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China asume el liderazgo mundial por la paz mediante el desarrollo

25 de febrero de 2023 (EIRNS) — Godofredo Leibniz (1646-1716), fundador de la ciencia de la economía física y verdadero inspirador de la Revolución Americana, hubiera estado muy contento ayer con el anuncio de la propuesta de doce puntos del gobierno de China, llamada “Postura de China sobre la solución política de la crisis de Ucrania”. La propuesta es un paso sustancial, de parte de la economía más poderosa del mundo, hacia un diálogo para la paz internacional duradera. Es una poderosa contribución intelectual a lo que ha ofrecido el Vaticano y el Papa Francisco, y lo que ha ofrecido el gobierno de Brasil. Es congruente en todo lo esencial con los Diez Principios de Helga Zepp-LaRouche para una Nueva Arquitectura Estratégica y de Desarrollo; es producto no de de la intriga geopolítica, sino de algo mucho más profundo, una cualidad de pensamiento y de cultura que Leibniz identificaba y describía en 1697 de la manera siguiente: 

“En verdad, es difícil describir cuán bellamente todas las leyes de los chinos, en contraste con las de otros pueblos, están dirigidas a la consecución de la tranquilidad y al establecimiento del orden social, de modo que los hombres se vean perturbados en sus relaciones lo menos posible. Ciertamente, los hombres sufren los mayores males por sus propias acciones, y a su vez se los infligen unos a otros… ¿Qué daño, entonces, si alguna nación ha encontrado un remedio (para estos males)? Ciertamente, los chinos, por encima de todos los demás, han alcanzado una norma superior… Tan grande es la obediencia hacia los superiores y la reverencia hacia los mayores, tan religiosa, casi, es la relación de los hijos hacia los padres, que resulta casi inaudito que los hijos tramen algo violento contra sus padres, ni siquiera de palabra, y el perpetrador parece expiar sus acciones… Más aún, entre los iguales, o los que tienen pocas obligaciones mutuas, existe un respeto maravilloso y un orden establecido de deberes. Para nosotros, que no estamos suficientemente acostumbrados a actuar según la razón, y las normas, esto golpea como si fuese servidumbre; sin embargo, entre ellos, donde estos deberes se hacen naturales por el uso, se observan con gusto”. [Escritos sobre China]. 

Los factores culturales determinantes de una cultura lingüística diferente y el enfoque de una nación diferente a la formulación de políticas, puede producir a veces, como desde fuera, una capacidad de la humanidad para ver una solución a un problema aparentemente insoluble de una manera completamente diferente, a como otros son capaces de verla o que decían verla. Como ocurre con la resolución del problema de duplicar el cuadrado, que plantea Sócrates en su diálogo Menón, una vez descubierta la solución, resulta “completamente obvia”, cuando momentos antes se trataba de algo “totalmente insoluble”. 

Para que la anglosfera salga de su aparentemente inevitable e imparable carrera hacia la guerra termonuclear, achacada a todos y a todo pero menos a sí misma (como con el asunto del gasoducto Nord Stream) debemos vernos a nosotros mismos, por un momento, como miles de de millones de personas de todo el mundo que no son miembros de los “mil millones dorados” transatlánticos, no solo deben vernos sino vivirnos. El asesinato sistemático de naciones, calificado de política exterior; el asesinato depredador de familias, medios de vida y mano de obra avanzada calificada, calificada de política financiera; el asesinato de la infancia y de la imaginación llamada “cultura del entretenimiento”; el asesinato de la cognición y de la creatividad llamada “política de drogas” y “reforma educativa”; el asesinato del libre pensamiento llamado “cultura de la cancelación”; el asesinato de la consciencia llamo “política de sanciones”, todos se derivan de la misma enfermedad terminal determinada culturalmente: que hay demasiada gente, que son una sucia huella de carbono y una plaga para la Tierra, que “lamentablemente” no tienen derecho a desarrollarse, que alguien debe ser el guardabosque de la raza humana “para salvar al planeta”, porque como dijo el Club de Roma en 2001, “el verdadero enemigo es la humanidad misma”. La “humanidad”, es decir, los habitantes de África, Asia y Sudamérica demasiado poco ilustrados para aceptar el objetivo de reducir voluntariamente su población, debe ser conducida por la “agobiada pero responsable” anglosfera a la guerra, incluso a la guerra termonuclear, si ha de prevalecer “el estado de derecho” por encima del caos de la “jungla” del que advierte el jefe de la política exterior de la Unión Europea, Josep Borrell: “Europa es un jardín. Hemos construido un jardín… El resto del mundo —y usted lo sabe muy bien, Federica [Mogherini]— no es precisamente un jardín La mayor parte del resto del mundo es una jungla, y la jungla podría invadir el jardín”. 

A esta caracterización y a sus políticas resultantes, el mundo no europeo ha dicho, aunque a veces en silencio: “No, gracias”. Hasta ahora, claro. La Sección Segunda de la propuesta china sobre Ucrania dice: “La seguridad de un país no debe perseguirse a expensas de los demás. La seguridad de una región no debe lograrse reforzando o ampliando bloques militares. Se deben considerar y abordar seriamente los intereses legítimos de seguridad y las preocupaciones de todos los países. No existe una solución simple para una cuestión compleja. Siguiendo la visión de una seguridad común, global, cooperativa y sostenible, y teniendo en cuenta la paz y la estabilidad del mundo a largo plazo, todas las partes deben contribuir a forjar una arquitectura de seguridad europea equilibrada, eficaz y sostenible. Todas las partes deben oponerse a la búsqueda de la seguridad propia a costa de la seguridad de los demás, evitar la confrontación en bloque, y trabajar juntas por la paz y la estabilidad en el continente euroasiático”. (fmprc.gov. cn/ mfa_eng/ zxxx_662805/ 202302/ t20230224_ 11030713.html). 

China ha propuesto que no se puede formular una política de paz eficaz que no parta del punto de vista de la humanidad en su conjunto. China ha encontrado así una forma sublime de dar marcha atrás a la política, a la premisa y a la práctica de la “exclusión china” que ha sido un axioma tácito de la práctica geopolítica de la anglosfera desde los tiempos del siglo de la humillación (1839-1949). En vez de dar una respuesta furiosa o de proponer venganza o reparaciones, el Presidente de China, Xi Jinping, propone soluciones particulares pero universales, incluyendo la Iniciativa de Desarrollo Global, la Iniciativa de Salud Global, la Iniciativa de Seguridad Global y ahora la “Postura de China sobre la solución política de la crisis de Ucrania”. China se ha adelantado no solo a sus enemigos, sino a los verdaderos enemigos de la humanidad entera, ya que la guerra termonuclear y cualquiera que la intente, es el enemigo de todos nosotros. 

China se ha vuelto la economía más productiva de la Tierra porque ha tenido el valor de cambiar sus axiomas. Ahora ha actuado con valentía para cambiar los axiomas de los demás. El escarnio con el que se ha recibido su propuesta, al igual que la respuesta a la revelación de Seymour Hersh sobre la verdad del bombardeo a Nord Stream, es prueba de su eficacia; varios “jardineros” europeos y trogloditas estadounidenses la han atacado, algunos sin siquiera haberla leído. Sin embargo, la propuesta de paz de China no solo habla a unos 5 mil millones de la población mundial,  quizás más, sino por ellos, y claramente por la mayoría de la humanidad que ha decidido desalojar el circo romano del aventurerismo militar angloamericano. Ya nadie quiere comprar una entrada para ese espectáculo de gladiadores de la muerte. 

Así que, negándose a esperar o a pedir permiso a Europa o a Estados Unidos, China, la economía más productiva de la Tierra, ha dado un paso al frente en su papel civilizador del mundo, desafiando a la moralmente senil “Gran Bretaña Global” y a sus necios pero letales Calibanes del Departamento de Estado de Estados Unidos, “la cruda y grosera prole” de los Sullivans, los Price, y los Nuland, “los bombarderos locos de Foggy Bottom”. El trabajo de Seymour Hersh, y de otros estadounidenses involucrados, como brazo nacional del Instituto Schiller internacional en las recientes manifestaciones, simposios e intervenciones, puede reventar la burbuja de la perplejidad que, si se levanta de las cabezas de las poblaciones del sector transatlántico y particularmente de Estados Unidos, puede permitir que la verdad, temporalmente aplastada contra la tierra en esa nación, vuelva a levantarse. Este fin de semana, en muchas ciudades de Alemania, Francia y otras naciones, se escuchará el mensaje. La OTAN debe disolverse y debe sustituirla una nueva arquitectura internacional de seguridad y desarrollo justa, para que la humanidad no solo sobreviva, sino que prospere, en lo que Leibniz no solo propuso, sino que sabía que era ese “mejor de los mundos posibles”.

 

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