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Los británicos llevan la derrota a Glasgow

20 de octubre de 2021 — ¿En su infinita sabiduría, han vuelto a errar el cálculo los británicos? Parafraseando un viejo dicho de los años 60: “Supongamos que dan una fiesta de despoblación y no viene nadie”. La amenaza transmitida en Sky News y otros medios noticiosos británicos, de que Biden debe presentarse con algo más que “¡Quiúbole!”, cuando llegue a Glasgow, o será considerado un fracasado por los macabros espíritus del Palacio de Buckingham, puede ser que no haga ninguna diferencia en cuanto a lo que muy bien puede ocurrir, a pesar de ellos, en la “cumbre de Halloween” del 31 de octubre, y antes. Los precios hiperinflados, los planes revisados de producción de carbón anunciados por China, la persistente insistencia de India de que las metas del calentamiento global se distribuyan en todo el mundo per cápita, incluso la renovada (aunque no necesariamente de principios) defensa de energía nuclear, han atascado potencialmente los trabajos para la esperada cumbre.

En Glasgow, la conferencia COP26 empieza a parecerse a una telecomedia de los años 60. Los participantes en potencia, que ya están en el lugar, se quejan de que todo tiene un aire de “a última hora”, a pesar de que la conferencia se pospuso un año. Los vendedores se quejan de haber sido “estafados” al tener que pagar gastos más elevados de lo previsto. Los jefes de Estado no paran de retirarse. Los payasos de la realeza, como el príncipe “no necesitamos ninguna apestosa nave espacial” Guillermo, siguen inclinándose. Los 150.000 manifestantes esperados amenazan con convertir a Glasgow en lo mismo que los manifestantes de “Antifa” hicieron en Portland, Oregon, y eso sin contar con las posibilidades de un evento “supercontagiador” en una Europa que ha visto recientemente, sobre todo en el caso del Reino Unido, un resurgimiento incipiente de la pandemia.

Por otra parte, hay buenas noticias en las estaciones de gasolina del mundo transatlántico, si es que se puede conseguir gasolina. La utilización del carbón ha aumentado, no disminuido, con la mayor demanda de los últimos años, mientras que Mike Bloomberg pide que se cierren todas las plantas de carbón. El Primer ministro británico, Boris Johnson, exhorta ansiosamente a la gente a “mantener la fe”, aunque agrega, como el típico “predicador pata de palo” corrupto, “queremos compromisos sobre el carbón, los automóviles, el dinero y los árboles”.

Todo este plan destartalado para la COP26, a pesar de todo el dinero, la alharaca y la coerción, puede desmoronarse en un caos desordenado en cualquier momento.

¿De qué manera entender mejor cómo se meten los británicos, y meten al mundo, en estas situaciones? Además de los escritos de Lyndon LaRouche, se puede consultar a Gottfried Leibniz y sus Nuevos Ensayos sobre el entendimiento humano. Leibniz intentó, sin éxito, ser el primer ministro de Inglaterra, y ayudar a la humanidad a refutar a John Locke, el de la Royal Africa Company, y su visión esclavista de la economía y de la especie humana. Esa perspectiva lockeana, manifiesta en obras de Locke como el Segundo tratado sobre el gobierno, es el punto de vista característico de la actual política “financiera” transatlántica hacia Afganistán y Haití, y hacia el inexorable y macabro desmoronamiento de la condición física de las principales ciudades, y sus poblaciones, en todo el mundo. Eso se está haciendo por diseño, por medio de personas como Mike Bloomberg “más allá del carbón”, el Enviado Especial de la ONU sobre la Ambición Climática y las Soluciones, y su Grupo de Liderazgo Climático de las Ciudades C40, y su Pacto Mundial de Alcaldes por el Clima y la Energía, que engloba a 10.000 ciudades y gobiernos locales del mundo. La ciencia de la economía física, en contraste (fundada por Leibniz en 1672 con su ensayo Sociedad y Economía) el mismo Leibniz que estableció en su obra Nuevos Ensayos, y en muchos otras, la integridad que es “arquetipo” de la razón humana, y que los seres humanos no eran “pizarras en blanco” que se podían comprar y vender como melones, o cancelar como huellas de carbono intrusivas a voluntad.

James Logan de Pensilvania, Ben Franklin y otros de los seguidores de Leibniz fueron el blanco de Gianmaria Ortes, del sacerdocio veneciano, que luego fue plagiado por el pastor Thomas Malthus, para quien se estableció la primera cátedra de economía política del mundo en el Colegio Haileybury. La perspectiva política de Malthus se ha re-etiquetado ahora como ”cambio de régimen financiero”. Mark Carney, ex gobernador del Banco de Inglaterra y ahora Enviado Especial de la ONU para la Acción Climática y las Finanzas, es el verdadero espejo y rostro de los “Dorian Grays” de la COP26.

Este es el momento del llamado a la acción que han hecho Helga Zepp-LaRouche, fundadora del Instituto Schiller, y el profesor Guus Berkhout, cofundador e iniciador del grupo Inteligencia Climática (CLINTEL): “¡Despierten ya!: el peligro para la humanidad no es el clima, sino la tolerancia de una política retorcida que utiliza el clima para destruirnos”. Esta declaración se hace más potente con cada día que pasa, y debe ser difundida ampliamente para que la gente la haga suya y la suscriba también. Este es el concepto para aplastar a los espantos macabros que se reunirán la noche de Halloween en Glasgow.

 

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