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Los guionistas de Biden decretan el genocidio de las finanzas ecologistas 

29 de enero de 2021 — Desde el 27 de enero de 2021 Estados Unidos entró oficialmente en el proceso para implementar las finanzas ecologistas, es decir, el “Gran Reajuste” que promueven el príncipe Carlos de Inglaterra, el ex gobernador del Banco de Inglaterra Mark Carney, Larry Fink de BlackRock y otros de la misma jaez, el cual constituye evidentemente un programa para reducir drásticamente la población humana en el mundo entero, incluyendo a Estados Unidos. La Orden Ejecutiva que firmó el falso Presidente, Joe Biden, “Executive Order on Tackling the Climate Crisis at Home and Abroad” (Orden ejecutiva para enfrentar a la crisis climática adentro y afuera), repite varias veces, en diferentes contextos, que el gobierno va a “comenzar de inmediato a desarrollar un plan financiero climático, utilizando estratégicamente los canales e instituciones multilaterales y bilaterales, para ayudar a los países en desarrollo a aplicar medidas ambiciosas de reducción de emisiones, para proteger ecosistemas críticos, generar una resiliencia a los efectos del cambio climático, y promover el flujo del capital hacia las inversiones alineadas con el clima y evitar las inversiones de alto contenido de carbono. Esto en realidad, va a “ayudar a los países en desarrollo” a que renuncien a cualquier esperanza de salir de la pobreza, al mismo tiempo que se les impone un grado de austeridad en medio de la pandemia y de la hambruna, que causará millones de muertes en el corto plazo.

La mayor parte de los países en desarrollo tiene sistemas de salud sumamente inadecuados. La mayoría carece de electricidad confiable, incluso en las ciudades principales, o no tienen servicio eléctrico alguno en muchas partes de sus naciones. Lo mismo podemos decir del agua potable. La poca electricidad que tienen proviene casi completamente de plantas de producción eléctrica a carbón. Helga Zepp-LaRouche, presidente del Instituto Schiller, lanzó el “Comité por la Coincidencia de los Opuestos” para movilizar los recursos (en la comunidad de atención a la salud, las fuerzas armadas, y la comunidad agrícola) en Estados Unidos y en otras naciones, para proporcionar una capacidad adecuada de salubridad para todas las naciones del planeta, por razones morales y por el hecho obvio de que solo se puede derrotar a la pandemia si lo hacemos en todas partes del mundo. También es evidente por sí mismo, que para tener esa capacidad sanitaria adecuada, es necesario tener acceso ininterrumpido a la electricidad, al agua limpia, al transporte y demás infraestructura. Si se instrumenta la Orden Ejecutiva que Biden firmó, nada de esto va a ser posible, y se hará realidad el sueño del príncipe Felipe (consorte de la reina de Inglaterra) y de su hijo el maltusiano príncipe Carlos, de despoblar la Tierra. También será una señal de que el sueño del imperio británico desde el siglo 18, de recuperar el dominio de su otrora colonia americana, se habrá cumplido finalmente.

Esto no es solo una sentencia de muerte para los países pobres; la Orden Ejecutiva exige de Estados Unidos un “sector de producción eléctrica libre de contaminación por carbón a más tardar en 2035”. Para quienes se imaginen que la economía estadounidense y su población pueden sobrevivir con paneles solares y molinos de viento, prepárense para los apagones, la desintegración económica, y la inestabilidad social que hará que los disturbios de Antifa y BLM, los incendios y los saqueos del año pasado, así como el ataque al Capitolio del 6 de enero, se vean como juegos de niños.

Pero los maltusianos se enfrentan a un gran problema, que ya identificó el nuevo Secretario de Estado de EU, Antony Blinken, y también el autoproclamado líder de la cruzada contra China en el Reino Unido, Nigel Farage, y otros: China está construyendo centrales termoeléctricas a carbón, con carbón limpio, tanto dentro de China como en el resto del mundo, por la sencilla razón de que para transformar a las naciones pobres en Estados industriales modernos, como lo ha hecho China de manera espectacular dentro de sus fronteras, se necesitan nuevas infraestructuras a gran escala, que a su vez requieren aumentos exponenciales en el consumo eléctrico.

China contempla un aumento considerable en la generación de energía nuclear, y lleva a cabo un extenso programa de investigación (con cooperación internacional) para el desarrollo de la energía de fusión termonuclear, pero reconocen que en el corto plazo la humanidad tiene que ampliar el uso de los combustibles fósiles para hacer avanzar la economía mundial, a fin de satisfacer las enormes necesidades de los ciudadanos del mundo. La “Gran Mentira” de la ciencia ficción, de que el dióxido de carbono, el alimento de la vida vegetal, está sobrecalentando a la Tierra (que repiten sin descanso Biden y sus controladores) está muy aceptada generalmente, aunque con un entendimiento ínfimo de la materia. A medida que se sienta y se entienda el impacto devastador de la nueva economía fascista --mientras que los dos partidos políticos dominantes en Estados Unidos se encuentran en un estado de disolución-- el sector pensante de la población acudirá hacia quienes les han dicho la verdad, y que conocen las soluciones necesarias.

Este es el momento de las ideas de Lyndon LaRouche, sus Cuatro Leyes, su plan para las Cuatro Potencias, y su consigna de “Pensar como Beethoven”.

Para darse una idea del papel fundamental de la cultura clásica en el progreso político, visto a través de los ojos de Abraham Lincoln y del poeta Robert Burns, vean la presentación sobre el tema que dio Gerald Belsky (en inglés) en el portal electrónico de The LaRouche Organization. https://youtu.be/2PNWr39v1Bo

 

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