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Ex enviado de EU: Haití necesita soluciones dirigidas por los haitianos, no las impuestas por EU

11 de octubre de 2021 — El ex enviado especial del Departamento de Estado de Estados Unidos para Haití, Daniel Foote, quien renunció a su cargo el 22 de septiembre al oponerse a las deportaciones masivas que el gobierno de Biden estaba haciendo de los inmigrantes que estaban en la ciudad de Del Río, Texas, fue entrevistado el 7 de octubre por miembros del Comité de Asuntos Exteriores de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, que preside el diputado Gregory Meeks (demócrata por NY). Foote no hizo una declaración introductoria sino que respondió a las preguntas que le hicieron los miembros del comité. Entre los comentarios contundentes que hizo contra el enfoque fallido del Departamento de Estado con respecto a Haití, se refirió al hecho de que a él, como Enviado Especial, ni siquiera le informaron de la decisión del gobierno de iniciar las deportaciones masivas de migrantes haitianos que se encontraban en la ciudad de Del Río, Texas.

“Estaba atónito”, afirmó. “Yo creí que era el Enviado Especial [para Haití], de modo que tal vez cuando tomamos decisiones políticas, alguien se me acercaría y me diría ‘¿Está bien esto? ¿está mal esto?’. Sin embargo, eso no sucedió”. Él se dio por enterado de que las deportaciones estaban ocurriendo por las noticias en los periódicos, y dijo que la manera inhumana en que fueron deportados los haitianos, algunos de ellos esposados o atados, fue “en contra de la ley internacional”. Foote dijo que él no se oponía a las deportaciones cuando estaban justificadas, pero a las personas se les tiene que tratar con el debido proceso. Enviar a los ciudadanos haitianos de vuelta a una situación de seguridad horrenda, sin medios con los cuales sobrevivir, tiene los ingredientes de una “tragedia humana”, advirtió.

De sus declaraciones se desprende claramente que Foote se había enfrentado a la burocracia del Departamento de Estado, con la que tenía importantes diferencias políticas, y que se dio cuenta, al poco de comenzar su mandato como Enviado Especial, de que “había un desacuerdo sobre la política y sobre el papel de la embajada de Estados Unidos en Puerto Príncipe”, que se dirigía inevitablemente a una “colisión”. Fue un error, afirmó, que el Departamento de Estado y el mentado Grupo Central de embajadores de Occidente (Core Group of Western ambassadors) y la Organización de Naciones Unidas (ONU) respaldara públicamente al Primer ministro de Haití, Ariel Henry, inmediatamente luego del asesinato del Presidente Jovenel Moïse, el 7 de julio, y que ignoraran la enorme coalición de grupos de la sociedad civil que estaban exigiendo una solución “dirigida por los haitianos” a los problemas de la nación. Insistió en que Ariel Henry, que es sospechoso de estar implicado en el asesinato de Moïse, no debe seguir al frente del gobierno. Haciendo hincapié en que Henry, sin el respaldo de Estados Unidos, no sobreviviría “por un minuto”, advirtió que “es fundamental que la sociedad civil tenga una voz en el nuevo gobierno... así que espero que nuestro gobierno deje de imponerles a los haitianos a Ariel Henry”, como Primer ministro.

Como funcionario de carrera del servicio de Relaciones Exteriores que fungió como subsecretario interino de la Oficina de Asuntos Internacionales de Narcóticos y de Aplicación de la Ley en el Departamento de Estado, y prestó servicio en Afganistán y en Colombia como especialista en la lucha contra el narcotráfico, Foote dio recomendaciones específicas sobre cómo comenzar a abordar la peligrosa situación de seguridad de Haití, de la cual dijo que “es la cotidianeidad en Puerto Príncipe”. En este sentido, dijo que es ilusorio pensar que las elecciones puedan llevarse a cabo en un corto plazo, como exigen el gobierno de Estados Unidos y otros gobiernos de Occidente. “Las pandillas tienen secuestrada a Puerto Príncipe. Ellas la controlan, está en sus manos; están mejor equipadas y mejor armadas que la policía. Controlan las principales carreteras y las rutas de tránsito, no solo en Puerto Príncipe sino en todo el país, y ahora se están moviendo fuera de las barriadas”, afirmó.

Como primer paso, propuso que se establezca una fuerza de trabajo élite en contra de las pandillas en la Policía Nacional de Haití, “con componentes varios que incluyan comandos, comunicaciones e inteligencia”. Los miembros de esta fuerza de trabajo tendrán que ser entrenados, investigados, poligrafiados, equipados y dotados de ayuda letal; y también se tiene que mejorar el comando de la Policía Nacional. De hecho, añadió, “el ala de la fuerza de narcóticos y aplicación de la ley del Departamento de Estado ya está avanzando con la parte de seguridad y entrenamiento”. Señaló al programa del 2010 del Departamento de Policía de Nueva York, bajo el mando del comisario de la policía Ray Kelly, que formó a la Policía de Haití y ayudó a convertirla en una fuerza viable de 14.000 hombres en el 2012, cuando Foote abandonó Haití tras ser destinado allí. Pero en los años que siguieron, dijo, la fuerza policial fue politizada, y los “nombramientos políticos” que hizo el Presidente Moïse “han desarrollado vínculos con las pandillas”.

Foote hizo la astuta observación de que la falta de “viabilidad económica” (o sea, de desarrollo) de Haití es lo que hace que las bandas sean atractivas para los “varones de edad militar sin derechos”, que de otro modo “no tienen nada que hacer. De hecho, no es que tengan una opción; o te unes a una pandilla, o en muchos casos, no vas a tener un ingreso”. Sin embargo, señaló, “las pandillas no son insurgentes entrenados, de manera que cuando tengas verdaderos funcionarios de seguridad en el lugar, [las pandillas] se van a disolver mucho más fácil que el Talibán o las FARC de Colombia, porque muchas de ellas son niños... y ellos no están entrenados”. No le preguntaron específicamente sobre el papel del narcotráfico en Haití, ni hizo ningún comentario al respecto, a pesar de que esto es su área de experiencia. (https://foreignaffairs.house.gov/hearings?ID=C4CF9CC0-9035-426D-90C5-7DBB3A304369)

 

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