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En nombre del Agape 

13 de mayo de 2021 — Los mejores presentes a menudo son los que menos se esperan. Cuando el “conflicto palestino-israelí” manipulado por los británicos, desatado por los sucesos en el Este de Jerusalén, amenaza con hacer metástasis y convertirse en una guerra regional, y almas de mayor cordura se apresuran para tratar de detenerlo; en tanto el gobierno chino fustiga a Estados Unidos, a Gran Bretaña y a otros por la payasada de la campaña de la ONU de “salven a los uigures” que están imponiendo a la misma asamblea de la Organización de Naciones Unidas (ONU) a la que forzaron a apoyar las “guerras preventivas” contra Afganistán e Iraq hace 20 años; en tanto que las instituciones que no regulan a los bancos como la Corporación Federal de Seguro a Depósitos (FDIC), la Comisión de Bolsa y Valores (SEC) o la Oficina del Controlador de la Moneda (OCC) de Estados Unidos, etc., y se rehúsan a señalar el peligro de un mercado de valores de Wall Street, cuya valoración de más de $49 billones de dólares es mayor que el ostensible Producto Interno Bruto conjunto de Estados Unidos, China, Japón y Alemania; mientras las ménades, las brujas y los brujos del Consejo Atlántico llevan a cabo su foro titulado, “Amenazar con la represalia nuclear decisiva”, con simpáticas periodistas rubias sonrientes anunciando, al estilo de la novela “Las esposas de Stepford”: “¡Y en este episodio, la recomendación es, que la OTAN amenace con una represalia decisiva!”; en medio de todo, no obstante, es posible pensar como Beethoven.

Ayer en una discusión, Helga Zepp-LaRouche hizo hincapié en la importancia estratégica del regalo cultural que le ofreció al mundo el ministro Louis Farrakhan, de la Nación del Islam, en la celebración de su cumpleaños 88, el 11 de mayo. La presentación del martes pasado de su interpretación del concierto para violín Opus 61 de Beethoven, grabada en 2002, en parte como homenaje no solo a Beethoven, sino además a quien fuera su inspirador para tomar el violín, Jascha Heifetz, a quien conoció cuando él tenía alrededor de 9 0 10 años de edad en la década de 1940, fue un acto de voluntad tanto como una acto de amor. La metáfora de la “coincidencia de los opuestos” representada en esa presentación, y su imposibilidad aparente, dado que Farrakhan, a la edad de 68, aprendió esta pieza en menos de un año (aunque su profesora le había dicho que le tomaría alrededor de 10 años, al menos) es el estándar de “belleza intelectual” que se tiene que alcanzar para que el mundo sobreviva a la crisis que estamos enfrentando en este momento y que de otro modo no tiene solución.

Por ejemplo, la combinación de recursos productivos que se tienen que organizar, y de avances científicos, médicos y tecnológicos, milagros de logística, y epifanías culturales que se tendrán que llevar a cabo, solo para que la humanidad sobreviva, nos van a forzar a arrojar al inodoro todos los axiomas disfuncionales. Sea que partidos completos o facciones, como el partido Verde alemán, varias facciones israelíes, y secciones traidoras de los partidos Republicano y Demócrata de Estados Unidos, desaparecen, o si no, naciones enteras, incluso partes del planeta, van a desaparecer. La humanidad debe ser primero, si no es así, va a desaparecer, posiblemente hasta la última persona del planeta. La asociación filosófica llamada Junta Internacional de Comités Laborales necesita ser la hegemonía intelectual en todo el mundo transatlántico, de manera que la otrora chispa de genialidad que se manifestó en Beethoven, y en la Revolución Americana, puede comenzar de nuevo aquí un fuego intelectual que pueda iluminar la solución actual, que ya está presente: la Iniciativa de la Franja y la Ruta, o Puente Terrestre Mundial. No hay “reforma económica” que se vaya a adoptar a menos de que la gente del sector transatlántico abrace de nuevo la necesidad científica y moral de un aumento siempre creciente de la población en este planeta, y más allá.

En la reciente Conferencia del Instituto Schiller, el método filosófico del cardenal Nicolás de Cusa, como desarrollara este método por medio de su trabajo intelectual y espiritual que necesitó para organizar el Concilio de Florencia de 1438 a 1440—el método cuyas huellas se encuentran en “La Docta Ignorancia”-- no solo se exhibió, sino que se llevó a cabo. Es el principio estético, y el método, que se desarrolló en la interacción de los discursos, preguntas, respuestas y a veces los giros intelectuales instantáneos, que se iniciaron y encantaron a varios de los ponentes y a muchos de quienes participaron, es lo que tenía que presentarse al mundo. Al ofrecer una ocasión para la presentación de ese método, como de otro modo se realiza en el Concierto para Violín de Beethoven del modo en que Farrakhan abordó su tarea, tenemos que procurar mostrarlo, como un método que la audiencia debe comprender, la oportunidad de participar al ser ennoblecido al escuchar realmente lo que se dice o se canta. De este modo la gente puede enfrentar la terrible realidad y superarla, porque al dejar la conferencia son mejores que cuando llegaron a ella. Esa es la verdadera revolución.

Hubo una vez en que los Presidentes, como Lincoln, Franklin D. Roosevelt, o John F. Kennedy desempeñaron esta función para el pueblo estadounidense. Ronald Reagan hizo esto dos veces: una vez el 23 de marzo de 1983, cuando anunció su Iniciativa de Defensa Estratégica diseñada por Lyndon LaRouche, y de nuevo el 26 de enero de 1986, en momentos en que estalló el transbordador espacial Challenger. Pero esta es una capacidad que toda persona tiene en su interior, al menos para responder cuando se utiliza el método de Cusa de la “coincidencia de los opuestos”. 

Debemos tener en cuenta que gracias al trabajo organizativo que se ha hecho, en especial en el caso de Harley Schlanger y quienes trabajan con él, que se organizó otra plataforma para trasmitir en vivo el primer panel de la conferencia del 8 de mayo, y tan solo en esa plataforma hubo 4.ooo vistas. El posible “efecto multiplicador” por medio del acceso efectivo de este tipo implica que nuestros mensajes, incluso ahora, después de la conferencia, podrían verlo decenas de miles de personas o más si podemos hacer que eso pase. La presentación de Farrakhan tuvo, durante la transmisión, 6.400 vistas, y 8.800 inmediatamente después, lo que lo hace posiblemente el evento virtual de música clásica más exitoso en Estados Unidos este año, en un momento en que la música clásica y los músicos han recibido golpes duros. Y la mayor parte de la audiencia era la primera vez que tenía la vivencia de un concierto de música clásica. Se trata de otro tipo extensión y alcance, pero relacionado. Las dos son intervenciones estratégicas.

Por lo tanto, mientras consideramos los peligros de la circunstancia actual, como una vez dijo Lyndon LaRouche, veamos a la Tierra desde una distancia de mil millas por encima de ella, y a diez mil años en cualquier lado del presente, y consideremos cómo es que debe pensar la humanidad sobre lo que debemos hacer en este momento.

 

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