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Bannon y Bolsonaro quieren desatar un movimiento fascista para seguir gobernando Brasil

8 de septiembre de 2021 — El Presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, frente a una oposición institucional y popular en su contra, que amenaza no solo sus posibilidades de reelección en las elecciones presidenciales de 2022, sino con un posible juicio político antes de que termine su mandato, organizó a sus bases para salir a las calles este martes 7 de septiembre, Día de la Independencia de Brasil, para hacer una manifestación de fuerza en su favor en todo el país. En particular, Steve Bannon y sus redes dentro del movimiento de Trump, están intensificando sus despliegues para respaldar a Bolsonaro.

El respaldo a Bolsonaro se ha desplomado, en gran parte debido a los efectos genocidas de su gestión de la pandemia y de sus políticas de libre mercado; una encuesta reciente le da solo el 24% de apoyo. Luego una investigación del Congreso sobre el desvío de fondos para la pandemia por parte de los ministros puso a muchos más en su contra, y una investigación formal dirigida por el Tribunal Supremo sobre las actividades “antidemocráticas” de sus partidarios ha llevado a algunos de sus aliados a la cárcel.

Su respuesta ha sido azuzar a su base, ahora más pequeña pero fanática de “mis libertades por encima de todo”, para que salgan a manifestarse como sea. En un mitin hace unas semanas, Bolsonaro le dijo a sus partidarios: “¡todo el mundo tiene que comprar un rifle, maldita sea! El pueblo armado nunca será esclavizado”. El 28 de agosto, le dijo a un grupo de evangélicos partidarios suyos, “tengo tres alternativas para mi futuro: ser arrestado, asesinado o la victoria”, e insinuó no muy veladamente que podría quedarse mediante un golpe militar contra “la amenaza comunista”.

El hijo de Bolsonaro, Eduardo, que es diputado en el Congreso y su principal aliado político, se coordina estrechamente con Steve Bannon. Según un informe publicado el 6 de septiembre en el medio noticioso con sede en Nueva Delhi, The Wire, Bannon y Eduardo participaron en un mitin de Mike Lindell a mediados de agosto en Estados Unidos, en donde Bannon calificó las próximas elecciones presidenciales en Brasil como “las segundas más importantes en el mundo”, porque Bolsonaro “se enfrentará a un delincuente, [el ex Presidente de Brasil] Lula, el izquierdista más peligroso en el planeta”. Los días 3 y 4 de septiembre, el Comité de Acción Política Conservadora de Estados Unidos (CPAC, por sus siglas en inglés) realizó una conferencia en Brasil con el tema, “La libertad no se gana, se conquista”. Estaba previsto que asistiera en persona Donald Trump, Jr., pero como se cancelaron los vuelos debido al huracán Ida, tuvo que contentarse con enviar un video en el que acusa a China de estar planeando robar las elecciones de 2022 en Brasil, “para instalar un gobierno socialista que puedan manipular, alguien que piense como ellos, en lugar de alguien que ame la libertad”. Otros trumpistas asistieron a la reunión.

El martes 7, Bolsonaro se dirigió personalmente a dos mítines de seguidores que lo aclamaban, uno en la capital, Brasilia, y otro en São Paulo. En el primero estuvo acompañado del vicepresidente, el general del ejército Hamilton Mourao y 11 ministros de su gabinete; Bolsonaro transmitió una amenaza no muy velada al Poder Judicial, en caso de que el presidente del Tribunal Supremo no cierre las causas “antidemocráticas” contra Bolsonaro y los suyos. En el discurso de São Paulo, Bolsonaro se refirió por nombre al magistrado del Tribunal Supremo, Alexandre de Moraes, como el obstáculo a aplastar. De inmediato comenzaron a aparecer amenazas de muerte contra el juez Alexandre de Moraes y su familia en las redes sociales hechas por seguidores de Bolsonaro, incluso desde las vísperas del mitin.

 

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