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Quítate los espejuelos geopolíticos: Estados Unidos debe trabajar con China

12 de marzo de 2021 — “Cualquier persona que no tenga en su nariz espejuelos geopolíticos puede ver que a menos que las dos más grandes economías del mundo, Estados Unidos y China, trabajen juntas para enfrentar problemas como la pandemia, la pobreza, y la hambruna, el mundo va a ser un lugar de miserias”, afirmó Helga Zepp-LaRouche en su videoconferencia semanal internacional. “Y por lo tanto algunas de estas doctrinas militares que declaran que Rusia y China son los enemigos, son realmente estúpidas... El resultado de esto solo puede llevarnos a una guerra”.

Zepp-LaRouche se refirió específicamente al reciente alboroto tipo Dr. Strangelove que hizo el almirante Philip Davidson, jefe del Comando Indo-Pacífico de Estados Unidos, quien definió a China como la principal amenaza estratégica a Estados Unidos. Esa visión política peligrosa se origina en el Londres imperial y se extiende profundamente en ambos partidos dominantes estadounidenses, Republicano y Demócrata, y también en una población estadounidense demasiado crédula.

El simple hecho de la cuestión, como lo destacó Lyndon LaRouche en repetidas ocasiones, es que nos encontramos en medio de una crisis de desintegración sistémica del sistema transatlántico, que se caracteriza por la bancarrota del sistema financiero y el desplome del nivel de vida real de la mayoría de la población mundial, que ha desatado pandemias, hambruna y una cruel pobreza. Y para resolver esa crisis, insistía LaRouche, es necesario congregar las capacidades económicas físicas de China y de Estados Unidos, en un programa de infraestructura global impulsado por la ciencia, tal como la Iniciativa de la Franja y la Ruta.

Les guste o no a los ideólogos de Londres, China no puede estar ausente de la solución real a estos problemas. China no solo ha iniciado la Iniciativa de la Franja y la Ruta y la ha puesto a la disposición de todas las naciones, al margen de las ideologías, sino que ha logrado sacar de la pobreza extrema a 850 millones de chinos durante los últimos 40 años; ese logro constituye la mayor contribución al crecimiento de la productividad física económica a nivel mundial, incluyendo específicamente a la productividad real dentro de Estados Unidos.

Consideremos la difícil situación de Yemen, donde millones de personas, niños incluidos, enfrentan una hambruna masiva, en lo que el director del Programa Mundial de Alimentos, David Beasley calificó dolorosamente, luego de una visita a ese país, como “un infierno; el peor lugar en la Tierra. Y es algo totalmente causado por el hombre”.

Del mismo modo la explosión de nuevas cepas de Covid-19 en todo el continente americano, con centro en Brasil, donde la política de inacción arrogante del gobierno de Bolsonaro ha fomentado la diseminación de la enfermedad hasta alcanzar proporciones de crisis. La nueva cepa brasileña P1 del coronavirus es aparentemente dos veces más contagiosa que la cepa original; y según los informes es capaz de volver a infectar a quienes ya tuvieron Covid-19 de entre 25% a 60% de los casos. Brasil, con una población de 211 millones de personas, una cuarta parte de las cuales vive en la pobreza absoluta, comparte fronteras con 10 de los 12 países de Sudamérica. ¿Creen realmente que eso se puede contener dentro de Brasil?

Pero así como la crisis es obra del hombre, también lo es la solución: el desarrollo acelerado del sudoeste de Asia, África, Iberoamérica y demás lugares, con base a la extensión de los corredores de tecnología avanzada de la Iniciativa de la Franja y la Ruta, a través de esas regiones, en lo cual China y Estados Unidos tienen que jugar los papeles centrales. La próxima conferencia internacional del Instituto Schiller y la Junta Internacional de Comités Laborales, presentará un proyecto detallado de este enfoque.

China y Rusia son aliados naturales de quienes en Estados Unidos y en Europa ven correctamente que el Nuevo Trato Verde ambientalista es una amenaza al desarrollo económico y a la existencia humana misma. Como lo declaró Helga Zepp-LaRouche en su videoconferencia de esta semana:

“Detrás de toda esta cuestión dizque ‘climática’ y antinuclear, hay motivos muy diferentes: concretamente, reducir la población, y eso es lo que no aceptan Rusia ni China. Esta autodestrucción de Occidente mediante la desindustrialización, revirtiendo el nivel de la industria y de la agricultura a la época preindustrial, significa que Occidente se está debilitando drásticamente. Y naturalmente, esto aumenta el peligro de guerra, porque Rusia y China no tienen intención de hacer lo mismo”.

 

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