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“Terminando una era”: Biden dio un apasionado discurso contra la guerra 

1º de septiembre de 2021 — El Presidente Joe Biden dio un discurso el 31 de agosto en el que fue más allá de anunciar el fin de los 20 años de guerra en Afganistán: anunció el “final de una era”, sus palabras, reflejan lo que ha planteado Helga Zepp-LaRouche, quien ha señalado que la lección de Afganistán representa el fracaso total de la era de “cambio de régimen” que lanzó Tony Blair en 1999, y ha propuesto un nuevo paradigma para la humanidad. Biden no llegó a tanto, pero abrió la puerta.

“Yo no iba a prolongar esta guerra para siempre, y no iba a prolongar una salida para siempre”, dijo. “Esta decisión sobre Afganistán no es solo sobre Afganistán. Se trata de poner fin a una era de grandes operaciones militares para rehacer otros países”. Claramente, si el Presidente Biden es sincero (y lo dijo de manera apasionada) eso va a requerir terminar con las demás “guerras sin fin” que aún hacen estragos en el sudoeste de Asia, y significa ciertamente terminar con el impulso a la guerra con Rusia y China que están orquestando los británicos y sus títeres en Estados Unidos.

Sobre la guerra en sí, Biden dijo: “Tras 20 años de guerra en Afganistán, me negué a enviar a otra generación de hijos e hijas de Estados Unidos a luchar una guerra que debió haber terminado hace mucho tiempo. Después de más de $2 billones de dólares gastados en Afganistán, un costo que los investigadores de la Universidad Brown estimaron en más de $300 millones de dólares al día por 20 años en Afganistán –por dos décadas– sí, el pueblo estadounidense debe escuchar esto: $300 millones de dólares al día durante dos décadas… Y sobre todo, después de que 800.000 estadounidenses prestaron servicio en Afganistán —yo he viajado por todo ese país— un servicio valiente y honorable; después de que 20.744 militares estadounidenses hombres y mujeres resultaron heridos, y de la pérdida de 2.461 efectivos estadounidenses, incluidas 13 vidas perdidas esta misma semana, me negué a abrir otra década de guerra en Afganistán. Hemos sido una nación que ha estado demasiado tiempo en guerra. Si hoy tienes 20 años, nunca has conocido un Estados Unidos en paz”.

“Así que, cuando oigo que podríamos, que deberíamos haber seguido con el llamado esfuerzo de bajo grado en Afganistán, con bajo riesgo para nuestros miembros en el servicio armado, a bajo costo, no creo que haya suficiente gente que entienda lo mucho que le hemos pedido al uno por ciento de este país que se pone ese uniforme, que está dispuesto a arriesgar su vida en defensa de nuestra nación. Tal vez sea porque mi fallecido hijo, Beau, prestó servició en Iraq por todo un año, antes de eso. Tal vez sea por lo que he visto a lo largo de los años como senador, como vicepresidente y como Presidente viajando por estos países.

Muchos de nuestros veteranos y sus familias han pasado por un infierno; despliegue tras despliegue, meses y años lejos de sus familias; cumpleaños y aniversarios perdidos; sillas vacías en las festividades; luchas financieras; divorcios; pérdida de extremidades; lesiones cerebrales traumáticas; estrés postraumático. Lo vemos en las luchas que tienen muchos cuando vuelven a casa. Lo vemos en la tensión de sus familias y cuidadores. Lo vemos en la tensión de sus familias cuando no están. Lo vemos en el dolor que soportan sus supervivientes. El costo de la guerra que llevarán consigo toda su vida. Y lo que es más trágico, lo vemos en la impactante estadística que debería hacer reflexionar a cualquiera que piense que la guerra puede ser de bajo grado, de bajo riesgo o de bajo costo: 18 veteranos, en promedio, que se suicidan en Estados Unidos; no en un lugar lejano, sino aquí mismo en Estados Unidos. No hay nada de bajo grado o bajo riesgo o bajo costo en ninguna guerra. Es hora de poner fin a la guerra en Afganistán”.

Dijo que la invasión a Afganistán había sido una operación antiterrorista, pero que la vimos “transformarse en una contrainsurgencia, en la construcción de la nación, en el intento de crear un Afganistán democrático, cohesionado y unificado, algo que nunca se ha hecho en los muchos siglos de historia de Afganistán. Dejar de lado esa mentalidad y ese tipo de despliegue de tropas a gran escala nos hará más fuertes y más eficaces y seguros en casa”.

Se comprometió a seguir apoyando al pueblo afgano, en especial a las mujeres y niñas de Afganistán y de otros lugares, y agregó: “Pero la manera de hacerlo no es a través de despliegues militares interminables, sino por medio de la diplomacia, las herramientas económicas y movilizando al resto del mundo para que apoye”. Desafortunadamente, esa fue su única referencia al desarrollo.

Insistió en que la evacuación fue un “éxito extraordinario”, de sacar a 120.000 personas en tan poco tiempo, y que habría sido un caos si se hubiera hecho antes o después. Dijo que el proceso continuará con la cooperación de los talibanes, si se mantienen fieles a su palabra, y aseguró a sus oyentes que los terroristas, en Afganistán o en cualquier otra parte, podrían ser combatidos “en el horizonte”, con pocas o ningunas tropas sobre el terreno.

Concluyó diciendo:

“Al cierre de 20 años de guerra y lucha y dolor y sacrificio, es hora de mirar al futuro, no al pasado; a un futuro más seguro, a un futuro más protegido, a un futuro que honre a los que prestaron servicio y a todos los que dieron lo que el Presidente Lincoln llamó su ‘última medida de devoción’. Les doy mi palabra: con todo mi corazón, creo que esta es la decisión correcta, una decisión sabia y la mejor decisión para Estados Unidos”.

 

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