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Ningún partido toca a la City de Londres ni a Wall Street: El Movimiento LaRouche lo hará 

1º de junio de 2021 — Ningún dirigente político ni fuerza política de Estados Unidos o Europa desafía ya a los grandes bancos del mundo, que se han enriquecido increíblemente durante esta pandemia, gracias a los bancos centrales, mientras que millones han muerto y cientos de millones han perdido su trabajo y medios de subsistencia. El Presidente Trump le decía a los directores ejecutivos “genios de Wall Street”. La Unión Europea tiene a gente como los de Morgan y BlackRock planificando sus supuestos “programas de recuperación”. El club de multimillonarios de las finanzas del Foro Económico Mundial, que se reúnen con la realeza británica en Davos, se han puesto a cargo del supuestamente importante “Nuevo Trato Verde” mundial y le han ido arrebatando a los gobiernos el control de las políticas de gasto público. En el Congreso de Estados Unidos, los otrora defensores de la lucha contra los megabancos, como la senadora Elizabeth Warren, ya no se atreven a mencionar el principio Glass-Steagall de separación de los bancos, cuando los mayores banqueros se sientan en las audiencias ante ellos. 

“En nuestra próxima conferencia es muy, muy urgente que retomemos la lucha por la Ley Glass-Steagall. Hay indicios claros de un próximo estallido hiperinflacionario”, señaló la presidente del Instituto Schiller, Helga Zepp-LaRouche, en una discusión con activistas de Estados Unidos y de Canadá ayer. Son esos bancos, abultados hasta un tamaño increíble por la Reserva Federal durante la crisis económica y humana, los que están impulsando esa hiperinflación que nos amenaza. Los cuatro bancos más grandes de Estados Unidos, JPMorgan Chase, Bank of America, Wells Fargo, Citigroup, tienen ahora la mitad de todos los depósitos del sistema bancario: $7,5 billones de dólares, de un total de $15 billones; pero solo tienen $4 billones en préstamos. Los siete bancos más grandes tienen tres cuartas partes de todos los activos bancarios, $13 billones de un total de $17,5 billones. Son gigantescas máquinas de especulación. Desde 1999, cuando se eliminó la Glass-Steagall, pueden especular con cualquier cosa, desde buques petroleros hasta índices de acciones y bonos; y su especulación con la avalancha de dinero impreso que les ha aportado la Reserva Federal con su “Emisión Cuantitativa” (mientras que no se han creado empleos ni inversiones productivas), está dando más impulso a la creciente ola inflacionaria. 

El peor peligro es el poder que ahora ejercen estos bancos, sobre todo al imponer el gran salto tecnológico retrogrado del Nuevo Trato Verde ambientalista. Ese plan va a hundir en el caos a las economías avanzadas y someterá a los países en vías de desarrollo a una reducción genocida de su población al negarles energía eléctrica, agricultura mecanizada moderna, y los medios de atención médica modernos. A esos grandes bancos les promete una enorme burbuja de “finanzas verdes”, mediante el poder de saqueo de los altos precios de la energía y los impuestos sobre el carbono. Ya hemos visto como BlackRock y las firmas de inversión asociadas a Wall Street y la City de Londres han forzado el cierre de la energía del carbón y del petróleo, desde Estados Unidos hasta Sudáfrica y las Filipinas, cortando la inversión. Hoy mismo, otro consorcio de seis de los mayores bancos del mundo se unieron para forzar la “descarbonización” de la industria del acero. El grupo de estudios de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE) sobre “transformaciones verdes” prevé que la producción mundial de acero se reduzca a más de la mitad durante este siglo. 

Helga Zepp-LaRouche ha planteado la única respuesta sensata. Estos gigantescos bancos tienen que ser desarticulados a fondo, tanto para ahogar el combustible de los motores de la especulación como para romper su inmenso poder político. ¿Cómo podemos permitir que esas clases de deca-billonarios cumulen cientos de miles de veces más riqueza que los cabezas de familia que trabajan, y millones de veces más que los dos mil millones de personas en el mundo que no tienen trabajo regular ni atención médica después de un año de pandemia? 

Hay que recuperar la Glass-Steagall, una de las que Lyndon LaRouche denominó las “Cuatro Leyes nuevas para salvar la nación”, cuando las estableció el 8 de junio de 2014. Los bancos nacionales para el crédito productivo son necesarios en todos los países; y las inversiones en productividad de ese crédito deben ir acompañadas de programas impulsados por la ciencia de la exploración espacial y del desarrollo de la tecnología de fusión nuclear y de plasmas. La conferencia internacional del Instituto Schiller que se llevará a cabo el 26 y 27 de junio, en la que participarán expertos en ciencias económicas y físicas, será un punto de inflexión para poner al mundo en el camino del desarrollo económico de nuevo.

 

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