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¿Qué se traen los británicos en México y Norteamérica?

1º de octubre de 2021 — Parece que los intereses imperiales británicos tienen en la mira a México y al gobierno de López Obrador. La nueva secretaria de Asuntos Exteriores del Reino Unido, Liz Truss, incluyó a México en su primera gira internacional como canciller, como señal de la “fuerte relación” entre los dos países y el “enorme potencial para trabajar todavía más estrechamente juntos”, como lo afirmó la embajada del Reino Unido en la Ciudad de México.

Durante su visita del 23 y 24 de septiembre, que siguió a sus paradas en la ONU y en Washington, DC, Truss se reunió por separado con la secretaria de Economía, Tatiana Clouthier, y el secretario de Hacienda, Ramirez de la O, con la alcaldesa de la Ciudad de México (y aspirante presidencial) Claudia Sheinbaum, con intereses empresariales privados y con mujeres activistas contra la violencia, uno de los principales movimientos sintéticos de la “sociedad civil” desplegados contra el Presidente López Obrador porque supuestamente “no hace nada para defender a las mujeres”. Por lo visto, la agenda del secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard, estaba demasiado llena ya que solo habló con él por teléfono.

Oficialmente, lo más importante en su agenda fue la urgencia de que México inicie cuanto antes las negociaciones formales con el Reino Unido para un acuerdo bilateral de libre comercio. Pero según su propio relato, en sus conversaciones con los distintos funcionarios del gabinete mexicano y los líderes empresariales, impulsó la agenda de la desindustrialización y las “finanzas verdes” y la urgencia de “la carrera hacia el cero neto” en carbono, y la importancia de que México “establezca lazos económicos con sus aliados” en torno al desarrollo de la “resiliencia de la cadena de suministros”. Esta frase es la palabra clave de la estrategia atlanticista que se ha cocinado para distanciar a México de China y su desarrollo industrial, como parte de la Iniciativa de la Franja y la Ruta.

El empuje para acelerar los trabajos sobre un acuerdo de libre comercio entre México y el Reino Unido se dejó ver luego de que la semana anterior la prensa británica dominante publicó reseñas con el cuento de que el gobierno de Boris Johnson tenía la intención de impulsar la adhesión del Reino Unido al pacto comercial T-MEC entre México, Estados Unidos y Canadá (también conocido como el TLCAN 2.0). Esa idea no prosperó ni en Washington, DC, ni en la Ciudad de México, por lo que el embajador del Reino Unido en México, Jon Benjamin, dijo a los periodistas durante la visita de Truss que las historias sobre los planes del Reino Unido para unirse al T-MEC eran un “malentendido”.

Pero, cuidado; los británicos tienen una visión de largo plazo. El “malentendido” revivió la idea de que el Reino Unido debería unirse al TLCAN para crear un “Acuerdo de Libre Comercio del Atlántico Norte”, basado en la “dramática intimidad histórica moderna de Gran Bretaña con América del Norte” y “el modelo del libre mercado angloamericano de impuestos y gasto social relativamente restringidos”. Esta idea fue muy defendida a finales de los años de 1990 por personas como Margaret Thatcher y Conrad Black, el fundador de Hollinger Inc., el imperio periodístico mundial en lengua inglesa. A su vez, el ex primer ministro del Reino Unido, Tony Blair, y su ministro de Finanzas, Gordon Brown, habían promovido una variante del plan, incluyendo a Europa también en una “OTAN económica” que evitaría que Estados Unidos y Europa se distanciaran.

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