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Putin da una lección de economía contra la locura verde

8 de octubre de 2021 — Hace ya una generación, el economista y estadista estadounidense Lyndon LaRouche presentó por primera vez, en una conferencia en Roma, Italia, su modelo pedagógico de la “Función de colapso”, que describe de manera heurística un proceso de desintegración hiperinflacionario de la economía, arrojando luz sobre la naturaleza de lo que presenciamos ahora. El modelo de la “Función típica de colapso” o también conocido como la “Curva triple”, muestra que si la producción física va en descenso, mientras que el volumen de agregados financieros aumenta, y los agregados monetarios también aumentan para sostener la diferencia, se llega a una fase en la que el choque y el estallido se producen de manera inevitable. LaRouche publicó su modelo en 1994. Asimismo, advirtió en repetidas ocasiones en los años subsiguientes de no tratar de comprender las cosas de manera simplista, en términos sólo de inflación de precios, corrección del mercado, oferta y demanda, o cualquier otro factor único responsable. En marzo de 2000, por ejemplo, durante el repunte de los precios de la gasolina, advirtió: “Esto no se trata simplemente de algo como que ‘el mercado esto, el mercado esto otro’; se trata de un proceso hiperinflacionario que ha despegado”, y detrás de él hay una dinámica mayor.

La reacción en cadena de la desintegración económica que está en marcha es ahora dramática, dado los efectos combinados de décadas de destrucción de la producción, en donde se fueron reubicando sectores enteros de las manufacturas y de la agricultura en sitios de mano de obra barata, y concentrados de manera peligrosa. Además, hay un transporte decrépito por años de falta de mantenimiento y de construcción de infraestructura actualizada en toda la región transatlántica. A esto se agrega la desregulación generalizada, los mercados al contado y la especulación. Se produce una situación de escasez y aumentos desorbitados en el precio de la electricidad, de los combustibles y demás necesidades. Nadie puede pagar, ni los hogares, ni las empresas y el gobierno deja de funcionar, etc.

Véase la cadena alimentaria. Los precios mundiales de los alimentos han subido un 32,8% en septiembre, según el índice de la Organización de la ONU para la Agricultura y la Alimentación (FAO, por sus siglas en inglés) para los alimentos que se comercian a nivel internacional. En Estados Unidos, los precios de las tierras de cultivo y los insumos se están disparando. Los precios de venta de las tierras de cultivo en el estado de Iowa, por ejemplo, están rompiendo récords cada mes, después de haber aumentado en 10% el año pasado. En agosto, se alcanzó el precio récord de $22.300 dólares por acre (una hectárea son 2,471 acres); esta semana alcanzó otro récord, de $26.200 dólares por acre. En cuanto a los fertilizantes, cinco de los ocho tipos de principales fertilizantes subieron un 5% de agosto a septiembre; la potasa subió un 13%. Los agricultores nuevos o jóvenes no pueden empezar; los veteranos se enfrentan a tener que dejar la producción.

Además de su diagnóstico conceptual, Lyndon LaRouche proporcionó las soluciones y el método por el cual pensar nuestra salida de la crisis. Sus “Cuatro Leyes Cardinales” de 2014 encarnan los principios para la acción. Esta perspectiva se presentará en la conferencia internacional del Instituto Schiller en noviembre por internet, cuyas fechas y horarios se darán a conocer próximamente junto con la invitación.

Lo que está en primer plano, al mismo tiempo, es la necesidad de derrotar por completo el fraude ambientalista “verde” que achaca las crisis actuales a que no se ha actuado con la suficiente contundencia en la supuesta “emergencia climática”, y en la “emergencia de extinción de la diversidad biológica”. El mensaje verde es: tenemos que deshacernos de la gente y de sus actividades.

El presidente del Foro Económico Mundial, Klaus Schwab, lo proclama explícitamente en su último libro, que hace referencia especial a África: Stakeholder Capitalism; A Global Economy That Works for Progress, People, and Planet; (Capitalismo participativo; una economía global que funciona para el progreso, la gente y el planeta), editorial Wiley, enero de 2021.

Luego de dar detalles sobre la construcción de infraestructura en Etiopía (ferrocarriles, obras de riego, presas), Schwab alega que esto tiene que parar ya. Este desarrollo de África, “revela el problema central de la lucha contra el cambio climático. La misma fuerza que ayuda a la gente a salir de la pobreza y llevar una vida decente, es la misma que está destruyendo la habitabilidad de nuestro planeta para las generaciones futuras. Las emisiones que provocan el cambio climático no son solo el resultado de una generación egoísta de industriales o de sesentayocheros occidentales. Son la consecuencia del deseo de crear un futuro mejor para uno mismo”. ¿Cuál es su alternativa? Él y su banda de multimillonarios, parásitos de la realeza, los mega-carteles y demás, proponen una “métrica de capitalismo participativo” con la cual pretenden dictar si se permite o no la existencia de cualquier empresa, fábrica, hogar, granja, ferrocarril, escuela, etc.

La presidente del Instituto Schiller, Helga Zepp-LaRouche, informó sobre esta perspectiva y la crisis económica en su videoconferencia semanal del 6 de octubre: “Esto es fascismo, nada distinto a lo que pasó con los nazis… La política verde actual es una locura. Es un fascismo con rostro verde. Va a tener resultados catastróficos si no se da marcha atrás”.

El Presidente Vladimir Putin desbarató el miércoles 6 toda la farsa verde y las mentiras geopolíticas de Estados Unidos y Europa, en su teleconferencia sobre energía con los directivos de las empresas y los ministerios de economía. El Kremlin se apresuró a poner a disposición una transcripción que incluye varios intercambios con los participantes. Putin señaló todas las estupideces de los mercados al contado de la región transatlántica, la especulación y la transición verde a la energía eólica y solar que son nada fiables. “Las prácticas de nuestros socios europeos” son la causa de la crisis energética, dijo Putin. “Estas prácticas han reafirmado que, hablando propiamente, que han cometido errores. Hablamos con la anterior Comisión Europea; todas sus actividades estaban encaminadas a reducir los llamados contratos a largo plazo y a proseguir con la transición al comercio de gas…

“Hoy es absolutamente obvio que resultó que esta política es errónea, errónea por la razón de que no tiene en cuenta las especificidades del mercado del gas, que dependen de un gran número de factores de incertidumbre. Los consumidores, entre ellos por ejemplo, los productores de fertilizantes, están perdiendo todas las referencias de precios. Todo esto está provocando fallos, y como he dicho, desequilibrios”.

Casi al final de la conversación de Putin sobre energía, Boris Kovalchuk, el director ejecutivo del Grupo RAO, una empresa de exportación e importación de electricidad, agregó algo de humor negro: “Señor Presidente, En Alemania, las agencias gubernamentales producen videos en los que se explica como pasar el invierno sin luz ni calefacción, cómo poner velas en las macetas para calentar una habitación y cómo hacer que las ventanas esteé a prueba de corrientes de aire sellándolas con cinta adhesiva y película transparente. Hace apenas unos años, esto habría sido imposible de imaginar, tal y como si hubiera vuelto la Edad de Piedra”. (Esta es la transcripción del Kremlin, en inglés: http://en.kremlin.ru/events/president/news/66866).

 

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