25 de enero de 2023 (EIRNS) — La VII Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) se inauguró ayer en Buenos Aires, presidida por el Presidente de Argentina, Alberto Fernández (que termina se presidencia rotativa) y con la presencia de representantes de los 33 Estados miembros. El Presidente de Brasil, Lula da Silva, fue el invitado mejor acogido, lo recibieron con una entusiasta ronda de aplausos. El Presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, tuvo que cancelar su viaje a última hora, por motivos de seguridad, pero asistieron otros 13 Jefes de Estado. El Presidente de China, Xi Jinping, envió un mensaje grabado en video, y el Presidente Joe Biden envió a su representante especial para las Américas, el ex senador Christopher Dodd. 

Al término de la cumbre, los miembros votaron por unanimidad la elección de San Vicente y las Granadinas para la próxima presidencia rotatoria de la CELAC. 

El lema de la Cumbre fue “unidad en la diversidad” para subrayar que, a pesar de los diferentes modelos políticos o económicos de los países, todos pueden unirse en torno a una causa común: promover la integración y la cooperación regionales para hacer frente a los acuciantes problemas del colapso económico y social, la pobreza, la enfermedad y la desigualdad. “Latinoamérica y el Caribe deben hablar como una sola voz”, dijo el Presidente Fernández en sus comentarios de inicio; señaló asimismo que mientras Argentina presidía la CELAC él le había dicho al Norte que “cuando en el Norte vuelan los misiles, en el Sur recrudece y aumenta el hambre”. 

Estas cuestiones se debatieron y se reflejaron en la “Declaración de Buenos Aires” cuyo enfoque programático resultó débil, sobre todo a la hora de abordar cómo responder a la crisis financiera mundial. Sin embargo, contiene planes útiles para fomentar la integración física, la conectividad mediante grandes proyectos de infraestructura, la cooperación en tecnología aeroespacial y energía nuclear, y la búsqueda de colaboración con organizaciones fuera de la región como la Unión Africana, la ASEAN, el Foro China-CELAC y la Unión Europea. 

Pero la cumbre no estuvo exenta de conflictos, ya que la polarización izquierda-derecha que aflige a la región hizo acto de presencia, sobre todo en torno a las cuestiones del “fascismo de derecha” contra la “democracia” y los derechos humanos. No todos estuvieron de acuerdo con la polémica advertencia que hizo el Presidente Alberto Fernández de que el “fascismo recalcitrante de derecha” está “amenazando a cada una de nuestras naciones” y que no se puede permitir que tales amenazas se mantengan. Destacó el golpe de Estado del 2019 contra el entonces Presidente de Bolivia, Evo Morales, el violento asalto del 8 de enero en Brasilia por seguidores del ex Presidente Bolsonaro una semana después de que Lula da Silva asumiera el cargo, y el intento de asesinato del 1 de septiembre del 2022 contra la vicepresidente de Argentina, Cristina Fernández de Kirchner, como ejemplos de las operaciones de este fascismo. 

Fernández evitó cuidadosamente, al igual que Lula, mencionar la situación en Perú, o la polémica sobre si el depuesto y encarcelado ex Presidente Pedro Castillo, vinculado al aparato narcoterrorista de Sendero Luminoso, había sido víctima de un golpe de Estado. 

Fue el Presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, que ni siquiera asistió a la cumbre, quien desempeñó ese papel. En una presentación en video, sostuvo que “lo que se hizo con Castillo fue una infamia”, y exigió que la CELAC emitiera una declaración conjunta de condena a la represión del gobierno peruano a los manifestantes, que llame al diálogo y que se permita que el pueblo elija a sus dirigentes “en democracia” mediante nuevas elecciones “libres y limpias para determinar el futuro de Perú”. No al “autoritarismo” afirmó, “sí a la libertad de Pedro Castillo, a quien encarcelaron injustamente”.