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Fuera lo viejo, avancemos con la nueva arquitectura de seguridad y desarrollo

2 de enero de 2022 (EIRNS) — “Hay frases por todo el Kennedy Center, talladas sobre el mármol de las columnatas cuando entras. Y en la parte de atrás, hacia el Potomac, hay una; es una cita del Presidente Kennedy que dice: ‘Espero el día en que Estados Unidos ya no tenga miedo de la gracia y la belleza’. Y pensé inmediatamente en el día en que le dispararon; fue por eso que le dispararon. Tenemos miedo de la gracia y la belleza”. —Ramsey Clark, ex Fiscal General de Estados Unidos, citado en el documental “Citizen Clark” (El ciudadano Clark). 

Al terminar el año, ¿cómo podemos encontrar los medios con los que debemos inspirar a los habitantes de la anglosfera para que defiendan los principios del arte de gobernar que han olvidado, que nunca han aprendido o de los que ni siquiera han oído nunca? Hacer que se de a conocer la verdad sobre el asesinato del Presidente Kennedy, y la destrucción de la presidencia estadounidense, ejecutados por instituciones angloamericanas, no por asesinos solitarios, sería una lección fácil en el arte de gobernar, y un arma feroz contra aquellos que hoy quieren llevarnos a una guerra termonuclear con Rusia, como también intentaron hacer en 1962. Esa verdad es terrible, pero también hermosa. Es liberadora. Esa es también la cualidad de verdad implícita en los Diez Principios para una Nueva Arquitectura de Seguridad y Desarrollo. Esos Principios dicen que nosotros, y el mundo, no tenemos por qué ser trágicos. Podemos ser algo más que meros personajes de una comedia que no hemos escrito, no protagonizamos y no dirigimos. 

El asesinato de Kennedy fue el asesinato de la presidencia, no sólo del Presidente. Más tarde, el candidato presidencial Robert Kennedy, “el hombre más calificado para ser Presidente”, y el reverendo Dr. Martin Luther King, Jr., serían también víctimas del sanguinario crimen secreto. Sesenta años después, eso casi ha acabado con la República de Estados Unidos. Ha acabado con otras naciones. Es el crimen que está en la raíz del asesinato de Libia y de su jefe de Estado, del asesinato de Iraq y de su jefe de Estado, de la violación a Afganistán durante 42 años (1979), del asesinato en curso de Siria y del asesinato de ciudadanos estadounidenses en los hechos no reconocidos pero ciertos del 11 de septiembre del 2001. (Vladimir Putin y otros mandatarios de estatura mundial conocen los detalles íntimos de mucho de esto). Finalmente, ya, esta empresa criminal debe ser desmantelada, en Wall Street, en Washington, DC y en Londres, porque ese aparato asesino está hablando de “decapitar a Moscú”, y de otras cosas que en los momentos álgidos de la Guerra Fría en la década de 1950 y 1960, habrían sido consideradas una locura. 

Para desenmascarar este crimen, la gente, en especial los estadounidenses, deben pensar en términos mundiales. Deben pensar en poner en práctica los Diez Principios de Helga Zepp-LaRouche, porque la oposición a ellos proviene de este “gobierno secreto” y su oficina de asesinatos. Es por eso que Helga Zepp-LaRouche es todavía la primera en la lista negra ucraniana de asesinatos. Son las mismas personas que se oponen a la iniciativa del Vaticano de buscar una solución pacífica a esta “guerra mundial en fragmentos” que ya se inició. Siempre hay un poder superior a la tiranía, incluyendo a la tiranía por asesinato. Esa autoridad es la verdad, dondequiera y por quienquiera que se afirme. (larouchepub. com/spanish/actualidades/ 2022/11/1123-helga-z-l-presento-10-principios.html). 

Los Diez Principios para una Nueva Arquitectura de Seguridad y Desarrollo son, en un sentido, una reafirmación actual de la misión original del Instituto Schiller. Hace 40 años, cuando la idea del Instituto fue propuesta por primera vez por su fundadora, Helga Zepp-LaRouche, esperábamos que una institución como esta sería acogida con beneplácito por personalidades gubernamentales e institucionales estadounidenses. Basado en la premisa de Federico Schiller de que “es a través de la Belleza como se puede avanzar hacia la verdadera Libertad”, podía haberse convertido en el catalizador de un diálogo cultural y estratégico, y de una transformación de Estados Unidos, a través de la cual se podrían haber formado las condiciones culturales y determinantes para una nueva Alianza Occidental luego de que el Presidente Ronald Reagan adoptó el 23 de marzo de 1983 la Iniciativa de Defensa Estratégica (IDE). Esa propuesta de “Nicolás de Cusa”, incomprensible para el Departamento de Estado de Estados Unidos y otros, fue rechazada, y el Instituto Schiller se convirtió en una iniciativa independiente dedicada a corregir precisamente el problema que Ramsey Clark señaló como la “razón superior” por la que fue asesinado el 35º Presidente de Estados Unidos, John F. Kennedy. 

El Instituto Schiller, bajo la dirección de su fundadora, desarrolló una serie de programas económicos, culturales y científicos, a lo largo de esas cuatro décadas, interconectando a muchos gobiernos e impulsando esa labor de un modo que hoy le confiere una posición privilegiada en la “cima de la montaña”. Ahora que el año llega a su fin, sabemos también que el tiempo se ha agotado; los ciudadanos de Estados Unidos, ahora, tienen que hacer una elección. ¿Qué tienen que elegir? 

La “minicumbre” de fin de año celebrada el 29 de diciembre por videoconferencia entre los Presidentes Xi Jinping de China, y Vladimir Putin de Rusia, no tuvo nada de “mini” en sus implicaciones. En medio de las referencias mutuas que se hicieron los dos Presidentes como “mi buen amigo”, quedó claro que muchas de las cosas importantes no se dieron a conocer, y tampoco se expresaron públicamente. Sin embargo, algo que no pasaron por alto los comentaristas de noticias, amigos u hostiles, fue que el Presidente Putin hizo referencia a que habría una mayor cooperación militar entre las dos naciones. En otras palabras, no habrá ninguna división entre China y Rusia en cuestiones estratégicas. Mientras que la cadena CNN, el diario Washington Post de Bezos y las fuentes de noticias del imperio británico pintaron impotentes un panorama de “dos líderes acorralados con grandes problemas en casa”, otros fueron más perspicaces. Alexander Mercouris y Alex Christoforou de The Duran dijeron: 

Mercouris: "Esta fue una llamada muy, muy larga. Hablaron de una gran cantidad de cosas... Putin mencionó que ahora hay una cooperación militar muy intensa entre los dos…. Xi Jinping habló de que su asociación va a tener ahora un impacto global... en todas las partes del mundo… Y creo que cualquiera que observe la forma en que estos dos mandatarios hablan, las interacciones entre los dos países, yo mismo no puedo ver esto como otra cosa sino como una alianza de facto... 

Christoforou: "En mi opinión, todo este conflicto ha dado a China más influencia en la situación de Taiwán, algo que Estados Unidos no quería, pero que ha sucedido... Estados Unidos pensaba que iba a ocurrir lo contrario. Pensaban que Rusia se debilitaría, y entonces obligaría a China a ceder más, para conseguir algún tipo de acuerdo con Taiwán, o algo así. Ha sucedido al revés. Occidente se ha debilitado, Rusia se ha fortalecido y esto ha ayudado a China. 

Mercouris: “Absolutamente. Estoy de acuerdo con eso”. 

Este próximo mes de septiembre, se cumplen diez años de que el entonces Presidente electo de China, Xi Jinping, anunció la Iniciativa de la Franja y la Ruta, y solicitó a Estados Unidos y a otros países que se unieran a esa nueva iniciativa. Lyndon LaRouche y Helga Zepp-LaRouche habían colaborado con China desde 1993 hasta el 2013, veinte años antes del anuncio de la Iniciativa de la Franja y la Ruta, en un diálogo mutuamente creativo y fructífero sobre la creación de una nueva plataforma para el progreso humano a través de “corredores de desarrollo”. Con esto se trataba de desarrollar el interior de los continentes de este planeta, en vez de solo desarrollar las costas y los ríos, por primera vez en la historia de la humanidad. Uno de los aspectos de estos corredores de desarrollo consistía en replantear el proceso integrado de producción, expresado, por ejemplo, en la línea de ensamblaje de la planta, como un conjunto cada vez mayor de transformaciones “sobre la marcha” en la producción, incluida la propia línea de producción. Industrias más pequeñas de máquinas-herramienta y de ensamblaje de piezas relacionadas a lo largo del corredor de desarrollo serían parte integral del proceso de producción de lo que fuese necesario en cada momento. Se podría empezar con los componentes en el punto de origen y terminar con los productos acabados a la llegada. De este modo, los costos de transporte se reducirían a menos de cero. El corredor no sólo se paga a sí mismo, sino también paga por su propio mantenimiento y reestructuración. El ferrocarril de alta velocidad y el tren de carga de levitación magnética, vistos desde este punto de vista, no son por tanto, como subrayó el economista físico Lyndon LaRouche, sólo ferrocarriles, o rutas de la seda. Las líneas de comunicación y los oleoductos a lo largo de estas rutas, los centros avanzados de fabricación y agricultura que se ramifican a partir de las líneas troncales, y las decenas o incluso de centenares de ciudades que surgirán de ellas, serían alimentados primero por centrales nucleares de fisión de cuarta y quinta generación, y algo más tarde, por las primeras centrales híbridas de fisión-fusión. Esa es la perspectiva “en la que todos ganan” para los próximos cincuenta años de la Tierra. 

Recordemos que poco antes del lanzamiento el 24 de febrero de la operación militar especial en Ucrania, Vladímir Putin y Xi Jinping se reunieron en Pekín y emitieron el 4 de febrero la “Declaración conjunta de la Federación Rusa y la República Popular China sobre las Relaciones Internacionales que entran en una Nueva Era y el Desarrollo Global Sostenible”. (en.kremlin. ru/supplement/5770 ). 

En ese documento los dos mandatarios declararon: 

“Las partes procuran avanzar en su trabajo para vincular los planes de desarrollo de la Unión Económica Euroasiática [UEEA] y la Iniciativa de la Franja y la Ruta con vistas a intensificar la cooperación práctica entre la UEEA y China en diversos ámbitos y promover una mayor interconexión entre las regiones de Asia-Pacífico y Eurasia. Las partes reafirman su interés en construir la Gran Asociación Euroasiática en paralelo y en coordinación con la construcción de la Franja y la Ruta para fomentar el desarrollo de asociaciones regionales, así como procesos de integración bilaterales y multilaterales en beneficio de los pueblos del continente euroasiático”. 

Algunos en la anglosfera, como el periodista Patrick Lawrence, reconocieron la verdadera importancia de lo que se afirmó allí. “Siempre es difícil entender el presente como historia, por la sencilla razón de que lo estamos viviendo y no podemos verlo históricamente sin un gran esfuerzo. Pero estamos viviendo un paso del siglo 21 cuya importancia a largo plazo es difícil de exagerar. Por decirlo de otra manera, está llegando el futuro… Esto es inmensamente positivo. 

“Leemos la Declaración Conjunta sobre las Relaciones Internacionales que Entran en una Nueva Era, por abreviar su largo título, como un documento de magnitud histórica. Dos naciones lo firmaron, y es demasiado pronto para predecir su recepción entre otras, en especial naciones influyentes no occidentales como India e Irán. El texto de la declaración, traducido por el Kremlin, está aquí y vale mucho la pena leerlo. Por sus sentimientos, los principios que defiende y su importancia potencial, la comparamos con la declaración que surgió de la Conferencia de Bandung de las naciones no alineadas que organizó Sukarno en un centro turístico de montaña indonesio en la primavera de 1955. 

“Esto debería dejar claro lo que entendemos por histórico”. 

Las propuestas internacionales de Xi Jinping (la “Ruta de la Seda de la Salud” del 16 de marzo de 2020 para la cooperación mundial en la lucha contra las pandemias emergentes; la Iniciativa de Desarrollo Global de septiembre de 2021; y su Iniciativa de Seguridad Global del 21 de abril de 2022, luego de la Operación Militar Especial) orbitan en torno a la intención de cooperación que promueve la Declaración Conjunta sobre Relaciones Internacionales del 4 de febrero. ¿Cómo consiguen el Instituto Schiller y la Organización LaRouche hacer que se incorpore el sector transatlántico? 

Los Diez Principios son la máquina-herramienta “Cusana” que puede emplearse para este propósito. Dicho llanamente: para hablar sobre la Ruta de la Seda de la Salud con quienes se autodenominan “anti China”, utilicemos el Tercer Principio: “Hay que prolongar a su potencial máximo la esperanza de vida de todas las personas, creando sistemas de salud modernos en todos los países del planeta. Esta es también la única manera de superar o evitar las pandemias actuales y futuras”. 

Para hablar de la Iniciativa de Seguridad Global, vaya al séptimo: “La nueva arquitectura de seguridad global debe eliminar el concepto de geopolítica, y acabar con la división del mundo en bloques. Hay que tener en cuenta las preocupaciones de seguridad de cada nación soberana. Las armas nucleares y otras armas de destrucción masiva deben ser prohibidas inmediatamente. A través de la cooperación internacional, deben desarrollarse los medios para que las armas nucleares queden tecnológicamente obsoletas, como pretendía originalmente la propuesta que se conoció como la Iniciativa de Defensa Estratégica (SDI, por sus siglas en inglés), propuesta por Lyndon LaRouche y presentada como oferta a la Unión Soviética por el Presidente Ronald Reagan”. 

Para hablar de la Iniciativa de Desarrollo Global, el Quinto Principio: “Hay que reorganizar al sistema financiero internacional, de modo que pueda ofrecer crédito productivo para lograr estas metas. Se puede tomar como punto de referencia el sistema original de Bretton Woods —como era el propósito del Presidente Franklin D. Roosevelt, pero que nunca fue implementado de esa manera a consecuencia de su muerte prematura —y las Cuatro Leyes propuestas por Lyndon LaRouche. El objetivo principal de este nuevo sistema de crédito debe ser aumentar drásticamente el nivel de vida, especialmente en las naciones del Sur Global y de los pobres del Norte Global”. 

No importa qué ideas tan francamente xenófobas, o peores, quiera la gente expresar sobre China, Rusia o cualquier otra nación, debemos dejarles algo ferozmente claro. Dondequiera que se practique el arte de gobernar como arte de la economía física, del ennoblecimiento de la humanidad, y se ponga de manifiesto en el aumento del nivel de vida, de la esperanza de vida, el alfabetismo y el nivel de cualificación de una población creciente, esa práctica se convierte en la norma relativa que debe defenderse para toda la humanidad, más allá de su aparente forma ideológica, religiosa o práctica. Hace algún tiempo, esta fue una orgullosa distinción de la mentalidad estadounidense en su máxima expresión. 

Esa perspectiva optimista estadounidense fue la que inspiró los discursos de John Kennedy en la Universidad Americana y en las Naciones Unidas en 1963, en los que se esforzó por forjar una comunidad de principios con el que parecía ser el peor enemigo de Estados Unidos, en lugar de formar una camarilla para obtener ventajas militares en una guerra perpetua imposible de ganar, que algún día aniquilaría el planeta. La suya era una idea hermosa, pero hubo quienes le tuvieron miedo y lo asesinaron. 

Sin embargo, no se puede matar una idea, mientras haya alguien lo bastante valiente para pensarla. La condición que describía el finado Fiscal General de Estados Unidos, Ramsey Clark (de “miedo a la gracia y a la belleza”), —quien fue primero abogado de Lyndon LaRouche y más tarde su amigo— no tiene por qué ser, de hecho, ya no debe ser la condición actual de Estados Unidos. Los Diez Principios, esgrimidos como arma contra los amos de la guerra, son la llave para desbloquear a los mejores ángeles del pueblo estadounidense, no por su bien, sino por el bien del mundo. Los viejos y perversos sueños del imperio deben ser enterrados en tanto el año llega a su fin. En este nuevo año 2023, mientras hablamos del asesinato de la república estadounidense a manos de los asesinos institucionales internacionales del Presidente, se puede ganar la confianza necesaria de otras naciones para navegar por las aguas más peligrosas jamás navegadas por la raza humana. Tenemos la autoridad de la verdad, y la “belleza feroz” de los Diez Principios para una Nueva Arquitectura, y no necesitamos nada más. Está en nuestras manos.

 

Para mayor información escriba a preguntas@larouchepub.com

 

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