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La realeza británica y la realeza financiera entran en pánico

16 de octubre de 2021 — A solo unos días de que miles de personas acudan a Glasgow, Escocia, para la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, COP26, ha empezado a cundir el pánico entre los miembros de la realeza británica ante el hecho de que este cónclave tan bien planificado, en el que se suponía que el mundo firmaría un pacto de suicidio para la raza humana, se enfrenta a un posible fracaso gigantesco. El príncipe Carlos, que junto con los banqueros de la City de Londres, ha sido la fuerza motriz de las conferencias sobre el cambio climático desde los años 90, se quejó amargamente a la cadena británica BBC esta semana, de que muchos países “solo hablan y el problema es conseguir que se actúe sobre el terreno, algo que he intentado hacer durante cuarenta años”. Su hijo, el príncipe William, a quien Carlos prepara para que ocupe su lugar como jefe de los genocidas verdes, le dijo a la BBC que más bien no deberíamos de perder tiempo y dinero en viajes espaciales: “Necesitamos que algunos de los mejores cerebros y mentes del mundo se dediquen a tratar de reparar este planeta, no a buscar el próximo lugar para ir a vivir”. William presentará su “Premio Earthshot”, que se ofrece como “una especie de Premio Nobel para el medio ambiente”, a cinco destinatarios en medio de la reunión COP26.

Hasta la misma reina ha intervenido, dejándose capturar por un micrófono diciendo: “He oído hablar de la COP. Todavía no sabemos quién va a venir, ni idea. Solo sabemos de la gente que no va a venir, y es realmente irritante cuando ‘hablan’, pero no ‘hacen’ ”.

Ciertamente, el Presidente de China, Xi Jinping, ha hecho saber que no viajará a Glasgow, al igual que el Primer ministro australiano, Scott Morrison; Australia es el primer productor de carbón a nivel mundial, mientras que China es el primer consumidor de carbón. Los fascistas verdes se han propuesto acabar con el uso del carbón por completo.

Pero no es solo que muchos mandatarios del mundo no asistan. De hecho, la aparición de una inflación generalizada en los últimos meses, que raya en la destrucción hiperinflacionaria de la economía mundial, ha sido un duro despertar al hecho de que el esfuerzo fascista verde por sustituir los combustibles fósiles por turbinas eólicas y paneles solares nada fiables está haciendo volar por los aires a la economía mundial. En este sentido, Helga Zepp-LaRouche fundadora y presidente del Instituto Schiller y Guus Berkhout, profesor emérito de geofísica, e iniciador y cofundador de CLINTEL, emitieron una declaración conjunta titulada, “¡Despierten ya! El peligro para la humanidad no es el clima, sino la tolerancia a una política retorcida que utiliza el clima para destruirnos”.

China, por ejemplo, le asestó un tremendo golpe a los fanáticos del Nuevo Trato Verde esta semana, cuando el Primer ministro Li Keqiang, tras una reunión de la Comisión Nacional de Energía para abordar la escasez de carbón, emitió una declaración en la que, entre otras cosas, señala: “Debido al lugar predominante que ocupa el carbón en la dotación de energía y recursos del país, es importante optimizar la disposición de la capacidad de producción de carbón, construir centrales eléctricas avanzadas de carbón según las necesidades de desarrollo y seguir eliminando las centrales de carbón obsoletas de manera ordenada. Se intensificará la exploración nacional de petróleo y gas”.

India, por su parte, que genera el 70% de su energía eléctrica con centrales de carbón, no va a reducir la producción de carbón, sino todo lo contrario. El Ministerio de Industria y Comercio de Vietnam anunció ayer un plan para duplicar la cantidad de generación eléctrica con carbón para el año 2030.

En varias partes del mundo están surgiendo respuestas similares ante la enorme inflación en la energía ocasionada por el Gran Reajuste.

Incluso los monetaristas, “la realeza de la economía”, que socavaron el sistema de Bretton Woods y desataron así la especulación salvaje que llevó al mundo a la crisis actual, están gritando de repente que el Nuevo Trato Verde ambientalista está detrás de la amenaza de una hiperinflación generalizada. Larry Summers, quien fue Secretario del Tesoro en la década de 1990, cuando se anuló la ley Glass-Steagall (entre sus otros crímenes) se queja ahora de que “corremos más peligro que durante mi carrera de perder el control de la inflación en Estados Unidos”. Señala correctamente a los directores de los bancos centrales que “se definen ahora por su pensamiento ‘woke’, por lo socialmente preocupados que están”. Y aunque no lo menciona por nombre, es bien sabido que al Nuevo Trato Verde ambientalista lo gobierna el perverso acuerdo de los directores de banca central del G7 y sus adláteres, para cortar el crédito a los combustibles fósiles, a la industria y a la agricultura, y para crear una nueva “burbuja verde” para apuntalar el sistema bancario insolvente, bajo la falsedad de que el carbono es la causa del cambio climático. Esto se estableció mediante la “Red de Bancos Centrales y Supervisores para la Ecologización del Sistema Financiero”, creada en 2017 bajo la dirección del ex jefe del Banco de Inglaterra, Mark Carney, con la ayuda de los jefes del Banco Central de Francia y de Holanda. Por supuesto, Summers no ofrece ninguna alternativa.

Aparte del temor de que su sistema financiero se derrumba, la realeza, tanto de Londres como de Wall Street, también reconocen que si el resto del mundo no acompaña su fraude del “cambio climático”, y se vuelca más bien hacia la alternativa que ofrece China con la Iniciativa de la Franja y la Ruta, entonces el imperio no sobrevivirá. La Nueva Ruta de la Seda, un concepto iniciado por Lyndon y Helga LaRouche tras la caída de la Unión Soviética, y puesto en marcha por el Presidente de China, Xi Jinping, como la Iniciativa de la Franja y la Ruta en 2013, cuenta ahora con el pleno respaldo de Rusia y otras 140 naciones como un medio para salir de la pobreza de la misma manera que lo hizo China, mediante el desarrollo masivo de infraestructura, en especial de combustibles fósiles y energía nuclear de alta densidad energética.

El mundo se tambalea al borde del caos financiero y de la guerra termonuclear global, mientras que Estados Unidos y Europa occidental descienden a un infierno culturalmente perverso e infectado de drogas. Y sin embargo, es precisamente esta realidad, cada vez más obvia para cualquiera que tenga los ojos abiertos, la que puede llevar a la gente a acabar con sus falsas suposiciones, a tomar la decisión de que deben pensar de forma creativa, con gente de todas partes del mundo, para dar lugar a un nuevo paradigma basado en los objetivos comunes de la humanidad. Este es el momento de LaRouche.

 

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