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La piedra que los constructores rechazaron, se ha convertido en la piedra angular

6 de setiembre de 2022 (EIRNS) — Los países de la OTAN y de la Unión Europea que iban a “aplastar” a Rusia con sanciones monstruosas y enormes suministros de su armamento más avanzado, necesitan ahora desesperadamente un liderazgo con otra política económica y estratégica. Esos países son ahora víctimas de una explosión económica, una inflación desbocada y el colapso de la producción entre sus poblaciones e industrias, y hambruna en los países en desarrollo. Y atienen enfrente un otoño e invierno de disturbios de masas, bajo la amenaza de una guerra mundial. 

Las convocatorias a nuevas elecciones en varios países europeos es un reflejo de esa desintegración social, pero la verdad es que el liderazgo con una nueva perspectiva estratégica y económica no va a salir del liderazgo convencional que dirigió el proceso hacia la crisis actual. En cualquier caso, cualquier candidato se ve forzado por Londres, Wall Street y todo los medios transatlánticos a ponerse de acuerdo de antemano para intensificar la guerra con Rusia y seguir imponiendo la austeridad y el sufrimiento generalizado, “todo el tiempo que sea necesario”. O como dijo la ministra de asuntos exteriores de Alemania, Annalena Baerbock, en su infame declaración del 31 de agosto, “no me importa lo que piensen mis votantes alemanes”; respaldar a Ucrania para derrotar a Rusia (cosa que a todas luces es imposible) es la política de la OTAN hasta el final. 

Ahora las economías europeas, para citar a otro ministro alemán, están sufriendo “un drástico colapso de la industria”. Decenas de miles de billones de euros en rescates financieros están saliendo de las haciendas públicas; del gobierno sueco, €23.000 millones de euros, del de Finlandia €10.000 millones, Austria €2.000 millones, y del de Alemania €15.000 millones de euros hace un mes y antier anunció otros 65.000 millones de euros, para tratar de salvar a las principales empresas energéticas e industriales del cierre de plantas, de la iliquidez y la insolvencia; y para engatusar a los hogares para que traten de pagar las impagables facturas de electricidad y de gas. El precio del gas natural para las empresas y la industria europea se ha multiplicado entre 11 y 12 veces en un año; el precio de la energía eléctrica entre 6 y 8 veces. El consumo de gas natural ha disminuido en 11% para todos; 21% para la industria este año, por la “destrucción de la demanda” impuesta por la inflación y el consiguiente cierre de la producción. 

Todas las coaliciones de gobierno europeas culpan a Rusi, pero la verdad está saliendo a la luz. La inflación de los productos básicos y materias primas estalló en todo el mundo en 2020 y 2021; la inflación en los precios al consumidor se desató en el otoño de 2021; en ambos casos debido a las políticas monetaristas de los bancos centrales y la especulación que aplastó la productividad y redujo la producción. 

Hace cincuenta años, cuando se impusieron estas políticas después de que Nixon derribara el sistema de tipos de cambio fijos y tasas de interés fijas del sistema monetario de Bretton Woods de Franklin Roosevelt, Lyndon LaRouche vio lo que se venía e hizo un pronóstico de largo plazo. Como lo señala Helga Zepp-LaRouche en un artículo publicado esta semana en el centenario del nacimiento de LaRouche el 8 de septiembre: “Él advirtió… que si se mantenía el cambio de rumbo que se había asumido, hacia un sistema financiero puramente monetarista orientado a la maximización de la ganancia, el mundo se encaminaría necesariamente hacia una nueva depresión, un nuevo fascismo y el peligro de una nueva guerra mundial, a menos que se estableciera un orden económico mundial totalmente nuevo y justo”. 

Lyndon LaRouche diseñó los programas para ese nuevo orden: el Banco de Desarrollo Internacional; los corredores de desarrollo del Puente Terrestre Euroasiático y Mundial, una misión multinacional a la Luna y Marte, y el desarrollo de la fusión termonuclear como motores científicos de la economía; la separación bancaria de acuerdo a la ley Glass-Steagall de Franklin Roosevelt y una banca nacional hamiltoniana en todas las naciones. Si se hubiesen adoptado estos programas de un “Nuevo Bretton Woods” en el siglo 20, a más tardar después del colapso financiero mundial de 2008, no nos enfrentaríamos ahora a las graves amenazas de colapso económico y de guerra nuclear entre las superpotencias que tenemos enfrente ahora mismo. Pero por plantear esos programas a los mandatarios, dirigentes nacionales y ciudadanos de todo el mundo, LaRouche fue vilipendiado y ridiculizado por los medios informativos estadounidense y europeos, y perseguido constantemente por órdenes de los banqueros de Londres y Wall Street y de influyentes agentes de la OTAN como Henry Kissinger. 

En esta crisis, el Instituto Schiller está aportando el liderazgo y una nueva perspectiva programática a los círculos cada vez más amplios de los países transatlánticos afectados, y a la dirigencia rusa, china, india y de los países en desarrollo. Como signo de ese liderazgo, el partido de la guerra de la “OTAN Global” y sus supeditados en el mundo, lo ha señalado de manera especialmente hostil. 

En lo que sería su centenario de nacimiento esta semana, el Instituto Schiller va a celebrar su obra con una conferencia internacional el 10 y 11 de septiembre para dar mayor impulso a sus ideas, que serán las piedras angulares del futuro, si aseguramos que la humanidad lo tenga.

(Conferencia: "En el centenario del nacimiento de LaRouche...Cómo inspirar a la humanidad" (nationbuilder.com)).

 

Para mayor información escriba a preguntas@larouchepub.com

 

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