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El objetivo fundamental de una república es hacer el bien 

10 de junio de 2021 — Vladimir Putin expresó recientemente su convergencia con la perspectiva del pensador republicano, científico y patriota de Massachusetts de finales del siglo 17 y principios del 18, Cotton Mather, sobre la naturaleza de la humanidad y del gobierno, lo cual tiene una importancia estratégica, al acercarse la víspera de la cumbre entre Rusia y Estados Unidos el 16 de junio. En un discurso para conmemorar el Día del Trabajador Social, el 8 de junio, Putin declaró: “Los valores mismos de la misericordia, el amor al prójimo, y el apoyo a los necesitados vinculan y consolidan toda la historia secular de nuestro pueblo. Constituyen la base espiritual de las religiones tradicionales de Rusia… El objetivo fundamental de la vida debe ser hacer el bien”. Estas palabras de Putin se hacen eco de la premisa, la exposición y las palabras mismas de los Ensayos para hacer el bien de Cotton Mather de 1710. (http:// en.kremlin.ru/events/president/news/65764).

La premisa de la idea llamada “la coincidencia de los opuestos”, es que existe un dominio superior, lo que, por ejemplo, se denomina a veces como “el dominio complejo”, de ideas, no limitadas por la linealidad banal del espacio-tiempo newtoniano, u otras ficciones igualmente nocivas. En ese reino del espacio-tiempo absoluto, hay una cultura humana y las ideas y los individuos responsables de ellas, que existen en lo que LaRouche se refería como “eternidad temporal”. Por ejemplo, la familia Mather —Cotton Mather y su padre Increase Mather en particular— fue probablemente la más importante de las influencias en la vida temprana y la misión posterior del científico Benjamin Franklin, el autor intelectual de la conspiración llamada Revolución Americana. Sin embargo, Vladimir Putin se hizo eco de esta “perspectiva de Bonifacio” de manera independiente, desde una perspectiva rusa y también universal, y esta perspectiva coincide, desde un punto de vista de la eternidad temporal, con la de los ancestros y la historia de la república estadounidense, incluyendo la “expresión histórica actual” de esas ideas en los escritos y las acciones de Lyndon LaRouche.

De los rebuznos semi alfabetizados del Departamento de Estado contra Rusia y China, sí parece que no hay esperanza de que en la cumbre vaya a haber un avance en materia de seguridad, de la calidad necesaria para poner al mundo a salvo. Ese trabajo, sin embargo, es lo que Lyndon LaRouche ha exigido de esta organización, sin excusas por lo que otros puedan dejar de hacer o decir. El proceso organizativo de la conferencia del Instituto Schiller del 26 y 27 de junio, y el período del 16 al 26 de junio que lo precede, son un punto de inflexión y de intervención. Los seguidores de Gottfried Wilhelm Leibniz deberían considerar que este “intervalo de acción” contiene “el mejor potencial posible”, no mediante los próximos eventos en sí, sino a través de nuestra movilización de una alianza antimaltusiana mundial “sin límites al crecimiento”. Esto puede permitir a los pueblos del mundo, a través de su defensa de una plataforma de salubridad mundial, desbaratar el fraude construido de la geopolítica, y declarar que solo la salud y el bienestar general del mundo entero pueden ser lo primero, que la humanidad es primero, antes que cualquier cosa menor. “Una sola humanidad, indivisible, con libertad y justicia para todos”, es a lo que se debe comprometer este movimiento.

En un sentido más elevado, tanto Estados Unidos como Rusia reflejan, en esta noción de hacer el bien, la influencia de Gottfried Leibniz, el fundador de la economía física, en ambas naciones, de manera directa y personal en el caso de Pedro el Grande de Rusia, e indirectamente en el caso de Benjamin Franklin, a través de James Logan de Pensilvania y la defensa que hizo Logan de Leibniz contra Newton y John Locke. El impacto de largo alcance de Leibniz sobre China, tanto de manera personal como a través de los escritos económico-físicos de Lyndon LaRouche, y de la adopción autoconsciente de la misión de Leibniz a China por Helga Zepp-LaRouche, ha regresado a atormentar a sus enemigos, y a los enemigos de la humanidad, en la forma de la colaboración en “la comunidad de principios” entre China y Rusia, que falta todavía en Estados Unidos.

El espectro de Lyndon LaRouche, y de sus antepasados conceptuales, se cierne sobre los próximos sucesos mundiales, y no solo por la Iniciativa de Defensa Estratégica de 1983. La pandemia de coronavirus ha aguado la fiesta. El pronóstico de LaRouche de 1974 sobre la “desintegración económica y la amenaza de pandemias globales”, el Noveno Pronóstico de LaRouche de 1995, y la presentación de LaRouche de 1999 “Tormenta sobre Asia”, están en la mente de quienes pueden haber dudado de él, pero no pueden negar lo que dijo. Incluso en el Congreso de Estados Unidos, vemos ahora el reconocimiento de que, sí, la naturaleza mundial de una pandemia exige un enfoque como el de Franklin Roosevelt para ayudar al mundo, y que es la única forma realista de abordar la supervivencia de Estados Unidos mismo.

Cuando Serguéi Lavrov dice que “estoy convencido de que no podemos ignorar el hecho indiscutible de que el actual sistema mundial es una suma de acuerdos de las potencias vencedoras en la Segunda Guerra Mundial. Y Rusia se opondrá a quienes quieran poner en duda los resultados de esa guerra”, se invoca el legado de Franklin Roosevelt. Se rechaza la alianza de la OTAN posterior a 1945, y debe rechazarse, como una reliquia de una condición que terminó entre 1989 y 1991. El principio de la reconstrucción mundial de los Estados nacionales independientes y soberanos de la Organización de Naciones Unidas de 1946, tal y como lo defendió Franklin Roosevelt y lo impulsó en parte Eleanor Roosevelt, —en lugar de una vuelta al imperio como es el “sistema basado en reglas” posterior a 1991, o después del 11 de septiembre de 2001— es el punto de partida, por imperfecto que sea.

“No tenemos ni complejo de inferioridad ni de superioridad en el escenario político mundial”, declaró Lavrov. “Siempre estamos dispuestos a prestar ayuda a quienes la necesiten. Esta es nuestra misión histórica y está arraigada en siglos de nuestra historia”. Rusia está preparada en liderazgo, en historia y en intención, para hacer el bien. China se ha transformado en el último medio siglo para hacer el bien, como atestigua la mejora de las vidas y las circunstancias de 800 millones de personas en China. Al igual que Lyndon LaRouche, los más de 450 libros y folletos de Cotton Mather fueron escritos para aquellos que desearan hacer el bien. Hoy, en tanto se inicia ese proceso de cumbres, que nuestra misión sea, refiriéndonos a la historia más profunda de estos principios en la práctica del arte de gobernar, y en particular tal como se expresan en los documentos y libros de Lyndon LaRouche, señalar el verdadero ámbito en el que se inscribe la concepción que expresó Vladimir Putin, y que se demuestra en la Iniciativa de la Franja y la Ruta; el reino de la coincidencia de los opuestos, no el de la geopolítica.

 

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