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Los planes de Londres y de Washington “están en confrontación con los intereses comunes de la raza humana, incluido el pueblo estadounidense” 

11 de junio de 2021 — El Presidente Joe Biden comenzó su gira de una semana por Europa que culminará con una cumbre con el Presidente Vladimir Putin el 16 de junio, con una predecible y amenazante diatriba contra Rusia. Sus comentarios fueron sin duda música para los oídos de la casta gobernante británica, que está orquestando decididamente un enfrentamiento geopolítico entre Estados Unidos y Rusia, y entre Estados Unidos y China. Como lo tituló alegremente el diario Guardian de Londres en un reciente artículo de opinión: “La misión de Joe Biden en la Cumbre del G7 es reclutar aliados para la próxima Guerra Fría”.

Pero, ¿funcionará todo según el plan de Londres? No es probable. La realidad tiene una forma desagradable de echar por tierra los planes más utópicos.

Un editorial en el periódico semioficial de China en inglés, Global Times, señaló el 9 de junio que el plan de confrontación geopolítica de la casta gobernante “no es más que un blofeo”, aunque peligroso, porque “no puede abordar el verdadero problema de Estados Unidos y de Occidente”, que es la crisis económica que acosa a toda la región transatlántica. “Si Estados Unidos quiere competir estratégicamente con China”, argumenta el editorial, “la manera fundamental consiste en reactivar su propia economía”. Pero las élites políticas en Washington, concluye el editorial, “lejos de estar en una confrontación con China, están en una confrontación con los tiempos y con los intereses comunes de la raza humana, incluido el pueblo estadounidense”.

Esa es una caracterización muy exacta. Los intereses comunes de la raza humana y del pueblo estadounidense, intereses que exigen los tiempos con urgencia, residen en una alianza global entre todas las naciones en torno a un programa de urgencia para derrotar la pandemia de Covid. Eso exige derrotar al coronavirus mismo, mediante una vacunación mundial en masa, las pruebas y las medidas públicas necesarias. Pero también exige derrotar lo que convirtió a un simple virus en toda una pandemia, el colapso de la economía física, y en particular los sistemas de salubridad, los niveles de vida y la infraestructura económica relacionada durante los últimos 50 años.

Una movilización mundial en esa dirección —para organizar un sistema mundial de salubridad con capacidades modernas en todos los países del mundo, como lo ha planteado en repetidas ocasiones la presidente del Instituto Schiller, Helga Zepp-LaRouche— pone de relieve de inmediato, y coloca en el centro del escenario a la necesidad urgente de implementar todo el conjunto de programas económicos y financieros que especificó Lyndon LaRouche en sus famosas Cuatro Leyes.

Las palabras pronunciadas por Lyndon LaRouche hace veinte años, el 2 de octubre de 2001 en una videoconferencia con la Sociedad Peruana de Ingenieros Economistas, sirven para resumir también lo que está en juego hoy en día:

“Por lo tanto, hay que introducir un sistema de cooperación en el que se pueda iniciar un proyecto de desarrollo a gran escala, en el que los países que producen más alta tecnología, la produzcan y la vendan, a crédito, a los países que, como el interior de China, necesitan ese suministro de tecnología. O, a India. Y ese mercado y la oportunidad de participar en ese mercado para Estados Unidos, es la mejor esperanza para Estados Unidos.

“Y si no cooperamos; si no podemos cooperar, en un momento en que Rusia está dispuesta a cooperar, en que China está dispuesta a cooperar, en que India desea cooperar, que Europa desea cooperar; si no cooperamos, ¡es que estamos locos! Y por lo tanto, si estamos locos, entonces, lo que vamos a tener es el precio de la locura, que es una Nueva Era de Tinieblas. Así son las cosas: cuando la humanidad no tiene sensatez, cuando los imperios no han tenido sensatez, para dejar de ser locos, generalmente se han destruido a sí mismos, como el imperio romano y otros antes que él.

“Y nos encontramos en el momento en que…. este planeta no puede ir en la dirección que va ahora. No podemos continuar con este sistema, que está a punto de desintegrarse, ni podemos tener un conflicto del tipo que amenaza por lo del Oriente Medio, o por la manera en que algunas personas tratan de abordar la cuestión del terrorismo. No podemos tener eso. Porque este planeta no sobrevivirá en esas condiciones.

“Y por lo tanto, pienso que esa es la forma en que hay que verlo. No hay solución, salvo una solución global”.

 

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