25 de enero de 2023 (EIRNS) — En un extenso artículo publicado el 13 de enero en BusinessOnline, el destacado economista ruso, Serguéi Glazyev, hoy Comisario de Integración y Macroeconomía de la Comisión Económica Euroasiática (órgano ejecutivo de la Unión Económica Euroasiática), advierte que en la situación de Ucrania “la transición a una larga guerra de trincheras... está plagada de desastres para el mundo ruso”. Propone que Rusia cambie a una estrategia ganadora de la guerra, lo que requiere, entre otras cosas, abordar el talón de Aquiles de la economía, la continua fuga de capitales y los vínculos con el sistema financiero especulativo internacional. (business-gazeta. ru/amp/579646)

Glazyev culpa directamente de esta política destructiva al Banco de Rusia y a su directora, Elvira Nabiullina (aunque nunca la menciona por su nombre), por facilitar el continuo saqueo de Rusia mediante la exportación de capital, saboteando las intenciones declaradas del Presidente Vladimir Putin. Sostiene que “la guerra de la OTAN contra Rusia la paga el Banco de Rusia”.

El panorama que pinta Glazyev es desolador.

“Tras la incautación de más de $300.000 millones de dólares en reservas, la cúpula del Banco de Rusia siguió consintiendo la exportación de capitales, cuyo volumen superó los $200.000 millones de dólares el año pasado. De ellos, $150.000 millones corresponden a pagos al exterior autorizados por las autoridades monetarias sobre las obligaciones de deuda de las empresas rusas. Estos son pagos bajo la jurisdicción de países no amigos que han empezado a confiscar nuestras reservas de divisas para utilizarlas en el pago de préstamos militares a Ucrania. ¿Es posible ganar una guerra a un enemigo muchas veces superior en poder financiero suministrándole dinero recibido de la exportación de materias primas a su propia dirección?”, pregunta Glazyev con mordacidad.

“La salida acumulada de capitales y la incautación de reservas de divisas por culpa de la cúpula del Banco de Rusia... superó el año pasado el medio billón de dólares, es decir, varias veces más que todo el presupuesto de defensa de Rusia. Teniendo en cuenta que los países de la OTAN declararon oficialmente el inicio del procedimiento de confiscación de este dinero para financiar los costos de devolución de los préstamos concedidos a Ucrania, tenemos que afirmar que la guerra de la OTAN contra Rusia la paga el Banco de Rusia. Además, esto se está haciendo en contra de la voluntad política del Estado, formulada en los decretos de primavera del Presidente para detener la exportación de capital a países no amigos e introducir la venta total de los ingresos en divisas de los exportadores”.

Como ha hecho en el pasado, Glazyev también ataca la incapacidad del banco central para proporcionar crédito a áreas esenciales de la economía productiva.

“Paralelamente a la connivencia de la exportación de capitales al extranjero, el Banco de Rusia sigue bloqueando la concesión de préstamos para el crecimiento de la producción industrial, fijando la tasa de interés clave excesivamente alta y con unas condiciones de préstamo inaceptables para las empresas de construcción de maquinaria. La utilización de la capacidad en el sector manufacturero apenas ha alcanzado el 50% durante muchos años... La sustitución de importaciones avanza con extrema lentitud. La exportación de recursos naturales se reorienta de Occidente a Oriente en lugar de aumentar la profundidad de la transformación y la producción de productos acabados en Rusia”.

Luego Glazyev se refiere a la Gran Guerra Patria. “El lema, ‘Todo por el frente, todo por la Victoria’ vuelve a ser relevante. El impedimento por parte de la dirección del Banco de Rusia a la plena utilización de las capacidades de producción y la connivencia con la exportación de capitales es incompatible con la consecución de la victoria”.

Concluye diciendo que la situación mundial está madura para un cambio total. “Todos los países más o menos soberanos han dejado de acumular reservas en dólares y están pasando rápidamente a liquidarlas en moneda nacional. Esto supone un colapso como una avalancha de la capacidad de Estados Unidos para financiar una guerra mundial, que se basa en el monopolio de la emisión de moneda mundial. Billones de dólares previamente impresos están regresando a Estados Unidos, provocando una enorme ola de inflación. Y la negativa real de los acreedores externos a comprar bonos del Tesoro estadounidense implica su quiebra o hiperinflación inminentes debido al colapso del esquema piramidal de la deuda estadounidense”.

Glazyev argumenta que Rusia debe encabezar la búsqueda de acuerdos internacionales para “la creación de una nueva moneda de liquidación internacional en lugar de las actuales monedas de reserva del FMI, y sobre ciberseguridad. El primer acuerdo llevaría al colapso del sistema financiero centrado en Estados Unidos y privaría a este país de la principal fuente como superpotencia: el monopolio de la emisión del dinero mundial”.