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El informe del CFR sobre la Iniciativa de la Franja y la Ruta de China exuda pánico: “¡nos pasó lo que con el Spútnik!”

27 de marzo de 2021 — El grupo de trabajo independiente del Consejo de Relaciones Exteriores (CFR, por sus siglas en inglés) de Nueva York, sobre la Iniciativa de la Franja y la Ruta (IFR) publicó su informe final el pasado martes 23 de marzo, titulado “La Franja y la Ruta de China: implicaciones para Estados Unidos” un supuesto plan de 176 páginas sobre cómo el gobierno de Estados Unidos debe y puede contrarrestar y contener la IFR de China, el cual reconocen que es “el mayor plan de infraestructura de siempre, que supera con creces al plan Marshall”. (https://www.cfr.org/report/chinas-belt-and-road-implications-for-the-united-states/).

Dos conclusiones saltan a la vista del lector sensato de este informe. Primero, la IFR es percibida como una amenaza porque ofrece alternativas al moribundo sistema imperial británico llamado “orden basado en reglas” y su programa maltusiano de “descarbonización”. Segundo, estos secuaces del paradigma oligárquico son dolorosamente conscientes de que están luchando para ponerse al día, con poco que ofrecer.

Sus ataques a la IFR se hacen eco de las quejas moralmente repugnantes contra China y Rusia por desplegar la “diplomacia de vacunas”, cuando la realidad es que Estados Unidos está acaparando vacunas.

La coautora del informe y ex consejera general del Representante Comercial de Estados Unidos, Jennifer Hilllman, dijo  en el seminario en línea sobre la publicación del informe el mismo martes 23, que “en partes de África y de Asia se percibe ahora a China como más poderosa que Estados Unidos debido a la IFR. ‘Tenemos que volver al juego’|”, informó el noticiero del Departamento de Estado, Voice of America. El ex secretario del Tesoro Jacob Lew dijo en el seminario que “China ha hecho de la inversión en infraestructura una alta prioridad. Estados Unidos no lo ha hecho”. En un artículo de opinión publicado en el diario estadounidense The Hill el 23 de marzo para promocionar su informe, los copresidentes del grupo de trabajo, Jacob Lew y el almirante Gary Roughead (ex jefe de operaciones de la Armada estadounidense) reconocen que “Estados Unidos no tiene una verdadera alternativa que ofrecer en trenes de alta velocidad o a la 5G”.

“Tanto la inactividad de Estados Unidos como la asertividad de China son responsables del aprieto económico y estratégico en el cual se encuentra Estados Unidos”, reconoce el resumen ejecutivo del informe. Estados Unidos no promovió la infraestructura, el comercio y la conectividad en Asia; “sus préstamos e inversiones a la infraestructura en muchos países de la IFR fueron limitados y ahora están en declive. Sus recortes en investigación y desarrollo e inversiones en tecnologías avanzadas han permitido a China avanzar” en muchas áreas; y “a pesar de gozar de un papel prominente en el Banco Mundial y en bancos regionales de desarrollo, Estados Unidos ha visto a esas instituciones alejarse de respaldar importantes proyectos de infraestructura”.

Sin embargo, el grupo de trabajo ataca a China por avanzar la FRI “de manera preocupante”, lo que:

  • “socaba la estabilidad macroeconómica global… al evitar en gran medida el análisis de sostenibilidad de la deuda y financiar proyectos económicamente cuestionables en países muy endeudados”;

  • “subvenciona la entrada privilegiada al mercado a empresas Chinas de propiedad estatal y no orientadas al mercado”;

  • “permite a China atar a los países en los ecosistemas chinos, presionando con su tecnología y sus preferencias en normas técnicas a los participantes en la IFR”;

  • “asegura la dependencia de los países en la energía intensiva en carbono por décadas a través de la exportación de centrales eléctricas de carbón, dificultando considerablemente la mitigación del cambio climático”;

  • “dificulta al Banco Mundial y a otros financistas tradicionales insistir en sus altos estándares, ofreciendo paquetes de infraestructura rápidos y sencillos que prescinden de rigurosas evaluaciones de impacto ambiental y social, ignorando las mejores prácticas de gestión de proyectos y tolerando la corrupción; y”

  • “hacen a los países más susceptibles a la presión política china, y le dan a China una mayor capacidad de proyectar su poder más ampliamente”

  • Como Estados Unidos no está en posición de responder a la “IFR de manera simétrica, intentando igualar a China dólar a dólar, proyecto a proyecto” el grupo de trabajo propone una combinación de acciones directas contra la IFR, junto con sus propias ofertas para competir con China que, dentro de su paradigma actual, fracasarán.

La mayoría de las “estrategias” propuestas contra la IFR ya están en marcha: la guerra informática (por ejemplo “sensibilizar a la opinión pública en países anfitriones sobre los costos ambientales y económicos de ciertos proyectos de la IFR”; “campañas enérgicas anticorrupción”) contra proyectos y partidarios de la IFR y la inserción de Estados Unidos, la inserción de diplomáticos y agentes de negocios para “ofrecer apoyo técnico a los países de la IFR para ayudarles a examinar los posibles proyectos en cuanto a la sostenibilidad económica y ambiental”.

Todavía más repugnante es el llamado a la movilización de estrategias financieras multilaterales para obligar a China a “cumplir sus promesas de una franja y una ruta ecológica, exigiendo evaluaciones medioambientales previas, negando el financiamiento o el aseguramiento a proyectos que puedan tener importantes efectos ambientales adversos, y adoptando normativas vinculantes para lo que constituye una inversión de una IFR ecológica”

Al mismo tiempo, el Banco Mundial tiene que ser “revitalizado” para que financie proyectos de infraestructura, pero solo aquellos que cumplan las condiciones financieras y ambientales occidentales; y reformar a la Corporación Financiera de Desarrollo Internacional (IDFC, por sus siglas en inglés) y al Banco de Exportación-Importación de Estados Unidos para dotarlos de “la mayor flexibilidad para competir con las ofertas de la IFR y para asociarse con otras instituciones financieras de desarrollo en todo el mundo”.

Sin embargo, el informe hace un conjunto de propuestas que deberían llevarse a cabo en beneficio de Estados Unidos y del mundo: Estados Unidos debería destinar “$100.000 millones de dólares adicionales a la financiación federal de la investigación y el desarrollo, con más inversiones en universidades e instituciones de investigación para financiar investigación de vanguardia, y aumentar el apoyo a inversiones del sector privado en tecnologías de la próxima generación” en su propio país; aumentar la inversión en “educación en ciencias básicas, tecnología, ingeniería y matemáticas  (STEM, por sus siglas en inglés) en todos los niveles”; y modificar las políticas de Estados Unidos en inmigración y visado “para facilitar la atracción y retención de los más brillantes estudiantes, investigadores, científicos e ingenieros del mundo”.

Si la IFR despierta esa respuesta en Estados Unidos, ¡bienvenida sea!  

 

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