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Zepp-LaRouche: ¡Psicópatas amenazan nuestra existencia! ¡Alemania debe abandonar la OTAN!

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13 de diciembre de 2021 (EIRNS) — Este artículo de Helga Zepp LaRouche, fechado el 11 de diciembre, aparecerá en el próximo número del semanario EIR de esta semana. 

En vista de la orientación política del nuevo gobierno en Berlín, parece casi inútil exigir la salida inmediata de Alemania de la OTAN. Pero si Olaf Scholz se toma en serio el juramento que hizo hace dos días al asumir el cargo de Canciller Federal, a saber, que quiere “dedicar sus energías al bienestar del pueblo alemán, aumentar sus beneficios y protegerlo de cualquier daño”, entonces tiene que poner en marcha esta salida de inmediato. Porque en la OTAN, y en especial en Estados Unidos y en Gran Bretaña, hay fuerzas influyentes que, por razones geopolíticas, juegan con la existencia de Alemania y mucho más, de toda la humanidad. El verdadero motivo por el cual llevan a cabo este juego de fuerza militar a nivel mundial en varios frentes es el colapso sistémico del sistema neoliberal, que están tratando de encubrir con una compleja lluvia de confeti de narrativas antirrusas y antichinas. 

Hace algunas semanas, se montó un escenario mediático sobre la supuesta preparación de una invasión militar rusa a Ucrania, sobre cuya existencia la Directora Nacional de Inteligencia de Estados Unidos, Avril Haines, trató de convencer al embajador de la OTAN en Bruselas, pero Rusia lo negó rotundamente. Por semanas se llevaron a cabo simultáneamente una serie de provocaciones, como las maniobras de la OTAN en la que se ensayó un ataque nuclear contra Rusia y aviones estadounidenses volaron a 20 kilómetros de la frontera rusa, así como ataques con drones en el este de Ucrania y atrevidos “vuelos de reconocimiento” en el Mar Negro. 

Rusia acusó a la OTAN de cruzar varias “líneas rojas” en Ucrania y de no responder a las protestas planteadas al respecto. En la víspera de la cumbre virtual propuesta por el Presidente Joe Biden en el momento de mayor tensión, entre Biden y el Presidente Putin, éste exigió acuerdos jurídicamente vinculantes para que la OTAN  no se siga expandiendo más hacia el este hacia la frontera rusa, lo cual Biden rechazó inicialmente con el argumento de que no se aceptan “líneas rojas” de Rusia; y por su lado, el secretario general de la OTAN, Stoltenberg recalcó que Rusia no tiene ningún derecho a desarrollar “esferas de influencia”. 

En medio de la escalada de tensiones, el segundo miembro republicano en importancia en la Comisión de Servicios Armados del Senado, Roger Wicker de Mississippi, amenazó con un primer ataque con armas nucleares: “Una acción militar podría significar que nos enfrentemos con nuestros buques en el Mar Negro y que hagamos llover la destrucción sobre la capacidad militar rusa… No descartamos ser los primeros en utilizar armas nucleares”. 

Tulsi Gabbard, la ex congresista de Hawái y teniente coronel de la Guardia Nacional del Ejército, comentó sobre la diatriba de Wicker: “Cualquiera que proponga o que tan solo considere lo que está diciendo como una opción, debe estar demente, debe ser un psicópata o un sádico”. Wicker no es la excepción con su propuesta, que destruirían no solo al pueblo estadounidense y a todo el mundo, sino también a los ucranianos, cuya democracia quieren proteger supuestamente. La misma retórica proviene de los demócratas y los republicanos en el Congreso, del gobierno y de los medios noticiosos, los mismos neoconservadores y neoliberales que arrastraron al país a las guerras de cambio de régimen en Iraq, Libia y Siria. 

Uno solo puede estar de acuerdo con Tulsi Gabbard. Cualquiera que haya seguido la escalada propagandística contra Rusia y China, que proviene prácticamente de todo el espectro político de Estados Unidos en los últimos años, recordará el dicho de que a quienes los dioses quieren destruir, primero los vuelven locos. 

La realidad de Ucrania e Irán 

El contenido de la conversación de dos horas entre Biden y Putin aún no es público. En cualquier caso, Biden contactó a cuatro socios de la OTAN con relación a la garantía jurídica vinculante de una limitación de la OTAN y anunció más consultas con todos los socios de la OTAN. Y por supuesto, todos los gobiernos europeos saben la verdadera historia del golpe de estado en Ucrania con el respaldo de Victoria Nuland, el papel activo de los neonazis de la tradición de Stepan Bandera en este golpe, y la mentira sobre la supuesta anexión de Crimea por parte de Putin, que en realidad fue la elección soberana, mediante el voto, del pueblo de Crimea, de que en vista del terror neonazi en Kiev, preferían pertenecer a Rusia. Tal vez sea hora de que los gobiernos europeos admitan la verdad sobre los acontecimientos en Ucrania, en los que naturalmente estuvieron involucrados con sus fundaciones benéficas, antes de que estalle la Tercera Guerra Mundial por la falsa narrativa de la supuesta agresión de Putin. 

Pero incluso si la aguda crisis ucraniana puede desactivarse temporalmente (Biden habla de posponer el ingreso de Ucrania en la OTAN por diez años) el peligro agudo de una guerra mundial permanece. 

La otra fuente de peligro de la que podría surgir y extenderse una guerra es la situación en torno al programa nuclear de Irán y el tratado del Plan de Acción Integral Conjunto [JCPOA, por sus siglas en inglés], al que el gobierno de Trump puso fin. Aunque el director de la CIA, William Burns, acaba de confirmar que el servicio secreto no tiene conocimiento de ningún indicio de que Irán esté trabajando en un programa de armas nucleares, Israel ve también al programa nuclear civil, al que Irán tiene derecho según el derecho internacional, como una amenaza a su estilo de vida, como señaló el secretario de Defensa de Israel, Benny Gantz, durante su visita al Pentágono, donde el secretario de Defensa, Lloyd Austin afirmó que Estados Unidos estaba decidido a impedir que Irán adquiera armas nucleares. 

Pero la situación más peligrosa es sin duda el conflicto entre Estados Unidos y China sobre Taiwán. Luego de que el mundo se acercara peligrosamente a la Tercera Guerra Mundial al agravarse la situación en Ucrania, varios expertos políticos estadounidenses se pronunciaron –y esto es algo nuevo— sobre la costumbre estadounidense de montar pretextos falsos para iniciar operaciones militares. El diplomático retirado, Peter Van Buren, se refirió a la explosión del buque de guerra USS Maine en el puerto de La Habana en 1898 (la causa de la guerra entre España y Estados Unidos no fue un ataque terrorista español, sino la explosión de una caldera); el incidente en el Golfo de Tonkin, con cuyo pretexto Estados Unidos entró en la largamente planeada guerra de Vietnam; y por supuesto, la guerra en Iraq de 2003, en la que todos los involucrados sabían que el cuento de las armas de destrucción masiva era una mentira, como ha reconocido en público Nancy Pelosi [presidente de la Cámara de Representantes de EU]. 

Las guerras sin fin no son “derechos humanos” 

Con respecto a China, Van Buren escribió que “parece ser la próxima guerra que ahora busca un motivo”. Dado que China se rehúsa a invadir Taiwán y proporcionar así un pretexto para la fiebre de guerra en Estados Unidos, Van Buren dice que podría haber un resultado menos problemático, una carrera armamentista de armas hipersónicas. “¿Pero qué pasa si Estados Unidos tiene la mente puesta en una guerra real, como en Vietnam y después del 11-S, y necesita encontrar un motivo aceptable?” pregunta Van Buren, solo para expresar lo que hace tiempo es un hecho evidente. 

¿Se puede suponer que estos y muchos otros incidentes de “bandera falsa” son conocidos por los gobiernos y partidos occidentales? Aparte de tal vez algunos inexpertos de segunda fila, ¡absolutamente sí! Por eso los participantes en la “Cumbre para la Democracia” del Presidente Biden, que más bien debería llamarse la cumbre de la hipocresía, son tan dignos de confianza como los organizadores de los tristemente célebres “paseos en autobús con alfombra”, en donde se endosan alfombras de lujo a pensionistas desprevenidos como “verdaderos persas”. 

La idea de que se trata de una alianza de “los buenos”, una comunidad de valores que aboga por la democracia, los derechos humanos y la libertad, contra “los malos”, los regímenes autócratas que oprimen a sus poblaciones, es un cuento publicitario con el que se pretende disfrazar un producto podrido con emplastes cosméticos y venderlo. 

Dado que el gobierno estadounidense y sus “aliados” dejaron a Afganistán en un estado absolutamente catastrófico después de 20 años de guerra (reteniendo el dinero que pertenece a los afganos y agravando así la peor catástrofe humanitaria del planeta, donde 24 millones de personas están amenazadas de muerte por inanición y por el frío del invierno), ninguno de esos demócratas impecables debería volver a utilizar las palabras “derechos humanos”. Habría que hablar de los millones de muertos, heridos y refugiados que han creado las guerras interminables hechas con mentiras. ¿Y qué pasa con Julian Assange, cuyo único delito fue exponer los crímenes de guerra? Lo están asesinando por medios judiciales ante los ojos del mundo. 

Se podría ampliar mucho la lista: La política marcial de la Unión Europea, de “hacer retroceder” con su Frontex a los refugiados, que solo son refugiados porque son víctimas de esas “guerras sin fin”; los campos de refugiados, que el Papa Francisco comparó con los campos de concentración; las consecuencias de la política maltusiana de los Klaus Schwabs de este mundo, quienes consideran que el intento de superar la pobreza es la mayor amenaza al “clima” y por eso dicen que hay que paralizar cualquier desarrollo durante décadas a través de las “condicionalidades”. 

Por otro lado, la historia de éxito de los gobiernos “autocráticos” no parece tan mala: China no solo ha sacado de la pobreza extrema a 850 millones de personas de su propia población y ha dado a los países en desarrollo la oportunidad de superar la pobreza y el subdesarrollo por primera vez. Estados Unidos ha tenido casi 800.000 muertes por coronavirus con una población de 330 millones de habitantes, mientras que China tiene menos de 5.000 muertes con una población de 1.400 millones de personas. Tal vez los vendedores de alfombras eurocéntricos quieran pensar en esto: ¿la vida humana vale más para los regímenes autocráticos?

Verdaderamente, los alemanes deberían llegar con urgencia a la conclusión de que permanecer en una alianza militar, que en caso de crisis provocará su aniquilación, puede no ser tan buena idea. Hay, efectivamente, una alternativa a la política de confrontación de la OTAN, obsoleta desde 1991. Hay una urgente necesidad de establecer una arquitectura de seguridad internacional que tenga en cuenta los intereses de seguridad de todos los Estados. 

zepp-larouche@eir.de

 

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