con la ayuda del programa “Más allá del carbón” de sir Michael Bloomberg, a pesar de la oposición del entonces Presidente Donald Trump.

En Alemania o en Estados Unidos, la imposición sostenida de un “Nuevo Trato ecologista” tendrá como consecuencia un aumento drástico en el precio de la electricidad en los hogares, un caos en la industria, y apagones frecuentes como ya los empezó a sufrir Alemania. Pero en África, en India o en cualquier país en desarrollo, significará una reducción de la población en millones de muertes innecesarias.

El maltusiano príncipe Carlos y su equipo de asesores ambientalistas junto con sus secuaces de la City de Londres creen que ahora, luego de 30 años de “cumbres de la Tierra”, conferencias de Davos y Nuevos Tratos ecologistas, han conseguido finalmente un baluarte financiero contra los seres humanos y sus combustibles fósiles “sucios” y las “peligrosas” tecnologías nucleares que le han permitido, a la población humana, crecer. Se regocijan con la salida intempestiva del ex Presidente Donald Trump cuya única virtud fue su vigorosa oposición al ambientalismo que había sacado a Estados Unidos del genocida Acuerdo Climático de París, por lo cual se convirtió en el enemigo mortal de la realeza británica. Piensan que ahora los gobiernos del mundo no se les van a oponer, y que las “finanzas ecologistas” (como ellos las llaman) van a hacer desaparecer a las tecnologías energéticas más productivas. Joe Biden tiene el encargo de llevar a la Casa Blanca en esa dirección.

Pero como lo hemos reiterado también, este plan se puede parar en seco. En gran medida, gracias a la influencia de China, las naciones de Asia se oponen a su autodestrucción; igual que la Rusia del Presidente Vladimir Putin.

El Foro Económico Mundial publicó un documento para dar a conocer su estrategia, en donde alega que ya hay $30 billones en fondos de capital comprometidos para las “finanzas ecologistas”; es decir, para impedir la inversión en combustibles fósiles o en energía nuclear. Supuestamente, solo van a invertir con propósitos ambientalistas, “sociales” y de “gobernanza” (puras sandeces). Pero incluso de eso, solo el 0.8% de sus “finanzas ecologistas” están asignados a Asia.

En realidad el príncipe y sus oligarcas libran una guerra europea contra el avance económico de Asia y de África. Los bancos chinos financian las tres cuartas partes de los proyectos termoeléctricos de carbón en todos los países en desarrollo, y aunque sus dirigentes utilizan el lenguaje del Acuerdo Climático de París, China contempla todavía producir la mitad de su energía eléctrica con carbón para el 2050; y la mayor parte de la otra mitad con plantas de energía nuclear. Del mismo modo, India y Rusia todavía defienden la energía del carbón, la energía nuclear, y el programa internacional de urgencia para desarrollar la energía de fusión termonuclear controlada como lo planteó Putin en julio de 2018, así como la exploración espacial y la ciencia del espacio.

Sabemos cómo se pueden financiar estos programas sin que se meta ningún financiero ecologista ni ningún banco central, mediante la creación de instituciones bancarias nacionales hamiltonianas en cada país. Como primer paso, es urgente construir un sistema de salubridad pública moderna en todos los países del mundo.

Tenemos que combatir al gobierno de Biden para que se implemente el programa de industrialización y desarrollo como lo concibió el economista sin par del Sistema Americano, Lyndon LaRouche. Vamos a insistir en la necesidad de una conferencia internacional para lanzar un Nuevo Bretton Woods como lo propuso LaRouche, y el próximo informe especial de EIR será el punto de partida para esta pelea.

 

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