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¡Detengan el genocidio en Afganistán! ¡A detener el saqueo maltusiano mundial del planeta!

14 de octubre de 2021 — El imperio británico se ha anotado recientemente una serie de éxitos en materia de política económica, éxitos que se deben a que su política de desindustrialización y despoblación maltusiana está consiguiendo destruir muchas partes del mundo. A Afganistán por ejemplo, después de 20 años de guerra geopolítica sin sentido, ahora se le niega el acceso a sus propios fondos ($9.300 millones de dólares, por órdenes de la secretaria del Tesoro Janet Yellen) y se enfrenta a un boicot económico de facto, que amenaza con llevar la hambruna a innumerables millones de personas y la pobreza al 97% de la población, según las estimaciones más recientes de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

Haití, otra historia exitosa de los banqueros, tiene un 80% de pobreza. Líbano tiene ahora un 75% de pobreza, gracias a las políticas del FMI y al colapso energético mundial. Y Siria, víctima de una guerra interminable y de saqueo imperial, tiene ahora una tasa de pobreza del 90%.

Pero hay otra realidad, que también conocen todas las naciones del planeta. En 1984, China tenía una tasa de pobreza del 77%, no muy diferente de lo que vemos hoy en las cuatro naciones mencionadas. Y sin embargo, en los siguientes 37 años, China sacó de la pobreza a más de 850 millones de personas, reduciendo su tasa de pobreza extrema al 0%.

La dura realidad se impone también de otras maneras. Por mucho que lo intentan, los utópicos no han podido desterrar del todo la realidad, que se hace sentir con fuerza en varios frentes, como indican los acontecimientos recientes:

• El informe de una comisión parlamentaria británica fustigó duramente la política británica sobre la COVID-19 en el período inicial de la pandemia, por adoptar la “inmunidad de rebaño” como política, y por cometer “un grave error de principio al adoptar este enfoque fatalista y no considerar un enfoque más enfático y riguroso para detener la propagación del virus como el adoptado por muchos países de Oriente y del sudeste asiático”, es decir, por China.

• El Primer ministro, Li Keqiang, presidió una reunión de la Comisión Nacional de Energía en donde anunció que China no va a descarbonizar ciegamente su economía y que más bien, “debería aumentar la capacidad de autoabastecimiento energético”, y que China “construiría avanzadas centrales eléctricas de carbón según las necesidades del desarrollo”. Los británicos leyeron esto, con razón, como una patada en los dientes a la agenda maltusiana verde de la próxima reunión de la COP26 en Glasgow, Escocia.

• El Departamento del Trabajo de Estados Unidos publicó el 12 de octubre un informe sobre el empleo, en el que dice que 4.3 millones de personas dejaron su trabajo en agosto, un ritmo récord, principalmente en los sectores de la alimentación, el comercio minorista y la salud. El informe considera que esto se debe a la continua crisis del COVID y a que la gente no se siente segura trabajando en esos sectores. Así que, contrario a la propaganda de los medios noticiosos, no son los mandatos de vacunas y cosas por el estilo lo que está perjudicando a la economía, sino todo lo contrario.

• Crisis petrolera: ¿Cómo la ven con un barril de petróleo a $580 dólares? En lo que va de 2021, el precio del petróleo en Estados Unidos ha subido en un 65% y el del gas natural en 112%. En Europa es peor, en donde se prevé que el gas natural alcance los $30 dólares por millón de BTU a finales de este año, e incluso el grupo bancario Citigroup advierte que podría subir hasta $100 dólares por millón de BTU, si el invierno es muy frío. Proclaman que eso sería el equivalente a un barril de petróleo a $580 dólares.

Esta realidad tiene una forma de impulsar a actuar a la gente, y en especial a sus dirigentes, a una acción que podrían haber descartado antes como demasiado radical o poco práctica.

Hoy 14 de octubre, el Instituto Schiller lleva a cabo reuniones y concentraciones en todo el mundo para “exponer y denunciar un crimen” contra toda la humanidad, y exigir que “¡Liberen los fondos del pueblo afgano!”. El llamado a la acción concluye: “Nosotros, los abajo firmantes hacemos un llamado al Presidente Joe Biden para que actúe en el espíritu del acuerdo de Doha del 2020, firmado por Estados Unidos, y levante todas las sanciones innecesarias contra Afganistán, incluyendo la utilización de pretextos perversos que buscan impedir que puedan controlar los activos de su propio banco central, así como su acceso normal a los mercados financieros internacionales. ¡La urgencia es ya!”.

 

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