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El papel del general Milley en el intento de golpe de Estado británico contra Trump y Biden

16 de septiembre de 2021 — Hoy comienza en Dusambé, Tayikistán, una cumbre de dos días de los jefes de Estado y de gobierno de la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS) que se centrará en cómo estabilizar y reconstruir económicamente a Afganistán. En general, las naciones de Asia se han comprometido a colaborar con la Iniciativa de la Franja y la Ruta de China para llevar infraestructura y el desarrollo correspondiente a Afganistán y asegurarse de que el terrorismo internacional y el narcotráfico no se lleven la palma.

No así ni Estados Unidos ni Europa, cuyos gobiernos están aplicando la política imperial británica de hacer que la nación se someta o muera en masa. Las naciones occidentales han congelado los activos de Afganistán en el extranjero, lo que hace imposible que funcione la economía y que los trabajadores reciban el pago de sus empleadores; las sanciones están garantizando que no se pueda proporcionar una atención sanitaria elemental a la población, sanciones que ahora amenazan con hacer estallar la pobreza ya generalizada en la inanición absoluta de millones de personas.

Este es el verdadero telón de fondo estratégico de las revelaciones contenidas en el nuevo libro de los periodistas del Washington Post, Bob Woodward y Peter Costa, Peril (Peligro), que está recibiendo una amplia cobertura en los medios noticiosos. El hecho central, que este servicio informativo conoce con total independencia del contenido del libro, es que hubo un intento de golpe de Estado dirigido por los británicos contra el Presidente Donald Trump y la Constitución de Estados Unidos, en el período de las elecciones presidenciales del 3 de noviembre de 2020. En esa operación estuvieron metidas figuras prominentes del complejo militar industrial, y que según trascendió incluyen al general Mark Milley, jefe del Estado Mayor Conjunto, para sustituir inconstitucionalmente al Presidente en el papel de comandante en jefe. Parte de la operación fue también la trampa tendida de la violencia planificada para el 6 de enero, orquestada por el FBI y otras agencias de inteligencia, y luego meter al Presidente Trump en esa trampa con la ayuda de personas como el sórdido Steve Bannon.

La cuestión estratégica subyacente, como lo dejaron en claro en repetidas ocasiones los británicos y sus secuaces como Milley, fue la decisión de Trump de retirar las fuerzas militares estadounidenses de Afganistán, poner fin a toda la política imperial británica de guerra perenne bajo la falsa bandera de la “lucha contra el terrorismo”, y trabajar en cooperación con Rusia y China.

Es por eso, que ese mismo aparato británico, que incluye al general Milley, reaccionó conmocionado y en consternación cuando el Presidente Biden anunció que llevaría a cabo la política iniciada por Trump de una retirada total de Afganistán y de poner fin a las décadas de guerras perpetuas genocidas. Milley, que hoy en día sigue como jefe del Estado Mayor Conjunto bajo la presidencia de Biden, salió en la televisión nacional el 4 de septiembre para contradecir abiertamente la política declarada por Biden, y predijo que la retirada estadounidense significaría que Afganistán se derrumbaría en una guerra civil, que estallaría el terrorismo generalizado ahí, y por supuesto, que las tropas estadounidenses tendrían que regresar para continuar la guerra.

Helga Zepp-LaRouche ha presentado una política totalmente opuesta para Afganistán, y para el mundo. Ella hizo un llamado para que Estados Unidos y Europa se unan a China, Rusia y las naciones de Asia Central en la reconstrucción económica de Afganistán. Este enfoque puede poner fin a la política bélica perenne, derrotar al intento de golpe británico en marcha en Estados Unidos, y por lo demás establecer un nuevo alineamiento estratégico capaz de sustituir al sistema financiero en bancarrota que tiene como centro a Londres.

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