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La cordura empieza a agitar a la anglosfera

7 de mayo de 2022 (EIRNS) — “A quien los dioses quieren destruir, primero los convierten en contadores”. A pesar de sus persistentes problemas para confiar demasiado en los métodos estadísticos, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha corregido al menos una estimación anterior. El número total de “exceso de muertes” que se han producido, debido al ataque de la pandemia de COVID de la primavera del 2020, que abarca el período de dos años desde el 1 de enero del 2020 hasta el 31 de diciembre del 2021, es de 14,9 millones de personas, y no de 5 millones, como se pensaba anteriormente. Esta cifra triplica el número de muertes que suelen comunicar todos los organismos sanitarios y gubernamentales del mundo, y que generalmente se atribuyen, directa e indirectamente, a la pandemia. ¿Qué podría significar eso para las tasas actuales de infección en todo el planeta, especialmente con la reciente multiplicación de variantes? 

Mientras continúa el debate sobre los orígenes del coronavirus, considérese el descubrimiento esta semana de la gripe aviar H5N1 en un recluso de Colorado “cuyo empleo” es sacrificar a las aves de corral infectadas en una granja comercial; la primera infección de este tipo en Estados Unidos. Tomemos además en consideración los recientes casos de 19 personas infectadas por el H5N6 en China. La OMS ha indicado con anterioridad que alrededor de la mitad de las personas que contraen el H5N6, mueren por ello. (Actualmente no se conocen los resultados de los casos en China). La revista científica 21st Century Science and Technology dedicó un número entero de su publicación en el 2005 a este tema: “Pandemia de gripe: ¡Es la economía, estúpido!”, en la que presenta el peligro de la gripe aviar y el potencial de transmisión de animales a humanos. El Programa Mundial de Salud que impulsa el Comité por la Coincidencia de los Opuestos, y la Iniciativa Mundial de Salud que propone el Presidente de China, Xi Jinping, es una perspectiva que es más urgente que nunca. 

“A quienes los dioses quieren destruir, primero los convierten en analistas de sistemas”, también. Contrasta al pobre hombre de Curtis LeMay, el almirante Charles Richard, con la teniente coronel y ex congresista Tulsi Gabbard. El almirante Richard recurrió el miércoles a la anticuada y desacreditada, además de sexualmente impotente, teoría de la “brecha” de la “carrera armamentista”, y alega que “la guerra en Ucrania y la trayectoria nuclear de China --su ruptura estratégica-- demuestran que tenemos una brecha de disuasión y garantía contra la amenaza de que se utilicen las armas nucleares limitadas”. Dice que la misma Rusia, que formaba parte de la Unión Soviética que se desintegró en 1991, y que luego fue ocupada y saqueada financieramente por analistas de sistemas triunfalistas y neoconservadores que llevaron a cabo experimentos de “terapia de choque” (o sea, despoblar a Rusia)  durante la mayor parte de la década de 1990, es ahora, de alguna manera, “una amenaza existencial” para una OTAN que está en constante expansión y rearme militar. “La nación y nuestros aliados no se han enfrentado a una crisis como la invasión de Rusia a Ucrania en más de 30 años. El Presidente Putin invadió simultáneamente una nación soberana mientras utilizaba amenazas nucleares apenas veladas para disuadir la intervención de Estados Unidos y la OTAN”. Contradiciendo a Richard, Tulsi Gabbard dijo en un comunicado publicado en Twitter: “Ya estamos en una guerra caliente con Rusia, y se va a poner mucho más caliente porque el objetivo declarado del gobierno de Biden es la destrucción completa de la economía y el ejército de Rusia... El camino que el gobierno de Biden nos tiene preparado nos llevará a la Tercera Guerra Mundial y al Armagedón nuclear. Nuestro país, las familias y el mundo sufrirán más allá de lo comprensible. Obviamente esto no es lo que quiere el pueblo estadounidense...”. (twitter. com/TulsiGabbard/status/ 1522535121915588609) 

En Suecia, el 1 de mayo hubo una manifestación de 25.000 personas en Estocolmo en contra de la adhesión de Suecia a la OTAN, con otras protestas comparables en ciudades de esa nación de 10 millones de habitantes; comparables a una manifestación de 800.000 personas en Estados Unidos. Hungría, Austria y otras naciones están dejando claro, en mayor o menor grado, su oposición al efecto del régimen de sanciones de la OTAN sobre sus economías, y a verse arrastrados a lo que podría incluso convertirse en escaramuzas militares directas a lo largo de sus fronteras. Quizás la manifestación más importante de cordura es la del general (r) alemán Harald Kujat, inspector general de las fuerzas armadas de Alemania del 2000 hasta el 2002 y presidente del Comité Militar de la OTAN del 2002 al 2005. Kujat es firmante de un llamado a la “primacía de la razón” que emitió la Fundación Carl-Friedrich-von-Weizsäcker. Su inusual declaración dice: “Apelamos a la razón para detener el sufrimiento de los ucranianos y la destrucción del país y para evitar que la guerra en Ucrania se convierta en una guerra europea. Los principales actores de esta guerra no son Ucrania y Rusia, sino Rusia y Estados Unidos... El secretario de Defensa estadounidense, Lloyd Austin, declaró a finales de abril, durante una visita a Kiev, que Estados Unidos ‘quiere ver a Rusia debilitada hasta el punto de que no pueda seguir haciendo las cosas que hizo cuando invadió Ucrania’. Este replanteamiento estratégico --si es que lo es-- hace aún más urgente un acuerdo negociado”. 

Cada vez son más frecuentes las variaciones sobre el tema del llamado de Helga Zepp-LaRouche a una nueva Arquitectura de Seguridad y Desarrollo para la seguridad mutua de todas las naciones. La oposición directa a su propuesta se vio recientemente en el alboroto que dejó el discurso de la ministra de Asuntos Exteriores británica, Liz Truss. Ella tiende a abundar en la vulgaridad imperial antirrusa de Winston Churchill, pero se queda corta en su ocasional elocuencia. Las políticas schachtianas, financieras, monetaristas y de endeudamiento, del antiguo régimen transatlántico han quedado cínicamente desenmascaradas por lo que son, un robo, por el propio presidente del Consejo Europeo, Charles Michel: “He dado instrucciones al servicio jurídico del Consejo para que prepare algunas ideas posibles con el fin de encontrar (una) solución jurídica acorde con los principios del Estado de Derecho, que facilite y haga posible la confiscación de los bienes de las personas sancionadas por la UE o por otros países del mundo. En mi opinión, se trata de una cuestión de justicia, no sólo la idea de congelar los activos, sino la confiscación para poner este dinero a disposición de las autoridades ucranianas para un fondo fiduciario”. (kyivpost.com/ukraine-politics/donor-conference-on-may-5-should-become-a-starting-point-of-the-marshall-plan-for-ukraine.html). 

Aunque Ucrania, para 2021, había ganado la calificación del segundo país más corrupto de Europa, el “ciber-anarquista” Michel dice que “confiamos en las autoridades ucranianas, y la gobernanza debe mostrar que confiamos en las autoridades ucranianas. Y eso es lo que hemos hecho con el apoyo presupuestario y con la ayuda micro financiera. Confiamos en ellos. Por supuesto, mantendremos toda la interacción con relación a las reformas que son necesarias. Pero también tomando en cuenta el hecho de que ahora hay una guerra iniciada por Rusia y significa que las reformas son más difíciles. Lo entendemos muy bien”. 

¡Un momentito! Busquen en los vagos túneles de su memoria. ¿Se acuerda alguien de Iraq, a la cual se refieren ahora muchas encuestas como “el país más corrupto del mundo”? ¿Se acuerdan, por ejemplo, del artículo de David Pllister en el Guardian de Londres del 7 de febrero de 2007, titulado “¿Cómo envió Estados Unidos $12.000 millones de dólares en efectivo a  Iraq. Y vio que se desvanecieron?”. Decía: “Estados Unidos llevó a Iraq casi $12.000 millones de dólares en billetes de $100 dólares retractilados, y luego distribuyó el dinero en efectivo sin un control adecuado sobre quién lo recibía y cómo se gastaba”. ¿Recuerden lo que les han dicho sobre las armas que se envían a Ucrania, y cómo a pesar de la NSA [Agencia de Seguridad Nacional] y las capacidades de drones en abundancia, “nadie sabe a dónde van las armas?” ¿Es eso lo que debemos confiar a un “fondo de desarrollo”, como le dice Michel? ¿Apoya realmente esto el pueblo estadounidense, la población europea, mientras que los precios de los alimentos y del combustible se van por las nubes? ¿El objetivo es Rusia, la población estadounidense y europea, naciones como Sri Lanka, o todas las anteriores? ¿Estamos ante una guerra con Rusia, o una guerra contra la humanidad, en la que Rusia, China, India y otras naciones se interponen en el camino? 

Están surgiendo señales de cordura, “y debemos aprovechar la corriente del viento cuando nos sirve, o perder nuestra ventura”, como dice Shakespeare. La convocatoria del Instituto Schiller por una conferencia para acordar una nueva arquitectura de seguridad y desarrollo para todas las naciones; las cartas y llamados a los congresistas de Estados Unidos y cualquier otra parte; las candidaturas independientes que defienden la nueva arquitectura de seguridad y desarrollo; y una vibrante movilización de los jóvenes del mundo contra la guerra y a favor del desarrollo científico-tecnológico y cultural, para garantizar un futuro para toda la humanidad, es el camino a seguir.

 

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