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El Consejo Noruego para los Refugiados insiste en que hay que devolverle su dinero a Afganistán

16 de octubre de 2021 — Jan Egeland, director del Consejo Noruego para los Refugiados (CNR), publicó hace tres días un artículo editorial en el periódico The New York Times, en donde insiste otra vez que se tiene que poner fin de inmediato al bloqueo que tiene Occidente para que Afganistán tenga acceso a su dinero. “A menos que ese dinero comience a llegar pronto, un colapso económico total va a sumir a los afganos en una catástrofe humanitaria”. ¡El invierno está por llegar muy pronto, advirtió!

La onda expansiva provocada por la congelación de las reservas del banco central de Afganistán por parte del gobierno de Biden tras la toma del poder de los talibanes, ha creado una situación en la que incluso su agencia de ayuda, bien establecida con la burocracia de la ONU, “no puede trasladar con seguridad el dinero de la ayuda al país para comprar suministros de emergencia para las familias que se enfrentarán a la falta de hogar y al hambre este invierno. Varios bancos afganos tuvieron que cerrar a consecuencia de la crisis bancaria, y otros funcionan en una capacidad limitada”. El CNR está pasando dificultades para poder pagarle a su personal y a sus proveedores en Afganistán, y se vio “forzado a comprar tiendas de campaña, frazadas y alimentos al vecino Pakistán. Ahora imagínense este dilema multiplicado por cada uno de los empleadores en todo Afganistán”, escribió.

Egeland atacó el pretexto para mantener los fondos congelados, que el portavoz del Departamento de Estado, Ned Price, repitió de nuevo antier, diciendo: “Algunos países y actores individuales han sugerido que el Talibán debe cumplir con ciertas condiciones a cambio de los fondos...Como organización humanitaria, no defendemos la condicionalidad de la ayuda... Necesitamos que la comunidad internacional entienda la urgencia presente: la crisis económica solo va a exacerbar las necesidades humanitarias...

“Que tengamos éxito en nuestra carrera contrarreloj para avanzar antes de que llegue el invierno dependerá no sólo de la voluntad de los talibanes de convertir sus palabras en acciones, sino también de la comunidad internacional.

“Billones de dólares se dilapidaron en las últimas dos décadas en la guerra en Afganistán que terminó de modo monumental con la salida del país de las tropas de Estados Unidos, dejando alrededor de 40 millones de personas a que se valgan por sí mismas. Aunque a muchos los pilló desprevenidos el rápido cambio de poder, la comunidad internacional no puede seguir de brazos cruzados viendo la caída libre del país”.

 

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