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Los maltusianos declaran sus intenciones: ¡seguir matando gente! 

19 de mayo de 2021 — El Instituto Schiller y la Organización LaRouche están construyendo un “Movimiento de Resistencia Anti Maltusiano” de múltiples frentes, para contrarrestar el hecho de que la intención histórica del imperio británico de reducir sistemáticamente la población mundial ha tomado un fuerte impulso en los últimos meses. Las guerras de cambio de régimen de las dos últimas décadas han resultado inadecuadas para reducir la población al nivel deseado por los maltusianos, aunque algunos creen, como el jefe del Comando Estratégico de Estados Unidos, el almirante Charles Richard, que la guerra nuclear es ahora “probable”, lo cual efectivamente reduciría la población mundial, quizás a cero.

Pero como dijo Bertrand Russell en una ocasión, expresando el disgusto imperial por la humanidad: “La guerra ha sido hasta ahora decepcionante en [reducir la población]… pero tal vez la guerra bacteriológica pueda resultar más eficaz. Si se extendiera por el mundo una Peste Negra una vez en cada generación, los sobrevivientes podrían procrear libremente sin que el mundo se llenara demasiado… El estado de cosas podría ser algo desagradable, pero ¿y eso qué?”

¿Podrá la COVID-19, quizás junto con una COVID-22 que mute a partir del virus actual, y ayudada por la hambruna que recorre las principales zonas del mundo devastadas por la guerra, satisfacer la sed de sangre de lord Russell? Sería posible realmente, y los que lo nieguen harían bien en leer La máscara de la muerte roja de Edgar Allen Poe.

Mark Carney, el ex gobernador del Banco de Inglaterra que ahora dirige la operación del Nuevo Trato Verde de la ONU, lo soltó todo en un foro que se realizó el 22 de abril sobre la “Transición africana hacia el cero neto”. Hay que establecer los “mercados de compensación de carbono” y deben estar funcionando ya para fines de este año, dijo, para que las naciones africanas puedan enriquecerse y “desarrollar”, ¡pero sin desarrollo! Sin desarrollar sus recursos y sin cortar ningún árbol para construir nuevas fábricas o para abrir nuevas tierras de cultivo, dijo Carney, las naciones africanas pueden vender su “no desarrollo” como “compensaciones de carbono” a las empresas occidentales que producen carbono. Pero, agregó socarronamente el buen señor Carney, “por supuesto, debe haber integridad en torno a las compensaciones, y un grado de permanencia de esas compensaciones, con verificación y seguimiento de la permanencia”. Y ¿quién va a “supervisar” y “verificar” la “permanencia” de su no desarrollo? Aquí estamos ante una declaración abierta de que es necesaria una nueva toma de posesión colonial “verde” para imponer el atraso, tal y como lo hizo el imperio británico en ‘los buenos tiempos’.

El regreso a esas intenciones coloniales es un agudo contraste con el optimismo de un número creciente de naciones que se oponen a ese perverso e ilegal pensamiento colonial, y se centran en la Iniciativa de la Franja y la Ruta de China. Esto se expresa claramente en las dos visiones opuestas de la exploración humana del espacio, la del Consejo Atlántico, un destacado grupo de presión neoconservador angloamericano, por un lado, y por el otro la de China. El Consejo Atlántico publicó en su página electrónica un artículo titulado “Fast Thinking—Mars With Chinese Characteristics” (Pensamiento rápido; Marte con características chinas), con el subtítulo de “Todo lo que hay que saber sobre el aterrizaje del explorador chino en Marte”. Su conclusión es que “Estados Unidos debe responder estableciendo ‘conductas aceptables en el dominio espacial con sus aliados y socios, ampliar las relaciones como las de la OTAN al Espacio Exterior”, y citan a Julia Siegel, coautora de un informe del Consejo Atlántico llamado “El futuro de la seguridad en el espacio: una estrategia estadounidense a 30 años”. Es decir, Estados Unidos se debe asegurar que la exploración espacial no sea nunca una empresa de colaboración de la especie humana, sino un conflicto geopolítico entre las potencias imperiales contra China y Rusia.

En contraste, el portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores de China, Zhao Lijian, expresó la opinión de China:

“El explorador de Marte, de la misión Tianwen-1, se llama Zhurong, en honor al dios del fuego en la antigua mitología china. El fuego trajo calor y luminosidad a los ancestros de la humanidad, y el fuego iluminó a la civilización humana. Nombrar al primer explorador chino en Marte con el nombre del dios del fuego, significa encender la llama de la exploración interplanetaria de China, para inspirar a quienes trabajan en ese campo para superar y perseguir los sueños espaciales. El universo es también un sueño para toda la humanidad. China se ha comprometido siempre al uso pacífico del espacio, ha realizado los intercambios y la cooperación internacional pertinente y ha compartido los resultados de la exploración espacial. Con el espíritu de procurar los beneficios para toda la humanidad, China seguirá avanzando en la cooperación internacional de manera abierta e incluyente y hará mayores contribuciones a la noble causa de explorar los misterios del universo y promover la paz y el desarrollo de la humanidad”.

Los portavoces del imperio negarían la existencia de tal benevolencia, o la creencia en una meta común para la humanidad, sino que insisten en que los chinos y los rusos, y todos los demás pueblos, piensen como ellos, a través de los prismas geopolíticos, como animales darwinianos que deben probar que son los “más fuertes” para sobrevivir. Las conferencias del Instituto Schiller en marzo y en mayo (ver Evento 8 mayo 2021 - Instituto Schiller (Archivo) (larouchepub.com)) fueron demostraciones inspiradoras de que la armonía de intereses de toda la humanidad es real, y se está demostrando a través de los dirigentes de las naciones e instituciones que se unen al Instituto Schiller y a la Organización LaRouche para construir el espíritu creativo necesario entre las naciones dispares hacia un propósito superior común.

El primer paso en ese esfuerzo debe ser contrarrestar la amenaza de la pandemia para la humanidad en su conjunto, o sea: Movilizar a las principales naciones del mundo, como China, Rusia y Estados Unidos, y a todas las demás que se unan para detener el impulso hacia la guerra, y en su lugar unirse en la construcción de un sistema moderno de atención a la salud en cada nación de la Tierra. Si China, Estados Unidos y los Emiratos Árabes Unidos pueden desplegar con éxito cohetes a Marte, como ha sucedido este año, entonces con toda seguridad el mundo puede unirse en torno a una causa noble como la de poner fin a las muertes en masa que ahora azota a la India, Siria, Gaza, Yemen, Brasil y amenaza a toda África. La declaración del Comité por la Coincidencia de los Opuestos, “La seguridad sanitaria global requiere de infraestructura médica en todos los países; ¡las grandes naciones industriales deben colaborar ya!”, es un llamado a todos los pueblos a unirse a ese esfuerzo decisivo, como un paso hacia el pleno desarrollo de todas las naciones, y garantizar la “Paz a través del desarrollo”.

 

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