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La coincidencia de los opuestos y el concepto de victoria

15 de septiembre de 2021 — Las declaraciones que dio el general de la Fuerzas Aérea de Estados Unidos, John Hyten, subjefe del Estado Mayor Conjunto, en una reunión celebrada el lunes 13 en el Instituto Brookings, son escalofriantes por lo que implican. Hyten declaró que consideraba que era muy posible una guerra entre Rusia y Estados Unidos, o entre China y Estados Unidos; que esto era un peligro real. La acumulación de nuevos tipos de armamento termonuclear y sistemas de despliegue, y la falta de confianza en las negociaciones, de hecho la falta de cualquier negociación en asuntos de armamento estratégico entre, por ejemplo, China y Estados Unidos, significa que nos estamos deslizando, tal vez engañados por un error de cálculo del análisis de sistemas originado en una computadora, hacia “hacer lo impensable, que no obstante, llega a ser inevitable”. Y agregó: “yo sé que el Presidente, el Presidente Biden y el Presidente Xi [Jinping] han hablado un par de veces este año. Eso es importante, pero espero que podamos ampliar esas conversaciones hasta los el nivel militar también”, dijo Hyten. “Estamos manteniendo conversaciones sobre estabilidad estratégica con Rusia para asegurarnos de que entendemos dónde estamos, no sólo en el ámbito nuclear, sino también en el espacial. Tenemos que iniciar esa conversación con los chinos, de verdad. Tenemos que poder sentarnos, yo necesito poder sentarme [a conversar] —el secretario de Defensa Austin, la dirigencia política, el Departamento de Estado— y hablar de estas cuestiones con China. Porque, aunque seamos tan diferentes, sí tenemos una meta común, que es nunca llegar a una guerra entre nosotros”. 

Hyten afirmó que el otro enfoque, el de no negociar, bien podría llevar al mundo a la destrucción. También señaló que sus homólogos militares chinos y rusos (como es el caso dell viceministro de Asuntos Exteriores de Rusia, Serguéi Ryabkov y otros), afirman que ha sido Estados Unidos, con acciones como la colocación de armas termonucleares y “plataformas defensivas” en Europa, quien ha provocado esta situación. Sin embargo, aparte de este y otros importantes pero singulares llamados a la negociación, hasta ahora no se conoce que Estados Unidos haya ofrecido ningún enfoque estratégico que se pueda aplicar para “revertir el paradigma”, ni siquiera una idea de cómo sería posible esa inversión de perspectivas. 

La propuesta que hizo el Comité para la Coincidencia de los Opuestos sobre Afganistán, que planteó la señora Helga Zepp-LaRouche, tiene muchas aplicaciones que, en conjunto, podrían deshacer el actual nudo gordiano geopolítico autoimpuesto. Además, esa propuesta también puede servir como una guía para los perplejos morales del Departamento de Estado y de varias agencias de inteligencia europeas que todavía no pueden comprender por qué, o cómo, fueron derrotados militarmente en Afganistán. No los derrotaron allá los talibanes, sino los propios axiomas obsoletos del “Proyecto Democracia y la Revolución Permanente”, sus postulados y suposiciones sobre la realidad, en especial en la nueva era de la COVID. La fuerza militar, debían haber aprendido de la historia, es precisamente lo contrario de lo que se debe utilizar para conseguir una victoria estratégica en una circunstancia como esta. Hay que reconocer al Talibán como socio negociador; hay que alimentar y ayudar con medicinas al pueblo de Afganistán; las instituciones de gobierno, en particular las financieras, no deben ser asaltadas por las sanciones transatlánticas. A negociadores confiables, como el profesor Pino Arlacchi, quien conoce a la nación y a su gente, se le debe dar la autoridad para ayudar en el comienzo de un proceso de reconstrucción, incluyendo el proceso de transición para apartarse de la producción de opio que han contado con la supervisión angloamericana. Estados Unidos, en ausencia de una presencia militar, debería intentar, en el teatro de operaciones de Afganistán, comprometerse especialmente con los chinos, de forma que el deseo del general Hyten de negociar militarmente, se fundamente al menos en una demostración de confianza y colaboración entre China y Estados Unidos, en una tarea no militar en una zona de posguerra. 

La idea, la concepción estratégico-militar, del Comité para la Coincidencia de los Opuestos, es que las ramas de fuerza no letal de los respectivos ejércitos del mundo (como la Oficina del Cirujano General de Estados Unidos), se pueden aumentar con grandes brigadas de jóvenes desplegados para una misión de salvamento, en especial en las partes del planeta que carecen de buenas condiciones del salud. Irónicamente, esto muy bien puede ser la única forma de prevenir el brote de lo que un investigador estadounidense ha denominado “peste bubónica 2.0”, una mutación que combina las capacidades infecciosas de la variante Delta del Covid con algo tan horrible como el Ébola, el virus de Marburgo u otras enfermedades. En “La visión de Gandhi para un Nuevo Paradigma en las relaciones internacionales, un sistema de salud mundial, y la acción directa no violenta en momentos de desintegración social”, Helga Zepp-LaRouche afirma: “Dado que son los jóvenes de este mundo cuyo futuro es el más amenazado por la combinación de la pandemia y de la crisis económica, tiene que haber una perspectiva que aborde el problema de la pandemia, y que al mismo tiempo les ofrezca una manera concreta de realizar tareas productivas… 

“Solo se puede lidiar con la pandemia COVID-19 y las pandemias futuras, si cada uno de los países del planeta tiene sistemas de salud modernos, y eso requiere de un equipo mayor de personal médico entrenado del que se dispone hoy en día. Actualmente hay un esfuerzo en marcha para establecer un Comité en Estados Unidos, Europa, y África, para organizar asociaciones entre universidades, clínicas, hospitales, e instituciones médicas. La tarea de estas asociaciones es entrenar a jóvenes desempleados, para convertirse primero en auxiliares médicos, y luego en personal médico, emulando el modelo de los Cuerpos Civiles de Conservación (CCC) de Franklin Roosevelt”. 

La situación actual de Afganistán es tal que el director del Programa Mundial de Alimentación de la ONU, David Beasley, subrayó que 14 millones de personas corren peligro inminente de inanición (además de otros 14 millones que les seguiría justo detrás); en este contexto, naciones como Irán, Pakistán, China, Rusia, Uzbekistán, Tayikistán, Turkmenistán, etc., tienen un gran interés no sólo en contener el terrorismo, sino en crear corredores de desarrollo económico. Estos pueden funcionar no solo como vías para lograr la estabilidad, sino de renovación física. Hoy Afganistán, en estos momentos, es una “zona de curvatura negativa”, la mejor de todas las regiones posibles para implementar el potencial del método de la “coincidencia de los opuestos”. 

El haber subestimado las implicaciones de la diplomacia que llevó a cabo Nicolás de Cusa en el Concilio de Florencia de 1439 para evitar la guerra, y las condiciones estratégicas de guerra en las que se escribió De Docta Ignorantia, ocasionó que Cusa haya sido casi inaccesible como pensador para quienes más necesitan conocerlo. El domingo 12 de septiembre hubo una conmemoración en el Monumento “Lágrima de dolor”, en Nueva Jersey, en la que las declaraciones de los participantes, en particular de los estadounidenses Terry Strada y Kirk Wiebe, así como de los funcionarios de la ciudad de Bayona, fueron las declaraciones implícitas de una intención política que puede llegar a ser hegemónica en Estados Unidos e, irónicamente, en el mundo: hablaron de respeto para las otras naciones, de un compromiso apasionado por la salud y el bienestar general de todos los habitantes del planeta, y la resolución de los conflictos por medios no violentos. 

La oposición, en forma del Tony Blair de la corona británica y otros, puede saber lo que pretende, pero no sabe lo que hace. El problema lo describe con cierta precisión Caitlin Johnstone, en un artículo del 14 de septiembre, titulado,  “Nuestros dioses no tienen cabezas”, en donde dice: “Vamos en un carruaje embrujado del tamaño de un planeta hacia el Armagedón, y nadie está conduciendo. 

“Claro que a primera vista parece que alguien está conduciendo… Luego echas una mirada con mayor cuidado y… Lo que en última instancia está conduciendo las cosas, no es tanto la gente dentro de esas instituciones sino las instituciones mismas, que funcionan en base a motivaciones de ganancia y crecimiento que están incorporados en ellas y que están completamente divorciados de los valores humanos normales... Y el problema por supuesto es que no se trata de dioses sabios y benefactores, sino de constructos conceptuales hechos por el hombre sin más inteligencia o perspicacia que el sistema de valores de crecimiento a toda costa que tiene un tumor canceroso. Los dioses modernos son devoradores sin sentido que no son controlados por nadie. Los dioses modernos no tienen cabezas”. [Énfasis en el original]. (https://caitlinjohnstone.com/2021/09/14/our-gods-have-no-heads/).

 

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