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¡Afganistán no puede respirar!

10 de septiembre de 2021 — La casta dominante imperial transatlántica de Estados Unidos y la OTAN crearon un baño de sangre asesino en Afganistán, mataron a decenas o cientos de miles de personas, dilapidaron billones de dólares, desestabilizaron la región, y luego, 20 años después, tienen menos que nada que mostrar como justificación. 

Y, ahora, esa misma casta dominante está descargando su rabia contra el pueblo de Afganistán, ahogando su frágil economía al secuestrar, ya sea directamente o a través de medios financieros, los alimentos, el combustible, la electricidad y el desarrollo que la nación necesita tan desesperadamente. La población de estas potencias transatlánticas toleran que se les niegue a los afganos la ayuda para el desarrollo, o incluso la cooperación con Afganistán, con la exigencia de que se entregue el poder a un gobierno que sea más del gusto de esa élite. 

Pero lo que 20 años de invasión y poderío militar no pudieron lograr, tampoco lo logrará la fuerza financiera. 

Afganistán tendrá un gobierno a través de las decisiones y acciones de su propio pueblo, y las naciones capaces del mundo, en particular las que crearon su actual calamidad, tienen la responsabilidad de ayudar a ese gobierno a llevar a Afganistán a desempeñar un papel pacífico, productivo y orgulloso en la región y en el mundo, y para ello respetar su soberanía. 

El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo publicó un informe de 17 páginas en el que se detalla el sufrimiento que viven los afganos actualmente y cómo las instituciones transatlánticas están dispuestas a empeorar la situación. La ayuda exterior representa las tres cuartas partes del presupuesto de Afganistán. ¿Cómo se financiarán las escuelas, los hospitales o los proyectos de infraestructura si se recorta este financiamiento? Toda la nación cuenta solamente con 600 MW de generación eléctrica instalada, menos de un 1% del nivel per cápita de Estados Unidos. Diez millones de niños necesitan ayuda humanitaria para sobrevivir, y se prevé que 1 millón de ellos sufren de desnutrición severa aguda. Más de 4 millones de niños en edad de ir a la escuela no tienen acceso a ella. Actualmente, el 72% de los afganos viven por debajo del nivel de pobreza, con $2 dólares al día. El modelo de las Naciones Unidas sugiere que esta cifra podría aumentar un 25%, creando así la amenaza de una “pobreza prácticamente universal”. 

En este contexto, el gobierno de Biden mantiene congelados los activos del banco central de Afganistán, más de $9.000 millones de dólares. La asignación de $450 millones de dólares en Derechos Especiales de Giro (DEG) por parte del Fondo Monetario Internacional (FMI) está fuera de alcance gracias a que la Reserva Federal de Estados Unidos bloqueó el acceso al dólar. Y el Banco Mundial también suspendió la ayuda financiera al país. 

¡Esto es un asesinato y hay que detenerlo! 

El 12 de mayo de 1996, un entrevistador de la CBS le preguntó a Madeleine Albright sobre el tremendo costo que significó la Guerra del Golfo contra Irak, con más de 500.000 niños iraquíes menores de 5 años que murieron como consecuencia de las sanciones. Albright, sin inmutarse, respondió que el precio de esas muertes “valía la pena”. ¿Qué valieron? (https://www.youtube.com/watch?v=SpvandaBCfE). 

Biden tiene que quitar su rodilla de la garganta de Afganistán de inmediato, descongelar los activos de la nación, y comenzar a jugar un papel positivo en favor del desarrollo de este país. A pesar de los pasados 20 años, el Talibán ha dicho públicamente que está dispuesto a recibir la cooperación de Estados Unidos. 

La solución está clara. Lo planteamos en la Conferencia del Instituto Schiller del 31 de julio, titulada, “Afganistán: Un punto de inflexión en la historia, tras el fracaso de la era del cambio de régimen”. Comiencen ya el proceso de desarrollo. Para conseguir esto, Helga Zepp-LaRouche, fundadora del Instituto Schiller, propuso que se aproveche inmediatamente la experiencia y el talento de Pino Arlacchi, ex director ejecutivo de la Oficina de las Naciones Unidas para la Fiscalización de Drogas y la Prevención del Delito, quien hizo una poderosa intervención en esa conferencia. (https://larouchepub.com/spanish/events/2021/07/0731-si-conf.html) 

Rechacemos los axiomas que condujeron a este desastre, y actuemos para poner fin al sufrimiento del pueblo de Afganistán, y al de otras naciones que han sido víctimas de los halcones de la guerra. No se honra para nada a las víctimas estadounidenses del 11 de septiembre del 2001, sumando más muertes en todo el mundo. Que este vigésimo aniversario de aquel desastre marque el fin de dos décadas de política imperial desastrosa. ¡Dejen que Afganistán respire!

 

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