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El arte de gobernar de Schiller puede detener el algoritmo de la guerra mundial

23 de abril del 2022 (EIRNS) — La verdad eficiente del famoso enunciado del poeta Percy Shelley, “los poetas son los legisladores no reconocidos del mundo”, se ve en la reciente afirmación, de ciertos pensadores y líderes de naciones, de la optimista premisa central del discurso de Helga Zepp-LaRouche en la “Conferencia por una nueva arquitectura de seguridad y desarrollo para todas las naciones” del Instituto Schiller el 9 de abril. En ese discurso, Helga demostró, no académicamente, sino en la práctica, el enfoque del poeta Federico Schiller sobre el estudio y la práctica de la historia universal, en particular como se ejemplifica en su Historia de la Guerra de los Treinta Años. Esta es la norma necesaria para toda la diplomacia en este momento, y es el único método “práctico” para resolver la paradoja de la “unipolaridad/multipolaridad” que, de lo contrario, amenaza con hundir a la humanidad, tal vez en el fuego de un conflicto termonuclear. (youtu. be/Tz3ZXbEOda4). 

Ninguna solución académica basada en la “ciencia política” aceptada por las universidades, para el “descenso a la vorágine” de la guerra termonuclear del mundo transatlántico va a funcionar ahora. Por ejemplo, John Mearsheimer, de la Universidad de Chicago, una voz de cordura que habla sobre los orígenes y la culpabilidad de la OTAN en los acontecimientos que se están produciendo en Ucrania, se encontró sin solución y literalmente “desorientado” en una reciente aparición en la televisión CGTN, vista por millones de suscriptores y televidentes, en su mayoría chinos: “Sólo puedo decir que no veo cómo esto pueda llegar a su fin. Y la razón es esta: Rusia no se puede dar el lujo de perder. Por otro lado Estados Unidos ha decidido que va a derrotar a Rusia en Ucrania, y que además vamos a estrangular la economía de Rusia. Así que aquí tenemos una situación en la que Rusia tiene que ganar, y Estados Unidos tiene que ganar. Sabemos que ambas partes no pueden ganar. Entonces, ¿cuál es la solución? No lo sé”. 

Si bien esta puede haber sido una declaración honesta, Mearsheimer se estaba dirigiendo a la nación que ha propuesto durante una década la idea de soluciones al mundo en “las que todos ganan”, por medio de la Iniciativa de la Franja y la Ruta; cuyo Presidente, Xi Jinping, propuso una Iniciativa Global de Desarrollo en el 2021, y una Iniciativa Global de Salud el 17 de enero del 2022 en el Foro Económico Mundial de Davos; y quien esta semana acaba de proponer una Iniciativa de Seguridad Global. El Presidente de China declaró que las naciones deben “persistir en tomar en serio las razonables preocupaciones de seguridad de todos los países, atenernos al principio de la indivisibilidad de la seguridad, construir una arquitectura de seguridad equilibrada, efectiva y sostenible, y rechazar la búsqueda de la seguridad propia a expensas de la de los demás países”. (fmprc.gov. cn/mfa_eng/zxxx_662805/ 202204/t20220421_10671081.html). 

Como China sabe bien, y saben quienes han seguido o se han suscrito a la revista Executive Intelligence Review (EIR), o han leído los escritos económicos de Lyndon LaRouche, una arquitectura de seguridad sostenible y duradera es inseparable de una arquitectura de desarrollo sostenible y duradero, un proceso de progreso tecnológico y científico incesante, que se traduce en un aumento de la tasa de crecimiento de la población humana. Esa es la única métrica exitosa para la supervivencia humana, así como la precondición eficiente para evitar una guerra que amenaza a la especie. 

Lo que Mearsheimer proponía de hecho no era “ganar o perder” sino “perder o perder”. Cuando el periodista de CGTN le preguntó además: “Entonces, ¿la paz no está a la vista en absoluto?”. Mearsheimer respondió: “La paz no está a la vista en absoluto, y le hago notar que hay un número de personas en Estados Unidos, en todo el espectro político, que creen que esta guerra va a durar años”. De nuevo está equivocado. El desmoronamiento maltusiano llamado “Gran Reajuste” es un proceso mucho más “desagradable, brutal y corto” que eso. La guerra, la “grande”, podría llegar “en cualquier momento, en un abrir y cerrar de ojos”, y no en años, precisamente porque “todos en el espectro político” creen que no sucederá. Se necesitan mentes filosóficas para guiar a la humanidad en este momento, no “académicos ganapanes” ni “influencers youtuberos”. 

Para los “genios” analistas de sistemas de mentalidad digital del Departamento de Estado y de la Oficina de Evaluación de la Red, que insisten con petulancia en que saben cómo funcionan las cosas, qué hacer en las aguas inexploradas de la realidad, en tiempos de crisis, no tiene sentido. Ivan Rizzi, presidente del Instituto Italiano de Altos Estudios Estratégicos y Políticos, analiza lo que denomina “el principio técnico-algorítmico” y plantea que: “La mente humana, en un sistema cerrado, tiende a desacoplarse de una dialéctica concreta y apenas anula sus propias elecciones, una vez que éstas se han convertido en un proceso”. Sobre la lucha contra la guerra termonuclear, que Rizzi señala que fue planteada por primera vez por el periódico New York Times hace algunas semanas, dice: “El mero hecho de que se plantee una hipótesis de este tipo... y de que los debates y comentarios nacionales hablen de ella, pone en marcha el esquema de una profecía que se cumple. En otras palabras, estamos desarrollando un diálogo alucinado destinado a aumentar la esquizofrenia y a fatalizar los acontecimientos... tarde o temprano es posible que el algoritmo estratégico lo haga realidad con los hechos. 

Esto es a lo que Lyndon LaRouche se refería como “el devenir-muerte del análisis de sistemas”. El Valle de la Muerte humano que es el término inevitable del análisis de sistemas aplicado a la guerra también se expresa en un contexto diferente, pero congruente, en la famosa referencia de J. Robert Oppenheimer al dios Visnú después de la prueba de la bomba atómica: “Ahora me he convertido en la Muerte, el destructor de mundos”. A quienes los dioses quieren destruir, primero los convierten en matemáticos y contadores. Ya sea el “recuento de cadáveres” de la época de Vietnam de Robert McNamara, o “Por qué esperar a morir a los 75 años” de Ezechiel Emanuel, o la fascinante anticipación de la matanza que se producirá en la expansión masiva de los asesinatos mediante la venta de armas, incluidas las “nucleares”, el “principio técnico-algorítmico” es un callejón sin salida. Es la entropía como moralidad. 

Sin embargo, en vez de suscribir la inevitable “muerte por calor” del planeta mediante la arrogancia de la guerra termonuclear, existe otra posibilidad más atractiva. Se podría acabar con el mundo de los contadores, del monetarismo, en lugar de acabar con la humanidad. En el “devenir-murete”, LaRouche se pregunta: “El día en que el dinero existente, deja de existir, como en la Alemania de Weimar en 1923, pero esta vez más o menos a nivel mundial, ¿qué hacen los contadores existentes? 

“Se no hemos de recuperar de los efectos sociales de la de la desintegración que se nos viene encima ahora, de los actuales sistemas financiero y monetario mundiales, se necesitarán métodos radicalmente nuevos de contabilidad para las empresas privadas, así como para las instituciones gubernamentales y afines. Las táctica lineal de ‘conectar los puntos’ utilizada anteriormente, tanto en la contabilidad financiera como en el análisis de sistemas, debe abandonarse y sustituirse. Se debe adoptar una nueva norma para la contabilidad de costes, las políticas presupuestarias, arancelarias y fiscales, las estimaciones del ingreso nacional y prácticas relacionadas”. (larouchepub. com/lar/2000/ lar_systems_analysis_2713.html). 

“La cuestión central de toda la contabilidad de costos competente, es: ¿Qué es lo que causa un aumento en el valor físico de las facultades productivas del trabajo?” LaRouche propone una serie de preguntas que tienen como raíz la ciencia de la economía física, y luego dice: “Las respuestas competentes a esas preguntas, se encuentran fuera del dominio de una contabilidad de costos basada en el análisis financiero y fuera de la tiranía de esos engaños pseudocientíficos recientemente populares conocidos como el ‘análisis de sistemas’ del finado John von Neumann y la ‘teoría de la información’ estadística del difunto profesor Norbert Wiener”. Como decía Bernhard Riemann, en la conclusión de su disertación de habilitación de 1854 titulada “Sobre las hipótesis de los fundamentos de la geometría”, que a su vez fue la base conceptual de los experimentos de las ideas de Albert Einstein, así como de los mortíferos trabajos prácticos realizados por el Proyecto Manhattan, del cual formó parte Oppenheimer, “esto nos lleva al dominio de otra ciencia, de la física, en la que el objeto de este trabajo no nos permite entrar hoy”. 

Al superar el ámbito de lo académico, de lo “matemático”, al asumir, como lo hizo Juana de Arco, la responsabilidad intelectual de abordar las condiciones futuras de la supervivencia de la raza humana en su conjunto, no solo en la Tierra, sino en todo el universo, y en la historia, no solo en el presente, podemos localizar y reivindicar nuestra identidad verdaderamente humana. Desde ese punto de vista, la nueva arquitectura internacional de seguridad y desarrollo que buscamos, está tan cerca como nuestra decisión, como legisladores no reconocidos, de lograrla, a través del método esbozado en la conferencia del 9 de abril y su secuela. Se trata de un enfoque ganador, que no depende de la popularidad ni de la autoridad, al cual puede acceder cada uno de nosotros y que está fuera del alcance de los “principados y potentados” que prefieren neciamente creer en sí mismos en lugar de creer en “el universo eterno de las cosas que fluyen a través de la mente”, y que es la verdadera fuente del principio del poder.

 

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