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La guerra nuclear está sobre el tapete; y no es la primera vez 

24 de mayo de 2021 — La típica política imperial del imperio británica de “divide y vencerás” era el meollo de la política de “Destrucción Mutua Asegurada” (MAD, por sus siglas en inglés, que significa “LOCO”) que los británicos establecieron luego de que Estados Unidos desarrolló las armas nucleares. Primero, los británicos exigieron a Estados Unidos que se apresurase en la utilización de la bomba atómica, antes de que terminara la guerra; no porque fuese necesaria para derrotar a los japoneses, que ya habían sido derrotados con la estrategia del general Douglas MacArthur de cortarles el acceso a las materias primas, sino para demostrar al mundo que los dirigentes angloamericanos estaban tan locos como para asesinar en masa a civiles inocentes.  Esto solo fue posible debido a la prematura muerte de Franklin Roosevelt y el ascenso al poder del títere británico y de Wall Street, Harry Truman. 

Una vez consumado ese acato de terror, portavoces del imperio como lord Bertrand Russell, aconsejaron un ataque nuclear inmediato a la Unión Soviética y el establecimiento de un Gobierno Mundial Único, una versión revisada del imperio británico. Sin embargo, los soviéticos no tardaron en desarrollar sus propias armas nucleares, por lo que se ideó la doctrina MAD, cuyo objetivo principal no era evitar una guerra nuclear, sino mantener al mundo dividido, para impedir cualquier posibilidad de volver a la política de Roosevelt, de unir a Estados Unidos, a la URSS y a China en la noble tarea de desarrollar a las antiguas colonias y convertirlas en naciones industriales modernas, utilizando los métodos del Sistema Americano de economía, opuesto al sistema británico de libre comercio. 

Pero no hay que suponer que la doctrina MAD significa que no hay posibilidad de que alguien esté lo suficientemente orate como para utilizar armas nucleares en el mundo actual. Como lo ha informado EIR, el almirante Charles Richard, jefe del Comando Estratégico de EU, la entidad que maneja y que desplegaría esas armas nucleares, ha declarado públicamente que la guerra nuclear es “probable” y que Estados Unidos se debe preparar para ello. “En consecuencia, las fuerzas armadas de Estados Unidos”, dijo en la edición de febrero de la revista del Instituto Naval de EU, Proceedings, “deben cambiar su supuesto principal de que ‘la utilización de armas nucleares no es posible’ a ‘el empleo de armas nucleares es una posibilidad muy real’, y actuar para enfrentar y disuadir esa realidad”. (https://www.usni.org/magazines/proceedings/2021/february/forging-21st-century-strategic-deterrence). 

Fue esa declaración lo que provocó a Daniel Ellsberg, famoso por ser el funcionario de inteligencia estadounidense que publicó los Papeles del Pentágono en 1971, donde se revelan los crímenes de Estados Unidos en Vietnam; esta vez expone el plan de los principales oficiales militares estadounidenses y del entonces secretario de Estado de EU, John Foster Dulles, para utilizar armas nucleares contra China en 1958, supuestamente en defensa de Taiwán. China no tenía armas nucleares en ese momento, pero los confabulados entendían que la URSS posiblemente respondería, y como resultado podría producirse una guerra mundial nuclear. Solo la intervención del Presidente Eisenhower evitó tal holocausto, como líder militar que entendía el horror de la guerra, y más aún de al guerra nuclear. 

La publicación de las revelaciones de Ellsberg el diario New York Times del 22 de mayo, una semana después de la declaración de Ellsberg, ha evitado una censura general de este relato explosivo, y ahora se está reproduciendo ampliamente. (Por qué el New York Times hizo eso, no se sabe, pero quizás fue en recuerdo del hecho de que fueron los primeros en publicar los Papeles del Pentágono en junio de 1971, hace 50 años). 

Cabe destacar que ésta no fue la única vez que Estados Unidos y sus amigos británicos abogaron por una guerra nuclear. En 1954, cuando el régimen colonial francés en Vietnam estaba a punto de ser derrotado por las fuerzas de Ho Chi Minh, Dulles propuso utilizar las armas nucleares de Estados Unidos para sacar del apuro a los “aliados” (a quienes Roosevelt había impedido retomar su colonia, para empezar, o que cualquiera de las potencias europeas volviera a sus colonias). Cuando Estados Unidos se hizo cargo de las guerras coloniales de los británicos y de los franceses, involucrándose en el desastre de Indochina, el Presidente Nixon propuso utilizar armas nucleares contra Vietnam. 

La discusión actual de este horror potencial es tan abierta, que incluso la National Public Radio puso ayer una grabación de Nixon y Henry Kissinger hablando sobre el empleo de armas nucleares para demoler a Corea del Norte. Un memorando de Kissinger (uno de los principales defensores de la doctrina británica MAD) a Nixon que decía: “¿Deberíamos estar preparados para utilizar armas nucleares?... Dado que no podemos predecir con seguridad el punto exacto en el que Hanói podría responder positivamente, debemos estar preparados para jugar cualquier resorte necesario… Para lograr su efecto pleno en el pensamiento de Hanói, la acción debe ser brutal”. 

No se puede separar el peligro de guerra nuclear de la crisis múltiple a la que se enfrentan las naciones transatlánticas: una burbuja financiera sin precedentes en la historia, que empieza a tener una hemorragia; una política autoimpuesta de destrucción económica en el marco del lunático Nuevo Trato Verde; y la reacción de rechazo en las naciones en desarrollo, en África, en Centroamérica y Sudamérica y en Asia, en el sentido de que un número cada vez mayor de naciones están declarando abiertamente que prefieren la ayuda al desarrollo y la cooperación procedente de China para hacer frente a la pandemia, y rechazan las exigencias imperiales de Washington. El Departamento de Estado de Biden está amenazando abiertamente a las naciones en desarrollo de que deben rechazar el apoyo de China o enfrentarse a un cierre de mercados y del apoyo de Estados Unidos, además de las posibles sanciones por “antidemocráticos”. 

Se necesita una reacción mucho mayor desde dentro de Estados Unidos y Europa. El Instituto Schiller está movilizando este potencial positivo entre la población estadounidense y a nivel mundial, en particular entre los jóvenes, que, como en otros períodos de crisis intensa, están empezando a buscar un verdadero liderazgo intelectual y moral. Dos conferencias del Instituto Schiller, celebradas este año en marzo y en mayo, demostraron la posibilidad de unir líderes y patriotas de las naciones de todo el mundo para abordar y resolver, juntos, los desafíos mortales a los que se enfrenta la humanidad en su conjunto: guerra, pandemia, hambruna, desintegración económica, decadencia cultural. Ya se está planificando otra conferencia para las próximas semanas. Solo es posible superar los conflictos entre las naciones y los pueblos, elevando la narrativa al nivel de las metas comunes de la humanidad, que es el sentido de la fundación del Comité por la Coincidencia de los Opuestos por parte de Zepp-LaRouche. Los geopolíticos no creen que exista nada como una meta común de la humanidad, sino que la humanidad la definen según la visión darwiniana y hobbesiana del hombre, como una bestia que lucha por la superioridad y la supervivencia a costa de los demás. Demuéstrales que están equivocados.

 

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