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Una decisión tempestuosa de la Presidencia estadounidense 

1º de septiembre de 2021 — “Esta decisión sobre Afganistán no es sólo sobre Afganistán. Se trata de poner fin a una era de grandes operaciones militares para rehacer otros países”, dijo el Presidente Joe Biden en su mensaje a la nación del 31 de agosto. De este modo, la Presidencia de Estados Unidos, representada por Joe Biden, a partir del 31 de agosto potencialmente le cerró la puerta a más de tres décadas de triunfalismo transatlántico del Proyecto para un Nuevo Siglo Estadounidense (PNAC por sus siglas en inglés) desde 1989; del “Comité 5/20” neoconservador de 1990 de Dick Cheney como secretario de Defensa de Bush #41; de la guerra del Golfo, conocida como “Operación Tormenta del Desierto” de Margaret Thatcher y George Bush de 1990 a 1991; del discurso que dio el entonces Primer ministro británico, Tony Blair, en 1999 en Chicago sobre la mentada “responsabilidad de proteger”; y de las “guerras sin fin” que siguieron al período posterior al 11 de septiembre del 2001. 

Con respecto a Afganistán, el vocero del Ministerio de Relaciones Exteriores de China, Wang Wenbin, ofreció, no una reprimenda, sino una propuesta sólida: “Cualquier medida que adoptase el Consejo de Seguridad [de la Organización de Naciones Unidas], entre ellas el cronograma, debe contribuir a aliviar el conflicto propiamente en lugar de exacerbar las tensiones, y facilitar una transición suave en lugar de volver a sumir al país en el caos... Esperamos que los países pertinentes entiendan el hecho de que esta retirada no los deja exentos de responsabilidad, sino que es el comienzo de una reflexión y corrección... Estados Unidos y otros países deben darle a Afganistán la ayuda que ellos necesitan con urgencia para restablecer su economía, su nivel de vida y sus necesidades humanitarias, hay que ayudar a los afganos a superar las dificultades tan pronto como sea posible y dar inicio a una reconstrucción pacífica de inmediato. Lo que no deben hacer es limitarse a salir corriendo [de Afganistán] y dejar el desorden tras de sí”. 

Aquí, el final de la geopolítica es el comienzo de la sensatez. Y no meramente la sustitución de la geopolítica por la “geo-economía”. Una idea nueva, la idea del aumento de la densidad relativa potencial de población del planeta en su conjunto, mediante el aumento estratégico de la población para incrementar la riqueza física del planeta en su conjunto (incluida la propia biósfera) a través de la cooperación entusiasta de Estados nacionales soberanos e independientes, es la idea “escandalosa” a la que tiene que ser ganado el mundo transatlántico por el bien de la humanidad en su conjunto. No va a ser nada fácil. Sin embargo, no debemos suponer de antemano que la respuesta de parte de todas las facciones de Estados Unidos y el mundo transatlántico va a ser, “Metes estas palabras en mis oídos, en contra de lo que mis sentidos quieren escuchar”. Es necesario liberar al cuerpo vivo de la obra contenida en las propuestas económicas de Lyndon LaRouche, para resolver los problemas aparentemente irresolubles de cada zona de un mundo que ahora se ve envuelto en la tempestad de conflictos, una oleada de enfermedades en aumento y subdesarrollo, y así reconstruir la Tierra. Esa, de hecho, es la misión que tiene nuestro proyecto de archivo de The LaRouche Legacy Foundation (Fundación por el Legado de LaRouche), proyecto que en el transcurso de los próximos meses debe dar a conocer, en forma de vídeo, de manera escrita, y de modo oral, el método de resolución de problemas contenido en las cientos de obras realizadas por Lyndon LaRouche. 

En tanto que otras naciones, en particular las que se han afiliado a la Iniciativa de la Franja y la Ruta (IFR) de China, han manifestado con claridad su deseo y capacidad para autodesarrollarse, el enfoque de economía física de Lyndon LaRouche, y su invención de los “corredores de desarrollo” como la base física para un cambio en la evolución de la biosfera en su conjunto, es cualitativamente superior a todo conocimiento de progreso futuro actualmente en marcha. Nuestro propósito es transmitir la singular contribución de LaRouche y hacerla de conocimiento mundial, así como también la reproducción de la creatividad humana, en particular en los próximos días y meses. Afganistán es una situación única en la actualidad, el teatro de una transformación con enorme potencial, por medio de la cual se puede desencadenar un proceso de desarrollo económico mundial con una multiplicidad de conexiones en todo el planeta. De esta manera, evitamos que suceda lo que es  aparentemente inevitable, una de las mayores tragedias humanas, todavía inminente, y que avanza rápidamente. Si parece que es inexorable, eso sólo es para quienes no tienen el valor de cambiar los axiomas que les dominan. 

Aunque Lyndon LaRouche no se encuentra aquí físicamente para ser testigo de esto, como en La Tempestad, de William Sakespeare, los vientos de la destrucción, que empujan la pandemia mortal de tres partes, a saber, enfermedades, guerra y la hambruna que acompaña a la pobreza, a las costas del mundo atlántico, han entregado a los enemigos de la humanidad a los jueces de la historia actual. La historia actual no va a tolerar la insensatez utópica suicida del Nuevo Trato Verde. A pesar de que el Partido Nacional Escocés cometió el error de llevar a los ambientalistas verdes al gobierno por primera vez, y Angela Merkel pronuncia su discurso de apertura en el 50º aniversario de la fundación del capítulo alemán de Greenpeace, el mundo reconoce que las insulsas promesas de felicidad verde son una receta para la muerte. “No hay utilización del metal, del maíz, ni del vino, ni del aceite/No hay ocupación; todos los hombres están ociosos, todos, y las mujeres, también”. 

Ahora debemos orquestar, no un final, sino un nuevo comienzo para una circunstancia en Afganistán que se convierta, si no en una convivencia, al menos en un diálogo de civilizaciones. La política como arte—no “el arte de las negociaciones”—es el único recurso que el mundo tiene allí en estos momentos. En su artículo titulado Laughter, Music and Creativity (La Risa, la Música y la Creatividad), Lyndon LaRouche dice: “Lo esencial del tema genuino es el principio de la libertad con respecto a la necesidad. La analogía del músico creativo con el físico creativo radica de manera más enfática aquí... la esencia de la creatividad es la resolución de problemas. En última instancia, toda solución creativa de problemas subsume el dominio del hombre sobre la naturaleza, el dominio de las leyes implícitamente cognoscibles del universo material”. 

En esta nueva era estadounidense de cooperación, de retorno a la “política de Relaciones Exteriores humana” del académico clásico John Quincy Adams, secretario de Estado y Presidente de Estados Unidos, quien con éxito luego defendió ante los tribunales a los africanos secuestrados que venían en el barco de tráfico de esclavos llamado Amistad, se tiene que tomar en cuenta el verdadero interés de todos en todo el mundo. La propuesta de Helga Zepp-LaRouche de una Plataforma de Salud Global, en cada uno de los países del mundo, que incluya salubridad pública, agua potable, medicinas, y alimentos, como exigió recientemente David Beasley, director del Programa Mundial de Alimentos, para Afganistán, es el medio para domar el mar de problemas a los que se enfrenta el mundo, y al cambiar los axiomas propios, acabar con ellos.

 

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